El siervo y el egoísta

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

El siervo y el egoísta

1 Reyes 18:1-16. Después de un período de tres años de estar oculto a la vista del público, primero en el arroyo de Querit y luego en Sarepta, Elías vuelve a ser el centro de atención. Cuando apareció por primera vez ante el trono del rey Acab y anunció la sequía, era un hombre de fe. Sin embargo, al pasar por las pruebas del arroyo seco, el barril de harina vacío y el hijo muerto, Elías se transformó en un hombre de Dios.

Ahora es un hombre totalmente dedicado al Señor Dios. Cuando vuelve a entrar en el ojo público, el primer encuentro de Elías es con un compañero creyente llamado Abdías. Si bien ambos son creyentes, ¡el contraste entre estos hombres es sorprendente! Se ve a Elías como un siervo fiel de Dios, mientras que a Abdías se lo representa como un mero asalariado, es decir, uno que habla de Dios de labios para afuera, pero con su vida niega al Dios al que dice servir.

Lamentablemente, hay muchas personas como Abdías en las iglesias modernas. Personas que hablan de ser salvos, de amar al Señor, pero por las vidas que llevan, niegan al Señor, niegan su poder y niegan su presencia. Desde luego, esto no debe sorprendernos, pues Pablo ya había advertido acerca de esto en 2 Timoteo 3:5, cuando dijo que, en los postreros días, habrá hombres “que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. Sin embargo, esto no tiene por qué seguir siendo así.

Por eso, me gustaría que consideremos este encuentro entre Elías y Abdías. En este pasaje, conoceremos a un asalariado y a un siervo de Dios. La idea es que nos encontremos a nosotros mismos en esta historia.

Me gustaría que escucháramos este encuentro entre Elías y Abdías. En este pasaje, conoceremos a un asalariado y un sirviente. De hecho, incluso podemos encontrarnos con nosotros mismos esta mañana. Si descubrimos que somos más como Abdías que como Elías, que Dios nos dé la gracia para cambiar hoy. Fijémonos en el asalariado y el sirviente.

EL SERVICIO DE ELÍAS.

Dice 1 Reyes 18:1-2, “Pasados muchos días, vino palabra de Jehová a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra. Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. Y el hambre era grave en Samaria”

Elías está al servicio de Dios. Después de todo este tiempo, Elías todavía está sirviendo al Señor. Todas las pruebas y dificultades que ha tenido que soportar no han embotado su sentido de servicio al Dios Todopoderoso. No le han hecho sentir que Dios le ha defraudado. ¡Todo lo contrario! Elías ha sido perfeccionado por sus aflicciones hasta convertirse en un instrumento de poder y habilidad. Todavía está sirviendo a Dios y está más que listo para la tarea que tiene por delante. ¡Este es un hombre comprometido a servir a Dios con todo su ser!

Mis hermanos, creo que ha estas alturas ya hemos entendido que Dios permite dificultades y aflicciones en la vida para ayudarnos a crecer y hacernos más a su imagen. Por supuesto, ante las dificultades de la vida podemos responder de una manera correcta o incorrecta. Podemos permitir que dichas dificultades nos acerquen más a Dios, o podemos permitir que dichos tiempos difíciles nos alejen más de Dios. ¿Qué haremos? Seamos como Elías. Él caminó el valle oscuro y llegó al otro lado alabando el nombre de Dios, dispuesto a seguir en su servicio.

Algunas personas solo necesitan decidir en su corazón a quién van a servir. Lamentablemente, muchos viven consigo mismos más que con el Señor. Por eso es importante preguntarse, ¿quién es el Señor de su vida? ¿Puede responder honestamente? ¿Es Dios quien tiene el control, o es usted? ¿Es usted el que finalmente, toma las decisiones en su vida, sin tomar en cuneta a Dios? ¿Usted decir qué hacer, qué sentir y qué dirección tomar, haciendo a un lado la voluntad de Dios? Entonces, ¿a quién sirve usted? ¿Quién es su Señor?

