La palabra de Dios como prioridad.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

La palabra de Dios como prioridad.

(Esdras 7:6-10). Estamos considerando los ingredientes elementales para realizar la obra de Dios. Hemos señalado que estos ingredientes son necesarios, son indispensables para poder agradar a nuestro Dios en todas las obras que efectuamos para su honra y gloria. Debo recordarles que esta serie de sermones no tiene que ver con ciertos ingredientes para tener la “capacidad” o la “habilidad” de realizar la obra de Dios. En esta serie de mensajes estamos dando por hecho de que la obra de Dios se está haciendo. Estamos dando por hecho de que existe el mandamiento, existen los obreros, y la obra se está llevando a cabo. Sin embargo, esta serie de enseñanzas va más allá de las formas. Aunque abordamos las formas con respecto a realizar la obra de Dios, yo quiero hacer énfasis en el fondo. En las prioridades que deben existir antes y durante la ejecución de la obra de Dios.

El domingo pasado estuvimos considerando “la pureza” como “prioridad” antes de realizar la obra de Dios. Aprendimos, a la luz de la Biblia, que todo adorador, todo siervo de Dios, debe estar puro antes de realizar la obra del Señor. Antes de adorar, antes de alabar, antes de predicar, antes de orar, antes de participar en la asamblea, antes de servir a Dios, antes debe estar puro. Pablo dijo, Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Timoteo 2:21). Para ser instrumentos que honren a Dios, santificados, útiles al Señor y habilitados para toda buena obra, debemos estar limpios, debemos estar puros. La pureza es una prioridad para realizar la obra de Dios. Si alguno de nosotros se ha rendido al pecado, y no nos apartamos de él; bien podremos estar haciendo la obra de Dios, orando, cantando, predicando, ofrendando, o en pocas palabras, sirviendo al Señor; “todas nuestras justicias”, todas esas buenas obras que llevamos a cabo para Dios, y que Dios manda, lamentablemente todas son “como trapos de inmundicia” (cfr. Isaías 64:6). Se podrá estar haciendo todos aquellos que Dios mandó, y se podrá estar haciendo con la precisión que Dios mandó, pero si no estamos puros, Dios simple y sencillamente no puede tolerarlo. Dios aborrece las obras que se hacen a Dios de todo corazón, cuando ese corazón no es puro. La pureza es una prioridad para realizar la obra de Dios.

En esta mañana, vamos a considerar otro ingrediente que también debe ser parte de las prioridades que nuestro sistema de valores espiritual debe incluir. Este ingrediente es la Palabra de Dios.

¿POR QUÉ LA PALABRA DE DIOS DEBE SER UNA PRIORIDAD?

Es muy importante que usted mantenga en mente lo que estoy afirmando. Para realizar la obra de Dios, la Palabra de Dios debe ser una prioridad. Pero, ¿por qué? He aquí la respuesta bíblica.

A. Porque el Espíritu Santo obra a través de la Palabra de Dios. Esto significa que el Espíritu Santo lleva a cabo su obra a través de la Palabra de Dios. Por ejemplo, en Juan 15:26, dice, Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Este “testimonio” acerca de Cristo que el Espíritu Santo da, llega a los hombres por medio de la Palabra de Dios. En Juan 5:39, Jesús mismo dijo, Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. ¿Lo ve? El Espíritu Santo da testimonio acerca de Jesús por medio de la Palabra de Dios.

El Espíritu Santo, según Pablo, enseñó a los apóstoles las palabras que ellos debían hablar en la predicación del evangelio. Dice 1 Corintios 2:13, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual”. Esta gloriosa obra de enseñar todo lo necesario para la predicación y obediencia del evangelio, el Espíritu Santo lo ha hecho llegar a todos nosotros por medio de la Palabra de Dios. Dice la segunda carta a Timoteo, capítulo 3, versos 16 y 17, Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. La Escritura es suficiente para que el hombre de Dios esté enteramente preparado para toda buena obra. El Espíritu Santo obra a través de la Palabra de Dios.

En Juan 16:8, hablando de la obra del Espíritu Santo, dice, Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”. Esta obra de convencer de pecado al hombre, lo hace a través de la Palabra de Dios. Así lo dice 2 Timoteo 4:2. Pablo dio este encargo solemne a Timoteo, diciendo, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. El Espíritu Santo redarguye, reprende, convence al hombre de pecado por medio de la Palabra de Dios.

B. Porque la Palabra de Dios comunica lo que el Espíritu Santo dice. Cuando leemos la Palabra de Dios, o cuando la escuchamos mientras alguien la lee, bien podemos decir que estamos oyendo lo que el Espíritu Santo dice. Estamos oyendo lo que Dios dice.

Fíjense bien en lo que dijo el Señor Jesucristo en Mateo 22:31, Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo…”; cuando uno lee la Palabra de Dios, está oyendo lo que “fue dicho por Dios”.

