¿Cómo recuperar el filo?

2 Reyes 6:7-1.

Introducción.

La compañía de los profetas había crecido hasta el punto de que necesitaban tener nuevas instalaciones. Mientras estaban en el proceso de talar árboles para construir su nuevo hogar, uno de los profetas perdió el hacha en el río Jordán. Se sintió angustiado porque la había tomado prestada. Clamó a Eliseo, y el gran profeta obró un milagro, y el hacha flotó hasta la superficie, y el hombre extendió su mano y la recogió. Ahora bien, para no ser demasiado duros con este pobre hombre que perdió el hacha, recordemos que estaba involucrado en una gran obra. ¡Está ocupado! Sin embargo, si hay una falla en su actividad, se encuentra en esto: estaba trabajando, ¡pero no estaba mirando! Como consecuencia, perdió el hacha y no pudo continuar su trabajo.   Había perdido el filo.

Podemos ver esta historia y preguntarnos si hay algo aquí para la iglesia moderna. Creo que hay mucho aquí para que aprendamos. Miren, ¡la cabeza del hacha representa el poder para hacer el trabajo! ¡Ningún hombre puede cortar árboles golpeándolos con el mango de un hacha!   Se necesita el poder afilado y el cortante de la cabeza del hacha para cortar la madera y derribar el árbol. En la iglesia, debemos darnos cuenta de que, sin nuestro filo, es decir, el poder de Dios, nunca podremos servir al Señor adecuadamente, ni podremos dejar una mella en este mundo.   Necesitamos a Dios y su poder para hacer el trabajo, para su gloria.   Lamentablemente, en la iglesia moderna, los miembros están tan distraídos en sus asuntos, negocios y pecados, que se ha perdido el filo.   Como resultado, no hay poder en la iglesia, no hay poder en las vidas de los santos, ni en nada de lo que hacemos. ¡Hemos perdido el filo! ¡La mayor parte de lo que hacemos en la iglesia se puede hacer sin la agencia o el poder de Dios! Somos tan buenos en lo que hacemos que podemos operar en el poder de la carne y nadie nota la ausencia de Dios. Sin embargo, aunque podamos operar nuestras iglesias, nuestros programas y nuestras vidas separados del poder de Dios, nunca lograremos incursionar en el mundo separados del poder de Dios.  ¡Nunca podremos servir al Señor de manera efectiva hasta que realicemos ese servicio solo en y por su poder!

Si dedicamos unos minutos a analizar cómo se manejó esta situación ese día, podemos aprender algunas lecciones valiosas sobre cómo la iglesia debe manejar la situación en la que se encuentra. Dios nos ayude a recuperar la vanguardia. ¡Este pasaje nos dice cómo! Observe los pasos necesarios para recuperar el filo.

ES NECESARIA LA PREOCUPACIÓN (v. 5)

En cuanto el hacha sale volando, este hombre grita desesperado. Sabe que no puede continuar con lo que está haciendo hasta recuperar el hacha. Esto nos dice que, el primer paso para la recuperación del poder de Dios, es llegar al punto donde estamos conscientes de que no lo tenemos.

Estoy convencido de que muchas personas pasan por esta vida pensando que están llenas del poder de Dios, cuando lo han perdido y ni siquiera lo saben. Están tratando de vivir para Dios y hacer su obra en el poder de la carne y ni siquiera se dan cuenta de que Él no está cerca.   Esta condición de muchas iglesias modernas, y de la gente de las iglesias modernas, rivaliza con la de la antigua Laodicea (cf. Apocalipsis 3:14-20). No son fríos, ni calientes. Son tibios.

Me pregunto si nos preocupamos lo suficiente como para examinar nuestros corazones, nuestras vidas y la vida de nuestros semejantes. ¿Nos preocupa la presencia y el poder de Dios en medio de su iglesia? Mis hermanos, siempre nos estamos felicitando por el hecho de que “donde dos o tres están congregados, Él está en medio”. Y eso es verdad, el Espíritu del Señor está entre nosotros. Pero, yo no estoy hablando de su mera presencia. Vean ustedes que en Apocalipsis 2:1, dice que el Señor está “en medio de los siete candeleros de oro”, está en todas y cada una de las iglesias; pero, su mera presencia no garantiza que andemos en su poder, donde su luz, su gracia, su influencia se manifieste a través de nuestras vidas, en beneficio de nosotros, de nuestros hermanos y aun del mundo mismo. ¡Que el Señor nos ayude a no conformarnos con nada menos que lo mejor que Dios nos puede dar!

ES NECESARIA UNA CONFESIÓN (v. 5).

