La obra de un siervo de Dios nunca termina.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

La obra de un siervo de Dios nunca termina.

1 Reyes 18:41-46.

El profeta Elías acaba de ser usado por el Señor para realizar un gran milagro. Él acaba de hacer una oración sencilla, y Dios ha abierto los cielos y ha hecho descender fuego, demostrando ser el Señor de todo. Elías acaba de ver al pueblo de Israel inclinarse ante Dios y proclamar su fe y lealtad a Él. Elías acaba de matar a los 450 profetas de Baal. Su día ha estado muy ajetreado, por decir lo menos. La mayoría de nosotros habríamos estado buscando un sillón para poder descansar. ¡Pero no Elías!

Miren, la tierra de Israel ha estado languideciendo bajo una sequía de tres años y medio. Debido a la sequía, la gente se muere de hambre, decenas de miles han muerto y la nación se encuentra en una situación desesperada. Por supuesto, no ha llovido debido a la idolatría del pueblo. Pero ahora, se han arrepentido, los sacerdotes de Baal están muertos y es hora de que Dios abra los cielos y envíe la lluvia tan necesaria.

Entonces, en lugar de caminar hacia la puesta del sol para saborear su victoria sobre el mal, Elías se pone a trabajar nuevamente para ver que la lluvia llegue como Dios prometió que vendría. Él nos enseña la lección en este pasaje de que no hay lugar para dejar de obrar. Nunca llegará un día en nuestro caminar con Dios en el que tengamos la oportunidad de sentarnos y no hacer nada. Muchos están haciendo precisamente eso, pero no es porque no haya nada que hacer. Tampoco es porque el Señor les está permitiendo quedarse sin hacer nada. Se sientan porque, a diferencia de Elías, ¡nunca han aprendido la verdad de que la obra de un hijo de Dios nunca termina!

Todos hemos escuchado el viejo dicho: “Un hombre puede trabajar de sol a sol, pero el trabajo de una mujer nunca termina.” ¡Ese es un dicho verdadero para muchas mujeres! Lo mismo puede decirse de una sierva del Señor también. Cuando una persona ha llegado al lugar donde está totalmente entregada a la voluntad de Dios para su vida, nunca la dejará. Dejaremos de servir hasta que él nos llame a casa. Unámonos a Elías después de su gran victoria en el Carmelo y aprendamos una lección importante y sumamente relacionada con la que llevan a cabo los hombres de Dios, es decir, que nunca termina. Hay tres características mostradas por Elías en estos versículos que nos enseñan cómo podemos estar ocupados en la obra del Señor todo el tiempo.

PORQUE HAY PROMESAS QUE DEBE ESPERAR (v. 41)

Elías sabía que vendría la lluvia. ¿Cómo lo sabía? Bueno, recuerde que ¡el oído de la fe oye lo que el ojo de la carne no puede ver! Cuando un hombre llega al lugar donde el estruendo del mundo se cierra, puede oír la caravana de la bendición de Dios antes de que aparezca en su vista. Por eso, bendito es el hombre que no tiene que ver para creer (cf. Juan 20:29).

En estos versículos, podemos ver que Elías era un hombre que creía en las promesas de Dios. Él las creía tanto que estaba dispuesto a declararlas y vivir en ellas. Alguien ha dicho que en la Biblia existen más de siete mil promesas. Sin embargo, ¡solo un tonto cree que puede reclamarlas todas para sí mismo! Algunas fueron promesas personales hechas a individuos, otras fueron promesas universales hechas a todos. Por ejemplo, algunos han estado tratando de tomar para sí mismos lo que dice Marcos 16:18 (¡Tomar serpientes y beber veneno!). Sin embargo, dado que no es una promesa universal, obviamente eso no funcionará. Josué 6:3-5, es otra promesa dada a una persona específica, en un momento específico y para un propósito específico. Luego, nadie tiene derecho hoy a esperar el cumplimiento de esa promesa en su vida. Toca al creyente diligente, estudiar la Escritura y entonces poner fe en las promesas que son para él. Por ejemplo, en Juan 14:13, dice: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. Esto habla de la oración, pero, ¿cuántos confían en esa promesa? ¡Muy pocos!

Hay otras promesas en la Biblia que son condicionales o incondicionales. Si voy a esperar con fe el cumplimiento de una promesa condicional, entonces debo cumplir con todas las condiciones que en ella existen. Por ejemplo, Mateo 21:22 dice: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. ¿Lo ven? Allí hay condiciones. Hay que “pedir en oración”, pero eso hay que hacerlo, “creyendo”. Si esa promesa va a funcionar para mí, entonces debo orar con absoluta fe.

