Jesús, el fundamento del evangelio.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

Jesús, el fundamento del evangelio.

(Romanos 1:1-7).

Mientras leemos esta carta de Pablo a los romanos, en el versículo 1, vemos la manera en que Pablo se presenta a los santos allí en roma. Estas personas no conocían a Pablo, ni Pablo los conocía a ellos; sin embargo, Pablo quiso compartir la Palabra de Dios con ellos. Como hoy sucede, en ese tiempo también había personas que decían ser siervos del Señor, cuando en realidad se trataba de personas que solamente buscaban alguna ganancia financiera. Por eso, cuando Pablo se presenta a ellos, lo primero que les dice, es que él es un esclavo de Cristo, llamado apóstol y apartado para el evangelio de Cristo.

En seguida, Pablo presentará lo que es el fundamento del evangelio que predica. Bien podemos decir que en toda la carta, Pablo presenta verdades profundas sobre el evangelio y la vida en Cristo. Por eso, así como los romanos fueron bendecidos con esta carta, sin duda alguna que nosotros lo seremos también.

Así que, una vez que hemos leído la presentación misma de Pablo como siervo, llamado y apartado para el evangelio, ahora consideremos el fundamento del evangelio. ¿De qué trata dicho fundamento? De eso habla Pablo en los versículos 2-7, y desde luego, para todo lector perspicaz, se hace evidente que en esos versículos hay una persona en la que se centra todo el discurso. Esa persona es Jesucristo, el Hijo de Dios. Ese es el fundamento del evangelio. Consideremos algunas cosas importantes sobre este fundamento.

ES UN FUNDAMENTO PROMETIDO (v. 2).

A. El Evangelio que involucra la muerte y resurrección del Señor Jesús, no fue una ocurrencia tardía de Dios. Él había estado declarando que su Hijo vendría y que moriría por los pecados de la humanidad. El Evangelio no era algo nuevo, sino algo más antiguo que el hombre mismo. En Apocalipsis 13:8, leemos, Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. ¿Desde cuándo fue “inmolado” Jesucristo? “desde el principio del mundo”. El evangelio no fue una idea que Dios tuviese tiempo después de la creación, sino desde antes de la fundación del mundo.

  1. Las Escrituras del Antiguo Testamento hablan del Señor: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí (Juan 5:39).
  2. El sacrificio del Mesías se predijo claramente en el Antiguo Testamento (cf. Isaías 53:1-12).
  3. El Antiguo Testamento está lleno de tipos y símbolos que apuntan a la venida del salvador. Nótese especialmente, Adán, el Arca, el Maná, el Tabernáculo, el sistema de Sacrificio, etc. Todas estas cosas apuntaban hacia aquel que iba a venir.  Cada pequeño cordero que se sacrificaba daba testimonio de aquel que vendría más tarde (cf. Juan 1:29). Jesús fue prometido.

ES UN FUNDAMENTO PODEROSO (v. 3-4).

Estos versículos nos dicen que el Evangelio es mucho más que un simple recuerdo de las profecías del Antiguo Testamento. Es mucho más que eso. El Evangelio trata de una persona llamada Jesucristo. Estos versículos dicen mucho acerca de su poder y su posición.

A. Es poderoso por su posición, él es el Hijo de Dios. Jesucristo no fue un hombre ordinario. No entiendo la mecánica de esto, pero Dios el Padre tomó a una virgen llamada María y la hizo concebir sin el beneficio de una pareja humana (cf. Lucas 1:35). El niño que llevaba en su vientre no era otro, sino una de las tres personas de la deidad. Creo que uno de los mayores misterios de todos los tiempos es cómo Dios pudo revestirse de carne humana; sin embargo, esto es exactamente lo que hizo (cf. Filipenses 2:5-8). Mientras Jesús caminó por esta tierra, era un individuo ciento por ciento humano, pero también cien por ciento Dios. Jesús era el Dios-hombre. Era 100% ambos al mismo tiempo. Ese es un misterio que nuestras mentes mortales y finitas difícilmente pueden discernir, pero es la verdad. Pablo dijo, “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16).

Ahora, si regresamos a Filipenses 2:5-8, hay varias palabras en estos versículos que exigen nuestra atención y nuestro entendimiento acerca de quién es realmente Jesús.

