Objeciones que exigen respuestas.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

Objeciones que exigen respuestas.

Romanos 3:1-8.

En los versículos finales del capítulo 2, Pablo les dice a sus lectores judíos que ellos, como todos los demás hombres, son pecadores a la vista de Dios. Él les recuerda que lo que necesitan no es la expresión externa de la religión, sino una obra interna de gracia que convierte el alma y hace que el pecador esté bien con Dios. Estos versículos son una continuación lógica de los pensamientos mencionados en el capítulo 2. Debemos recordar que Pablo también hacía obra de evangelista. En casi todas las ciudades que visitó, fue a la sinagoga judía y compartió el mensaje de salvación a través del Señor Jesucristo. Al hacerlo, seguramente Pablo debe haber encontrado muchos argumentos contra su mensaje. Bueno, parece que estos versículos que hemos leído, nos dan cuatro de las respuestas de Pablo ante posibles objeciones a su mensaje. Pablo está respondiendo preguntas que los mismos judíos estaban haciendo al oír su predicación.

Mientras pensamos en estas objeciones y las respuestas a ellas, aquí también hay un mensaje para nosotros. Muchos en nuestros días, ¡e incluso algunos en la iglesia están haciendo esencialmente las mismas preguntas! Creo que estos versículos contienen las respuestas que ellos, y tal vez incluso algunos de ustedes, están buscando. Tomemos unos minutos y reflexionemos sobre estas objeciones que exigen respuestas.

¿POR QUÉ PREOCUPARSE POR LA RELIGIÓN? (v. 1-2).

¿Es en vano ser judío? (v. 1). Cuando un judío escuchaba que no era salvo, a pesar de haber sido circuncidado (cf. 2:25-29), haber conocido la ley (cf. 2:17-18) y haber enseñado a otros acerca de la ley (cf. 2:19-21), era normal que preguntase, ¿de qué sirve ser judío? Los judíos quieren saber por qué tuvieron que pasar por todo lo que pasaron como judíos, si no les hace ningún bien. Ellos sentían que por ser judíos tenían una relación especial con Dios. Eran el pueblo escogido de Dios; pero, aunque eran especiales para el Señor, aunque Él tenía un plan para ellos, eso no cambia el hecho de que todavía eran pecadores y culpables ante el Señor.

Considerando el hecho de que las buenas obras no pueden salvar el alma, y ​​que la asistencia a la iglesia no lo lleva a uno al Cielo, y que una vida moralmente buena no le garantiza un hogar en gloria, entonces, ¿cuál es el punto de ser una persona que asiste a una iglesia? ¿Por qué unirse a la iglesia? ¿Por qué asistir? ¿Por qué molestarse en ser una persona religiosa, si ser religioso no le hará ningún bien? Muchos parecen estar haciéndose esa pregunta en nuestros días. Afortunadamente, Dios tiene una respuesta para los judíos y tiene una respuesta para la gente en nuestros días también.

La respuesta, ¡hay valor en ser judío! (v. 2). Pablo responde recordando a los judíos, que ellos fueron bendecidos en todo sentido, pero quizás la mayor evidencia de su bendición, fue que se les había confiado la Palabra de Dios. Cuando Dios le dio al hombre su Palabra, se la dio a través de una pluma judía. De hecho, ¡solo los libros de Lucas y Hechos fueron escritos por un no judío! Sí, Dios los había bendecido porque les había dado su Palabra. Él le había dado al pueblo judío la revelación de sí mismo y de su voluntad para la humanidad. Sin embargo, en lugar de llevarlos a un lugar donde caminaron en una relación especial con el Señor, ¡los colocó en una posición de mayor responsabilidad! Debido a que tenían la verdad, ¡eran responsables ante el Señor de vivir la verdad! El problema es que, en lugar de usar la palabra de Dios para sacar a los hombres de la oscuridad, ¡la usaron como un medio para enviar a los hombres a una oscuridad espiritual aún más profunda! Les hicieron dos veces hijos del infierno. Por eso, si somos miembros en una iglesia fiel, o si usted visita una iglesia fiel, entonces usted será responsable por eso. Usted será juzgado por Dios conforme a la luz que ha recibido.