En estos versículos, vemos que Elías está expresando su confianza en una promesa que es tanto personal como condicional (1 Reyes 18:1 – “Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra”). Con ese pequeño manual sobre las promesas, podemos confiar plenamente en ellas. ¿Cómo? Pues como lo hizo Elías:

Su confianza se basó en:

  1. La preciosa palabra de Dios. En 1 Reyes 18:1, Dios le dijo a Elías que mostrara a Acab y entonces enviaría la lluvia. Elías hizo lo que se le ordenó y así supo que iba a llover. Elías creyó en lo que Dios dijo. Hermanos y amigos, servimos al Dios que es capaz de cumplir con su palabra. Por eso, Abraham estuvo “plenamente convencido de que (Dios) era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Romanos 4:21). Jesús dijo en Mateo 5:18, “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. La palabra de Dios es segura, es confiable. Recuerde, Dios “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Efesios 3:20)
  2. La confianza de Elías estaba fundada en la perfecta voluntad de Dios. En 1 Reyes 17:1, Elías había sido el instrumento de Dios para traer la sequía sobre la nación. Dicha sequía había sido enviada debido a la idolatría del pueblo. La lluvia cesó porque la gente adoraba a Baal en lugar de a Jehová. Pero ahora, los profetas de Baal estaban muertos, la gente se ha arrepentido y ha regresado al Señor Dios. Entonces, Elías sabía que era hora de que volvieran las lluvias.

Cuando se ha revelado la voluntad de Dios sobre un asunto, ya está resuelto. ¡Se hará! Cuando Dios revela Su voluntad en un asunto, tenemos dirección, propósito y poder en la oración. Podemos orar específicamente acerca de una situación con la confianza de que Dios así lo ha propuesto y querido. Tome Filipenses 4:19 como ejemplo. Allí, Dios nos ha mostrado que es Su voluntad satisfacer las necesidades de sus hijos. Este versículo, junto con Mateo 6:25-34, nos dice que Dios suplirá las necesidades que tenemos. Por lo tanto, podemos orar con absoluta confianza por las necesidades que surgen en nuestra vida.

  1. La confianza de Elías tenía en consideración la obra de Dios en el pasado. Elías sabía que podía confiar en que Dios enviaría la lluvia debido a todo lo que ya había visto hacer al Señor. Recuerde, él ya había sido testigo de la fidelidad de Dios en el arroyo, con las vasijas vacías, con el niño muerto, y sobre el altar al vencer a los profetas de Baal. Él ha visto al Señor obrar muchas obras maravillosas antes y no había razón para pensar que Dios no podría continuar moviéndose con poder y gloria en el presente.

Mis hermanos, Dios no ha cambiado. Él sigue siendo el mismo Dios hoy que siempre ha sido (Malaquías 3:6; Hebreos 13:8; Santiago 1:17). Piense en todas las promesas que ha cumplido y el poder que demostró en el pasado (Noé, los 3 jóvenes hebreos en el horno de fuego, Daniel en el foso de los leones, el Maná, el Mar Rojo, el agua de la roca, la Tumba vacía, etc.) Lo que ha podido hacer, ¡todavía lo puede hacer! ¡Creo que nunca hemos visto la máxima extensión de su poder revelado! ¡Si Él puede salvar a un pecador del infierno, entonces Él puede hacer cualquier cosa (cf. Lucas 1:37 – “porque nada hay imposible para Dios”).

PORQUE HAY GUERRAS QUE LUCHAR (v. 42-45).

En estos versículos, podemos ver un gran contraste entre Elías el profeta y Acab el rey. Las reacciones y acciones posteriores a los eventos del Carmelo revelan mucho sobre la condición de sus corazones. Nuestro enfoque principal esta mañana es Elías, pero tratemos de recoger todo lo que podamos y miremos a estos dos hombres por un momento. Fíjense en lo que hicieron.

