Liberados en Cristo Jesús.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

Liberados en Cristo Jesús.

Romanos 8:1-4.

Hay varias cosas que deben distinguir a una persona que es cristiano de una que no lo es. Piensan diferente, actúan diferente, caminan y hablan de manera diferente. Y esto se debe a que, el que es cristiano, está siendo guiado, a través de las Escrituras, por el Espíritu Santo. Su vida debe ser distinta a la que tienen las personas del mundo. Bueno, es de este estilo de vida diferente, el enfoque de este octavo capítulo de Romanos.

Hasta ahora, el apóstol Pablo nos ha estado recordando que, en nuestra vida natural, aquella que vivimos sin Cristo, es una vida que está bajo la ira de Dios. Nos ha dicho que no podemos salvarnos por nuestra bondad, ni por nuestras obras religiosas. Nos ha dicho la gran verdad de que la salvación es producto únicamente de la gracia de Dios. Ahora, después de describir la vida de pecado, la vida de obras religiosas y la vida vivida bajo la Ley, y después de mostrarnos cómo cada una de ellas está muy lejos de poder salvar el alma, dirige su atención a la nueva vida que está bajo la potestad y dirección del Espíritu de Dios.

Todo este capítulo, que es uno de los más importantes de la Biblia, trata sobre experimentar una nueva vida dirigida por el Espíritu Santo. En estos primeros cuatro versículos, nos habla acerca de la liberación que tenemos en Cristo. Particularmente, nos dice que hemos sido liberados de tres elementos de la influencia del pecado en nuestras vidas. Nos centraremos esta mañana en esas tres áreas de las que hemos sido liberados. Les invito a seguirme en estos versículos, mientras meditamos en el tema, “liberados en Cristo Jesús”. ¿De qué hemos sido liberados en Cristo Jesús?

DE LA SENTENCIA DEL PECADO (v. 1).

Esta liberación es una realidad. Este versículo nos recuerda que ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Como cristianos, hemos sido librados de toda clase de males que el pecado producía en nuestras vidas. Antes, éramos viles, pecadores, codiciosos, mentirosos, fornicarios, avaros, maldicientes, asesino, borrachos e idólatras. El pecado producía en nosotros toda clase de obras carnales, que lo único que traían a nuestra vida era amargura y desgracia. Bueno, ahora, en Cristo, estamos libres de esa vida indecente y malvada.

También, hemos sido librados de la muerte espiritual. La Biblia dice en Efesios 2:1, Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados. Es condenación nos mantenía alejados de Dios, sin su protección, sin sus promesas, sin su bendita comunión: Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (Efesios 2:4, 5).

Otra condenación tenía que ver con nuestro destino eterno. La Biblia dice en Apocalipsis 21:8, Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. El sacrificio de Cristo nos otorgó un cambio de destino. Pablo dijo que, en el presente, estamos “justificados en su sangre”; pero también, “por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:9).

Entonces, este versículo 1 de Romanos 8, nos recuerda que, al momento de ser salvos, somos librados de toda condenación resultante de nuestros pecados. Como cristianos, ya no estamos bajo la ira de Dios, ya no somos pecadores que van camino al infierno eterno. Esa es nuestra realidad presente. Hemos sido librados de la sentencia del pecado.

Es posible en un solo lugar. Noten las palabras de Pablo cuando dice, en Romanos 8:1, que somos libres de toda condenación, estando “en Cristo”. Esto significa que Jesucristo es quien hace toda la diferencia en la vida de una persona. Una persona puede estar en alguna iglesia, y, aun así, ser condenado al infierno. Puede ser una buena persona y terminar en el infierno. Puede ser un buen ciudadano, y ser condenado eternamente. ¿Por qué? Porque la salvación solamente es posible “en Cristo”. Cuando estamos en Cristo, somos salvos y completamente protegidos de todas las consecuencias del pecado. Cristo es quien tiene la capacidad de salvarnos completa y eternamente. En Hebreos 7:25, dice que él puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios. ¡Jesús es el ÚNICO refugio para el alma del hombre! Él es el único puerto seguro donde podemos encontrar salvación, perdón, esperanza y vida eterna. Conocerlo es ser partícipe de la vida eterna, pues El que tiene al Hijo, tiene la vida (1 Juan 5:12). Por él somos liberados de la sentencia del pecado.

