¿Cómo podemos ser justificados?

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

¿Cómo podemos ser justificados?

Romanos 4:9-12.

Hay mucha confusión en el mundo en torno al asunto de la salvación y de estar bien con Dios. Encuentro esto sorprendente, ya que la Biblia es muy clara en esta área. Sin embargo, hay muchas personas, incluso muchos cristianos, que creen que su salvación depende de sus buenas obras. De lo bueno que son. De que son miembros de una iglesia de Cristo que, dicho sea de paso, es la más fiel de todo el país, o hasta de todo el mundo. Creen que son salvos porque guardan fielmente todos y cada uno de los actos de culto que han entendido son básicos o importantes para Dios. Esta “salvación” que descansa en la justicia propia del individuo, mete en muchos problemas a muchos creyentes, pues al medirse con aquellos “supercristianos santísimos”, sienten que jamás podrán lograr esos niveles de santidad, al punto de que, o no saben cuál es su posición delante de Dios, o definitivamente concluyen que ellos nunca podrán llegar al cielo. Han entendido que no importa cuántas cosas hagan, nunca será lo suficiente para llegar a Dios.

Esta parece ser la actitud que Pablo intenta combatir en este capítulo de Romanos. Acaba de decirles a los judíos que estar bien con Dios es simplemente una cuestión de fe. Él les dice que la salvación no descansa en la supuesta obediencia a la Ley. Les ha dicho que tampoco depende de las buenas obras que uno haga. Él nos dice que, bendiciones tales como la justificación, la salvación, el perdón, etc., son dadas en su totalidad cuando creemos en el Salvador del mundo, Jesucristo.

Después de decirles a los judíos que la Ley no puede salvar y que las buenas obras tampoco funcionarán, procede a decirles que la circuncisión tampoco los llevará al Cielo. Bueno, si la Ley, nuestras obras y la circuncisión no nos ayudan a estar bien con Dios, entonces ¿qué lo hará? Esa es la pregunta que Pablo responde en estos versículos.

POR LA FE (v. 9)

Cuando los judíos piensan en la justificación, ellos creen tener méritos al respecto dado que todos están circuncidados. Pablo anticipó dicho razonamiento, sabiendo que el pueblo judío le dio mucha importancia a la circuncisión. Hoy en día ninguno de nosotros le concede tanta importancia. Para los judíos, la circuncisión había llegado a ser la base de su salvación. Para nosotros, es meramente un procedimiento médico que se realiza unos días después de nacido el niño varón. La practicamos por una cuestión de higiene.

Pero, para los judíos, la circuncisión tenía un profundo significado. Por ejemplo, la tradición judía dice, “Nuestros rabinos han dicho que ningún hombre circuncidado jamás verá el infierno”. Otro dijo que “Abraham se sienta ante la puerta del infierno, y no permite que ningún israelita circuncidado entre allí”. En otras palabras, los judíos estaban convencidos de que la base de su seguridad eterna era el rito de la circuncisión. Algunos judíos fueron tan lejos como para enseñar que, incluso, si un hombre cometía el pecado de idolatría, Dios tendría que remover sobrenaturalmente su circuncisión y así poder enviarle al infierno. El punto aquí es que, para los judíos, la circuncisión era mucho más que un rito, era el punto de entrada a una relación viva y verdadera con Dios. Eran sinceros al respecto, ¡pero estaban sinceramente equivocados!

