Hagamos la obra con paciencia.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

Hagamos la obra con paciencia.

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”

(2 Pedro 3:9)

Mis hermanos, he citado este texto con el fin de que consideren “la paciencia de Dios”, y cómo es que, gracias a ella, todos nosotros hemos alcanzado salvación.  ¿Cuántos años fueron los que vivimos sin Dios, ignorando por completo su voluntad? Sin embargo, Dios fue paciente.  En lugar de enviarnos al infierno inmediatamente, nos permitió la vida, y nos concedió el tiempo para arrepentirnos. Dios es paciente. En los días de Noé, concedió al mundo 120 años. A los habitantes de Nínive, les advirtió que en 40 días vendría el juicio sobre ellos, y gracias a eso se arrepintieron y fueron perdonados. En Apocalipsis 2:21, dijo sobre esa mujer Jezabel que estaba seduciendo a los siervos de Dios a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos, “Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.”.  Dios le dio tiempo. Es paciente. Y nosotros, debemos aprender eso de Dios, ahora que estamos trabajando en la obra de evangelismo.

A veces nos desesperamos con las personas, porque no responden positivamente a la predicación. Vamos a sus casas, y no salen. Regresamos otro día, y nos dicen que están enfermos. Volvemos otra vez, y nos damos cuenta que no están en casa. ¿Qué hacemos? ¡Nos desesperamos! Perdemos la paciencia con esas personas, y sencillamente ya no volvemos a insistir.

¿Y qué hay con aquellas personas que ya nos reciben en su casa, pero que tampoco están respondiendo a las clases bíblicas que les estamos exponiendo? Ya les hemos explicado cuál es su condición delante de Dios. Les hemos mostrado que están bajo la ira de Dios a causa de su pecado. Les hemos explicado del sacrificio de Cristo para hacer posible su salvación. Les hemos enseñado lo que ellos deben hacer para beneficiarse del sacrificio de Cristo y recibir el perdón de sus pecados, ¡y no responden! A penas han pasado algunas semanas, o un mes, y ya queremos que las personas vengan a las reuniones y sean bautizados.  Y como vemos que no prestan mucha atención, o que están en una clase sí, y en otra dos no, entonces pensamos. “ya no vengo”. Estoy invirtiendo tiempo y dinero para predicarle, y me deja plantado; o no lo veo con mucha emoción. No veo que vaya a responder positivamente, así que ya no vengo a predicarle más. Mis hermanos, así como Dios, tengamos paciencia.

Dios es paciencia para con nosotros, ¿por qué no hemos de ser nosotros pacientes para con los perdidos? Sigamos trabajando sus corazones.

Ahora, aparte de la paciencia de Dios, ¿por qué debemos trabajar con paciencia en el evangelismo

Porque los resultados inmediatos no siempre son buenos.

En la Biblia encontramos ejemplos de personas que obedecieron el evangelio en el mismo momento que se les predicó. Como tres mil personas fueron bautizadas cuando Pedro predicó el día de Pentecostés. También un etíope fue bautizado el mismo día que oyó la predicación de Felipe. El carcelero de Filipos, “en aquella misma hora de la noche” en que se le habló la palabra de Dios, fue bautizado con toda su casa.

Sin embargo, también es cierto que, a veces las personas que obedecen pronto, también pronto se alejan de Dios.

Consideremos la parábola del sembrador para ilustrar este punto.

Marcos 4:5-6, dice: “Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.”.

A veces nos sentimos bien contentos cuando alguien nos dice que quiere bautizarse con la primera clase bíblica que le dimos en su casa. Nos sorprende que tan pronto respondan a la predicación. Sin embargo, ¿qué dice la parábola? Que en la predicación del evangelio nos vamos a encontrar persona “que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan”. (Marcos 4:16, 17).

Entonces, no tratemos de apresurar las cosas, ni tampoco nos desanimemos si las personas no responden pronto. Dejemos que la palabra de Dios haga su trabajo. Sigamos insistiendo, sigamos trabajando en ese corazón, aunque no responda cuando nosotros queremos.

Porque los resultados inmediatos pueden ser superficiales.