La evidencia de esa liberación. En la Reina Valera 1960, leemos las últimas palabras de Romanos 8:1, que dicen, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Ahora, en algunas versiones bíblicas, siguiendo los textos griegos Alejandrino y Occidental, omiten esas últimas palabras (cf. NT Versión Crítica; Nota del texto griego de Scrivener).[1] Entonces, cuando algunos leen esas palabras, afirman que se trata de un error de traducción, por lo que no se encuentra, dicen ellos, en los “mejores manuscritos griegos”. Bueno, la verdad es que se encuentra en el mejor de los manuscritos usados para nuestra versión en español, 1960. Por tanto, es una frase de la que también debemos ocuparnos.

Ahora, mientras que algunos ven en esas palabras una declaración condicional, yo entiendo que en realidad se trata de una evidencia o resultado de haber sido liberados de la sentencia del pecado. Es verdad que, si andamos en la carne, no podemos cosechar otra cosa que la perdición; pero, la idea aquí, es que, cuando hemos sido liberados de la sentencia del pecado, estando en Cristo Jesús, entonces no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. En otras palabras, cuando estamos en Cristo, no solo somos libres de la sentencia del pecado, sino también de una vida pecaminosa. Mis hermanos, ¡no hay razón para andar en la carne! Si antes éramos esclavos del pecado, y así, vivíamos conforme a la carne, dando gusto a nuestros deseos y pasiones contrarios a la voluntad de Dios, ahora que estamos en Cristo, vivimos siendo guiados por el Espíritu Santo Dios. Usted puede leer Efesios 5 y 6, para darse cuenta de ambos estilos de vida, y el resultado práctico de andar conforme al Espíritu. Una vida espiritual es la evidencia de que hemos sido liberados de la sentencia del pecado. ¿De qué otra cosa hemos sido liberados?

DE LA ESCLAVITUD DEL PECADO (v. 2).

Sufrida por la ley de una vida pecaminosa (v. 2b). En esta condición, el pecador está legalmente bajo el control de tres poderes, es decir, la carne, el mundo y el diablo (cf. Efesios 2:1-3). Al estar viviendo sin Cristo, es imposible que la persona tenga el control de su propia vida. Más bien, y tal vez sin darse cuenta, está siendo controlada por esas tres malas influencias. Está siendo controlada por la carne, por el mundo y por el diablo.

Desde luego, las vidas se ven afectadas de diferentes maneras. Algunos sufrirán a tal grado que llevarán vidas llenas de maldad indescriptible. Otros, serán buenos y respetables ciudadanos, y otro más serán incluso miembros de alguna iglesia. Sin embargo, y a pesar de todas estas cosas buenas en su vida, la triste realidad es que, estando cautivos por la ley del pecado, no podrán gozar de otro destino, sino la desfavorable y terrible condenación eterna en el infierno. Así que, aunque sean buenos y respetables ciudadanos, o miembros en alguna iglesia, estando cautivos por la ley del pecado, en realidad es una vida miserable. Desgraciadamente, esa es una vida que comparten millones de personas, y muchos de ellos ni siquiera están conscientes de ello.

Entonces, en Cristo Jesús, somos libres de la esclavitud del pecado

Para vivir conforme a la ley de la vida espiritual. Cuando Jesús entra en contacto con la vida de una persona, en ese momento, es bendecido con la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús (v. 2a). ¡Y esto lo cambia todo! Ahora, en esta persona, que está en Cristo Jesús”, el poder “del Espíritu de vida” le otorga la capacidad de enfrentarse a aquellos tres enemigos del alma. Ahora puede hacer frente a la carne, al mundo y al diablo, y lo puede hacer eficazmente. Siendo librados de la ley del pecado y de la muerte; ahora se nos permite, legalmente, vivir una vida nueva en Jesucristo. Esta es la misma lección que aprendimos en Romanos 6:6-7, 11-14, 17-18.

Esta es una verdad gloriosa; pero que lamentablemente pocos creen. Mis hermanos, es un hecho, es una realidad, hemos sido librados de la esclavitud del pecado. En Jesús se nos han dado las herramientas que necesitamos para vivir una vida santa y agradable delante de Dios, para su honra y para su gloria. Para nosotros, quienes estamos en Cristo, el secreto está en usar esas herramientas, aprendiendo a decir no al pecado; pero sí al Espíritu. Permitir que el Espíritu Santo de Dios nos dirija a través de las Sagradas Escrituras. Si usted lo permite, entonces usted está viviendo esa libertad que solamente Dios puede hacer realidad.