El mandamiento de Dios. ¿Cuál es el mandamiento de Dios para Elías? Según el texto que hemos leído, Dios le manda a Elías que salga de su escondite y se presente ante el rey Acab. Para Elías, este pudo haber sido uno de los mandamientos más difíciles que los anteriores, después de todo, ¡la nación de Israel ha estado en una sequía por más de tres años! ¡Miles han muerto como resultado de eso! El hambre ha sido implacable, la pobreza está por todas partes, la gente está muy, pero muy enojada con Elías, siendo el hombre que Dios usó para anunciar tan terrible juicio. El llamado a “esconderse” llegó cuando Elías no tenía problemas en mostrarse públicamente. Pero, el mandamiento de mostrarse llegó cuando existían muchas y grandes razones para no hacerlo. Dados los efectos de su ministerio, con la sequía, las muertes y el enojo de todos, ¿quién querría mostrar la cara? Lo más seguro sería quedarse escondido por más tiempo. Sin embargo, el mandamiento de Dios es mostrarse ahora mismo.

Aunque ya lo he dicho en anteriores mensajes, vale la pena repetirlo esta mañana, hay momentos en lo que los mandamientos de Dios simplemente no tienen sentido desde nuestra perspectiva humana (cfr. Isaías 55:8-9). Si estuviésemos en la posición de entender a Dios, él no sería Dios. He aprendido a lo largo de los años que, cuando no se puede entender lo que Dios está haciendo, lo mejor es seguir confiando en él. Él sabe lo que hace. Él está trabajando, no hay que estorbar su obra en nuestras vidas por nuestra incomodidad, o nuestra incredulidad, o nuestra falta de comprensión. Dejemos que él siga trabajando.

El consuelo para Elías. Puede que Elías no conozca todos los detalles, pero se le recuerda que Dios todavía tiene el control. Dios le promete a Elías que, si se presenta ante Acaba, volverá a llover. Básicamente, Dios está diciendo a Elías: “Las cosas van a salir bien”.

Una vez más, diré que no siempre sabemos lo que Dios está haciendo. Sin embargo, cuando Dios da un mandato, él está listo con todas las provisiones necesarias para asegurarse de que usted pueda cumplirlo. Los mandamientos de Dios siempre son acompañados de las provisiones que sean necesarias. Independientemente de cuán grande o imposible pueda parecer la tarea, Dios siempre está allí y está listo con su promesa de victoria y provisión.

Donde Dios lleva, siempre promete su provisión y su presencia. No nos dejará ahí afuera solos. Dios acompañó a Abraham, Dios acompañó a Moisés, y también acompañó a sus apóstoles.

El cumplimiento. La respuesta de Elías revela su corazón por Dios. No necesitaba todos los detalles. Solo necesitaba que Dios le diera una orden y estaba listo para obedecerla. La obediencia de Elías establece un estándar que todos los hijos de Dios deben esforzarse por alcanzar. Él está entregado a servir a Dios. Cuando Dios habló, él se movió. ¡Qué lección para nosotros! El llamado de Dios es suficiente para impulsar al profeta a actuar.

Mis hermanos, la manera que revela nuestro amor por Dios es nuestra obediencia a él. Podemos decir cualquier cosa que queramos decir, pero demostramos que amamos a Dios cuando obedecemos alegremente los mandamientos que él nos da. Dice Juan 14:15, “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. De hecho, la obediencia a los mandamientos de Dios lleva consigo una promesa especial para quien obedece. Dice Juan 14:21, “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. Sus acciones revelan lo que hay en su corazón. ¿Ama usted a Dios, con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas?

Elías era un hombre totalmente rendido a Dios. Cuando vino el mandato de Dios, respondió por fe. Cuando no entendió, simplemente obedeció. Esta es la clase de corazón y actitud que Dios busca. Esta es la clase de vida que Dios pide y bendecirá.

Una vez que hemos considerado el servicio de Elías, ahora consideremos…

EL SERVICIO SECRETO DE ABDÍAS.

Dicen los versos 3 al 6 de 1 Reyes 18, “Y Acab llamó a Abdías su mayordomo. Abdías era en gran manera temeroso de Jehová. Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua. Dijo, pues, Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si acaso hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias. Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino, y Abdías fue separadamente por otro”.

En estos versículos se nos presenta a un hombre llamado Abdías. Él es un hombre de grandes contradicciones. Por un lado, la Biblia nos dice que “Abdías era en gran manera temeroso de Jehová” (v. 3). Pero, por otro lado, lo encontramos desafiando a Dios y su profeta. Es un hombre que no puede ser totalmente exonerado, ni puede ser totalmente condenado. Es una mezcla de bien y mal. Es un claro ejemplo de quien es egoísta y egocéntrico. Él puede enseñarnos mucho sobre cómo no debemos ser. Hay ejemplos negativos que pueden resultar en poderosas enseñanzas.

