¿Sabe usted lo que es el pecado?

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

¿Sabe usted lo que es el pecado?

Introducción. ¿Sabe usted lo que es el pecado? Creo que entre las muchas cosas importantes que debemos entender en la vida, tiene que ver también con respecto a lo que es el pecado. Claro, usted se preguntará, ¿por qué es tan importante saber lo que es el pecado?

Bueno, debemos saber lo que es el pecado, precisamente por sus consecuencias.

  • Isaías 59: 1-2, “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”.

Aquí vemos que el pecado provoca dos cosas: Nos separa de Dios. Y hace que él oculte su rostro de nosotros, negándose a escuchar nuestras súplicas.

  • Juan 8:21, Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir”.

El pecado impide que podamos estar con Cristo. Mis hermanos y amigos, llegará un día cuando desearemos con toda el alma estar con Cristo, pero por causa del pecado, ese ardiente deseo será imposible.

  • 1 Corintios 5:5, “el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”.

Este texto ha recibido una variedad de interpretaciones, y yo no pretendo presentar una nueva. Solamente quiero que noten que, algunas de las consecuencias del pecado son evidentes. Pablo dice, “para destrucción de la carne”, y si entendemos estas palabras en un sentido literal, es fácil para nosotros ver que el pecado, ha provocado terribles y dramáticos estragos en nuestro cuerpo. Desde el jardín del Edén, el hombre ha comido con dolor todos los días de su vida, siendo el sudor de su rostro uno de los costos para alimentarse; y al final, terminar volviendo al polvo, como dijo el Señor, “pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19). En otras palabras, el pecado ha provocado la destrucción de nuestra carne, por causa de los cual envejecemos y morimos.

  • Romanos 3:23, “la paga del pecado es muerte”.

La consecuencia final del pecado es la muerte espiritual, que es la separación eterna de la presencia de Dios. Entonces:

1) El pecado nos separa de Dios.
2) Dios esconde Su rostro de nosotros.
3) Dios se niega a escucharnos.
4) No podemos estar con Cristo.
5) Envejecemos y morimos.
6) Estamos eternamente perdidos y nuestras almas pasarán la eternidad en los Fuegos del Infierno.

Por tanto, mi objetivo en esta lección, es que usted conozca lo que es el pecado, para que pueda evitarlo y no sufrir las terribles consecuencias que golpean nuestra vida cuando le permitimos anidar en nuestro corazón.

EL PECADO ES UNA VIOLACIÓN DE LA CONCIENCIA.

En Romanos 14:23, dice: “Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”.

Cuando este texto usa la palabra “fe”, hace referencia a nuestra fe, a nuestra confianza, a estar persuadidos o convencidos de que lo que hacemos es lícito. Por lo tanto, cuando hacemos aquello que creemos que es ilícito, lo que estamos haciendo es pecar, violando nuestra conciencia. Nuestra conciencia nos dice que tal o cual cosa es pecado, y aun así lo hacemos. Actuar en tales circunstancias es pecado.

También vemos que nuestras acciones no deben basarse en lo que “piensa la multitud” o “lo que hacen los demás”. Para no violar nuestra conciencia, debemos nosotros estar plenamente convencidos de que está bien o es lícito aquello que hacemos, lo cual es aprobado o no por nuestra “conciencia”. Hay que oír la voz de la conciencia, pues, si nos dice que algo no es correcto, o lícito, es mejor detenernos y dejar de ir en contra de su advertencia.

Ahora bien, cuando hablamos de la “conciencia”, debemos tener mucho cuidado, pues la “conciencia” puede estar “mal educada”. Cuando la conciencia está mal educada, nos puede decir que algo es incorrecto, cuando realmente no lo es. O bien, nos puede decir que algo es correcto, cuando no lo es. Considere los siguientes ejemplos:

Pablo persiguió a los cristianos con limpia conciencia.

  • Hechos 23:1, “Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy.

Todo lo que Pablo hacía, tanto en el presente, como en el pasado, todo lo ha estado haciendo con “limpia conciencia”. En el pasado él persiguió a los cristianos, y lo hizo con “limpia conciencia”, pero estaba bien equivocado, no estaba haciendo lo correcto. Pero, ¿por qué Pablo estaba haciendo algo incorrecto con limpia conciencia? Porque él creía que ese era su “deber”.

  • Hechos 26:9-11, Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras”.

Entonces, aunque Pablo creía estar haciendo lo correcto, en realidad estaba haciendo algo incorrecto, algo pecaminoso. Incluso, todo eso le avergonzaba. En 1 Corintios 15:9, dijo, “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Él entendió que, si era apóstol, no lo era por sus obras, sino por la pura gracia de Dios (v. 10).

Por eso, mis hermanos y amigos, debemos siempre procurar que la voz de nuestra conciencia haga armonía con la voz de la Palabra de Dios. Si lo que dice nuestra conciencia no está de acuerdo con la Palabra de Dios, debemos dejar de oír lo que la conciencia dice en semejante caso, y escuchar y obedecer lo que dice la Palabra de Dios.

La conciencia, entonces, no es una guía infalible.

  • Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios” (Juan 16:2).

Aquellos que rechazaron y dieron muerte a muchos cristianos, obraron con limpia conciencia, pensando que estaban sirviendo a Dios en el proceso. Sin embargo, la verdad es que no estaban sirviendo a Dios, aunque lo estaban haciendo con limpia conciencia. Fue por eso que el Señor mismo dijo a Pablo, “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 26:14). El Señor no aprobó a Pablo por su persecución en contra de los hermanos. Más bien, lo detuvo, lo confrontó, aunque lo haya estado haciendo con limpia conciencia. Mis hermanos, necesitamos asegurarnos de que nuestra conciencia esté en concordancia con la voluntad de Dios.