  1. La Biblia dice que Jesús era en “forma” de Dios (v. 6). Esta palabra se refiere a la esencia misma de su ser. Uno no puede tener la forma de Dios y no ser Dios. ¡Jesús era en su esencia! Sin embargo, el versículo 7 dice que Jesús tomó sobre “forma”. ¡La misma palabra! Jesús tomó toda la esencia de un siervo. Sin embargo, vale la pena notar la palabra “siendo” en el versículo 6. Este verbo está en el participio presente. Significa que Jesús continuó en la “forma” de Dios y nunca dejó de ser Dios. Mientras se hizo hombre en todos los sentidos, también siguió siendo Dios. Él era muy literalmente el Dios-hombre.
  2. Pablo usó la Palabra “semejanza” (v. 7). Esta palabra significa una verdadera igualdad. No era una “apariencia fantasmal”, sino verdaderamente de carne y sangre. Ahora, aunque Jesús siguió siendo Dios, exteriormente tenía todos los atributos de la humanidad. Si alguno de nosotros hubiera visto a Jesús cuando caminó por esta tierra, no le habríamos notado alguna diferencia entre su humanidad y la nuestra. Isaías dijo, Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos (Isaías 53:2)
  3. Filipenses 2:8, usa la palabra “condición”. Esta palabra tiene que ver precisamente con su humanidad, con su naturaleza física. Pablo está diciendo que Jesucristo fue un hombre real. Algunos decían en ese día que Jesús era simplemente un espíritu y que no tenía carne. Sin embargo, Pablo nos dice que literalmente se hizo hombre para poder dar su vida física por los pecados del mundo. ¡Hubiera sido imposible clavar un espíritu en una cruz! La conclusión entonces es fácil de alcanzar, Jesucristo es el Hijo de Dios. ¡Él es Dios-hombre!

B. Es poderoso por sus títulos (Romanos 1:4). Pablo toma tres títulos del Señor y los apila uno sobre el otro para contarnos más acerca de Él. Ahora, aquí nos vamos a encontrar con una lectura diferente a la que leemos en el texto griego. Voy a basar mis puntos aquí, de acuerdo a las palabras griegas del versículo 4, del texto griego de Nestlé, de su vigésima séptima edición que dicen, «Ἰησοῦ Χριστοῦ τοῦ κυρίου».

  1. Él es Jesús (v. 4, Ἰησοῦ). Este es su nombre humano. El título de su humillación. Es interesante notar que los demonios siempre se referían a él solo con este nombre. Bueno, lo hacían porque querían establecer el hecho de que no era sino un simple hombre. Sin embargo, estaban totalmente equivocados, y lo probó el hecho de haberlos expulsado de este mundo.
  2. Él es Cristo (v. 4, Χριστοῦ). La palabra significa, “Ungido”. Este nombre es su título oficial. Lo representa como “profeta” (cf. Deuteronomio 18:15-19), “sacerdote” (cf. Salmo 110:4) y “rey” (cf. 2 Samuel 7:12-13). En Cristo vemos a aquel que había sido prometido antes de la fundación del mundo. Él es el Mesías, es Salvador del mundo.
  3. Él es Señor (v. 4, κυρίου). Este es tercer título que Pablo declara acerca de Jesús. Este es el título de su exaltación. Esta palabra nos recuerda que él es el vencedor de la muerte y el sepulcro, es el que resucitó de los muertos como vencedor. Por tanto, él debe ser honrado, temido, obedecido y servido. Él es el que está por encima de todo poder y autoridad, él es el Señor, el soberano. Como dijo Pedro, Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo (Hechos 2:36).

C. Es poderoso por su árbol genealógico. Cuando meditamos en este aspecto de la vida de Jesús, nos damos cuenta de su honorabilidad.

  1. Con respecto a su vida humana. Pablo nos dice que Él vino de la línea real de David. Como tal, Jesús está calificado para sentarse en el trono como Rey de los judíos. Él llegó a ser de la familia de David, de la familia real. Jesús es Dios, pero se hizo hombre para poder vivir entre nosotros y morir por nosotros. Caminó como nosotros caminamos, sufrió como nosotros sufrimos, sangró como nosotros sangramos. Por lo tanto, puesto que Él es un hombre y ha vivido como hombre, está más que calificado para ayudarnos en nuestros tiempos difíciles (cf. Hebreos 4:15).
  2. Con respecto a su vida celestial. Mientras que Pablo dice que Jesús era hijo de David, es decir, un hombre, también nos dice que hay pruebas de que Jesús es el Hijo de Dios. Hay 2 pruebas dadas en el versículo 4 que declaran deidad:

               a). Su santidad. El mismo hecho de que Jesús nació sin pecado, que vivió sin pecado y que murió sin pecado, prueban que era celestial en su origen. (cf. 2 Corintios 5:21; Hebreos 4:15; Hebreos 7:26; 1 Pedro 1:19; 1 Pedro 2:22). Jesús vivió su vida como hombre haciendo lo que se espera que hagamos: se rindió totalmente al “Espíritu” de santidad. Todo lo que hizo Jesús, lo hizo como un hombre lleno del Espíritu. Vivió una vida justa por el poder del Espíritu Santo, y nosotros también podemos, si nos sometemos a Dios. ¿Alguna vez estaremos sin pecado en esta carne? ¡Probablemente no! Pero, si nos sometemos al Espíritu como debemos, entonces ciertamente será imposible que vivamos en pecado (cf. 1 Corintios 10:13).

