Los fundamentos de una vida santa.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

Los fundamentos de una vida santa.

Romanos 12:1-2.

Los capítulos 9-11 formaron una ruptura en la carta de Pablo a los romanos. En ese pasaje, el enfoque de Pablo estaba en la salvación y el judío. Pablo quería mostrarles que Dios no los estaba descuidando en esta época presente, sino que podían ser salvos invocando el nombre del Señor. Ahora Pablo regresa a la idea principal de su carta. Ha pasado un tiempo considerable diciéndonos cómo somos salvos, de qué somos salvos y qué ha hecho la salvación por nosotros. En esta última sección del libro, el enfoque de Pablo cambia hacia algunos asuntos muy prácticos. De aquí en adelante discutirá muchos aspectos de la vida cotidiana en este mundo.

Ahora, antes que nada, debemos estar agradecidos de tener un hogar esperándonos en el Cielo. Debemos alegrarnos de poder vivir algún día en una mansión perfecta en la misma presencia del Señor. Sin embargo, ahora mismo somos peregrinos y extranjeros, viviendo en suelo extranjero, por lo que estamos esperando que el Señor nos lleve a nuestro hogar celestial. Eso es una bendición; pero, mientras eso sucede, necesitamos ayuda práctica para nuestro caminar día a día con Dios en este mundo.

Estos primeros dos versículos del Capítulo 12, nos dan una idea de un área de nuestro caminar con Dios que nunca debemos pasar por alto. Estos dos versículos nos hablan sobre los fundamentos de una vida santa. Pablo nos dice lo que Dios espera de nosotros y cómo podemos cumplir sus propósitos para nuestras vidas. Nos dice que una vida santa tiene varios fundamentos poderosos. Veamos cuáles son y que nos exigen, mientras meditamos en el tema: “Los fundamentos de una vida santa”. ¿Cuál es el primer fundamento de una vida santa?

I. LA ADORACIÓN A DIOS (v. 1).

Noten la redacción del versículo uno. Pablo nos dice que entregar nuestros cuerpos al Señor, representa un “culto racional”. La palabra “racional” proviene del mismo vocablo de donde obtenemos el término “lógica”. Entonces, primero vemos que entregar nuestros cuerpos al Señor es algo lógico. En segundo lugar, tenemos la palabra “culto”, que hace referencia a “realizar un servicio sagrado”. Esta palabra se usaba para describir la función que los levitas realizaban en el Tabernáculo y el Templo, y está conectada con la idea de “adoración”. Por lo tanto, la frase, “culto racional”, significa que entregar nuestros cuerpos al Señor, es algo razonable, lógico y natural para adorar o servir al Señor. Pablo nos está diciendo que al hacer eso, estamos totalmente rendidos a él. Es la forma más elevada de adoración que podemos rendir a él. Nada en nuestra vida demuestra más el amor a Dios que una vida consagrada, dedicada y santa (cf. Juan 14:14; 21). Así que, teniendo esto en cuenta, miremos este primer versículo y veamos qué quiere decir Pablo cuando nos pide que entreguemos nuestros cuerpos al Señor.

A. Por la que Pablo nos presenta un desafío. Estamos siendo llamados a “presentar nuestros cuerpos”. Personalmente, creo que se nos insta a consagrar nuestros cuerpos a Dios, con todo lo que eso implica. Aciertos y errores, fortalezas y debilidades. Él nos llama a ofrecer todo lo que somos, tenemos y seremos para Su gloria y propósito. La palabra “presentar” implica poner todo a disposición de Él, lo que significa que no debemos reten nada, sino que coloquemos todo en su altar y estemos disponibles para su voluntad.

La idea aquí es la de una entrega total a Dios. Demasiadas personas quieren ser salvas; pero no están dispuestas a poner todo en el altar. Son culpables de retener áreas de sus vidas que son preciosas para ellos. Bueno, deben entender que ¡Dios lo quiere todo! Otra cosa a tener en cuenta es que la palabra “presentéis” está en un tiempo que sugiere una acción única y definitiva. No debemos presentar nuestros cuerpos a Dios para luego retirarlos y usarlos para nosotros mismos nuevamente. Cuando lo hemos dado, ¡debe ser suyo para siempre!