¿Cómo estamos usando los privilegios que el Señor nos ha dado? ¿Somos culpables de hacer las mismas tonterías de las que los judíos eran culpables? ¡Que Dios nos ayude a darnos cuenta de que las multitudes perecen mientras nos sentamos y discutimos por tonterías o ideas escrupulosas! Sí, la verdad que recibimos de parte de Dios a través de su palabra es necesaria; pero debemos tener cuidado de cómo estamos usando esa verdad.

¿POR QUÉ PREOCUPARSE CON LA RESPONSABILIDAD? (v. 3-4).

¿Dios nos ha abandonado a causa del pecado? (v. 3). En esta segunda pregunta, los judíos básicamente están diciendo que no han cumplido con su parte del pacto. Dado que eso es cierto, y algunos judíos han fallado, ¿significa eso que Dios ha eliminado a toda la nación judía, de modo que ninguno tiene ya esperanza? Lo que ellos están preguntando es, “El fracaso de algunos, ¿ha arruinado a todos?” Y si esto es así, “¿Por qué deberíamos molestarnos en servir más?” Y también podríamos agregar, “¿Estoy arruinado eternamente, por fallas que he tenido en el pasado? ¿Sirve de algo mi arrepentimiento?”

La respuesta de Pablo también nos da esperanza. Después de todo, ¿quién no le ha fallado al Señor en algún momento u otro?

La repuesta, ¡Dios es fiel a pesar de nuestras fallas! (v. 4).

Note la vehemencia de la respuesta de Pablo, De ninguna manera. Esta es una declaración fuerte. Es aún más fuerte que aquella que dice, “¡Sea Dios verás y todo hombre mentiroso!”. Pablo quiere decir aquí que a pesar de que lo que el hombre haga, Dios cumplirá su palabra. Independientemente de cuán malvado pueda llegar a ser un hombre, el Señor nunca se dará por vencido con él. ¡Todos los pecados y fracasos de Israel no pudieron hacer que el Señor se rindiera con ellos o con sus planes!

¡Qué bendición! Piense por un momento en todas las veces que ha pecado contra el Señor desde que fue salvo. Si todos nos pusiéramos de pie esta mañana y testificáramos, tendríamos que admitir que fuimos culpable de muchos, pero muchos casos de pecado. Sin embargo, eso no cambia el hecho de la promesa de Dios (cf. Juan 6:37). ¡Dios es fiel a pesar de nuestros pecados! Gracias al Señor por eso. ¿Cuántos recuerdan al rey David? Él llegó a ser un adúltero, un mentiroso y, en última instancia, un asesino; pero, Dios lo perdonó y usó a David de una manera maravillosa. ¿Recuerdan a Rahab? Ella era una pecadora miserable ante el Señor, pero Dios la perdonó y la usó para su gloria. ¿Recuerdan a Simón Pedro? Él pecó contra el Señor de manera abierta, sin embargo, el Señor lo amó y lo perdonó y lo usó en gran manera. El punto es que Dios juzgará nuestros pecados, esto prueba que Él es justo (cf. Gálatas 6:7). Sin embargo, después de que el pecado ha sido juzgado, Dios perdonará nuestros pecados, ¡probando que Él es más grande que nuestros pecados! Dios siempre está listo para perdonar, y lo único que espera es que el hombre llegue a ese mismo lugar de prontitud (cf. 1 Juan 1:9; Proverbios 28:13).

Entonces, sin importar a dónde nos haya llevado el camino de la vida, y sin importar los pecados que hayamos cometido, ¡hay perdón y restauración en el Señor Jesucristo! (cf. Jeremías 18:4).

¿POR QUÉ MOLESTARSE CON LA JUSTICIA? (v. 5-8)

En estos cuatro versículos siguientes, Pablo trata una objeción planteada por los judíos relacionada con el tema del pecado. Él acaba de revelarles que Dios es glorificado a través del perdón de los pecados. Por lo tanto, algunos han llegado a la conclusión, de que deben pecar más para que Dios pueda obtener más gloria. Note su línea de pensamiento y la respuesta del sabio Apóstol.