              b). Su resurrección. Así como su santidad probó su origen celestial, también lo hace su resurrección de entre los muertos. ¡La muerte no pudo retener a Jesús! Él era perfectamente santo y solo se sometió a la muerte por nosotros (cf. Juan 10:18). Todos los demás que alguna vez han vivido y muerto se han ido de esta tierra para siempre, ¡pero no Jesús! ¡Él murió y venció a la muerte para que aquellos que lo siguen puedan disfrutar de la vida eterna!

Ahora, antes de continuar, me gustaría dedicar unos minutos más a la dualidad de la naturaleza de Cristo. Mientras Él estuvo aquí en la tierra, hubo ciertos casos en los que Su naturaleza dual estuvo en exhibición. Permítanme compartir tres:

Mateo 17:24-27. En este pasaje, Pedro viene a Jesús porque algunos preguntan si Jesús iba a pagar sus impuestos o no. Ahora bien, nada es más humano que pagar impuestos. Hoy en día, estamos en deuda hasta la muerte. Jesús le responde a Pedro diciéndole que los reyes están exentos de impuestos, pero para no ofender a nadie, Él pagará sus impuestos. Sin embargo, su método de obtener el dinero probó su deidad. Envía a Pedro a ir al lago y echar el anzuelo. Le dice a Pedro que encontrará el dinero del tributo en la boca del pez. ¡Piénselo! Jesús está diciendo: “Ve al lago que yo mismo hice. Sé que una de mis criaturas ha dejado caer una moneda en mi lago. Mi ley de gravedad hizo que se hundiera en mi agua, y uno de mis peces tomó esa moneda en su boca, sin haberla tragado. Cuando eches tu anzuelo, tomarás ese pez, y allí encontrarás el dinero del tributo. ¿Qué probabilidad existe, en encontrar el pescado correcto, con la cantidad del tributo en su boca? ¡Ninguna! Pero, Jesús es más que un hombre, es el Hijo de Dios.

Marcos 4:35-41. Después de uno de los días más duros de su ministerio, Jesús sube a un barco con sus hombres para pasar al otro lado del lago. Cuando se sube a la barca, Jesús parece muy humano. Está literalmente exhausto y se queda dormido en la popa del barco. Mientras Él duerme, una tormenta desciende sobre el pequeño bote. Los discípulos, a pesar de ser barqueros experimentados, están temerosos de la tempestad y temerosos de morir. Despiertan a Jesús y Él se levanta y le habla a la tormenta y le dice: “Paz, quédate quieta”. Cuando lo hace, la tormenta se detiene en obediencia a su Creador. Él es más que un ser humano, es el Hijo de Dios.

Lucas 23:39-43. En este pasaje, Jesús ha sido clavado en la cruz y está haciendo una cosa muy humana; está sangrando y muriendo. Sin embargo, uno de los ladrones que estaban crucificados con Él se vuelve a Jesús y le pide salvación. Jesús hace algo que es divino. Él salva al hombre y le promete un hogar en el paraíso cuando muera.

Si dudamos de que Jesucristo era tanto Dios como hombre al mismo tiempo, entonces estos pasajes deberían aclarar eso para siempre. Probó su identidad y su deidad innumerables veces a lo largo de su vida. Nuestro deber es aprender a tomar la Biblia al pie de la letra y creer lo que dice acerca de nuestro Señor, y confesarlo como el Hijo de Dios.

Es poderoso por su actividad (Romanos 1:5). Pablo quiere compartir un pensamiento más sobre el Señor Jesús antes de continuar. Nos dice que hemos recibido 3 cosas del Señor Jesús. Note la palabra “nosotros” que está implicada en el versículo 5.

  1. Hemos recibido la gracia. La gracia es el amor y el favor inmerecidos del Señor Jesucristo por los pecadores. Por gracia somos salvos (cf. Efesios 2:8-9), guardados y cuidados. Es por gracia que entendemos la promesa de una eternidad con Jesús en el Cielo.
  2. Hemos recibido dones. Pablo dice que hemos recibido el “apostolado”. Es decir, hemos sido dotados para trabajar en el servicio del Señor. Hemos sido reclutados para Su misión (cf. Hechos 1:8). Todos hemos sido enviados para ser testigos de la gloria del Señor.