  1. Acab fue a su fiesta. Tan pronto como concluye esta poderosa manifestación de Dios en el Carmelo, el primer pensamiento de Acab es alimentar su carne. Se dirige a su pabellón para comer y beber. No parece haber ninguna convicción, ninguna preocupación por los profetas de Baal muertos, ningún indicio de tristeza o arrepentimiento. A Acab no le importa nada más que Acab. Es una figura triste y esto se revela al señalar algunas verdades sobre su actitud y sus acciones.
  2. Acab era un hombre débil. ¿Por qué débil? ¡Porque estaba totalmente controlado por su carne! Aquellos que viven en la carne pueden hablar en grande y actuar con fuerza, pero son, de hecho, los más débiles de los hombres. El verdadero hombre de Dios es aquel que se gobierna a sí mismo, y no se rige por sus pasiones.
  3. El enfoque de Acab después de una reunión tan conmovedora revela la verdadera condición de su corazón. En lugar de inclinarse ante el Señor en arrepentimiento y dolor, Acab se marcha para alimentar su carne.

Como muchos de los que asisten a la iglesia, sus cuerpos están allí, pero sus corazones y mentes están a miles de kilómetros de distancia. Mis hermanos, nuestros corazones se revelan por lo que pensamos durante el servicio, al que nos apresuramos después del servicio y lo que más nos entusiasma. ¡Algunos ni siquiera pueden sentarse durante un servicio completo! Por cierto, ¡su capacidad de atención para las cosas espirituales es un barómetro de su crecimiento espiritual! Algunas personas parecen no poder quedarse quietas durante un sermón de 45 minutos, pero pueden sentarse durante horas y ver un juego de pelota o una carrera o una telenovela. ¡Todo es cuestión de tus prioridades! ¡Este triste estado de cosas se ve claramente cuando uno compara el interés en una reunión de oración con el de una reunión para comer!

  1. Acab nunca es confrontado por Elías con respecto a sus pecados. ¿Por qué? ¡Porque Acab no lo habría oído! Acab no había llegado al lugar donde podía ver la condición de su propio corazón.

Así es en la iglesia hoy en día. El predicador predica sobre el pecado y la gente se sienta imperturbable, impasible y actúa como si el mensaje fuera dado a todos menos a ellos. Es por eso que muchas personas pueden continuar viviendo sus vidas en rebelión para con la voluntad del Señor. Simplemente, no pueden ver la condición de su propio corazón. Ellos pueden ver el pecado en la vida de su prójimo, pero no en ellos. Ellos pueden ver que la predicación les cae como anillo al dedo a otros, pero no a sí mismos. Jesús tiene una palabra para gente así en Mateo 7:3-5: “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”. Si usted es como Acab, y si de alguna manera esta palabra llega a su corazón, deje esa mala actitud ante la voluntad de Dios.

  1. ¿Qué hace Elías? Elías fue a encontrarse con Dios. Mientras Acab se alejaba a la alimentación de la carne, Elías subió a la cima del Carmelo para encontrarse con el Señor. Aunque los profetas de Baal estaban muertos y desaparecidos, todavía quedaba trabajo por hacer. Era hora de que el hombre que creía en Dios invocara Su Nombre y terminara la tarea que se le había encomendado. Quiero examinar la oración de Elías para que podamos aprender más sobre la oración de fe genuina. Pero, antes de hacer eso, solo quiero señalar un par de verdades que deben mencionarse al contrastar a estos hombres esta mañana.
  2. ¿Por qué fue Elías solo a la cima de la montaña? ¿Por qué no invitó a Acab a unirse a él? ¡Porque los que son espirituales deben separarse de los que son carnales! Si usted se deja influenciar por aquellos que son fríos en su caminar con Dios, bajarán también su temperatura espiritual.
  3. Al igual que Acab, Elías no había comido ni bebido en todo el día. ¿Por qué Elías no fue a comer bien antes de orar? Porque era como Jesús. Él tenía una comida de la que otros no sabían nada (Juan 4:31-32 – “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”). ¡Esa es la diferencia entre el creyente mediocre y el creyente espiritual! El creyente mediocre permite que las necesidades y los deseos de la carne se adelanten a los deseos de Dios. El creyente espiritual, por otro lado, prospera en la presencia de Dios. ¡Nada emociona más al creyente espiritual que estar solo en la presencia de Dios y alimentarse de Él!

Ahora, con eso en mente, pasemos unos minutos mirando la oración de Elías. La forma en que oró puede ayudarnos a ser guerreros de oración más efectivos para la gloria de Dios.