Hemos sido liberados de la sentencia del pecado, hemos sido liberados de la esclavitud del pecado, y en tercer lugar, hemos sido liberados…

DE LA CULPABILIDAD DEL PECADO (v. 3-4).

Tratada con un débil e ineficaz remedio. La Biblia deja claro que toda persona que no ha entregado su vida al Señor, es culpable. De hecho, ¡tienen una sentencia de muerte sobre síCuando una persona tiene un problema legal en este mundo, busca un abogado, y hay grandes probabilidades de que sea absuelto de su culpa. Pero, no funciona así con el problema del pecado. Existe una sola vía legal por la cual el hombre puede ser libre de la culpa del pecado.

El versículo 3 deja claro que donde la ley fracasó, ¡Cristo prevaleció! La Ley no podía hacer justos a los hombres. De hecho, todo lo que la Ley podía hacer era señalar cuán pecadores eran realmente (cf. Romanos 7:7). Jesús, por otro lado, nació en un cuerpo humano para poder morir, y ser así, la ofrenda favorable por el pecado (cf. Filipenses 2:5-8). Cuando Jesús hizo esto, cuando Jesús derramó su sangre en la cruz, proporcionó la cura para la enfermedad del pecado (cf. Isaías 53:5).

Ahora, todos aquellos que confían en Él por fe, son liberados para siempre de su enfermedad espiritual y son sanos. ¡Pero hay algo mejor que eso! La justificación.

Resuelta por la obra perfecta y eficaz del Señor. El versículo 4 continúa diciendo que cuando estamos en Cristo, es decir, cuando somos salvos, las demandas de la ley son satisfechas. El texto dice, en la RV1960, para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros. En el texto griego, dice, “τὸ δικαίωμα τοῦ νόμου[2], donde la palabra “δικαιωμα” significa “demanda”, “estatuto” o “requisito”. Así lo dice la Biblia de las Américas, para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros.

La idea aquí, es que, la justicia o requisito de la ley, eran satisfechos o cumplidos cuando se obedecía perfectamente la ley. Mientras el hombre es obediente a la ley de Dios, no puede ser culpable de pecado. Sin embargo, el hombre es culpable, porque el hombre ha pecado. El hombre no ha vivido conforme a la justicia de la ley, no ha cumplido sus requisitos. Es allí donde entra el sacrificio de Cristo, por el cual el hombre logra el perdón de sus pecados, y así, es justificado. Cuando el hombre está en Cristo, ha sido justificado, y así, la justicia de la ley es satisfecha, el requiso de la ley es cumplido, el hombre es inocente. Es tan inocente como si nunca hubiese pecado, como si nunca volviera a pecar. Pablo lo dijo así en Romanos 5:1, Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Lo que esto dice es que personas como usted y como yo, personas que ni siquiera están tan en lo cierto como un reloj parado que lo hace al menos dos veces al día, son declaradas perfectas a los ojos de Dios. No por nuestras obras, sino por la obra de Jesús en la cruz y por la obra del Espíritu de Dios en nuestros corazones. En Jesús, estamos hechos exactamente como debemos ser para agradar al Señor. ¡Cuando somos salvos, Dios nos ve total y absolutamente justos! Eso es suficiente para alabar al Señor y servirle con todo nuestro corazón.

CONCLUSIÓN.

Hoy hemos aprendido que somos “liberados en Cristo Jesús”. Hemos sido liberados de la sentencia del pecado, de la esclavitud del pecado y de la culpabilidad del pecado. Hemos recibido una vida nueva, y es una vida mejor. ¡Es una vida gloriosa! Es una vida como ninguna otra y pertenece a cada persona que confía en Jesús para su salvación.

La pregunta ahora es esta, ¿Está usted en Cristo? ¿Está usted perseverando en él? ¿Confía plena y totalmente en él? Si no, entonces usted es esclavo del pecado, destinado a la perdición eterna. Así que, le exhortamos a que, a partir de este día, se entregue al Señor, y confíe solamente en él. Gocemos de la libertad que tenemos en Cristo.

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  1. μη κατα σαρκα περιπατουσιν αλλα κατα πνευμα”.
  2. Nuevo Testamento Griego de Scrivener.

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