Una mujer llamada María.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

Una mujer llamada María.

(Lucas 8:1-3). Aquellos que seguían a nuestro Señor Jesucristo siempre fue un grupo inconstante. Durante el curso de su ministerio terrenal, fue seguido por grandes multitudes (cfr. Juan 6:10), y en otras ocasiones, fue seguido por unos pocos fieles (cfr. Juan 6:66). Pero, cuando el curso del ministerio de Cristo se hizo claro, incluso sus propios discípulos fueron culpables de alejarse de Él cuando la presión se volvió demasiado grande. Se nos dice que en la noche en que fue arrestado, “todos lo abandonaron y huyeron” (Marcos 14:50).

Después de que Jesús es arrestado, solo dos de sus discípulos lo siguieron a la casa del Sumo Sacerdote. Estos eran Juan y Pedro. Sin embargo, de Pedro se nos dice que lo seguía “de lejos” (Mateo 25:58). Y, de hecho, esa misma noche, fue el mismo Pedro quien le negó tres veces. Cuando Jesús llega al calvario para ser crucificado, únicamente uno de sus discípulos estuvo cerca, es decir, el apóstol Juan (Juan 19:26).

Después de que Jesús muere en la cruz, su cuerpo es removido y llevado a la tumba de un hombre llamado José de Arimatea (Juan 19:38-42). A medida que cayó la oscuridad en ese día, todos los discípulos del Señor se escondieron por temor a los judíos. Cuando Jesús murió en la cruz y fue sepultado, ni uno de los hombres a los que había llamado estuvo con Él.

Aunque el número de seguidores del Señor fluctuó de miles a un puñado, había un grupo que parecía estar siempre con Él. Nuestro pasaje menciona un dedicado grupo de mujeres que siguieron el ministerio del Señor Jesús. Estas mujeres le ofrecieron apoyo económico y absoluta devoción. De hecho, una de estas mujeres, María Magdalena, parecía haberlo seguido a todas partes. Ella estuvo con Él durante su ministerio. Ella también lloró a sus pies cuando Él murió en el Calvario. Ella siguió su cuerpo hasta la sepultura y se sentó afuera de su tumba después de que fue sepultado. Ella también fue una de las primeras en regresar a la tumba después del sábado. Y ella fue la primera a quien Él se apareció cuando resucitó de entre los muertos.

Mientras otros abandonaron al Señor, ella permaneció fiel a Él. Cuando otros se escaparon, ¡ella se quedó! ¿Qué provocó este tipo de devoción en la vida de María? ¡Creo que la Biblia tiene la respuesta a esa pregunta! Hoy, quiero mirar la vida de esta mujer. Quiero saber qué le sucedió a ella para que amara tanto a Jesús. ¡Quiero ver si puedo conseguir un poco de lo que tenía! Creo que hay una enseñanza espiritual aquí para cada persona que me escucha. Miremos la Palabra de Dios mientras tenemos en mente el tema: “UNA MUJER LLAMADA MARÍA”. Pienso que su vida tiene algo que decirnos a todos nosotros acerca de la devoción humilde y consagrada a Dios.

ESTA FUE UNA MUJER DESESPERADA.

Estaba sufriendo una horrenda condición. Se nos dice que María estaba poseída, nada más y nada menos que por “siete demonios”. ¡La vida de María fue un terrible infierno! Los demonios que la controlaban la hacían verse en un estado continuo de locura. Al verla, usted veía a una mujer sucia, apestosa, lastimada y totalmente fuera de sí. Su aspecto cadavérico y sucio debió haber sido algo impresionante. No había manera de sentir algo por ella, sea que fuese miedo, o sea que fuese lástima. ¡Era una vida horrible!

Estaba sufriendo sin esperanza. En ese estado perdido, controlada como estaba por los demonios, no tenía esperanza de salvación. Habría sido aislada del Templo judío. Habría sido privada de toda ayuda de una sociedad decente y religiosa. No tenía nada que esperar más que una vida de pecado y locura, seguida de una eternidad en el infierno. ¡Estaba viviendo una vida sin esperanza!

