Las aflicciones del tiempo presente.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

Las aflicciones del tiempo presente.

Romanos 8:18.

Romanos, capítulo 8 es uno de los capítulos más ricos de la Biblia. Este capítulo es un pasaje de esperanza, bendición, aliento y consuelo.

El versículo 1 establece el tono para el resto del capítulo cuando dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” ¡Ninguna condena! ¡Debemos dejar que esas palabras penetren en nuestros corazones! Esas palabras nos recuerdan que el cristiano ya no está bajo la ira de Dios, ni en peligro de ser juzgado por él. El creyente ha sido liberado para siempre de la amenaza del infierno eterno. El creyente ya no está separado de Dios por un amplio abismo de pecado, sino que “es hecho cercano por la sangre de Cristo” (cf. Efesios 2:13).

A medida que se desarrolla Romanos 8, la luz de nuestras bendiciones en Jesucristo se vuelve muy clara.

  • Los creyentes son hijos de Dios (v. 14-15).
  • Los creyentes son coherederos con Cristo (v. 17).
  • Los creyentes serán glorificados con Cristo (v. 19).
  • Cada evento en la vida del creyente está siendo elaborado para bien por parte de Dios (v. 28).
  • Los creyentes están siendo transformados activamente a la imagen del Señor Jesucristo (v. 29).
  • Los creyentes están seguros en su salvación (v. 30).
  • Los creyentes disfrutan del apoyo del Señor contra cada adversario que enfrentan en la vida (v. 31-37).
  • Los creyentes nunca serán separados del amor perfecto, ilimitado y eterno de Dios (v. 38-39).

Esas verdades deberían ser suficientes para hacernos humildes ante el Señor en adoración y alabanza. El texto que he leído hoy añade otra capa de bendición que debería animar los corazones de cada hijo de Dios. El versículo 18 contiene una preciosa promesa para todo creyente que sufre en esta vida. En él se nos promete que, aunque aquí haya sufrimiento, allá habrá gloria. Meditemos, entonces, en las palabras de Pablo, mientras consideramos su declaración cuando habló sobre “las aflicciones del tiempo presente”.

SON UNA REALIDAD (v. 18a).

En Romanos 8:18, el apóstol Pablo no dice que las aflicciones sean inevitables para todos, sino que reconoce la realidad de los “sufrimientos del tiempo presente”. Esto sugiere que, en la vida de todo cristiano, es probable enfrentarse a diversas formas de aflicción y dificultad. Sin embargo, no todos van a experimentar las mismas pruebas en la misma medida ni en el mismo momento.

Es importante tener en cuenta que, aunque Pablo no está diciendo que las aflicciones sean inevitables, el Nuevo Testamento no garantiza una vida libre de aflicciones para los creyentes. Jesús mismo advirtió a sus seguidores que en el mundo enfrentarían aflicciones (cf. Juan 16:33). Sin embargo, la enseñanza bíblica también destaca la presencia constante de Dios en medio de las aflicciones y la promesa de su ayuda y consuelo.

La idea central de Romanos 8:18 es que, aunque las aflicciones pueden ser parte de la experiencia del cristiano, la esperanza se encuentra en la realidad de la gloria futura que superará cualquier sufrimiento temporal en este mundo. La obra redentora de Cristo ofrece a los creyentes una perspectiva eterna que trasciende las circunstancias presentes.

En resumen, mientras que las aflicciones pueden ser una realidad en la vida de algunos creyentes, la enseñanza de Romanos 8:18 se centra en la esperanza que se encuentra en Cristo y en la perspectiva eterna que da sentido y propósito a las dificultades presentes.

Ahora bien, ¿de qué aflicciones estamos hablando? El versículo 18 de Romanos 8 no especifica las aflicciones de manera detallada, pero se refiere a los sufrimientos del tiempo presente. Estos sufrimientos pueden incluir una variedad de desafíos y dificultades que los creyentes enfrentan en la vida. En el contexto más amplio de la carta a los Romanos y del Nuevo Testamento en general, se hace referencia a diversas pruebas que los seguidores de Cristo podrían experimentar:

  1. Persecución: Los primeros cristianos a menudo enfrentaban persecuciones y hostilidades debido a su fe en Jesucristo.
  2. Dificultades personales: Los creyentes pueden enfrentar:
  3. Problemas emocionales: Ansiedad, depresión, estrés, baja autoestima, entre otros.
  4. Problemas de relación: Conflictos familiares, problemas de pareja, desafíos con amigos o compañeros de trabajo.
  5. Problemas financieros: Deudas, dificultades económicas, falta de empleo.
  6. Problemas de salud: Enfermedades, discapacidades, lesiones físicas o mentales.
  7. Desafíos laborales: Estrés en el trabajo, conflictos laborales, falta de satisfacción laboral.
  8. Problemas académicos: Dificultades en el rendimiento académico, estrés relacionado con los estudios.
  9. Problemas espirituales: Crisis de fe, dudas teológicas, búsqueda de significado y propósito.
  10. Conflictos y oposición: Pablo, en varias de sus cartas, habla sobre las luchas y conflictos que surgían dentro de las iglesias y las dificultades que enfrentaban al compartir el mensaje del evangelio en entornos hostiles.
  11. Tentaciones y pruebas espirituales: Los creyentes también pueden enfrentar tentaciones y pruebas espirituales en su caminar de fe.
  12. Dificultades relacionadas con la fe: Algunos creyentes pueden experimentar dudas, preguntas teológicas y desafíos relacionados con su fe en Dios.

Es importante tener en cuenta que, aunque Pablo reconoce la realidad de las aflicciones y los sufrimientos en la vida, su mensaje principal en este versículo es la esperanza y la perspectiva eterna que los creyentes tienen en Cristo, superando con creces cualquier dificultad temporal. La gloria que nos ha de ser revelada apunta a la realidad de la vida eterna y la comunión completa con Dios que aguarda a aquellos que permanecen fieles a Cristo a pesar de las aflicciones presentes.

¿Cómo debemos reaccionar ante tales aflicciones?

Basándonos en Romanos 8:18 y considerando la realidad de las aflicciones, aquí hay tres lecciones prácticas podemos extraer:

  1. Cultivar una Perspectiva Eterna:
    • Debemos fomentar una perspectiva que trascienda las circunstancias presentes. Debemos reconocer que las aflicciones son temporales y que, en comparación con la gloria eterna que espera a los creyentes, son insignificantes.
    • Debemos reflexionar regularmente sobre la esperanza que se encuentra en la fe, recordando que las dificultades actuales no definen nuestro destino final. Esto puede ayudar a mantener una actitud positiva y perseverante frente a las dificultades.
  2. Desarrollar la Paciencia y la Perseverancia:
    • Hay que aprender a ser paciente en medio de las aflicciones y a perseverar en la fe a pesar de las dificultades.
    • Al enfrentar desafíos, busquemos fortaleza en la oración, la meditación de las Escrituras y el compañerismo con hermanos fieles. Establecer metas realistas para enfrentar las dificultades con paciencia y confianza en que Dios proveerá la fuerza necesaria.
  3. Anclar la Esperanza en la Obra Redentora de Cristo:
    • Debemos reconocer que la obra redentora de Jesucristo es la base de nuestra esperanza, y que, a través de ella, los cristianos tienen acceso a la gloria futura.
    • Debemos recordar y celebrar regularmente la obra redentora de Cristo mediante la participación en actividades de adoración, comunión con otros creyentes y la reflexión sobre la gracia y el perdón que se encuentran en Jesucristo.

Estas lecciones prácticas no solo son relevantes en el contexto de las aflicciones, sino que también pueden aplicarse a diversas áreas de la vida. Al incorporar estas lecciones en la vida cotidiana, podemos encontrar fortaleza, consuelo y esperanza a medida que enfrentamos los desafíos de la vida.

Dado que las aflicciones son una realidad, ¿cuál debe ser nuestra respuesta para con aquellos que padecen?

Romanos 8:18 también tiene implicaciones que pueden influir en la manera en que los creyentes interactúan entre sí para afrontar las aflicciones. Aquí hay algunos aspectos sociales que se pueden derivar de este versículo:

  1. Solidaridad:
    • Las aflicciones son oportunidades para fomentar la solidaridad y el apoyo mutuo en la iglesia.
    • La idea de que los sufrimientos del presente no se comparan con la gloria futura puede motivar a los creyentes a mostrar compasión y apoyo hacia aquellos que están experimentando aflicciones. Esto nos proporciona la oportunidad para buscar aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos, promoviendo así la justicia enseñada por nuestro Salvador.
  2. Énfasis en el Bien Común:
    • Desarrollar una ética que tenga en cuenta el bien común. A veces en las iglesias los hermanos están bien preocupados por el bien propio, pero no por el bien común.
    • Al reconocer que las aflicciones pueden ser parte de la experiencia del cristiano, los creyentes pueden ser motivados a trabajar por el bienestar de sus hermanos y buscar soluciones a las posibles causas de tales aflicciones.
  3. Promoción de la Empatía:
    • Fomentar la empatía hacia aquellos que están sufriendo.
    • Reconociendo la realidad de las aflicciones, los creyentes pueden ser agentes de cambio al promover una cultura dentro de las iglesias, la cual sea de empatía y compasión. Esto puede influir en la manera en que cada uno de nosotros aborda el sufrimiento y brinda apoyo a quienes lo experimentan (cf. Santiago 2:15-16).