¿Quién es el Señor de Abdías? Ya hemos visto que Elías es un siervo del Señor, pero Abdías, por su parte, está vendido al rey Acab. El versículo 1, al principio dice, “Y Acab llamó a Abdías su mayordomo”. Antes del “temor” de Abdías, está la soberanía a la que sirve. Este verso nos dice que Abdías es “mayordomo” en la casa de Acab. Esto significa que Abdías era el hombre que dirigía las cosas en el palacio. Algunos historiadores creen que Abdías era el brazo derecho de Acab. Si esto es verdad, entonces Abdías ocupaba un alto cargo en la corte de Israel. Vean lo que le dice Elías en el versículo 8, “Y él respondió: Yo soy; ve, di a tu amo: Aquí está Elías”. Mientras que Elías es un siervo de Dios, Abdías se identifica como un siervo de Acab.

Recuerde, Abdías es el creyente que vive una vida de compromiso con el mundo. Es alguien que conoce al Señor, pero debido al poder, la prosperidad o la posición social, ha elegido mantener su fe en secreto. ¡Se ha vendido para beneficio personal!

Mis hermanos y amigos, si esta mañana le quitaran toda la pretensión y toda la fachada, ¿puede decir honestamente que Jesús es su Señor? Tal vez se pregunte cómo puede saber tal cosa. La respuesta está en cómo vive su vida:

  • ¿La voluntad de quién es más importante para usted, la de Dios o la suya?
  • ¿Es más importante para usted agradar a Dios o a si mismo?
  • ¿Puede decir honestamente que constantemente coloca a Dios antes que todo y todos en su vida?
  • Cuando toma una decisión, ¿consulta con Dios en oración y busca en su Palabra una respuesta, o basa sus decisiones en lo que quiere?
  • ¿Cuál es su primera consideración en cualquier asunto, sus deseos o la clara Palabra de Dios?
  • ¿Dónde están sus prioridades? ¿Los deportes vienen antes de la iglesia? ¿Viene la televisión antes que la oración y el estudio de la Biblia? ¿Su deseo de descanso y recreación supera su deseo de adoración?
  • ¿Quién recibe lo primero de su dinero?
  • ¿Quién obtiene lo mejor de su tiempo y talentos?
  • ¿Quién es el principal al que quieres complacer?
  • ¿Quién ocupa realmente el trono en su vida? ¿Dios? ¿Usted? ¿El trabajo? ¿La familia? ¿Algunas cosas?
  • Entonces, ¿quién es su Señor?

Estas son preguntas difíciles, pero si se responden con honestidad, ¡revelarán quién es el Señor de nuestras vidas!

Los secretos de Abdías. Dice el verso 4, “Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua”. Abdías ocupa un alto cargo en la corte de Acab. Está en una posición que requiere confianza y fidelidad, pero Abdías tiene secretos. En realidad, son dos secretos que, si Acab los hubiera sabido, habrían significado la muerte para Abdías. Averigüemos cuáles son esos secretos.

  1. Su devoción. La Biblia nos dice que Abdías es un creyente en lo secreto. Ahora cree en Dios y teme a Jehová, pero no se lo va a decir a nadie. Después de todo, Jezabel participa activamente en la eliminación de los profetas de Dios (v. 4). Si se pusiera de pie y declarara su fe en Dios, lo matarían en el acto. Si bien no dejó que se conociera su verdadera fe, también parece que Abdías tampoco se inclinó ante Baal.
  2. Sus hechos piadosos.El verso 4 nos dice que, cuando Jezabel comenzó a exterminar a los profetas de Dios, Abdías tomó 100 de ellos y los escondió en cuevas. Esta fue una acción que requirió gran valor, esfuerzo y gasto por parte de Abdías. ¡Por esto es digno de elogio! Si Jezabel se hubiera enterado de lo que había hecho, seguramente lo habrían matado.