¿Perdona Dios mi pecado? (v. 5). El argumento aquí es así: “Puesto que Dios fue glorificado a través del pecado de David (v. 4; cf. Salmo 51:4), en el sentido de que el pecado de David le dio al Señor la oportunidad de demostrar tanto su justicia como su gracia; es lógico pensar que David estaba ayudando al Señor cuando pecó. Después de todo, Dios nunca habría tenido la oportunidad de mostrar su justicia y su gracia si David no hubiese pecado. Por lo tanto, cuando yo peco, realmente estoy ayudando a Dios. Luego, es injusto que el Señor me juzgue por pecar, si le estoy dando la oportunidad de mostrar su justicia y su gracia.” ¿Entienden ahora la idea?

La respuesta, ¡Dios condena todo pecado! (v. 6). Una vez más, Pablo responde su argumento diciendo, “De ninguna manera, si Dios tolerase el pecado, entonces no tendría derecho de juzgar al mundo”. La idea aquí es que todo pecado será juzgado por el Señor. Nadie sale de esto sin que el Señor juzgue sus pecados. Hay un precio por el pecado, y ese precio es la muerte (cf. Romanos 6:23a). Sin embargo, para los que tienen fe en Jesús, sus faltas fueron pagadas y son salvos de la ira de Dios (cf. Romanos 5:9). Mis amigos, solo porque aún no los ha castigado, ¡no deben confiarse demasiado! Dios sabe lo que hay en sus vidas y Él sabe cuándo, dónde y cómo tratará su pecado. No os engañéis, Dios no puede ser burlado.

¿Mi pecado exalta a Dios? (v. 7-8a). Una vez más, los judíos tratan de justificar sus pecados sobre la base de que Dios es glorificado a través del perdón de los pecados. La cuestión es: “Si mis pecados exaltan a Dios, entonces ¿por qué Dios me juzga? Si el perdón glorifica al Señor, ¿por qué no pecar mucho para que Dios pueda obtener una gran gloria?” Lamentablemente, todavía vemos este tipo de actitud en la iglesia. Esta es una doctrina conocida como “anti nomianismo”. Esta idea sostiene que podemos hacer lo que nos plazca, pecar como nos plazca, a fin de cuentas, somos salvos por gracia. La moralidad y el estilo de vida no importan, ya que somos salvos por fe. ¡Nada podría estar más lejos de la verdad!

La respuesta, ¡Dios no eximirá a ningún pecador! (v. 8b). Esta es la última declaración que hace Pablo, y es reveladora. Él simplemente dice que aquellos que tienen este tipo de filosofía de vida serán condenados, obteniendo lo que merecen. El pecado no puede glorificar al Señor. Él no puede tolerar el pecado. Como Él es santo, Dios debe juzgar el pecado, y como eso es cierto, el pecador puede estar seguro de que, si vive su vida sin una relación personal con el Señor Jesucristo, morirá e irá al Infierno. El cristiano puede estar seguro de que una vida vivida mitad adentro y mitad afuera del Señor dará como resultado una vida llena de las consecuencias de sus tontas decisiones. El hecho es que todos los pecadores tendrán que rendir cuentas ante el Señor (cf. Ezequiel 18:4).

Conclusión: Cuando se revela que un hombre es pecador, puede encontrar una forma bastante creativa de tratar de justificar sus pecados. A veces solemos decir, “no es tan malo” o, “Ya saben que así soy” o, “todo el mundo lo hace” o, “no es realmente mi culpa” o, “No es gran cosa”.

Pero, en esta hora debemos dejar de tratar de justificar nuestros pecados y hacer exactamente lo que el Señor mismo dijo que hiciéramos con ellos. Simplemente, confiéselos (cf. 1 Juan 1:9). La palabra “confesar” es una palabra que significa decir lo mismo sobre algo. Dios dice que mis pecados son miserables e inmundos. Dice que dañan su Reino y le roban su gloria. Él dice que mis pecados me lastiman de maneras en las que nunca había pensado. Él quiere que yo diga lo mismo acerca de mis pecados. Él solo quiere que me limpie, y cuando lo haga, Él ha prometido limpiarme.

¿Habrá algunos aquí que necesitan venir y confesar que son pecadores? Amigos, ser religiosos no salvará su alma y no les comprará el favor del Señor. Lo único que nos acerca a Él es cuando dejamos atrás nuestros pecados. ¿Necesita trabajar en algunas cosas en su vida en este momento? Si es así, venga al Señor

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