Estaba sufriendo una condición de impotencia. Ya que estaba bajo el control de espíritus demoníacos, no podía cambiar su vida. Estaba atrapada y totalmente indefensa en su situación de esclavitud y perdición.

En todo esto, María Magdalena es una imagen perfecta de cada persona perdida en el mundo de hoy. Si bien la mayoría de las personas perdidas pueden no estar poseídas por demonios, ¡todavía están cautivas en sus pecados y son impotentes para cambiar su condición! Esta es la clara enseñanza del Nuevo Testamento, Efesios 2:1-3, 12. Creo que estaría usted de acuerdo conmigo en que nada podría ser más horrible que estar atrapado en una situación sin salida; sin embargo, millones en nuestro mundo están en esa situación. ¡Viven vidas horribles, sin esperanza en su futuro más que el fuego del Infierno! ¡Qué triste condición es esa!

ESTA FUE UNA MUJER CONSAGRADA.

La Biblia no nos informa de las circunstancias que rodearon la liberación y la conversión de María. Sin embargo, algunos piensan que ella es la mujer mencionada en Lucas 7:36-50. ¡Puede ser! Independientemente, no había razón alguna para que Jesús se acercara a una mujer como esta. Seguramente había mujeres respetables y decentes que necesitaban al Señor. Pero, el hecho de que Jesús alcanzara la oscuridad de esta mujer y la llevara a su maravillosa luz, puede atribuirse a nada más que a su asombrosa gracia. De hecho, si no hubiera sido así, habría muerto y terminado en el infierno. Jesús, sin embargo, no se contentó con dejar que eso sucediera y le extendió su amor, misericordia y gracia a María, y salvó su alma (cfr. Efesios 2:4-5).

Ella experimentó el poder del Señor. Cuando Jesús se acercó a esta mujer y la liberó, ella experimentó el poder de Dios. ¡Ella se liberó instantáneamente de lo que la tenía atada y fue liberada! ¡Ese es el poder que posee Jesús! Cuando entra en una vida, hace cambios instantáneos y profundos. Estos cambios dan como resultado que el pecador se convierta en una nueva criatura (2 Corintios 5:17; 1 Pedro 1:23). Estos cambios dan como resultado el ser liberados de toda atadura (Romanos 6:6-7). Dan como resultado la libertad absoluta (Apocalipsis 5:9). Somos “redimidos”, como aquellos esclavos que son liberados cuando se paga el precio de su rescate. Sin Cristo, somos esclavos del pecado, pero en Cristo, hemos sido rescatados, liberados, comprados para ser libres. Mis hermanos y amigos, eso es lo que la sangre de Jesús hace con nuestras almas. Nos libra, habiendo pagado el rescate de nuestra liberación. Somos libres en Cristo.

Ella experimentó la paz del Señor. Piensen en la confusión que debe haber llenado el corazón y la mente de esta pobre mujer. Viviendo con siete demonios diariamente, todos hablando con ella, cada uno tratando de controlarla y haciendo que se haga daño. Sin embargo, cuando Jesús la tocó y la salvó, la agitación en su alma se calmó para siempre, ¡ahora solo una voz estaba hablando dentro de su corazón! ¡Jesús tomó el dolor y la agitación que la aquejaban y calmó la tormenta dentro de su corazón!

Mis hermanos y amigos, Él todavía está haciendo exactamente eso. Yo todavía recuerdo la confusión y la inquietud que dañaba mi propio corazón antes de conocer al Señor. Pero, también recuerdo cuando subió al barco de mi vida y calmó la tormenta que había en mi corazón. Eso es lo que él hace por aquellos que vienen a él por fe y hacen su voluntad (Juan 14:27, La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo). En pocas palabras, Él cambia absolutamente todo, y si se lo permitimos, él nos fortalece ante cualquier circunstancia contraria a su voluntad. ¿Ha hecho eso por usted? ¿Todavía hay confusión y duda dentro de su corazón? Necesita venir a él, y permitir que guíe su vida. Si lo hace, él cambiará todo, absolutamente todo en usted.