NO SON COMPARABLES CON LA GLORIA VENIDERA (v. 18b).

Pablo dice que, las aflicciones del tiempo presente, “no son comparables con la gloria venidera”. ¿Qué respuesta tenemos a eso?

La respuesta a la realidad de la gloria eterna, mencionada en Romanos 8:18, implica varios aspectos prácticos y espirituales en la vida de un creyente. Aquí hay algunas pautas que pueden guiar la respuesta de esta enseñanza:

  1. Cultivar la Esperanza y la Perspectiva Eterna:
    • Esperanza en la Promesa: Reconocer y aferrarse a la promesa de una gloria futura que supera cualquier sufrimiento presente.
    • Perspectiva Eterna: Desarrollar una perspectiva eterna que informe y guíe la vida diaria, recordando constantemente que las dificultades actuales son temporales en comparación con la gloria venidera.
  2. Paciencia en las Aflicciones:
    • Actitud Paciente: Cultivar la paciencia en medio de las aflicciones, confiando en que Dios tiene un propósito redentor, incluso en las circunstancias difíciles.
    • Perseverancia: Mantener una actitud de perseverancia en la fe a pesar de las pruebas, reconociendo que la gloria futura es el destino final.
  3. Confianza en la Providencia Divina:
    • Confianza en Dios: Confiar en la sabiduría y providencia de Dios en todas las circunstancias, sabiendo que Él trabaja todas las cosas para bien de aquellos que le aman (Romanos 8:28).
  4. Vivir una Vida de Rectitud y Ética:
    • Vivir con Integridad: Considerar cómo las creencias sobre la gloria eterna afectan las decisiones y acciones diarias, viviendo una vida de rectitud y ética.
    • Valores Cristianos: Reflejar en la vida diaria los valores del reino de Dios, buscando la justicia, el amor y la compasión.
  5. Compromiso con el Discipulado y Crecimiento Espiritual:
    • Discipulado Continuo: Comprometerse con el discipulado y el crecimiento espiritual constante, buscando cada vez más la semejanza a Cristo.
    • Aprender de las Aflicciones: Ver las aflicciones como oportunidades para aprender, crecer y madurar espiritualmente.
  6. Compasión y Solidaridad con Otros:
    • Compasión por los Afligidos: Ser compasivo y solidario con aquellos que están atravesando momentos difíciles, reflejando el amor de Cristo en el servicio y el apoyo mutuo.

La respuesta a la realidad de la gloria eterna va más allá de una mera aceptación intelectual; implica una transformación práctica y espiritual en la forma en que vivimos nuestras vidas diarias y nos relacionamos con Dios y los demás. La esperanza en la gloria eterna debe impactar y dirigir nuestras acciones, actitudes y decisiones a medida que buscamos seguir a Cristo.

¿Cuál sería el fundamento de dicha respuesta? Bueno, la naturaleza misma de dicha gloria eterna que aún no se ha revelado. 

Si bien la Biblia no nos brinda toda la información sobre la gloria celestial, sí nos enseña sobre varias de sus características, mismas que bien pueden ser el fundamento o razón de nuestra respuesta:

  • El cielo será una tierra de alabanza y adoración (Apocalipsis 7:9-12).
  • El cielo será una tierra de servicio perfecto (Apocalipsis 7:13-15; 22:3).
  • El cielo será una tierra de descanso (Apocalipsis 14:13).
  • El cielo será una tierra de regocijo (Apocalipsis 19:7).
  • El cielo será una tierra donde no existirán los sufrimientos propios de esta vida (Apocalipsis 21:1-6, 27).
  • El cielo será una tierra de una íntima comunión con Dios (Apocalipsis 22:4).

Todo eso es maravilloso, pero cuando Pablo se refiere a “la gloria que será revelada en nosotros”. No se refiere simplemente a un cambio de lugar; está hablando de un cambio de persona. No se refiere simplemente a nuestra posición; Él está hablando de nuestra composición. Lo que intento decir es que esa dirección será alterada, y también nuestra apariencia.

Un día terminaremos aquí nuestra vida terrenal y volaremos hacia la gloria. Dejaremos estos cuerpos en el mismo momento de nuestra muerte (2 Corintios 5:8)¡Todos seremos transformados!