Cuando este hombre se dio cuenta de que el hacha había desaparecido, inmediatamente le contó a Eliseo lo que había sucedido.

Confesó que había perdido el filo. Al admitir que le faltaba el hacha, también admitió que se había aflojado y que no se había molestado en apretarla. Admitió todas las cosas implicadas y relacionadas con la pérdida del hacha.

Mis hermanos, después de descubrir que nos falta algo, debemos llegar al punto donde admitamos lo que nos falta ante el Señor y los demás. Esto representa una píldora difícil de tragar, pero es necesaria para recuperar nuestro filo.

Creo que una de las cosas más difíciles para cualquiera de nosotros, es admitir o reconocer la falta. Queremos que todos piensen que estamos bien, que estamos en la cima, que no necesitamos nada y que tenemos el control de nuestras vidas. Pero, para no engañarse más en ese proceso, hace falta tener un corazón honesto que nos haga reconocer que no tenemos el fuego que antes teníamos por las cosas de Dios.

Necesitamos un corazón honesto por el que reconozcamos que no estamos cerca del Señor como antes. Necesitamos honestidad en el corazón para reconocer que necesitamos el poder de Dios operando a través de mí para hacer su voluntad satisfactoriamente.

Lo que necesitamos son corazones honestos que digan la verdad sobre nuestra condición. ¡Solo necesitamos sincerarnos y decirle al Señor la verdad sobre dónde estamos! Él ya lo sabe, pero quiere que nosotros también lo sepamos. Necesitamos volver a aprender el camino hacia el altar. Necesitamos su poder en medio de nosotros, pero hay un precio que pagar. Parte de ese precio es confesar nuestras faltas, y nuestra falta de poder.

Antes de que podamos recuperar el filo como individuos y como iglesia, debemos primero llegar al punto en el que podamos admitir honestamente que no podemos hacerlo por nosotros mismos, y confesar que Dios sí puede. Debemos encontrar ese lugar de dependencia total y absoluta de Dios y su poder. Cuando lo hagamos, veremos almas salvadas. Veremos el poder manifiesto de Dios en nuestros servicios. ¡Experimentaremos su poder en la iglesia una vez más!

ES NECESARIA UNA COMPRENSIÓN (v. 5).

Una de las razones por las que este hombre está tan molesto es porque el hacha ni siquiera le pertenecía.

Él la había conseguido prestada a alguien para poder participar en la construcción del edificio. Ahora bien, perder el hacha puede no parecernos un gran problema, pensando que pudiéramos conseguir otras muchas más; pero, en este tiempo, las herramientas hechas de hierro son muy costosas y muy escasas.

Esto se puede ilustrar con la historia que se narra en 1 Samuel 13:22, donde vemos a ninguno de los del pueblo que estaba con Saúl, ninguno tenía una espada, sino solamente Saúl y Jonatán. ¿A qué se debe? Precisamente a la escasez de armas y herramientas de hierro. Así que, la pérdida de esta hacha, en este contexto, es un gran problema.

Además, el hecho de que fuera una herramienta prestada requeriría que este hombre reemplazara la cabeza del hacha, lo que obviamente no podía hacer, ya que tuvo que pedirla prestada en primer lugar. El hecho de que una persona le prestara a este hombre una herramienta de tal valor era una señal de que el dueño de la cabeza del hacha confiaba en el joven profeta. ¡No quería violar esa confianza!

Creo que la lección para la iglesia y para cada uno de nosotros es muy clara. Cuando trabajamos para el Señor, no estamos haciendo otra cosa que obrando con cosas que no son de nuestra propiedad. No somos dueños de lo que tenemos, sino mayordomos.

El poder para servir al Señor no proviene de nuestra propia naturaleza humana, sino del Señor (cf. Hechos 1:8). Por lo tanto, debemos ser especialmente cuidadosos con el poder que se nos ha confiado. ¡Que nunca lo demos por sentado! Que nunca lleguemos al punto en que actuemos como si nada pudiera quitarnos nuestro poder. ¡Que Dios nos ayude a nunca violar su confianza!

Si vamos a servir al Señor y ver resultados eternos de nuestro servicio, debemos aceptar el hecho de que no somos capaces de hacer la obra dentro de nosotros mismos. Necesitamos poder de arriba. ¡Necesitamos   poder prestado! Sin embargo, comprendamos también que el mismo Dios que tan libremente salva al pecador, también dará libremente su poder a quienes lo busquen y estén calificados para recibirlo.

¿Cómo recuperamos el filo?

ES NECESARIO UN RETORNO (v. 6).