Así que, está claro que Abdías tiene algunas marcas positivas en su historial. Sin embargo, ¡es triste cuando la gente sirve a Dios en secreto! Es una vergüenza cuando los que conocen al Señor se venden al mundo o a la carne. ¿Cuántos de los que me escuchan son culpables de las mismas cosas? Por el deseo de encajar con la multitud, por un trabajo o por mantener un amigo, hemos optado por guardar silencio sobre lo que realmente creemos. Con demasiada frecuencia, los hijos de Dios se unen al servicio secreto y ocultan su fe en Dios para mantener o alcanzar algo en el mundo. ¡Esa es una tragedia de la mayor magnitud! Cuando consideramos lo que Jesús sufrió para redimir nuestras almas del infierno, ¿cómo podríamos avergonzarnos de identificarnos con él? Dice Romanos 10:11, “Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado”. Por eso, el Señor advirtió en Marcos 8:38, “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”.

Cuando pienso en Abdías, me viene a la mente un concepto: Compromiso mundano. Abdías ha elegido vivir su vida en algún lugar entre Dios y el mundo. Ha elegido una posición que le obliga a ocultar quién es en realidad. Ha optado por ocultar su fe en Dios para proteger su vida, satisfacer su codicia, exaltar su propio nombre y asegurar su buena posición. Ha hecho lo que millones están haciendo hoy, pues muchos están ocultando voluntariamente su fe en Dios y las convicciones bíblicas para agradar a un mundo que no conoce a Dios. Hacen esto por las mismas razones que lo hizo Abdías. No quieren ser etiquetados de manera diferente en este mundo. Mis hermanos, es posible que el cristiano no sea culpable de cometer un pecado con su propio cuerpo, pero sí es culpable de pecado al no querer abandonar la apariencia misma del mal. Pablo dijo, “Absteneos de toda especie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22). Este pecado es tan perverso como cualquier otro que pueda cometer el cristiano. No debemos darle al mundo ninguna razón para dudar de Dios, y cuando vivimos nuestra fe en secreto, es exactamente lo que estamos haciendo.

Mis hermanos, debemos entender que Dios nos pide ser diferentes. Dice 2 Corintios 5:17, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Se supone que no debemos encajar en el mundo, porque no es nuestro mundo. Somos extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Entonces, nunca, nunca, nunca seamos culpables de ocultar nuestra fe en Dios. Estemos debajo del estandarte manchado de la sangre de nuestro Señor Jesucristo y declaremos valientemente nuestra fe y lealtad a él, sin temor y sin concesiones. No todos nos amarán por estar de parte de Dios, pero Dios honrará nuestra obediencia a él. ¿A quién queremos complacer? ¿Queremos complacer a personas con las que viviremos algunos años, o a Dios con quien podremos vivir por la eternidad? Recuerde lo que dijo Jesús en Mateo 6:24, “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. El apóstol Juan, en su primera carta, capítulo 2, versos 15-17, dijo, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

¿Cuál era el servicio de Abdías? Dicen los versos 5 y 6 de 1 Reyes 18, “Dijo, pues, Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si acaso hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias. Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino, y Abdías fue separadamente por otro”.

En estos dos versículos, encontramos a Abdías involucrado activamente en el servicio en favor de Acab. Básicamente, Abdías es culpable de dos grandes errores. Primero, está empleado por las personas equivocadas. Está en un trabajo que le obliga a comprometer sus creencias para poder mantenerlo. En segundo lugar, está involucrado en la actividad incorrecta. Note que Acab y Abdías parecen no preocuparse por la gente hambrienta de la tierra. Están buscando pasto para alimentar a algunos caballos. ¡Eso demuestra una falta de compasión! Además de eso, Abdías está ayudando a Acab a hacer algo que estaba prohibido por la Ley de Dios. A los reyes de Israel no se les permitió tener o aumentar sus caballos. Dice Deuteronomio 17:16, “Pero él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos; porque Jehová os ha dicho: No volváis nunca por este camino”.