B. Por la que Pablo nos presenta una causa. Sobre esto, Pablo dice que ese desafío es, por las misericordias de Dios (v. 1). He allí la razón de ese desafío, he allí la causa. Esa frase nos trae a la mente lo que el Apóstol ha estado diciendo. Ha estado hablando del hecho de que fue redimido solo por la gracia de Dios. De hecho, si nos preguntamos por qué Dios pensaría que puede controlar todos los aspectos de nuestra vida, la razón es simplemente porque Él nos compró en el Calvario y le pertenecemos (cf. 1 Corintios 6:20; 7:23). Puesto que eso es cierto, ¡no tenemos derechos! Se supone que debemos estar sujetos a Sus mandamientos, ¡sin importar lo que sean! Que nunca olvidemos que nos dirigíamos al infierno cuando Él nos encontró. No nos importaba en absoluto Dios, pero Él nos amó. Murió para salvarnos. Nos convenció y nos llamó. Él nos hizo llegar la semilla para nuestra fe, y nos salvó por su gracia. Entonces, ¡Me parece que le debemos todo! Entonces, como Pablo, seamos siempre conscientes de que, por la gracia de Dios, somos lo que somos (1 Corintios 15:10). La gracia es la razón por la cual Dios tiene el derecho de darnos cualquier mandato que desee; y que no tenemos derecho a decir otra cosa que no sea, “Sí, Señor. Así sea”.

C. Pablo nos explica en qué consiste el desafío. Se nos dice que estos cuerpos serán presentados al Señor “en sacrificio vivo”. Esto nos suena terriblemente doloroso porque sabemos que un sacrificio, en tiempos bíblicos, era un animal que pertenecía a quien lo ofrecía y que al animal se le daba muerte, se derramaba su sangre y se quemaba su carne en un altar. Eso no suena como algo en lo que quiera involucrarme. Así que, entendamos esto, la diferencia entre lo que el Señor nos está llamando a hacer y lo que llamó a hacer a esas personas en el Antiguo Testamento es esta: su sacrificio fue morir, y nuestro sacrificio es vivir, pues se trata de un “sacrificio vivo”. Sin embargo, también existen algunas similitudes entre nuestro sacrificio y el sacrificio de los corderos. Ahora, como entonces, el sacrificio que el Señor nos manda hacer a cada uno de nosotros, también es costoso, doloroso, difícil, personal y necesario. Básicamente, Dios está ordenando a cada uno de su pueblo que ponga la totalidad de su persona en el altar del sacrificio. Pero, al mismo tiempo, este sacrificio debe seguir funcionando en el mundo que nos rodea. Tal vez esto es confuso para usted, pero creo que aquí hay cuatro ideas que nos ayudarán a entender esta cuestión:

  1. Un sacrificio vivo significa que debemos estar en el altar dondequiera que nos encontremos. Independientemente del entorno geográfico, debemos recordar que este cuerpo y todo lo que es, pertenece a Dios. Nunca hay un instante en la vida en el que estemos fuera de su vista o en el que estemos libres de vivir como queramos.
  2. Un sacrificio vivo significa un sacrificio constante y continuo. Esto no es algo que hagamos de vez en cuando. ¡Pero debemos ofrecer este cuerpo al Señor y nunca más pedirlo de vuelta!
  3. Un sacrificio vivo significa que el cuerpo sacrifica sus propios deseos por los de Dios. Para ser un sacrificio vivo se requerirá que el cuerpo no viva para el mundo, la carne o el diablo, sino que todo lo que haga el cuerpo esté sujeto a los lineamientos de la Palabra de Dios.
  4. Un sacrificio vivo significa que el cuerpo está dedicado a la tarea de servir a Dios. Esto significa que debemos abandonar las ambiciones y deseos del cuerpo y comprometernos a no hacer nada más que lo que Dios nos ordena que hagamos. Debemos ser esos medios por los cuales Él puede vivir y trabajar en este mundo.

La conclusión de todo esto es que el sacrificio del cuerpo no es algo que se hace solo en la iglesia. Más bien, implica que cada acción y actividad que realiza el cuerpo es una actividad para glorificar y honrar a Dios. El cuerpo sacrificado se ve a sí mismo como el Templo de Dios. Se da cuenta de que Dios debe tener el control absoluto de la voluntad, las emociones, las pasiones, los hechos y los pensamientos del cuerpo. Todos nuestros derechos son liberados y el cuerpo es entregado a Dios para que haga con ello lo que le plazca.