Noten lo que dice Hebreos 10:15-17, Y nos atestigua lo mismo” ¿quién?el Espíritu Santo; porque después de haber dicho…”, nótense que aquí se nos va a citar lo que “el Espíritu Santo” ha “dicho”. ¿Y qué es lo que ha dicho? “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré”. Mis hermanos, esto que “el Espíritu Santo” ha “dicho”, es lo que dice el libro bíblico de Jeremías 31:33-34. En otras palabras, cuando leemos la Palabra de Dios, estamos oyendo lo que el Espíritu Santo ha “dicho”.

Hay muchas personas que se esfuerzan mucho por querer “oír” al Espíritu Santo. Quieren que les hable, quieren que les revele la voluntad de Dios. Hacen “ayunos” y largas oraciones, celebran retiros espirituales de avivamiento, y hasta pagan grandes cantidades de dinero para ser “ministrados” y “guiados” en caros seminarios para poder escuchar al Espíritu Santo, cuando a final de cuentas todo ello se reduce a sesiones cargadas de puro emocionalismo, donde la voz que dicen oír del Espíritu Santo, no son otra cosa que sensaciones producto de las emociones, y hasta supuestos mensajes que no son otra cosa que ideas subjetivas. No, no se dejen engañar por sus emociones, ni por falsos maestros. Si usted quiere escuchar lo que el Espíritu dice, lo puede hacer abriendo su Biblia cada día. La Palabra de Dios comunica lo que el Espíritu Santo dice.

C. Porque a través de ella podemos obrar conforme a la voluntad de Dios. Si hemos entendido que el Espíritu Santo obra y habla por medio de la Palabra de Dios, entonces no podemos realizar la obra de Dios, sin considerar primero lo que dice su Palabra.

Cuando tenemos esto en cuenta, podemos entender por qué Dios quiso que hombres como Esdras y Nehemías estuviesen involucrados en llevar a cabo la obra de la reconstrucción del templo y de Jerusalén. Estos hombres tenían a la Palabra de Dios como una prioridad.

En Esdras 7:6, por ejemplo, dice, este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras”. Mis hermanos, antes de la obra, antes de la misión, antes de que la mano del Señor estuviese sobre Esdras, él era un “escriba diligente en la ley” de Dios. No solo era un “escriba”, sino que era “diligente” en ese oficio. La Palabra de Dios era una prioridad para él. Bien podemos decir que él enseñaba fielmente la Palabra de Dios a los judíos en Babilonia y sin duda alguna estaba bien dispuesto para hacerlo también ahora en Jerusalén. Sin embargo, antes de enseñarla, y antes que todo, era una prioridad para él. En el versículo 10, leemos: Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos”. Vean los pasos que siguió Esdras. Primero, hubo una sana y constante dedicación al estudio de las Escrituras con el fin de practicarlas, y posteriormente puso manos a la obra, enseñándola. Bien podemos decir que el orden indicado en este versículo es significativo para concluir que la Palabra de Dios era una prioridad para Esdras. Él estudió las Escrituras con empeño. Trabajó duro para entender correctamente lo que estaba escrito. En segundo lugar, practicó lo que aprendió. Y, en tercer lugar, después de haber aprendido, entendido y practicado, comenzó a servir, comenzó a instruir a otros. La Palabra de Dios debe ser una prioridad para nosotros antes de realizar la obra de Dios.

¿QUÉ SUCEDE CUANDO DAMOS SU LUGAR A LA PALABRA DE DIOS?

Cuando una persona entiende que por medio de la Palabra de Dios se escucha a Dios, esto produce varias cosas buenas en su vida. ¿Qué sucede cuando damos prioridad a la Palabra de Dios?

A. Produce temor de Dios. Vean ustedes en Esdras 9:4, y otra vez voy a leer de la Biblia de las Américas, porque la Reina Valera contiene un sentido diferente. Dice el texto, Entonces se reunieron conmigo todos los que temblaban ante las palabras del Dios de Israel por causa de la infidelidad de los desterrados, y estuve sentado atónito hasta la ofrenda de la tarde”. Aquí tenemos la respuesta de las personas a la Palabra de Dios. Produjo temor de Dios, produjo reverencia por su palabra.

B. Produce devoción por la voluntad de Dios. La palabra “devoción” es el amor o afición que una persona siente hacia alguien o algo. Es una disposición, y luego, un deseo por conocer más de la voluntad de Dios para vivir por ella. Cuando la palabra de Dios es nuestra prioridad, produce esta afición, esta atracción por conocer más y mejor de la voluntad de Dios para vivir por ella. Vean ustedes en Nehemías 8 la devoción del pueblo. Dice el versículo 1, y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel. El pueblo quería saber más de la voluntad de Dios. Esto sucede cuando la Palabra de Dios es una prioridad en nuestras vidas. El bastante tiempo invertido en la lectura de la Palabra del Señor no es molesto para quien tiene como una prioridad la Palabra de Dios. Dice el versículo 3, Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley”. En lugar de haber molestia o fastidio de escuchar la Palabra de Dios, el pueblo estuvo atento, mostrando un gran interés por ella. Mostrando el valor que representaba para ellos. Esto sucede cuando la Palabra de Dios es una prioridad. Esta devoción por la voluntad de Dios es reiterada en el versículo 5, pues luego que Esdras estuvo en el púlpito, dice, Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento. La palabra de Dios debe ser una prioridad.

