¿A qué amo servimos?

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

¿A qué amo servimos?

Romanos 6:15-23.

La esclavitud es un concepto que está muy fuera de lugar en nuestro mundo moderno. La idea de que un ser humano pueda tener el poder de obligar a otro a servirle es ofensiva para nuestras mentes modernas. La mayoría de nosotros se negaría ante la sola idea de poseer un esclavo, o especialmente, ante la idea de ser un esclavo. Pero, ¿sabía usted que la esclavitud está muy viva y presente esta mañana? De hecho, ¡nuestra ciudad está llena de esclavosIncluso, es probable que algunos o muchos de ellos me estén escuchando ahora mismo. ¿Esto nos sorprende? Aquí mismo hay esclavos y puedo verlos con mis propios ojos. Pero, hay una diferencia entre todos los esclavos. La diferencia radica en el amo que cada uno sirve.

En estos versículos, Pablo continúa su discusión sobre la diferencia entre estar muerto en pecado y estar vivo en Cristo. En estos últimos versículos del capítulo 6, presenta una serie de contrastes que señalan el hecho de que todos somos esclavos. Que seguiremos siendo esclavos toda nuestra vida, pero que podemos elegir a qué amo servir. Y el pensamiento sobre el que me gustaría predicar esta mañana, es el siguiente: ¿A qué amo servimos?. Lo que quiero, amados hermanos y amigos, es que consideremos a qué amo estamos sirviendo, y quiero que tengamos la oportunidad de cambiar de amo, si es que nos damos cuenta de estar sirviendo al amo equivocado. Note conmigo cuatro comparaciones que hace Pablo en este pasaje.

TENEMOS LIBERTAD DE ELEGIR (v. 15-16).

Pablo nos dice que tenemos el privilegio de someter nuestros miembros a un amo. La palabra someter significa estar al lado o cerca, estar a la mano (w. e. vine). En este contexto, la idea es de estar ante un gobernante, ante un soberano, ante el cual nos vamos a someter. En Hechos 27:24, por ejemplo, dice, es necesario que comparezcas ante César. Pablo iba a “comparecer”, a estar “ante” o a “la mano de” Cesar, y así, obviamente, a estar bajo su potestad. Aquí, en Romanos, Pablo está pensando en un hombre que está a la entera disposición de un amo. El punto central de estos dos versículos, es que tenemos la opción en cuanto a quién entregaremos nuestras vidas. Hay dos opciones solamente:

La primera opción es el pecado (v. 16). Pero, ¿por qué alguien elegiría servir al pecado, si el pecado nos lleva a la muerte? Bueno, por la simple y sencilla razón de creer que la gracia de Dios, nos concede la libertad de vivir en pecado. Note la pregunta del versículo 15, “¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?” Algunos creían que, estando bajo la gracia de Dios, podían vivir en el pecado. Pero estaban equivocados. Aunque se sientan protegidos, la realidad es que no lo están. Si están viviendo en pecado, ¡entonces son esclavos del pecado! Y le servirán “para muerte” (v. 16). Mis hermanos y amigos, no es posible ser siervos de Dios mientras se sirve al pecado. Y mientras se sirva al pecado, no podemos obtener otra cosa, sino la condenación misma de nuestras almas. ¡Terrible sorpresa se llevará aquel que sirve al pecado, creyendo ser protegido por la gracia de Dios!

La segunda opción es “la justicia” (v. 16). Esto representa una grande bendición. Podemos elegir. No tenemos que estar bajo el dominio del pecado para luego morir eternamente. Podemos elegir. Esto también nos dice que, dado que podemos elegir, entonces tenemos el potencial de vivir conforme a la voluntad de Dios y vivir una vida que agrade al Señor. Podemos presentar nuestros cuerpos al Señor para su uso, y así él sea glorificado (cf. Romanos 12:1-2).