La conciencia se puede cauterizar. 

  • por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4:2)

Estas personas se apartaron de la fe, dejándose llevar por mentiras y falsas doctrinas, hasta el punto de que su propia conciencia quedó cauterizada. Su conciencia ya no era nada confiable, pues se volvió indiferente hacia el pecado.

  • Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza” (Efesios 4:17-19)

Cuando la persona sigue y sigue en su pecado, la conciencia pierde toda sensibilidad, llegando al punto de creer que lo que estamos haciendo está bien, cuando según la palabra de Dios no está bien. No es correcto. Esto sucede por violar la conciencia.

Así que, si usted tiene alguna duda sobre cualquier asunto en su vida, es mejor que se detenga y no lo haga. En lugar de vivir por la duda, es mejor obedecer la voluntad de Dios.

  • “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10:22)

EL PECADO ES SABER HACER EL BIEN, Y NO HACERLO.

En Santiago 4:17, dice: y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. Este versículo enfatiza el hecho de que el pecado no solo es hacer algo malo, también es negarse a hacer el bien que uno sabe que debe hacer. Esto es lo que se conoce como “pecados de omisión”.

No solo debemos ser inocentes de hacer el mal, debemos ser seguidores y hacedores del bien. Gálatas 6:10, dice, Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.

Algunos ejemplos de los que hacen el bien.

  • El buen samaritano era un hacedor de bien (Lucas 10:30-37).
  • “cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38). Jesús anduvo haciendo el bien.
  • El bien o el mal que hacemos, será tomado en cuenta en el día final: No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:28-29). Por tanto, no hacer lo bueno, es pecado.
  • Aquellos que buscan gloria, honra e inmortalidad, recibirán vida eterna por el bien que procuran hacer: “el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad” (Romanos 2:6-7).

Sin embargo, ¿con qué frecuencia escuchamos decir?

  1. “Sé lo que es correcto, pero…”
  2. “Sé que debería estar haciendo esto, pero…”
  3. “Sé que lo que estoy haciendo está mal, pero…”

Se engañan creyendo que el “pero” les justificará. Necesitamos tener presente las palabras del Señor en Lucas 12:47-48, Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”.

Aquellos de nosotros que conocemos la voluntad de Dios y nos negamos a someternos a ella en obediencia seremos “azotados con muchos azotes”. Dios espera más de aquellos que saben, de aquellos que conocen su voluntad.

EL PECADO ES UNA VIOLACIÓN DE LA LEY DE DIOS.

Dice 1 Juan 3:4, Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”. Cuando pecamos, estamos quebrantando la norma de conducta que Dios ha establecido para cada ser humano. Hoy en día tenemos un supremo legislador, como dice Santiago 4:12, en la Nueva Versión Internacional, No hay más que un solo legislador y juez, aquel que puede salvar y destruir”. Pablo también dijo, “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2). Por tanto, cuando no vivimos conforme a la palabra del Señor, conforme a su doctrina, conforme a su voluntad, violamos su palabra, y así, pecamos.

Rechazar las palabras del Señor, es algo sumamente grave. Jesús dijo, en Juan 12:48-50, El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho”.

Jesús recibió su ley de parte de Dios Padre y la habló a los de la tierra. Y esta ley que nos ha sido registrada por inspiración es la que se utilizará para juzgarnos en el último día.

1 Juan 3:4 enseña que el pecado es un rechazo personal a ser gobernado por Dios. Jesucristo no solo es nuestro legislador, también es nuestro rey, nuestro gobernador. Pablo enseñó a los efesios que Jesucristo estaba sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” (Efesios 1:21-22).

Cuando nos negamos a estar sujetos a nuestro Rey, nos negamos a ser gobernados por Dios. A esto se le llama rebelión. El rey Saúl aprendió esto de la manera más difícil en los tiempos del Antiguo Testamento, cuando permitió que la gente se quedara con parte del ganado y el botín de la destrucción de los amalecitas. Cuando Samuel confrontó a Saúl sobre esto, dijo: “Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey” (1 Samuel 15:23). Cuando de manera obstinada y rebelde desobedecemos a Dios, desechamos su palabra, y no podemos esperar sino un castigo semejante a nuestra rebelión.

EL PECADO ES NO CUMPLIR LOS MANDAMIENTOS DE DIOS.

Dice 1 Juan 5:17, que Toda injusticia es pecado”. Por tanto, todo lo que no es justo es pecado. El mismo apóstol dijo, “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios” (1 Juan 3:10).

CONCLUSIÓN.

Usted, de quién quiere ser “hijo”, ¿de Dios o del diablo? Bueno, ahora sabemos lo que es el pecado:

  1. El pecado es violar nuestra conciencia en aquello que es conforme a la voluntad de Dios.
  2. El pecado es saber hacer el bien, y no hacerlo.
  3. El pecado es una violación de la ley de Dios.
  4. El pecado es no cumplir con los mandamientos de Dios.

¿Es usted hijo de Dios o hijo del diablo? Si sabemos lo que es el pecado, y aun así estamos viviendo en él, no podemos esperar, de parte de Dios, un trato de “hijos”, ¿verdad? Por tanto, si usted no ha recibido el perdón de sus pecados, le invitamos a que hoy acepte el llamamiento que el Señor hace a través de su evangelio (Plan de salvación).

Si usted ya es cristiano, y sigue viviendo en pecado, le exhortamos a que se arrepienta, y abandone el pecado antes que sea tarde, y pierda la salvación de su alma.

Deja una respueta