En 1 Corintios 15:49-57, Pablo describe los cambios que se avecinan para los hijos de Dios. 1 Juan 3:1-3 deja claro que un día seremos como Jesucristo. Piénselo, estos cuerpos frágiles, débiles y moribundos serán reemplazados por cuerpos perfectos, eternos y como los del Señor (cf. 2 Corintios 5:1-8).

Entonces, nuestras vidas en esta tierra serán vidas llenas de problemas, de dolor, de sufrimiento y de batallas, ¡pero lo mejor está por venir! Usted no se quedará aquí para siempre. No permanecerá como está para siempre. ¡El futuro es un tiempo de bendiciones porque pronto seremos liberados de las batallas!

NO DEBEN DESEQUILIBRARNOS.

Pablo nos dice que la gloria que se revelará en nosotros, eclipsará los sufrimientos que estamos llamados a enfrentar aquí. Cuando Pablo dice: tengo por cierto, está diciendo algo muy interesante. Dicha frase es traducción del griego, “λογιζομαι”, que en este contexto significa concluir luego de pensar en algo. Es el mismo ejercicio que se hace cuando se estudia seriamente un asunto y se llega a una conclusión firme.

En otras palabras, Pablo no está diciendo que espera que la vida sea mejor que esta; está diciendo que ha considerado bien el asunto y sabe que los problemas que tenemos en esta vida no pueden compararse con la gloria que experimentaremos cuando lleguemos al Cielo.

Ninguna batalla es placentera cuando estamos en ella. Ningún problema parece fácil mientras nos sucede a nosotros. Pero, si nos tomamos el tiempo para considerar lo que nos espera en el futuro, deberíamos ser capaces de ver que nuestros problemas presentes solo sirven para aumentar nuestra gloria futura (cf. Corintios 4:17).

Piense en lo que le espera:

  • El arrebatamiento (1 Tesalonicenses 4:13-18).
  • Las recompensas (Apocalipsis 22:12)
  • La vida en gloria (Apocalipsis, 19)

Así que, aunque Por la noche durará el lloroa la mañana vendrá la alegría (Salmo 30:5). Mientras caminamos por esta vida, habrá momentos en los que nuestro corazón se romperá. Habrá momentos en que la carga de la vida será pesada de soportar. Habrá momentos en los que sufriremos por nuestra fidelidad a Jesús. Habrá problemas en nuestro cuerpo, en la familia, en el corazón y en la mente. Habrá momentos en que los problemas perseguirán nuestros pasos. Así que, cuando estemos en medio de esas batallas, recordemos un par de benditos pensamientos:

  • Nuestro sufrimiento no durará para siempre. Seremos liberados.
  • Nuestro sufrimiento está trabajando a favor nuestro.
  • Nuestro sufrimiento aquí aumenta nuestra gloria allá. 

Recordemos que todo lo que Dios está haciendo, lo está haciendo para nuestro bien y para su gloria. Descansemos en sus promesas y confiemos en que su voluntad se hará. Hay que alabarlo a pesar de lo que enfrentemos en la vida, recordando lo que nos espera en Su presencia.

CONCLUSIÓN.

Dios, infinitamente sabio y sin comparación en bondad, ha dispuesto que enfrentemos numerosos problemas en diversas áreas de nuestras vidas. Así como nuestras bendiciones no llegan solas, nuestras pruebas suelen seguirse unas de otras, similar a las persistentes lluvias de abril. La secuencia constante de desafíos no es una suerte de castigo implacable, sino más bien una manifestación de la gracia divina. En lugar de ver cada aflicción como una sentencia, podemos considerarlas como correcciones misericordiosas. En este sentido, la multiplicidad de adversidades nos ofrece la oportunidad de elevar nuestros corazones hacia el cielo. Cada contratiempo, en lugar de ser un golpe definitivo, se convierte en un medio para fortalecer nuestra conexión con lo divino.

  • Ese es el propósito de nuestros problemas.
  • Sirven para recordarnos del Dios soberano que controla todo en la vida.
  • Sirven para hacernos mirar hacia el Cielo para encontrar esperanza en un momento de dolor.
  • Sirven para hacernos más parecidos a Jesús.
  • Sirven para ponernos de rodillas y rendirnos a la perfecta voluntad de Dios.
  • Sirven para obligarnos a salir de los lugares cómodos de la vida y entrar en un estado de servicio más profundo al Señor.

¿Qué hemos hecho con nuestras aflicciones? ¿Han sido un motivo para ser agradecidos con Dios? ¿Hemos agradecido por el crecimiento resultante de cada una? ¿Hemos agradecido por su cuidado, su amor y sus abundantes provisiones? ¿Hemos agradecido por la gloria que vendrá? ¿La estamos esperando?

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