Entendamos esto, entonces, ¡la elección es nuestra! ¡Podemos servir a quien queramos! Noten la palabra “obedecer” en el versículo 16. Esta palabra significa, “responder a un golpe en la puerta”. El diccionario Strong, dice: “escuchar con atención, i.e. (por implicación) acatamiento o sumisión”. Es la acción de un mayordomo quien responde apresuradamente para ver quién está a la puerta en una casa. Mis hermanos, las elecciones o decisiones relativas a cómo vivimos nuestras vidas, suceden todos los días. Cuando abrimos esa puerta, podemos ser esclavos del pecado, o de la justicia. Todos y cada uno de nosotros tomamos alguna de esas dos opciones cada día. ¿A quién estamos sirviendo? ¿Quién es nuestro amo?

CONSIDERE LOS EFECTOS (v. 17-18).

Pablo no solo habla de la elección que debemos hacer cada día, sino que también se refiere a los cambios que se producen en nosotros cuando elegimos a Jesús como el Señor de nuestras vidas.

Los efectos son resaltados, cuando son contrastados con nuestro pasado (v. 17a). Haciendo referencia nuestro pasado, Pablo dice, erais esclavos del pecado. Pablo habla de aquel tiempo en que vivíamos sin Dios y sin esperanza en este mundo. En ese tiempo éramos esclavos del pecado, y así, estábamos muertos en nuestros delitos y pecados (cf. Efesios 2:1-3). Pablo nos recuerda esa esclavitud miserable en la que vivíamos antes de conocer a Jesús y seguirle. Para quienes recuerdan esos días, bien pueden dar testimonio de una época terrible, siendo esclavos de sus deseos, impulsos y pasiones. Era una época gobernada por las obras infructuosas de las tinieblas, donde parecía que teníamos el control de nuestras vidas; pero todo era un absoluto engaño. “Pero gracias a Dios”, dice Pablo, ahora podemos o somos libres de esa miserable esclavitud. Sí, “gracias a Dios”; por tanto, nadie se gloríe. Nadie se sienta mejor que otro. Nadie se crea muy sabio o muy poderoso; porque nuestra libertad la debemos y fue posible por la gracia de Dios.

Los efectos son condicionales (v. 17b). Según Pablo, nuestra liberación de las garras del pecado, incluyó nuestra obediencia. Pero, esta obediencia es peculiar.

  1. Es obedecer “de corazón”, y es de corazón, Porque con el corazón se cree para justicia (Romanos 10:10; cf. Hechos 8:37).
  2. Es obedecer a una “forma de doctrina”. Esa forma de doctrina tiene que ver con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, haciéndose una realidad el día que fuimos bautizados (v. 3-4).

No son pocos los que, apelando a la gracia de Dios, rechazan obedecer los mandamientos que el Señor declaró para nuestra salvación. Jesús dijo que era necesario guardar todo lo que él mandó a sus apóstoles (Mateo 28:19-20). Por tanto, afirmar que nuestra salvación se logra con el mero acto de creer, es un error. Debemos obedecer los mandamientos que el evangelio contiene para nuestra salvación.

Así que, hermanos, nunca olvidemos que la línea divisoria entre la vieja vida de mortal esclavitud y la nueva vida de libertad es nuestra fe en el Evangelio de Cristo.

Los efectos se gozan en el presente (v. 18). Este versículo nos recuerda que lo que Jesús hizo por nosotros fue comprar nuestra libertad de la esclavitud al pecado. Esto queda claro en tres preciosos versículos del Nuevo Testamento.

  1. Apocalipsis 5:9. Este versículo nos dice que Jesús nos “redimió”. Esta palabra describe la compara de un esclavo. Jesús nos compró con su preciosa sangre.
  2. Gálatas 4:5. La palabra “redimir” en este versículo lleva la idea un poco más allá. Significa “comprar y sacar de la venta”. Fuimos comprados para no volver a estar en venta otra vez.
  3. 1 Pedro 1:18-19. La palabra “redimir” en este versículo proviene de una que significa “desatar después del pago de un rescate”. ¡Cristo compró nuestra libertad! Nos libró de la potestad del pecado.