¿Por qué le dieron ese significado a la circuncisión? Porque la circuncisión decía algo sobre aquel que la recibía. ¿Qué le decía la circuncisión al varón judío? Le decía tres cosas:

  1. Que su cuerpo estaba marcado permanentemente. Una vez hecha, la circuncisión no se podía deshacer. Esto sirvió como un recordatorio permanente de su relación con el Señor. Era una “señal” del pacto que habían hecho con Dios.
  2. Su cuerpo fue marcado en lo secreto. El varón judío podría vivir como quisiera. Podría servir a otros dioses y vivir la vida al máximo al permitirse el pecado y la maldad. Sin embargo, cada vez que se desnudaba, recordaba que pertenecía al Dios verdadero. Es posible que otras personas nunca pudieran ver la señal del pacto entre él y el eterno, pero el hombre circuncidado nunca se olvidaría del hecho de que era un hombre marcado.
  3. Su cuerpo tenía una marca poderosa. Si un judío quisiese cometer pecado, uniéndose sexualmente con una mujer pagana, la circuncisión le recordaba sobre su relación con Dios. De la manera más íntima y personal, al judío se le recordaba su posición ante Dios varias veces al día.

Mis hermanos y amigos, vemos el mismo tipo de mentalidad en nuestros días. Ahora los hombres no ven a la circuncisión como la base de su salvación, pero están firmemente convencidos de que ciertas obras religiosas, constituyen el fundamento de su justificación. Hay quienes creen firmemente que son salvos por causa de haber sido bautizados. Ponen tanto énfasis en el bautismo, que se olviden completamente de la fe, o del arrepentimiento, o de la función de la sangre de Cristo en el plan eterno de salvación. Otros, llegan mucho más lejos al creer que cierta clase de bautizador es lo que determina su entrada al cielo. Otros muchos creen que son salvos porque han hecho algunas buenas obras, o porque tienen comunión con ciertas personas a quienes juzgan de ser santas. Creen que ciertas oraciones los salvarán, o que ciertos sacrificios físicos les abren las puertas del cielo. La conclusión es que la gente está confundida acerca de este asunto de la salvación y cómo ser justificados.

Pablo toma las medidas necesarias para dejar las cosas claras. Pablo nos dice de nuevo, sin escatimar palabras, que Abraham fue salvo por la fe. No fueron sus buenas obras, no fue la ley, ni tampoco fue la circuncisión. Fue la fe lo que le fue contado por justicia.

Nada ha cambiado en este asunto. La justificación no puede ser comprada, ni ganada por nadie. La justificación es por la fe. Por eso, mis estimados hermanos, debemos estar seguros sobre qué estamos poniendo nuestra fe. Cualquier otro fundamento o base para poner nuestra fe que no sea Jesucristo, cualquier otro camino que no sea Jesucristo, cualquier otra puerta que no sea Jesucristo, resultará en un completo desastre. ¿Dónde está puesta su fe esta mañana? ¿En usted? ¿En sus buenas acciones? ¿En algún mandamiento particular del evangelio? ¿Dónde está puesta su fe?

SIGUIENDO EL MODELO CORRECTO (v. 10).

Aquí hay otro punto de confusión para los judíos. Si la fe se le contó a Abraham por justicia, ¿fue antes o después de que fuera circuncidado? Este era un asunto que necesitaba ser abordado por los judíos. Estaban fijando sus esperanzas del cielo en un ritual que afectaba la carne. Como resultado, muchos judíos iban a morir e ir al infierno.

Por cierto, ¡las cosas no han cambiado! ¡La gente todavía está buscando salvación en todo lo que hay bajo ese sol! Este mundo está confundido acerca de este asunto y necesita escuchar la verdad de un pueblo redimido, y necesitan ver la verdad. Pablo tuvo una respuesta para el mundo religioso de su época, y es una respuesta que nosotros debemos conocer también.

Para responder a esa pregunta, no necesitamos mirar más allá del libro de Génesis. Cuando lo hacemos, queda muy claro que Abraham fue justificado a la edad de 85 años (cf. Génesis 15:6). Sin embargo, no fue circuncidado hasta los 99 años de edad en Génesis 17:1-14. Aunque los judíos creían que la circuncisión era necesaria para la salvación, resulta que el mismo hombre a quien veneraban tanto, fue justificado mucho antes de ser circuncidado.