  1. Su oración fue humilde (v. 42b). Se inclinó ante la presencia del Señor. El hombre de Dios, que se había mantenido erguido como embajador del Señor, ahora se inclina como un intercesor ante el Señor. Nos haría bien recordar que Dios no existe simplemente para contestar nuestras oraciones o cumplir nuestros deseos. Él es Dios y honrará a la persona que venga a su presencia con humildad (1 Pedro 5:5-6; Santiago 4:6, 10). Todo lo que necesitamos hacer es recordar la condición nuestra y eso nos ayudará a ser humildes en la presencia del Señor.
  2. Su oración fue específica (v. 43). Santiago 5:17-18 nos dice que Elías fue muy específico en su vida de oración. No perdió el tiempo en meras generalidades, sino que oró con fe y mencionó específicamente las cosas que debían hacerse. ¡Dios honra este tipo de oración! Si no ora específicamente, ¡nunca sabrá cuándo el Dios contesta su oración! ¡Ore específicamente por las cosas que desea que se hagan!
  3. Su oración fue ferviente. Santiago 5:17 dice que Elías “oró fervientemente”. No adoptó una actitud sin espíritu hacia su vida de oración, oró con fervor. Su alma se conmovió con la necesidad de la gente. ¡Sintió la presión de aquello por lo que rogaba! ¡Que el Señor nos libre de la oración frívola que no sirve de nada! ¡Que la iglesia recupere el deseo de aprovechar la oración ferviente! Oración que mueve el alma y alinea nuestra voluntad con la del Padre Celestial. Después de todo, ese es el propósito de la oración: ¡llevarnos al mismo lugar en el que Dios ya está con respecto a nuestra petición!
  4. Su oración fue persistente (v. 43). Ocho veces se le dice al criado que vaya y mire hacia el mar. Siete veces no hay nada ahí. Sin embargo, Elías siguió orando y creyendo. No permitió que las circunstancias externas afectaran su seguridad interna de que la respuesta estaba en camino. ¡Fue persistente! A veces, como Elías, experimentaremos retrasos en las respuestas a nuestras oraciones. ¿Por qué es esto? No es que Dios sea difícil de persuadir; es que Él quiere que lo que digamos sea en serio. Hay momentos en los que Dios contestará la oración de inmediato. Sin embargo, hay ocasiones en las que la respuesta se retrasa. Cuando llegue ese momento, Dios quiere que continuemos fieles en oración, esperando Su respuesta. ¡Aprendamos a ser pacientes! Es en la perseverancia en la oración que la carne se humilla y la fe se permite que se eleve a sus alturas más altas. ¡Dios quiere que nunca nos rindamos! Si ha puesto algo en su corazón, ¡siga orando!
  5. Elías estaba expectante (v. 41, 43). Elías siguió orando y siguió enviando a su sirviente a mirar hacia el mar. ¿Por qué? Porque estaba operando con fe en la promesa de Dios. Sabía que vendrían las lluvias. ¡Él esperaba grandes cosas de Dios! (Por cierto, la palabra para “lluvia” en el versículo 41 se refiere a un fuerte aguacero. ¡Elías esperaba grandes cosas de Dios!)

Si alguna vez vamos a ver un éxito real en nuestra vida de oración, ¡debemos aprender a orar con expectativa! Debemos orar y creer que Dios hará lo que ha prometido, Marcos 11:24: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Nada paraliza la fe con tanta frecuencia como el pecado de la incredulidad.

  1. La oración fue respondida (v. 44). En el octavo viaje, el sirviente vio una pequeña nube que se elevaba del mar. Cuando le llevaron esta noticia a Elías, el profeta supo que había llegado la respuesta de Dios. ¡Sus oraciones habían prevalecido y Dios estaba enviando las lluvias!

Hermanos y amigos, servimos al Dios que todavía responde a las oraciones de sus hijos (Jeremías 33:3). ¡Dios quiere que sepamos que la oración de fe real no es una pérdida de tiempo! Dios honra las oraciones de su pueblo, ¡porque las oraciones de su pueblo lo honran a Él!

Es fácil ver el contraste entre estos dos hombres. Si somos perfectamente honesto esta mañana, ¿cuál de estos dos hombres describe mejor la vida que vivimos?

PORQUE HAY UNA CARRERA QUE REALIZAR (v. 46).

Se nos dice que cuando llegaron las lluvias, Acab se fue en su carro. Después de tres años y medio de sequía, una lluvia torrencial convertiría el suelo en barro en poco tiempo. Por lo tanto, Acab quería dejar atrás la lluvia y llegar primero a Jezreel. No pudo hacerlo. Las ruedas de su carro de hierro se atascaban en el barro y le causaban problemas para viajar. Mientras iba, de repente, escuchó el golpeteo de sandalias contra el suelo. Acab voltea justo a tiempo para ver a Elías pasar corriendo hacia Jezreel. Delante de él hay más de 20 kilómetros hasta la puerta de Jezreel. ¿Qué impulsa a este hombre?

