El deber secular del cristiano.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

El deber secular del cristiano.

Romanos 13:1-10.

Hay tres instituciones que han sido ordenadas por Dios en este mundo, cada una con niveles de sujeción y autoridad. Estas tres instituciones son:

  1. La Familia: Es una pequeña comunidad de personas relacionadas que tienen como interés el cuidado mutuo unos de otros. Entre ellos hay compañerismo, trabajo y provisión. También hay sujeción y autoridad. Dios ha designado al marido como cabeza de familia, y la esposa debe sujetarse a él. Los hijos, a su vez, deben estar sujetos a los padres. Esto contribuye a un hogar feliz. Cuando las cosas están fuera de lugar, se produce confusión y agitación en la familia.
  2. La iglesia local: Esta es una pequeña comunidad de creyentes en el Señor Jesucristo, cuyo interés es la adoración y el servicio a Dios, así como el cuidado mutuo unos de otros. La cabeza de la iglesia es el Señor Jesucristo, y toda la iglesia debe someterse a su liderazgo. Bajo Él se encuentran los pastores, los diáconos y los demás miembros de la congregación (cf. Filipenses 1:1). Cuando se mantiene el orden de Dios en la iglesia, hay bendición y armonía; cuando se viola ese orden, surge la división y el dolor.
  3. El Gobierno: Es una comunidad más amplia de personas reunidas bajo un liderazgo central, con el interés del bienestar mutuo de todos los ciudadanos. La sujeción de los ciudadanos a las autoridades del gobierno producirá una sociedad tranquila.

Es la última de estas tres instituciones la que se tiene en cuenta en estos versículos. Dado que somos parte de una sociedad secular, tenemos ciertas responsabilidades hacia esa sociedad. En el capítulo 12, Pablo habló extensamente de nuestros deberes a nivel espiritual y social. En este capítulo, centra su atención en cuestiones seculares. Se enfoca en cómo nos relacionamos con aquellos que están fuera de la iglesia, especialmente aquellos que nos gobiernan en la sociedad, lo cual es un asunto muy importante. Esta mañana tomemos unos minutos para analizar el deber secular del cristiano.

ES UN DEBER QUE IMPLICA LA SUJECIÓN (v. 1-5). 

A nadie le gusta la palabra “sujeción”. Después de todo, todos queremos tener el control. Sin embargo, esta mañana debemos reconocer que a menudo no lo tenemos. Si alguna vez hubo un lugar donde esto que digo es cierto, está en el mundo que nos rodea, y especialmente en el gobierno. Estos versículos nos dicen claramente que tenemos el deber de someternos a la autoridad del gobierno civil. ¿Por qué tenemos ese deber?

Porque así ha sido mandado por Dios (v. 1a).

Cuando consideramos el clima político en Roma al momento en que Pablo escribió estas palabras, ¡son bastante notables! Roma estaba gobernada por un hombre llamado Nerón, uno de los emperadores romanos más malvados, conocido por ejecutar incluso a su propia madre y esposa. Es más, fue culpado por el trágico incendio que devastó Roma, y usó a los cristianos como chivos expiatorios, lo que dio como resultado la muerte de decenas de miles de ellos debido a la persecución. A pesar de todo esto, es a este hombre y a su gobierno a quienes Pablo ordena mostrar lealtad.

Por supuesto, Pablo no se hacía ilusiones sobre Nerón. Lo que Pablo ordena no es una lealtad ciega a los hombres malvados, sino una obediencia voluntaria a los mandamientos de Dios. Este mandato no tiene nada que ver con el gobernante y sí con la condición espiritual del creyente. El mandamiento es simple y claro: ¡los creyentes deben someterse voluntariamente a las autoridades seculares!

Muchos tienen un problema con esto, sin embargo, sigue siendo el mandato claro del Señor para Su pueblo. Dese luego, es probable que a veces se pueda presentar el momento en que la desobediencia civil es necesaria. Cuando el estado trata de gobernar la conciencia del hombre, entonces Dios debe ser obedecido sobre el estado. Aquí está la verdad que es evidente. Cuando las leyes del estado no contradicen las leyes de Dios, entonces el estado debe ser obedecido sin lugar a dudas. Sin embargo, cuando obedecer la ley del estado te obliga a violar las claras enseñanzas de Dios, entonces debes obedecer a Dios, sin importar lo que diga el estado. Esto es lo que hicieron los discípulos cuando fueron llamados ante las autoridades locales (Hechos 5:25-42; 1 Pedro 2:13). Así que, debemos obedecer al estado, porque es un mandamiento de Dios.

Porque causa de la soberanía de Dios (v. 1b). La razón por la que se dicen estas cosas, es por el hecho de que Dios supervisa los acontecimientos de la historia. Independientemente de quién esté en el poder, está ahí porque el Señor lo ha permitido para cumplir Sus propios propósitos. Es importante tener siempre presente que “de Dios es el poder” (Salmo 62:11), y dado que el poder es suyo, él lo confiere a quien quiere.

Así que, en cuanto al gobierno, Dios quiso conferir el poder que tiene para sus propios propósitos. Si los gobiernos están en pie, o caen, es porque Dios así lo quiso. Esto se hace evidente en Daniel 2:21. Entonces, Dios tiene el control, y esa es una razón por la cual debemos sujetarnos a los gobiernos que Dios tiene en pie.

Por causa del consejo de Dios (v. 2-4). Con esas verdades en mente, nos queda el consejo del Señor para Su pueblo. Hay dos ordenanzas básicas que Dios tiene pensadas para nosotros.