Me temo que muchos en la iglesia han desarrollado la mentalidad de que testificar es para el personal asalariado de la iglesia. Sin embargo, creo que la Biblia es muy clara cuando nos dice que todo hijo de Dios debe ser un obrero en los campos de cosecha del Señor (cf. Mateo 28:19-20).

ES UN FUNDAMENTO CON UN LLAMADO SOLEMNE (v. 6-7).

En los dos últimos versículos de este pasaje, Pablo dirige su atención a las personas a las que les está escribiendo. Les dice tres grandes cosas que debemos tener en cuenta, porque lo que era cierto para ellos, también lo es para nosotros.

Somos llamados a ser de Jesucristo (v. 6). Pablo les recuerda que comparten con él uno de los mayores honores que jamás se le haya otorgado a una persona. Han recibido el llamado soberano de Dios para ser salvos. El hombre en su estado natural está muerto para Dios y para la voz de Dios (cf. Efesios 2:1). Sin embargo, cuando el evangelio es predicado, entonces se recibe el llamado de Dios (cf. 2 Tesalonicenses 2:14). Ningún hombre puede salvarse cuando y como él quiere, sino sólo cuando el Señor lo llama (cf. Juan 6:44).

Somos llamados a ser hijos (v. 7a). Nótese que Pablo dice que son “amados de Dios”. Ahora bien, es un hecho conocido que Dios ama a todos los hombres, santos y pecadores por igual (cf. Juan 3:16). ¿Qué quiere decir el Apóstol cuando dice que los redimidos son “amados de Dios”? Creo que quiere decir lo mismo que nosotros cuando hablamos de amor. Por la gracia de Dios, es posible amar a todos los hombres, y hasta donde yo sé, lo debemos hacer. Sin embargo, hay personas entre nosotros que están mucho más cerca de nuestro corazón que nadie más. Amamos a todos los hombres, los de casa son “amados” nuestros. ¿Ven la diferencia? Dios ama a todos los hombres, pero los santos tienen un lugar especial en el corazón de Dios que ningún otro pueblo en la tierra puede compartir. Nos ama como a hijos.

Somos llamados a ser santos (v. 7b). Estos cristianos romanos también fueron llamados a ser “santos”. Es decir, fueron llamados a vivir vidas separadas y entregadas al Señor. Debían ser diferentes de los paganos que vivían a su alrededor. Iban a ser luz en un mundo oscuro (cf. Mateo 5:16). Dios todavía tiene la misma expectativa para usted y para mí. Su plan para nuestras vidas es que seamos diferentes a los demás que viven a nuestro alrededor. Él no quiere que sus hijos vivan como el mundo, pero quiere que nosotros vivamos como Él. Por eso nos dice que nos convertimos en nuevas criaturas cuando venimos a Él (cf. 2 Corintios 5:17), quiere que nuestro caminar sea como el suyo a medida que avanzamos por el mundo (cf. 1 Juan 2:6). La palabra “santo” significa “apartado”, apartado para Cristo. Lleva la idea de estar totalmente apartado y dedicado al servicio del Señor. Eso es lo que Dios espera de cada uno de nosotros. Él no salvó nuestras almas para que sirviéramos al mundo o a la carne. Él nos salvó para que pudiéramos ser vasos de honra para Él mientras pasamos por este mundo malvado y maldecido por el pecado. ¿Estamos viviendo como santos?

CONCLUSIÓN.

Cuando Pablo concluye sus comentarios introductorios, termina otorgando una bendición a los romanos (v. 8b). Es una oración para que puedan ser partícipes de la paz y la gracia. Debemos imitar a Pablo sobre esa oración.

No sé dónde está parado en este momento, si con el Señor o lejos de él. Pero, sé que si hay problemas con los que necesita ayuda, esa ayuda se encontrará en el Señor Jesús. Sé que, si está perdido, el Señor tiene el poder de salvar su alma. Sé que, si está fuera de la voluntad del Señor, él le recibirá nuevamente en su comunión y perdonará sus pecados si se arrepiente, los confiesa y se aparta de ellos.

Si hay una necesidad en algún corazón, por favor tráigala al Señor hoy mismo. Si el Señor ha tratado con usted de alguna manera a través de estos versículos, entonces venga ante Él y permite que Él haga su obra en su vida. ¿Hará lo que el Señor le está guiando a hacer ahora mismo?

Una respuesta

  1. jaime moncada 26 de marzo de 2024

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