  1. La fuente de su poder. Después de la intensa actividad del día, ¿cómo fue que Elías poseyó la habilidad de correr tan lejos y tan rápido? Bueno, el texto dice que “la mano de Jehová estuvo sobre Elías”. ¡Cuando una persona es capacitada por Dios, puede hacer cosas que están más allá del alcance del hombre común! Él da fuerza, resistencia y habilidad a aquellos que caminarán en Su poder. Como dijo Pablo, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Mientras Acab estaba empantanado en el barro de la igualdad y la mediocridad, Elías corrió con la mano de Dios sobre su vida y se destacó. ¡Qué diferencia! No sé usted, pero quiero el poder de Dios sobre mí.
  2. El secreto de su preparación. En el texto se nos dice que Elías “ciñó sus lomos”. Es decir, se envolvió con su manto, se metió el extremo de la túnica en el cinturón y echó a correr. ¿Por qué los preparativos? Porque si hubiera intentado correr sin ceñirse la cintura, se habría enredado en sus ropas y se habría caído. Eliminó todos los obstáculos posibles para poder correr mejor. ¡Qué lección para los que quieren correr con Dios! Escuchemos las palabras de Dios en Hebreos 12:1-2,“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.

Si corremos bien, debemos librar nuestras vidas de todo lo que sea un obstáculo para nuestro progreso en la fe. ¡Todos los pesos, todos los pecados, todos deben caer en el camino si corremos con paciencia y poder la carrera que se nos ha dado! ¿Qué necesitamos eliminar de nuestras vidas?

  1. La estrategia de su propósito. ¿Qué quería lograr Elías con esto? Los reyes antiguos siempre fueron precedidos por un corredor. Este corredor anunciaría la llegada del rey y despejaría cualquier obstáculo que pudiera impedir que el carro del rey recorriera el camino. Cuando Elías corrió delante de Acab, estaba haciendo una declaración. Elías estaba diciendo: “Acab, soy un hombre de Dios y odio el pecado y la idolatría. Sin embargo, respeto tu posición como rey de Israel”. Elías quería que Acab supiera que su posición contra Baal no era nada personal, ¡era solo su celo por el Señor! Para Elías, ¡esta fue una declaración de humildad! Simplemente, asumió el papel de sirviente.

Ante esta acción de Elías, debemos guardar esta enseñanza: ¡la obra de Dios en nuestras vidas nunca nos hará arrogantes o mezquinos! Hay quienes han sido usados ​​por el Señor de alguna manera, y se hinchan de orgullo, creyendo que son mejor que los demás. No obstante, un verdadero siervo siempre se siente humillado por la actividad de Dios en su vida. Esta humildad siempre se revela en el deseo de servir a los demás primero (Marcos 10:44Mateo 23:12). ¿Me explico? La obra de Dios en nuestras vidas no nos llevará por encima de los demás, pero sí hará que veamos nuestra propia indignidad ante Dios. Cabe señalar que Acab no le ofreció a Elías un paseo en su carro. Los pecadores solo pueden pensar en sí mismos. Los siervos, por otra parte, se ven obligados a pensar primero en los demás. ¡Qué diferencia entre el hombre de Dios y el que está sometido a la carne!

CONCLUSIÓN:

¡La batalla estaba ganada, pero la obra no estaba terminada! Elías todavía necesitaba confiar en algunas promesas, orar algunas oraciones y correr hacia la gloria de Dios. Amigos míos, no hay lugar para renunciar en la familia de Dios. Si está cansado y agotado y está contemplando una temporada de retiro espiritual, ¿puedo animarlo a que lo reconsidere? Todavía hay trabajo que hacer. Las promesas deben ser creídas, las oraciones deben ser hechas. Dios todavía quiere que su pueblo corra con paciencia la carrera de la vida para su gloria. Si hay una necesidad en tu vida hoy, llévela al Señor. Ya sea que se trate de una necesidad de salvación, arrepentimiento, nueva dedicación, ayuda en una situación o lo que sea, Dios tiene todo lo que necesita. La obra del hombre de Dios es continuar, perseverar y glorificar a Dios en el proceso.

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