Cuando se junta todo esto, queda claro que en Jesús disfrutamos de una redención que nos compró, nos aseguró y nos liberó para servir al Señor. ¡Qué salvación es la nuestra! ¿Cuándo sucedió todo esto? Al mismo tiempo, ¡En el instante en que confiamos en Jesús como nuestro Salvador! Note las palabras vinisteis a ser” (Romanos 6:18). ¡En ese momento fuimos comprados, asegurados y liberados! ¡Gloria a Dios!

SERVIR AL AMO CORRECTO IMPLICA DESAFÍOS (v. 19).

El uso que Pablo hace de la imagen de la esclavitud es uno con el que sus lectores estaban muy familiarizados. Se ha observado que había alrededor de 50 millones de esclavos en el Imperio Romano durante el primer siglo.

Recordar las obras de la vieja vida. El primer desafío es que los creyentes romanos recuerden cómo vivieron sus vidas antes de conocer al Señor. Pablo lo trae a la memoria cuando les dice, “presentasteis”, lo cual indica que ellos pusieron sus miembros a disposición del pecado. Pablo les desafía a recordar cómo, de manera imprudente y voluntaria, servían al pecado.

Tener presente los deberes de la redención. La razón por la que deben recordar su pasado es para que puedan ver cómo deben vivir en el presente. Lo que quiero decir con esto, es que, así como solían servir al pecado con toda su persona, ahora deben entregarse a la voluntad de Dios de la misma maneraEn otras palabras, tengan presente que el pecador, generalmente no se avergüenza, ni siente remordimiento de su pecado. Hace lo que le gusta y vive como quiere vivir. En otras palabras, ¡no se disculpa por quién o qué es! Lo mismo debería ser cierto para aquellos que están en Cristo. No deberíamos avergonzarnos de los cambios que ha realizado Jesús. No deberíamos avergonzarnos de nuestro nuevo Maestro. Debemos servirle con el mismo abandono imprudente con el que una vez servimos al pecado. Así como pusimos nuestra vida a disposición del pecado y las tinieblas, ahora debemos poner nuestra vida a disposición del Señor Jesucristo. Así como servimos al pecado con toda nuestra fuerza, con todo nuestro corazón, así debemos servir a Dios ahora.

¿Demostramos el mismo compromiso con Jesucristo que demostramos con nuestros pecados cuando vivíamos en pecado? En realidad, nuestro compromiso con Jesús debería ser mucho más profundo y mucho mayor que cualquiera que hayamos hecho con una vida miserable y perversa.

CADA AMO TIENE ALGO QUE OFRECER (v. 20-23).

Así como hemos visto contrastes entre la vida antigua y la nueva en la forma en que se viven, también hay contrastes en lo que cada una de esas vidas produce en aquellos que son esclavos de ellas. Observe estas diferencias.

La vida de pecado. La vida de pecado da sus frutos de tres maneras. Pablo nos las enumera aquí mismo.

  1. Es una vida perversa (v. 20). Aquí nos dice que el pecador perdido no tiene asociación con la justicia. De hecho, lo mejor que el pecador puede producir es un montón de trapos de inmundicia ante los ojos del Señor (cf. Isaías 64:6). ¡La vida carnal no tiene poder para producir nada más que el mal! Es completamente malvada (cf. Romanos 7:18). ¡La vida de pecado es una vida malvada! ¡El pecador está atrapado y ni siquiera puede verlo!
  2. Es una vida desperdiciada (v. 21a). La pregunta de Pablo es la siguiente: ¿Qué produjo esa vida de pecado? ¡La respuesta es clara! ¡No puede salir nada bueno de ello! ¡La triste realidad es que una vida pecaminosa es una vida desperdiciada! ¡No puede producir nada que perdure, sino un legado de pecado y maldad!
  3. Es una vida miserable (v. 21b, 23a). La vida de pecado paga con la muerte, con la separación de Dios y de todas sus promesas y mejores bendiciones. ¿Y cuál será el fin? Una eterna y miserable separación de Dios. La condenación eterna en el infierno.