C. Produce gozo, alabanza y adoración. Este es otro de los frutos que se producen cuando la Palabra de Dios es una prioridad. Dice el versículo 6, Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! Alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra”. En medio de ese proyecto de restauración por el templo, se le dio prioridad a la Palabra de Dios. Su deseo por la Palabra, su tiempo invertido en la Palabra, su esfuerzo para entenderla y su pasión por obedecerla, son evidencias de que la Palabra de Dios era una prioridad antes de realizar la obra de Dios.

¿ESTAMOS DANDO PRIORIDAD A LA PALABRA DE DIOS?

A. Debemos desearla como el bebé desea su alimento. Dice el apóstol Pedro, en su primera carta, capítulo 2, versículo 2, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis”. Todos conocemos el gran deseo que tienen los bebés por alimentarse, ¿verdad? Al bebé no hay que forzarle, no hay que invitarle a comer. ¡Él desea con todas sus fuerzas el alimento! Así debe ser todo cristiano por la alimentación y la nutrición de la Palabra de Dios.

Sin embargo, aunque vemos muchos cristianos hambrientos y con un gran deseo de alimentarse, espiritualmente hablando, desgraciadamente están buscando alimento en el mundo. Se sienten débiles, infelices, desdichados, miserables, y corren para alimentarse de los engaños de la psicología. Otros buscan alimentarse con el engaño del materialismo, o del feminismo, o del humanismo, o de la astrología y toda clase de filosofías supersticiosas, las cuales no son otra cosa que “fábulas profanas”. En lugar de alimentar sus almas y saciar su hambre con la “leche espiritual no adulterada”, están succionando de los pechos del mundo.

Esto, desde luego, produce cristianos desnutridos, cristianos que no crecen. Mis hermanos, la única fuente para el crecimiento espiritual es la “leche espiritual no adulterada”. No hay otro alimento para crecer. No existe otro. Pero, como han sido convencidos por su propia carne y por la propaganda mundana, los vemos muy débiles y pequeños, espiritualmente hablando, mientras que en el pecado y la carne se ven sumamente hábiles, desvergonzados y fuertes. No crecen en el Señor, sino en el pecado. Allí se sienten grandes, se sienten felices, tranquilos. Se sienten inmensos. Se sienten muy bien. Pero, no se dan cuenta de que todo es un engaño, es el engaño del pecado. Les pasa lo mismo que a Eva allá en Génesis 3:13, que dice, Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. ¿Ven? “me engañó y comí”. Esto mismo van a decir todos aquellos que no tienen a la Palabra de Dios como una prioridad en sus vidas, y en su lugar han buscado alimentar sus almas con los engaños del mundo. Y aunque es una buena explicación, eso no les servirá de nada, así como a Eva no le sirvió para nada.

B. Debemos deleitarnos en la Palabra de Dios. El Salmista dijo, “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1:1-2). La manera de evitar el consejo y el camino de los pecadores, es por deleitarnos en la Palabra de Dios, meditando en ella de día y de noche. Pero si para usted no es una prioridad, no nos extraña que ande en el camino de los malos, siguiendo sus perversos consejos.

C. Debemos examinarla con sumo interés. En Hechos 17:11, dice, Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”. La receptividad, la nobleza de los hermanos en Berea es ejemplar para nosotros. Ellos eran nobles a la Palabra, ellos tenían su “mente abierta” a las Escrituras, de tal suerte que, con un gran interés, la estudiaban cada día. Esto es darle prioridad a la Palabra de Dios. ¿Lo hace usted así?

CONCLUSIÓN.

Hermanos, existen ingredientes elementales para realizar la obra de Dios. Estos elementos deben ser una prioridad en nuestras vidas, antes y durante nuestro servicio a Dios. Hemos aprendido que debemos tener como prioridad en nuestras vidas la pureza y la Palabra de Dios. Hoy, hemos aprendido por qué la Palabra de Dios debe ser una prioridad. Hemos aprendido sobre lo que sucede cuando damos el lugar adecuado a la Palabra de Dios en nuestras vidas, y sobre los efectos terribles si no estamos dando la prioridad debida a la Palabra de Dios. El apóstol Juan dijo, Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca” (Apocalipsis 1:3). Sí, hermanos, el tiempo está cerca. Demos prioridad a la Palabra de Dios antes y durante nuestro servicio a Dios.

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