¡Esta es una verdad que debe inculcarse en la cabeza de cada hijo de Dios! ¡La salvación nunca se ha tratado de lo que hacemos, siempre se ha tratado de quiénes somos! Si pertenecemos al Señor, entonces somos salvos. Somos perdonados, adoptados en la familia de Dios y declarados justos. Si no hemos confiado en el Señor por fe, entonces estamos perdidos, ¡sin importar lo que hagamos!

El objetivo de esta sección es decirles a los hombres que la salvación no se puede encontrar en el cuchillo del rabino, la piscina bautismal, la comunión, la membresía de la iglesia, etc. La salvación se puede encontrar y se seguirá encontrando solo en la persona del Señor Jesucristo. Los hombres todavía se salvan al confiar en Su sangre derramada y Su resurrección de entre los muertos. Nada más salvará. Esta verdad está por todas partes en la Biblia.

Por ejemplo, ¿fue salvo el etíope cuando obedeció el evangelio, aunque no se hizo miembro en una iglesia local? Por tanto, si el etíope fue salvo antes de ser miembro en una iglesia local, se sigue que el ser miembro en una iglesia local no es lo que justifica a los hombres.

¿Fue justificado el etíope antes o hasta que echó dinero en la colecta? ¿Fue justificado antes o hasta que cantó sin instrumentos musicales? ¿Fue justificado previamente o hasta que tuvo comunión con ciertos hermanos fieles? ¿Fue justificado antes o hasta que comió la cena del Señor el primer día de la semana? Muchos creen que son justos delante de Dios porque han hecho y están haciendo todas esas cosas, a pesar de que uno de los santos más respetados por todo cristiano, el apóstol Pablo, fue justificado antes de hacer todas y cada una de esas cosas (Hechos 22:16).

Considere el caso de Judas Iscariote (cf. Juan 6:66-71). Este hombre vivió y caminó con Jesús por más de tres años. Estuvo activo en el ministerio de nuestro Señor (cf. Mateo 5:5-10). Sin embargo, Jesús mismo miró a Judas y dijo que era un pecador perdido.

La salvación no se trata de sus buenas obras, se trata de a quién conocemos. Necesitamos conocer a Jesucristo. ¡Solo él es la puerta de salvación! ¡Solo él es el camino, la verdad y la vida! Y antes de que podamos hacer toda clase de buenas obras, o de que perseveremos en su camino, antes de eso somos salvos por su gracia y misericordia.

TENIENDO LA PRUEBA CORRECTA (v. 11-12).

Ahora, Pablo pasa de defender su posición sobre la salvación a través de la fe, al decirles a los judíos cómo uno demuestra que es poseedor de la justicia. Hay dos puntos que Pablo hace aquí que deben tenerse en cuenta.

  1. La circuncisión es una señal: El ritual en la carne debía servir como un recordatorio para los judíos de que tenían una relación vital con Dios y que debían demostrar la verdad de esa relación al caminar con él en la fe, día tras día. Por ejemplo, si voy a la ciudad de Chihuahua y veo un letrero que dice “Chihuahua 100 kilómetros”, sé que el letrero no es Chihuahua, pero el letrero tiene valor porque señala el camino a Chihuahua. Lo mismo se aplica a la circuncisión. ¡No era la relación misma, pero le recordaba al judío que pertenecía a Dios!
  2. La circuncisión era un sello. Un sello es algo que generalmente se coloca en un documento y les dice a todos los que lo miran, que el negocio es legítimo y verdadero. Básicamente, la circuncisión estaba destinada a servir como un recordatorio para el judío de que se suponía que debía caminar en humilde sumisión con el Señor. Iba a ser un símbolo físico de una relación espiritual. Es muy parecido al bautismo.

¡La circuncisión solo tenía valor mientras fuera acompañada por un corazón que caminaba en rendición y obediencia al Señor! Así es con todas las cosas religiosas que hacemos en esta vida. Solo tienen valor para nosotros cuando nuestros corazones están bien con Dios a través de la salvación que viene por la fe.