ESTA FUE UNA MUJER DEDICADA.

Después de conocer al Maestro, ¡ella no quiere separarse de Él! Observe cómo se muestra su devoción al Señor Jesús en los Evangelios.

Su devoción se ve en sus finanzas (v. 3). Parecería que ella estaba entre esas mujeres que ayudaron a sostener financieramente el ministerio de Jesús. Cuando el Señor la alcanzó, ¡ella no dejó sus bienes fuera del asunto! Esto mismo también es verdad para nosotros, pues, la obra que llevamos a cabo para el Señor como iglesia, incluye la participación de nuestros bienes (2 Corintios 9:7).

Su devoción se ve en su seguimiento. Casi en todas partes donde uno ve a Jesús en los evangelios, encuentra que María Magdalena estaba con él. Ella lo siguió mientras Él ministraba. Ella lo siguió hasta el Calvario y lo vio morir (Juan 19:25). Incluso siguió su cuerpo hasta la tumba y permaneció allí (Mateo 27:55-61). En otras palabras, ¡llegó tan lejos como era humanamente posible! Ella lo siguió hasta el final. Mis hermanos y amigos, eso es lo que el Señor desea en cuanto a nosotros. Él quiere ser nuestra prioridad (Mateo 6:33). Él quiere que lo sigamos con una sola mente y con determinación (Mateo 16:24). Además, él quiere que seamos verdaderos seguidores. Con María, no se trataba de conveniencia, ni tampoco de tener una vida cómoda o gozar de buenos negocios. Para ella, todo se trataba de gratitud y amor. Ella lo amaba por lo que había hecho por ella, y por eso quería estar con él dondequiera que él fuera. ¿Tenemos esa misma gratitud en nuestro corazón? Él está buscando esa clase de seguidores.

Su devoción se ve en su fidelidad. Cuando todos los demás se habían ido, ¡María Magdalena todavía estaba allí! Cuando la mujer y los discípulos llegaron al cementerio y encontraron la tumba de Jesús vacía, todos se fueron excepto María. Ella se quedó atrás y fue recompensada al tener el primer encuentro con Jesús resucitado (Juan 20:11-18). ¡Ella fue fiel a Él, incluso cuando otros se alejaron! ¿Por qué tenía este nivel de devoción dentro de su corazón? Obviamente, fue por todo lo que Él había hecho por ella cuando la salvó. ¡Ella lo amaba tanto por todo lo que había hecho que simplemente tenía que estar cerca de Él! ¡Quiera Dios que tuviéramos el mismo sentir latiendo dentro de nuestros corazones hoy! Después de todo, ¡Él ha hecho tanto por nosotros como lo hizo por ella! Tomemos un momento para revisar qué y dónde estábamos cuando nos encontró y nos salvó. ¡Pensemos en todo lo que tenemos como hijos suyos! Pensemos en lo que Él ha prometido para el futuro. ¡Oh, tenemos razones para amarlo, servirlo y seguirlo con devoción pura y desinteresada! ¡Solo tenemos que empezar a hacerlo!

CONCLUSIÓN.

¿En dónde se encuentra esta mañana? Realmente, he predicado sobre los tres lugares posibles en los que cualquiera de nosotros podría estar hoy. ¿Está usted perdido en el pecado? Si es así, hay un Salvador que le ama y le salvará si viene a Él arrepentido de sus pecados para ser bautizado en agua comenzar así una vida nueva.  ¿Es usted salvo, pero no lo sigue completamente como Él desea? Él puede ayudarle a dar ese paso final de devoción. ¿Y qué hay de aquellos que lo están siguiendo con todo su corazón? Si es así, ¡no se rinda! Sigamos junto a él y seamos agradecidos por lo que ha hecho por nosotros, pidiendo siempre que nos ayude durante el resto de nuestro viaje.

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