D. Pablo nos expone las condiciones. Pablo nos dice cómo deben ser sacrificados estos cuerpos. Nos da dos condiciones que debe cumplir este sacrificio.

  1. Es un sacrificio terrible. La palabra “santos” significa “algo consagrado y apartado”. Esta palabra hace referencia a aquello que provoca asombro religioso a la vista de un observador. Imagínese lo sobrecogedor que habría sido estar con Elías en el Monte Carmelo mientras Dios enviaba el fuego del cielo en ese altar. ¿Cómo hubiera sido estar al lado de Moisés mientras conversaba con esa zarza ardiente? Imagínense cómo se habría sentido estar con Salomón en la dedicación del Templo cuando cayó el fuego de Dios. Esos eran sacrificios santos que inspiran asombro en quienes los presenciaron. La idea aquí es que, cuando una vida está totalmente rendida, separada y sacrificada a Dios, ¡será algo sobrecogedor! ¡Demostrará el poder de Dios como ninguna otra cosa! ¡Estoy convencido de que Dios podría hacer más en una iglesia, con una vida debidamente sacrificada que con 1.000 que estuvieran jugando a medias el juego de la iglesia! Me pregunto cuánto asombro inspiran nuestras vidas.
  1. Es un sacrificio agradable. La palabra “agradable” indica algo que es satisfactorio. Dios se complace cuando una vida es sacrificada en el altar de Su servicio para Su gloria. Lo honra como nada más puede hacerlo. Prueba Su poder. Muestra Su gloria. Le dice a un perdido mundo que Dios hace una diferencia en las vidas que toca con su poder.

La triste verdad del asunto es esta: o agradamos a Dios o le hacemos daño por la forma en que usamos nuestro cuerpo. Si queremos agradar al Señor, entonces nuestros cuerpos deben ser colocados en Su altar, sin reservas ni vacilaciones.

Por cierto, tenga en cuenta las palabras “hermanos” y “vuestros”, indica que mandamiento de sacrificar el cuerpo en el altar de la consagración no es solo para unos pocos supersantos selectos. Es un mandamiento que se da a cada miembro de la familia de Dios. Ni una sola persona salva tiene el derecho de negarle a Dios el placer de nuestros cuerpos sacrificados en Su altar.

II. LA SABIDURÍA DE DIOS (v. 2a).

Pablo pasa de ocuparse del cuerpo a ocuparse de la mente. Y esto lo hace, porque es allí donde está la raíz de todos nuestros problemas. Cuando consigamos que la mente piense como debe, entonces el cuerpo nos seguirá obedientemente. En este asunto de conquistar la mente, hay dos pasos que se deben hacer:

A. Evitar el molde. Se nos manda, diciendo, “no os conforméis a este siglo”. La palabra “conformar” significa “formar o dar forma”, literalmente significa “moldear”. La idea es que no debemos permitir que este mundo nos aprisione en su molde. No debemos permitir que el mundo nos haga como es. El mundo, y aquellos que están controlados por su influencia, son muy diferentes de lo que Dios quiere que los hombres sean. Esto queda claro en una lista de algunas de las obras de la carne enumeradas en Gálatas 5:19-21. Hay muchos otros conceptos que podrían agregarse a esa lista, pero esos son suficientes para que veamos que el mundo es diametralmente opuesto a Dios. ¡Debemos evitar ser apretados en el molde del mundo! ¡Debemos ser diferentes y seguir siendo diferentes!

B. Dar forma a la mente. Para esto, se nos manda, diciendo, transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento. La palabra “transformar”, describe el cambio por el que pasa una oruga para llegar a ser una mariposa. La oruga y la mariposa son la misma criatura. Lo que sucede, es que la oruga entra al capullo, y luego, ese insecto que reside en el interior se manifiesta emergiendo al exterior.