  1. Debemos obedecer las leyes gubernamentales. Dado que los gobernantes gobiernan con el consentimiento del Señor, si nos rebelamos contra los gobernantes de la tierra, entonces realmente nos estamos rebelando contra el Señor. Por supuesto, debemos recordar que existe una diferencia entre las leyes que son aceptables y las que deben ignorarse. Repetiré lo que ya he dicho: el principio claro en la Palabra de Dios es que usted y yo debemos colocar la palabra de Dios en primer lugar en nuestra lista de prioridades y la ley del hombre en segundo lugar. Cuando la ley del hombre contradice la palabra de Dios, entonces se debe seguir la palabra de Dios sin importar las consecuencias. Pero en tanto eso no suceda, debemos someternos a las leyes del gobierno.

Pablo nos dice que los gobernantes no están en contra de aquellos que hacen el bien. La idea aquí no es que respetarán nuestros caminos o nuestras obras. El fin espiritual de nuestro comportamiento no es lo que estamos discutiendo. La idea es que cuando Si seguimos la ley del país, gozaremos del favor de nuestros líderes. Pero, cuando quebrantemos las leyes de los hombres, recibiremos juicio. Hay un precio que pagar por quebrantar la ley del hombre. Pablo sintió esto personalmente, pues obedeció la ley de Dios y predicó el Evangelio, incluso cuando la ley del hombre lo ejecutó por sus esfuerzos (cf. 2 Timoteo 4:6-8). Note que Pablo no condena al estado por lo que está a punto de sufrir.

  1. Tenga en cuenta el trabajo del gobernante (v. 4). La Biblia deja claro que el gobierno es el brazo del Señor para mantener el orden en la sociedad. Andar al paso de las leyes de los hombres es disfrutar de la paz. Rebelarse es sentir esa ira de los hombres. Esta es la idea que ya hemos considerado. Dios había entregado el juicio a los hombres y tenemos la obligación de obedecerlos mientras gobiernan nuestros países, incluso cuando no estamos de acuerdo con su forma de dirigir.

IMPLICA SU APOYO AL GOBIERNO (v. 6-7a).

Este apoyo es de tipo económico (v. 6-7a). Estos versículos tienen que ver con el asunto del pago de impuestos. Ahora bien, no hay una sola persona a la que le guste pagar sus impuestos. En verdad, muchos de los impuestos que pagamos son innecesarios, poco éticos e ilegales. Sin embargo, estamos obligados a pagarlos de todos modos. Por supuesto, la mayoría de la gente busca cualquier forma de evitar pagar sus impuestos. Sin embargo, el Señor quiere que paguemos los impuestos que le debemos al gobierno. Puede que no nos guste, pero eso honra al Señor.

Este apoyo es de tipo moral (v. 7b). Ahora, se nos ordena temer y honrar a quienes nos gobiernan. Incluso si no podemos respetar a la persona por sus posiciones, sus creencias o sus acciones, todavía tenemos una deuda de respeto con ella por la posición que ocupa. Recuerde, ¡no estarían sirviendo allí a menos que Dios se lo hubiera permitido! Por lo tanto, el respeto dado a quienes tienen autoridad es, en efecto, respeto dado a Dios.

IMPLICA UNA VIDA ESPIRITUAL (v. 8-10). 

Debemos ser un pueblo libre (v. 8a). Este versículo nos dice que no debemos estar endeudados con nadie. Por supuesto, podemos llegar a estar tan inundados financieramente que nos agobiemos más allá de toda esperanza de liberación. Debemos tener cuidado en ese sentido. Sin embargo, la idea aquí es que debemos rendir honor a aquellos a quienes se les debe honor, y temor a quienes se les debe temor, impuestos a quienes se les deben impuestos. Pablo les está diciendo a los cristianos romanos que deben cumplir con todas las obligaciones sociales sin fallar. El mandamiento para nosotros en nuestros días no es diferente. Tenemos la misma obligación de obedecer a los gobernantes de nuestro país y rendirles el honor que les corresponde, independientemente si estamos de acuerdo con ellos o no. Por lo tanto, determinemos en nuestro corazón que sin importar lo que hagan los hombres, honraremos a Dios por la forma en que vivimos nuestras vidas en medio de nuestra sociedad.

Debemos ser un pueblo amoroso (v. 8b-10). Si ha de haber una deuda entre nosotros, que sea deuda de amor. Cuando amamos a Dios como debemos, siempre amaremos a los demás como debemos. Cuando esto sea cierto en nuestras vidas, no tendremos ningún problema en obedecer las leyes del país y honrar los derechos, posiciones y posesiones de los demás. Esta fue la verdad que Jesús intentó transmitir en Mateo 22:37-39. Cuando aprendemos a amar a Dios, naturalmente viviremos como Dios lo desea. Después de todo, Jesús dijo que el mundo sabría que somos sus discípulos, cuando mostráramos apropiadamente las características del amor (cf. Juan 13:35). También dijo que el amor geniudo siempre se manifiesta en obediencia (cf. Juan 14:15).

CONCLUSIÓN.

Al mirar el mundo que nos rodea, hay muchos motivos para estar preocupados y desanimados. Sin embargo, debemos entender que los poderes existentes están ahí porque han sido ordenados por Dios. Por lo tanto, respetemos su posición, honrémoslos como individuos y obedezcamos la autoridad. Porque cuando lo hagamos, en realidad estaremos realizando un servicio de adoración para la gloria de Dios y demostrando al resto del mundo cómo viven sus vidas las personas piadosas. Cuando hacemos esto, Dios es honrado, Jesucristo es exaltado y los santos prueban la realidad de su testimonio.

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