Todo el punto de estos versículos es este: el mandato de Dios a su pueblo es muy claro. Él exige que nos separemos del mundo y de todas las cosas malas (2 Corintios 6:17). Seguramente Abdías pensó que él estaba haciendo lo correcto. Me imagino que pensó que podía servir a Dios en esa posición. Sin embargo, lo que terminó sucediendo es que Abdías se vio arrastrado a una vida de compromiso e impotencia ante Dios. ¡Ese es siempre el caso! Pensamos que podemos pasar a salvo por el mundo que nos rodea participando en él. ¡Pero es todo lo contrario! Nadie es mejor cristiano en el mundo, pues el mundo eventualmente nos arrastrará a su nivel (1 Corintios 15:33). Recordemos la lección de Lot (2 Pedro 2:7-8). Él no pudo mejorar la vida de a Sodoma, pero fue absorbido por su red, y como resultado, perdió a su familia (Génesis 13-19). Abdías se encontró en una posición en la que estaba en desobediencia directa al Señor. Fue culpable de ayudar a los pecadores a cometer pecados contra Dios y fue reducido al lugar de un asalariado. ¡Él pudo haber conocido a Dios, pero no sabía nada del poder de Dios!

EL SERVICIO EGOÍSTA DE ABDÍAS (v. 7-16)

Estos versículos hablan del encuentro entre el egoísta y el sirviente. Aquí el siervo de Acab se encuentra con el hombre de Dios, y qué contraste hay entre los dos. Veamos por unos momentos el servicio egoísta de Abdías.

La hipocresía de Abdías (v. 7). Por su vestimenta y por el hecho de que probablemente había visto a Elías antes, Abdías reconoce al hombre de Dios cuando se encuentran en el camino. Abdías se apresura a mostrar reverencia al hombre de Dios, pero, por supuesto, ¡nadie más está alrededor para verlo! ¡Ese es siempre el camino del farsante!

La acusación de Abdías contra Elías (v. 8-9). Elías envía a Abdías a decirle a Acab que ha regresado. Abdías sabe dónde está Acab, él es su sirviente y por eso debería ir a buscarlo. Sin embargo, él responde señalando con el dedo a Elías y acusa a Elías de intentar que lo maten. Vean, ¡su reverencia al profeta en el versículo 7 no significaba nada! Su acusación en el versículo 9 reveló el verdadero carácter de su corazón. ¡No tenía ningún respeto por el hombre de Dios y su misión en absoluto! Lo mismo es cierto para aquellos que se colocan a sí mismos y al mundo antes que al Señor. ¡No tienen respeto por las cosas de Dios, sin importar lo que digan! Aquellos que aman al Señor lo honrarán obedeciéndole activamente y respondiendo con fe y sin dudar. Cuando una persona responde al mandato de Dios con duda, acusación y resistencia, revela que no está ama a Dios al que dice servir. ¡Demuestra que hay un problema en su corazón!

La indiferencia de Abdías hacia Elías (v. 9-14). En estos versículos, Abdías comienza a ofrecer una excusa tras otra de por qué no puede hacer lo que Elías le dice que haga. Estas excusas revelan la hipocresía que se esconde en su corazón. Debemos recordar que no importa cuánto tratemos de ocultarlo, lo que hay en nuestro interior eventualmente saldrá a la superficie de nuestras vidas (Lucas 6:45; Mate. 15:17-20). ¡Analicemos las excusas de este hombre y veamos si son válidas!

Sus temores personales (v. 9, 12, 14). Su primera objeción es que, si hace esto, será condenado a muerte por ello. Aparentemente, no cree que Dios tenga la capacidad de protegerlo de Acab. Mi hermano, si alguna vez llega al punto en el que empieza a creer que Dios no puede cuidar de usted, ¡debe tener cuidado! Puede ser que haya dejado de confiar en Dios y haya comenzado a buscar otras fuentes para satisfacer sus necesidades. ¡Esto siempre es una indicación de pecado en el corazón!

Su patética falta de fe (v. 10-12). Aquí, le dice a Elías que Acab lo ha buscado en todos los países alrededor de Israel. Ha hecho jurar a los reyes de esas tierras que no saben dónde está. Incluso cuestiona la fidelidad de Dios en el versículo 12. Ha sido tan adoctrinado en el baalismo que ha llegado a creer que Dios no es mejor que Baal. Ni siquiera cree que Dios honrará Su propia Palabra. ¡No tiene fe en Dios, no tiene fe en la Palabra de Dios ni en el hombre de Dios! ¡Ha sido llevado a un lugar donde su fe se hizo añicos!

¡Cuando llegamos a este lugar en nuestra vida espiritual, nos metemos en serios problemas! Cuando adoptamos la idea de que Dios no puede hacer lo que ha prometido y perdemos la fe en Él y en Su Palabra, es una señal segura de estar fuera de la voluntad de Dios y necesitan arrepentirse y buscar Su rostro.