Considere lo que dice Lucas 8:6, “Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. ¿Leyó con atención? Piense en la “humedad” que una planta necesita para vivir y crecer.  Esa “humedad” no la encuentra en la superficie de la tierra, porque la superficie está seca. La planta necesita echar raíces profundas, para encontrar la “humedad” que necesita para vivir y crecer.

Entonces, lo superficial en las cosas espirituales, es algo muy peligroso. En lugar de que su pronta y emotiva respuesta al evangelio sea para salvación de las personas, terminen muertos y secos para ser arrojados al fuego que nunca se apagará. Una planta muerta y seca no sirve más para nada sino para ser quemada.

Entonces, tengamos paciencia y, si las personas no responden pronto a la predicación, sigamos trabajando. Debemos ayudar a esas personas a que echen raíces en el Señor, y vivan. Y esto me lleva al tercer punto.

Porque los resultados inmediatos pueden ser sin profundidad.

Leamos lo que dice Mateo 13:5-6: “Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; 6pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó”.

Otra vez tenemos la palabra “pronto”, y ¿no es lo que queremos? Pues no, mis hermanos. Porque pueden venir pronto a las aguas, pero también pronto nos vamos a dar cuenta que estas personas no tienen “profundad” en las cosas del Señor. Ellos crecen por la parte de “arriba”, pero nunca se comprometen realmente con la obra del Señor. Pueden hablar mucho de Dios y ser muy religiosos pero al final son personas que no saben distinguir entre una iglesia y otra. Siempre llevarán una vida seca, sin fruto.  Y cuando el sol salga, es decir, cuando el juicio de Dios llegue, entonces se hará patente su falta de vida. Su irresponsabilidad y su falta de fidelidad se hará evidente. Serán condenados. Entonces, trabajemos con paciencia. Aunque nos cansemos, aunque parezca que nos hacen perder el tiempo, tengamos paciencia. Es mejor que tarden en responder, para que cuando lo hagan, entonces se entreguen por completo al Señor.

Porque los resultados inmediatos pueden ser engañosos.

En Marcos 5:16, dice: “Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo.  Las palabras “recibir” y “gozo” son muy positivas. Qué bonito se siente cuando le predica a alguien y al momento recibe la palabra con gozo. No hay “preguntas”, no hay “polémica”, no hay “oposición”, no hay “evaluación” alguna. Con una gran sonrisa nos dicen, “creo y quiero ser bautizado”. La sonrisa es un gesto grato y amigable… Pero sabe qué, esa recepción gozosa puede ser una triste ilusión.

¿Ve usted “gozo” y “alegría” en los corazones de aquellos que recibieron el evangelio? Dice Hechos 2:37, “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?”. La Biblia nos muestra que el gozo vino DESPUÉS del arrepentimiento y salvación. No antes.

Hechos 16:29-34, dice: “El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; 30y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. 34Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.

El gozo inmediato (sin tristeza, sin contrición, sin temor, sin arrepentimiento) es muy peligroso. Debe haber una tristeza… una contrición… una indicación de que su corazón está quebrantado por sus pecados delante de su Creador. Me ha pasado que a veces pasan personas al frente porque quieren ser bautizados y pasan con una gran sonrisa, y con una gran alegría dicen, “quiero ser bautizado”.  ¿Y el arrepentimiento? Ese gozo en el rostro nos puede alegrar el corazón también a nosotros, pero en el proceso nos engañamos todos.

Esas personas no durarán en el reino de Dios, y el tiempo se encargará de probarlo. Todos ellos, dice la Biblia, responden “pronto”, pero “creen por algún tiempo”, y cuando sale el sol, es decir, cuando vienen las dificultades, entonces se secan, tropiezan, mueren, se apartan.  Las pruebas, las dificultades para el cristiano son una ayuda para crecer, pero para estas personas, las dificultades, las pruebas no les ayuden, les matan.

Conclusión.

Mis hermanos, “hagamos la obra con paciencia”.  No nos desanimemos. Sigamos trabajando la tierra, para que, al llegar a ser buena tierra con el arduo trabajo que hemos hecho en ella, entonces a su tiempo de fruto que sea para la gloria de Dios.

Una respuesta

  1. Alberto Montalvo 27 de junio de 2023

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