¡Ese es el cambio que Dios quiere efectuar en cada uno de sus hijos!  Su evangelio entró en nuestros corazones cuando nos salvó. Él transformó nuestro espíritu y nos transformó en sus hijos. Ahora Él quiere transformar la mente (la parte anímica del hombre) para que la carne pueda ser transformada. Lo que debemos recordar es que esta carne hará lo que la mente le diga que haga. Solo cuando la mente cambia y se somete al poder de Dios, la carne puede quedar bajo control.

¿Cómo se logra esto? Entregando la voluntad a Dios. Llenando la mente con la Palabra de Dios. Ordenando la vida según las enseñanzas y mandamientos de Dios. Alejándose de las influencias del mundo y permitiendo que el Espíritu de Dios controle la mente.

Hay básicamente tres tipos de personas en la iglesia. Estos tipos se distinguen por la forma en que operan sus mentes. Permítanme compartir estos tres tipos con ustedes y veamos en qué categoría se encuentran.

1. La persona sensual: este tipo de individuo está regido por el mundo físico que lo rodea. Viven de sus sentidos. Todo se reduce a cómo se sienten, qué ven, cómo se ven afectados, qué quieren, qué oyen, etc. ¡Pueden ser salvos, pero están viviendo muy por debajo de su potencial!

2. Los individuos anímicos: estas personas son aquellas que se rigen por su intelecto, su voluntad y sus emociones. Estas personas son más difíciles de detectar que las sensuales. De hecho, existe una línea muy fina entre la persona anímica y la persona verdaderamente espiritual. ¡Ser intelectual, emocional o poseer una voluntad fuerte no es necesariamente ser espiritual! Permítanme ilustrar:

  • El Intelecto. Una persona puede conocer la Biblia al derecho y al revés y ser una concordancia andante, pero eso no significa que sea una persona espiritual. Conocer la letra de la Palabra es muy diferente a vivir la Palabra.
  • Las Emociones. Un hombre puede gritar y llorar en los servicios. Puede levantar sus manos para alabar al Señor. ¡Estas cosas no están mal, pero tampoco son siempre de naturaleza espiritual! Con demasiada frecuencia son meras acciones de las emociones. La persona cuerda que grita el domingo puede estar en el mundo el miércoles. ¡Si fuera genuinamente espiritual, podría gritar en cualquier lugar!
  • La voluntad. Una persona puede, cuando sea salva, decidir dejar de fumar. Quizás pueda tirar el tabaco y alejarse de él. Eso es algo bueno, pero no es necesariamente una victoria espiritual. Puede que sea simplemente el ejercicio de una voluntad muy fuerte.

3. La persona espiritual: este tipo de individuo es muy raro en la iglesia. Estas son personas que están bajo el control del Espíritu Santo. Él controla su pensamiento, sus acciones, su discurso. Él gobierna sus vidas. ¡Le han entregado el control total y no tienen más vida que la que Él les da! Esta es la voluntad de Dios para cada creyente (cf. Efesios 5:18).

¿Cómo podemos saber la diferencia? Bueno, la persona sensual no es difícil de detectar. Se destacan porque son muy egoístas y carnales en la forma en que viven. Sin embargo, la línea entre la persona anímica y la espiritual es tan delgada, que solamente existe un indicador para conocer la diferencia. Ese instrumento es la Palabra de Dios: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (cf. Hebreos 4:12). Esto es lo único que puede enseñarnos la diferencia entre lo anímico y lo espiritual. Ese versículo dice que es la palabra de Dios la que puede llevar a cabo un “discernimiento” de nuestros pensamientos y motivos.

Esa palabra proviene de la misma palabra que nos da el término “crítico” La Palabra de Dios es capaz de enseñarnos la diferencia entre lo que es nuestro y lo que es de Dios. ¡La Palabra de Dios es lo único que puede decirnos si estamos agradando al Señor o viviendo para nosotros mismos! Por lo tanto, la mente debe ser renovada, y la única manera en que eso es posible, es transformándola a través de la Palabra de Dios. Así como el cuerpo de la oruga esconde la mariposa en su interior, así la carne esconde lo nuevo y glorioso.