Su fruto pasado (v. 13). En este versículo, él toma la posición de que es demasiado bueno para el trabajo que Elías sugiere. Después de todo, ¿por qué Dios o el profeta se arriesgarían a perder a un hombre con sus conexiones? ¿No cree Dios que Abdías ya ha hecho suficiente? Abdías parece estar viviendo de sus obras pasadas. ¡Tal vez él siente que estar bien con Dios y servir a Dios en el pasado es suficiente para compensar su apostasía hoy!

En una ocasión un predicador me recomendó hablar de todas las cosas que he hecho durante mi ministerio. Y hasta el día de hoy, no tome en serio su recomendación. No tengo ningún interés en estar viviendo en victorias pasadas.

Mis hermanos, cuando llegamos al punto de nuestra vida espiritual en la que tenemos que recordar lo que solíamos hacer antes, en lugar de poder ver lo que estamos haciendo actualmente, se encuentra en un profundo problema espiritual. Lamentablemente, muchos creyentes están así esta mañana. Solemos escuchar cosas tales como, “¡Estuve sirviendo en las clases bíblicas durante años, ahora es el momento de que alguien más lo haga!” O, “¡Enseñé esa clase durante mucho tiempo, necesito un descanso!” O, “¡Solía ​​ir a la iglesia! ¡Solía ​​servir a Dios! ¡Solía ​​ser fiel!” ¿Y hoy? ¿Qué está haciendo por Dios esta mañana? ¡No caiga en la trampa que reclamó a Abdías! ¡Sirva a Dios en el aquí y ahora, no en el entonces y ni en el cuándo! Debemos compartir el mismo temor de Pablo cuando dijo, “no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:27).

La indulgencia de Abdías hacia Elías (v. 15-16). Ante la insistencia de Elías, Abdías accede a regañadientes a ir a buscar a Acab y contarle la noticia. Mientras Abdías se aleja, nunca más se supo de él. ¿Acab lo mató como temía? ¡Probablemente no! Lo más probable es que simplemente se desvaneciera en la historia y continuó viviendo su vida de compromiso con el mundo y en desobediencia. La suya es una vida que el Señor podría haber usado mucho, pero debido a su indiferencia y egoísmo, su falta de fe y su compromiso con el mundo, fue un hombre que nunca llegó a ser mucho para la gloria de Dios. Piense en esto: más adelante en este mismo capítulo, Elías está solo cuando se enfrenta a Acab y los profetas de Baal en el Monte Carmelo. Si Abdías hubiera sido todo lo que decía ser, ¡habría estado allí mismo con el hombre de Dios! Pero, en ese periodo de la historia brilla por su ausencia.

Deje hacer esta última observación fundamentada en vida de Abdías. Mi hermano, ¡será mejor que tenga cuidado con esas personas que nos dicen que aman al Señor! Porque, muchos de ellos lo dirán, pero no lo harán.

Se jactan mucho de su amor por Dios, pero en la iglesia y su obra son los que menos hacen. ¡Sabe de lo que estoy hablando! La gente dice que ama a su iglesia y no viene y no se congregan porque tienen compromisos en el mundo. ¿Aman a Dios? No tienen qué decirlo, se nota su amor cuando están ausentes en las asambleas de la iglesia. ¿Aman a Dios? Se nota cuando están ausentes en la obra de Dios. ¿Aman a Dios? Se nota con el cuidado que ponen en la obra del Señor. ¿Aman a Dios? Se nota con su estilo de vida. Me pregunto si su andar coincide con sus palabras.

Conclusión: ¿Es usted un egoísta o un siervo de Dios? ¿Habla mucho o realmente está viviendo lo que dice ser con sus labios? Si fuera realmente honesto, ¿tendría que decir que es más como Elías, que hizo la voluntad de Dios obedientemente, o que es más como Abdías, que se excusó y vivió una vida de compromiso con el mundo? ¿Quién le describe mejor? Si necesita trabajar en su relación con Dios, no hay mejor momento que este instante. Si Dios está tratando con su corazón con esta palabra, no se resista. Mejor responda con mansedumbre y resuelva su situación con Dios. ¿Prestará atención al Señor mientras le está hablando a su corazón hoy?

Deja una respueta