Una persona puede estar bautizada, pero si no creyó que Jesús es el Hijo de Dios, y si no lo creyó de todo corazón, entonces ese bautismo es inservible (cf. Hechos 8:36-37). Una persona puede ser bautizada, pero si no se arrepintió de sus pecados, entonces ese bautismo no tiene ninguna eficacia (cf. Hechos 2:38). Una persona puede ser bautizada, e incluso ser un miembro activo en alguna iglesia local, y sumamente celoso de diversas doctrinas que distinguen a dicha iglesia de muchas otras; pero, si no se creyó de todo corazón, y se arrepintió de sus pecados, entonces nada de sus buenas acciones le servirán. ¿Comprenden esto? El bautismo es importante y necesario, pero no es lo que determina nuestra salvación.

Esta verdad es probada por lo que creemos (v. 11). ¿Tiene derecho el gentil incircunciso llamar “padre” a Abraham? Sí, pero solo si tiene el mismo tipo de fe que tuvo Abraham. Si no tuvo el mismo tipo de fe que tuvo Abraham, entonces bien podría ser circuncidado por el rabino más prestigioso de Jerusalén, en una de las mejores Sinagogas de la ciudad, y aun así estar muerto en sus pecados. De la misma manera, podemos preguntar, ¿tiene usted derecho de llamarse cristiano? Sí, en tanto, cree de todo corazón que Jesucristo es el Hijo de Dios. Usted puede ser bautizado por el predicador más fiel del país, en el baptisterio de una de las iglesias de Cristo más fieles y celosas de la ciudad; pero si no creyó de todo corazón que Jesucristo es el Hijo de Dios, aún está muerto en sus pecados.

Esta verdad se demuestra por cómo nos comportamos (v. 12). ¿Qué pasa con el judío? ¿Tiene derecho a reclamar a Abraham como su padre? Nuevamente, la respuesta es “sí”, pero solo cuando tenga el mismo tipo de fe que Abraham vivió en sus días. El punto aquí es que, si realmente estamos viviendo la fe de Jesús, entonces esa fe se demostrará. Probará que es cristiano, no por lo que dice, sino por lo que hace (cf. Santiago 2:18).

Mis hermanos, debe haber sido un shock para los judíos escuchar que Abraham fue justificado por Dios por la fe, antes de que fuera circuncidado. Después de todo, él era solo un sucio gentil hasta que recibió el rito de la circuncisión. Estos judíos no se dieron cuenta de que antes que Abraham fuera circuncidado en su carne, Dios ya había circuncidado su corazón. ¡Y esa es la circuncisión que realmente importa Romanos 2: 28-29!

CONCLUSÓN.

Amigos, ¡estoy feliz de ser cristiano! Alabo al Señor por los distintivos que nos distinguen del resto del mundo religioso. Pero estoy aún más contento de que Jesús me alcanzó antes que los bautistas, los metodistas o los pentecostales; e incluso, antes que una “congregación de la Iglesia de Cristo”. Sé que soy salvo, pero no por mis méritos, ni por los méritos de cierta iglesia, sino por la gracia y misericordia de Dios. Todo lo que hago, no lo hago porque soy miembro de cierta iglesia, o porque debo respetar los estándares doctrinales de cierta red de iglesias conocida como La Iglesia de Cristo. Todo lo que hago, lo hago por servir a mi Señor, a mí Salvador, al Señor Jesucristo. Esa es la motivación que usted debe tener para servir. Somos justificados por la fe, y somos justificados para servir al Señor. Antes no lo podíamos hacer por causa del pecado; pero ahora hemos sido justificados para perseverar en la fe de Jesús.

¿Qué hay de usted que no es cristiano? ¿Está usted buscando una iglesia? ¡Mejor, busque a Cristo! ¿Está usted buscando cierta doctrina que es de su agrado? ¡Mejor, busque la doctrina de Cristo! ¿Pretende usted ser salvo en alguna religión con cierto prestigio en la sociedad? Mejor busque al salvador, busque a aquel que derramó su sangre para hacer posible el perdón de sus pecados. Nosotros lo conocemos, y podemos llevarlo hacia él.

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