III. LA VOLUNTAD DE DIOS (2b)

Después de habernos dicho que el fundamento de una vida santa gira en torno a adorar a Dios mediante el sacrificio de nuestro cuerpo y mediante el desarrollo de la mente de Cristo en cada uno de nosotros, Pablo continúa diciéndonos que lograr estas dos cosas en nuestras vidas nos permite llevar a cabo la voluntad de Dios para nuestras vidas de una manera que lo honre a Él.  A medida que le entregamos nuestros cuerpos y nuestras mentes a Él, su voluntad se vuelve más clara y más importante para nosotros.

A. Considere la descripción de la voluntad de Dios. Pablo usa tres adjetivos para describir la voluntad de Dios.

  1. Es buena. Independientemente de lo que el Señor nos pida que hagamos, al final descubriremos que es algo bueno. Son el mundo y la carne quienes nos dicen que las ideas del Señor traerán dolor y problemas. Sin embargo, Dios nunca nos pedirá que hagamos algo que no sea para nuestro bien eterno (cf. Romanos 8:28; 2 Corintios 4:17). Como dice Génesis 50:20, Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. ¡Así que no tenga miedo de la voluntad de Dios para su vida porque es buena!
  2. Es agradable. Agradable en el sentido de que cuando su voluntad se nos revela, es algo que estamos dispuestos a hacer. A medida que avanzamos en esta vida, Dios se encarga de hacernos madurar. A medida que crecemos, sus demandas sobre nuestra vida cambian. A través de las experiencias de la vida, Dios nos hace crecer y madurar para que cuando llegue su llamado y se revele su voluntad, estemos equipados y listos para cualquier cosa que Él nos llame a hacer. Si Su voluntad parece inaceptable, ¡entonces estamos pasando por alto algo que Él está tratando de mostrarnos! ¡Él nunca nos llevará a un lugar al que no estemos preparados para ir! Abraham en Génesis 22; Israel y su experiencia en el desierto. Solo Caleb y Josué parecían haber aprendido bien las lecciones. Todo el pueblo estaba equipado, pero solo dos estaban dispuestos a seguir. Cuando la nación se negó a honrar a Dios, ¡al hacer su propia voluntad, enfrentaron juicio en lugar de bendición! Cuando Dios revela su voluntad, es porque sabe que estamos listos. Cuando Él nos muestra que es hora de avanzar, ¡sin preguntas ni reservas debemos hacerlo!
  3. Es Perfecta. Nada de lo que pudiéramos agregar al plan de Dios lo mejoraría. Cuando Él nos revela su voluntad, debemos darnos cuenta de que Dios ve el final del asunto antes de que comience. Él conoce el camino que tomaremos y conoce los obstáculos y valles por los que pasaremos a medida que avanzamos. Él sabe dónde están las provisiones que ya ha colocado en el camino. ¡Su plan no se puede mejorar, pero debe seguirse para que sea victoria y bendición! ¡No podemos estar en mejor lugar que la perfecta voluntad de Dios para nuestras vidas!

B. Considere una demostración de la voluntad de Dios. Al entregar nuestro cuerpo y nuestra mente a Dios, podremos “comprobar” o “vivir” la voluntad de Dios ante un mundo que mira. Cuando el mundo nos vea a usted y a mí viviendo vidas absolutamente espirituales, sabrán que hemos sido transformados por el poder del Evangelio de la gracia. Como resultado de haber llegado a donde el Señor puede bendecir y usar nuestras vidas, las almas serán salvas, Dios será honrado, seremos un arma imponente, poderosa en la mano de nuestro Dios. Seremos una prueba positiva para un mundo que duda de que Dios puede tomar lo peor y hacer lo mejor de ello. Seremos la evidencia de Su poder para un mundo que perece y finalmente seremos sal y luz como se nos ha ordenado que seamos (cf. Mateo 5:13-16).

CONCLUSIÓN.

Entonces, el secreto de vivir una vida santa se reduce a que Dios tenga control de nuestras mentes, nuestros cuerpos y nuestra voluntad. ¿Eso describe la vida que estamos viviendo esta mañana? ¿Dios tiene el control absoluto de todo lo que tenemos y somos?

En segundo lugar, ¿está su mente siendo renovada por el poder transformador de la Palabra de Dios, de modo que al nuevo hombre interior se le permite vivir en el exterior?

Tercero, ¿ha descubierto y se ha rendido a la voluntad de Dios para su vida? Si no, hoy es el día para que lo haga, obedeciendo su voluntad.

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