Es importante notar que, aquellos que sirven al pecado, reciben un “salario”, reciben un “pago”; lo cual representa una compensación justa por vivir en el mal. Podemos pensar que es injusto que un pecador tenga que ir al infierno; pero Dios nos dice que solo están recibiendo lo que merecen, están recibiendo el pago justo de sus acciones. Los que sirven al pecado simplemente están recibiendo el pago de todo su duro trabajo. Eso es lo que han ganado con el pecado.

Muchos tal vez piensan que el pecador no “trabaja duro” para ir al infierno; pero la realidad es que trabaja mucho, y muy duro para eso. Miren hermanos, para llegar al infierno, el pecador debe superar varios obstáculos que Dios ha puesto en su camino:

  1. La Biblia.
  2. La iglesia.
  3. La Cruz.
  4. La sangre de Cristo.
  5. El Espíritu Santo.
  6. La revelación natural de Dios.
  7. Las obras de los santos.
  8. La voluntad de Dios.
  9. El amor de Dios.

El hecho es que Dios no quiere que usted, ni nadie, vaya al infierno (cf. 2 Pedro 3:9). ¡Pero lo hará si no viene a Jesús! ¡Qué desperdicio de vida es vivir sin Dios! Pero, ¿qué ofrece Dios?

La salvación. En esta comparación final, Pablo deja claro que una vida vivida en Jesús es mucho mejor que una vida desperdiciada fuera de Cristo.

1. Es una vida con propósito (v. 22). Este versículo dice la verdad de que la vida vivida por el poder de Dios produce frutos para la gloria de Dios. Así como nuestras vidas solían ser desperdiciadas, ahora en Jesús, ¡son productivas! ¡Él nos permite dar fruto para la gloria de Dios!

Muchas personas piensan que vivir la vida en Cristo es una propuesta difícil, ¡pero se equivocan! Lo que muchas personas no han comprendido es que la verdadera vida en Cristo no se pretende vivir, ¡se vive! No soy yo quien hace lo mejor para Jesús. Más bien, soy yo simplemente rindiéndome a Él y permitiéndole vivir Su vida a través de mí (cf. Juan 15:1-8). Si puedo aprender a permanecer en Cristo, Él enviará Su vida a través de mí y glorificará a Dios, produciendo Su fruto a través de mi vida.

2. Es una vida con propósito (v. 22b, 23b). Mientras que la vida pecaminosa paga con la muerte, ¡el regalo de Dios para aquellos que confían en Él es la vida eterna! ¡Observa la diferencia! ¡El salario es algo por lo que trabajamos, pero un regalo es algo que simplemente recibimos y luego nos pertenece! Simplemente, al poner mi fe en Jesús, me he vuelto partícipe de Su vida. ¡Tengo vida eterna y la viviré en un hogar eterno en Su eterna presencia! Para mí no hay comparación entre lo que tenía cuando estaba perdido y lo que tengo ahora que soy salvo. Gracias a Dios, en Jesús, pasamos “de muerte a vida” (Juan 5:24)

Conclusión: Entonces, ¿A qué amo servimos? ¿Al pecado? Si es así, la paga por vuestro servicio es la muerte y el infierno. ¡Pero me alegro de poder decirte que tiene la oportunidad de cambiar de amo hoy mismo!

¿Su amo es Jesús? Si es así, ¡regocíjese! Porque en Él ha encontrado vida y libertad. Ha encontrado paz y propósito. Ha encontrado todo lo que necesitas. Pero, si usted siente que no está gozando nada de eso, entonces debe preguntarse si realmente está sirviendo al amo correcto.

¡La diferencia es fácil de ver! Y todo reside en esas últimas palabras del versículo 23: en Cristo Jesús Señor nuestro¿Lo ve? Si estamos en él, y vivimos para servirlo, entonces no tendremos que alcanzar todas estas cosas buenas que él promete, simple y sencillamente serán nuestras, y serán una realidad. Así que, ¿está sirviendo al amo correcto?

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