Tan pronto como Eliseo se enteró del problema, llamó al profeta de regreso al lugar donde se perdió la cabeza del hacha. Antes de poder recuperarla, tuvieron que ir al lugar donde se había perdido.

Lo mismo ocurre en el ámbito espiritual. Antes de que podamos recuperar el poder de Dios en nuestras vidas y en nuestra iglesia, debemos regresar a ese lugar donde perdimos el poder. Es decir, debemos descubrir la razón por la cual se perdió el poder. ¿Es por algún pecado que se ha cometido? ¿Es por vivir en contra de la voluntad de Dios? ¿Es porque nuestras prioridades se han desviado? ¿Es que somos culpables de confiar en el brazo de la carne en lugar del poder del Espíritu? ¿Dónde perdimos el poder?

Si fuéramos honestos esta mañana, todos podríamos señalar áreas de nuestras vidas que se destacan.

Entre nosotros y el poder glorioso de Dios en nuestras vidas, lo que tenemos que hacer es dar marcha atrás y descubrir dónde nos hemos desviado del camino. Tenemos que volver a ese punto y corregir el rumbo. Cuando lo hagamos, podremos prepararnos para que la gloria nos sea devuelta.

¿Cómo recuperar el filo?

ES NECESARIA UNA CONFRONTACIÓN (v. 6).

La respuesta de Eliseo a la situación es cortar un árbol y arrojarlo al río. Lo hace, y la cabeza del hacha flota a la superficie. Se produce un milagro cuando se abandonan los medios humanos y se busca la ayuda divina.

Cuando llegamos al punto en que reconocemos la pérdida del filo, hay solo una manera de recuperarlo. ¡Debe haber una confrontación con lo divino! Primero, debe haber un árbol involucrado. El árbol al que me refiero es la cruz de Jesús. Cuando nos tomamos en serio el lidiar con nuestros pecados y faltas, el Señor responderá con perdón y restauración (cf. 1 Juan 1:9). Luego, debe haber un abandono total de toda agencia y poder humano. Confiar en un palo para hacer flotar la cabeza de un hacha suena loco, ¡pero funcionó! Sé que, para nosotros, dejar de intentar hacer la obra del Señor con nuestras fuerzas o habilidades es algo loco; pero es exactamente lo que debemos hacer. Hay que dar un paso atrás, ponerlo todo en sus manos y confiar en él por completo. Eso es difícil si andamos en la carne; sin embargo, es la única solución.

Mis hermanos, uno de los primeros pasos para recuperar el poder en la iglesia es un regreso al altar de Dios. Cuando la iglesia se ocupa de sus pecados, y el camino entre nosotros y el Señor sea limpiado de todos los obstáculos, podemos contar con el regreso de su poder y su gloria en la casa de Dios.

¿Cómo recuperar el filo?

ES NECESARIO UN COMPROMISO (v. 7).

Lo último que hizo este joven fue agacharse y tomar el hacha en su mano. Se comprometió a recibir por fe lo que el Señor había hecho. Este puede ser el final de la historia en lo que respecta al registro bíblico, pero podemos estar seguros de lo que sucedió después. Este joven volvió a colocar firmemente la cabeza del hacha en el mango y volvió a trabajar talando árboles. Había recuperado el filo y pudo hacer lo que debía hacer.

Dios tiene poder disponible para aquellos que paguen el precio por él y se acerquen a él. Cuando lleguemos al punto en que estemos cansados ​​de lo mismo de siempre y estemos dispuestos a aceptar nuestra pérdida del filo a la manera de Dios, Él nos devolverá el poder para hacer su obra a su manera. Sin embargo, ¡no es para los pusilánimes! ¡Es solo para los que tienen fe en el corazón!

¿Hasta qué punto estamos comprometidos con la idea de experimentar la presencia y el poder manifiestos de Dios? ¡Nuestro nivel de compromiso se revelará por lo que estemos dispuestos a hacer para verlo convertido en realidad!

CONCLUSIÓN.

¿Dónde está su filo esta mañana? ¿Está en el fondo del río? Si es así, está totalmente fuera de nuestro alcance y más allá de nuestra capacidad para recuperarlo. ¿Podemos recuperarlo? Sí, siempre que demos los pasos que la Palabra del Señor nos ha mostrado esta mañana. ¿Está usted dispuesto, o quiere seguir tratando de cortar solamente con un mango? Eso representa mucho trabajo inútil, mucho cansancio, mucho dolor, y finalmente, una terrible pérdida de tiempo. Pero, si está dispuesto, entonces ha dado el primer paso. Ahora, siga al Señor en su palabra, y trate su problema hoy mismo. Quite todo obstáculo por el cual el poder de Dios se ha apartado de su corazón.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *