Los obreros del muro.

Nehemías 3:1-32.

Nos hemos familiarizado con Nehemías en las últimas semanas. El copero judío que servía al rey Artajerjes en el palacio de Susa había recibido la noticia de la devastación en Jerusalén y se sintió profundamente oprimido por las necesidades de la gran ciudad. Obtuvo el encargo del rey de hacer el largo viaje a Jerusalén con el fin de supervisar los esfuerzos de reconstrucción. Después de inspeccionar los daños y crear un plan para la reconstrucción, Nehemías guía al pueblo de Jerusalén en este enorme esfuerzo. Nuestro texto de hoy, entonces, revela el comienzo de la restauración bajo la guía de Nehemías.

Ahora, este es un pasaje que muchos mirarían y pasarían de largo. Admito que la mayoría de los nombres registrados en este capítulo han sido difíciles de pronunciar. A menudo nos sentimos tentados a asumir que pasajes como este, que enumeran un resumen de nombres, no tendrán ningún beneficio o aplicación real para nuestra vida diaria. Sin embargo, considero que sería una tragedia en nuestras lecciones de Nehemías pasar por alto este gran pasaje. Porque, escondido entre los nombres que son difíciles de pronunciar hay una abundancia de verdad y grandes desafíos para nuestra vida. De hecho, vamos a dedicar varias lecciones relacionadas con este capítulo.

Esta mañana quiero comenzar con el primer mensaje de este capítulo, mirándolo desde la perspectiva de aquellos que realmente trabajaron en los esfuerzos de reconstrucción. Puede que el tiempo haya olvidado a estos siervos devotos, pero la Palabra de Dios ha registrado sus esfuerzos por toda la eternidad. Eso en sí mismo es una tremenda lección. Es posible que el mundo e incluso los que nos rodean no reconozcan nuestros nombres ni aprecien nuestros esfuerzos en la obra del Señor, pero estamos comprometidos en una noble tarea a la que el Señor nos ha llamado y tenemos la seguridad de que Él lleva un registro de nuestra labor. Quiero comenzar esta mañana examinando las características de estos hombres al considerar: Los obreros del Muro.

LOS OBREROS DEL MURO TRABAJAN CON HUMILDAD.

A medida que nos adentramos en este maravilloso pasaje, descubrimos que había unos treinta y ocho individuos enumerados como los que trabajaron en la construcción de los muros. Había al menos quince grupos diferentes que trabajaban en el muro. Estos incluyen grupos tales como:

  1. Los sacerdotes (v. 1).
  2. Los hombres de Jericó (v. 2).
  3. Los hijos de Senaa (v. 3).
  4. Los tecoítas (v. 5).
  5. Los varones de Gabaón y de Mizpa (v. 7)
  6. Y varios gobernantes, entre otros.

Podríamos seguir, pero estaba claro que había una gran variedad de personas y talentos que se habían unido en un esfuerzo por reconstruir las murallas de la ciudad.

Ciertamente, hubo muchos otros que trabajaron junto a los mencionados, pero es probable que Nehemías solo registrara a aquellos que fueron seleccionados como superintendentes de ciertas partes del proyecto. Sus nombres o asociación no fueron mencionados y, sin embargo, trabajaron incansablemente con aquellos que sí lo eran. No se trataba de reconocer un nombre, sino de servir al Señor.

¡Qué gran lección para nosotros hoy! Algo de nuestro trabajo puede ser notado, e incluso puede ser mencionado, pero esa no es la razón por la que estamos aquí. No estamos aquí para que nuestros nombres aparezcan en el boletín o se mencionen en público; ¡estamos aquí para servir a nuestro Señor junto a otros que comparten el mismo deseo!

LOS OBREROS DEL MURO TRABAJAN CON ARMONÍA.

Si estudiamos el pasaje con mucho detenimiento, vemos que cada uno de estos individuos era parte de un grupo más grande al que se le asignó una tarea particular dentro de una cierta porción del muro. En mi humilde estimación, ninguna de las obras era codiciada, pero no obstante era necesaria. Nehemías registra los esfuerzos de estos a medida que trabajaban unos junto a otros para lograr un objetivo común. No encontramos ningún registro de división o envidia entre los trabajadores. Seguramente fueron colocados donde serían más beneficiosos para usar sus talentos individuales, pero no hubo celos ni quejas. Cada uno se dedicó al trabajo que se le pidió que hiciera.

Probablemente, sería inexacto suponer que no hubo desacuerdos entre los que trabajaron en el muro; eran humanos como nosotros, pero no pude evitar notar el sentido de armonía y compromiso revelado en este esfuerzo. Al meditar en lo que marcaba la diferencia, me di cuenta de que estaban comprometidos en una noble tarea. No fue un esfuerzo de poca importancia. Estaban trabajando para restaurar el orgullo de Judá. Trataron de restaurar la ciudad a su antigua belleza y honor. Seguramente estaban conscientes de que sus esfuerzos habían sido ordenados por Dios y había un sentido de orgullo y compromiso, tanto nacional como espiritual.

¡Qué reto nos presenta eso! ¿Han considerado últimamente la tarea en la que estamos involucrados? Admito que no siempre es fácil, pero vale la pena. Tenemos el privilegio de participar en la obra del reino. La tarea en la que estamos empeñados es más grande que nosotros. Tenemos la oportunidad de trabajar junto a los que tienen una fe similar, cada uno contribuyendo con sus talentos individuales, para la gloria de Dios y el bien de su pueblo. ¡Hemos recibido órdenes del Rey y hemos sido comisionados por él para la tarea que tenemos entre manos!

LOS OBREROS DEL MURO LIDIARON CON ESTORBOS.

Ya hemos tratado con la primera mención de la resistencia que sufrió Nehemías. En Nehemías 2:10, leímos que, “oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías el siervo amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de Israel”. También en el versículo 19, dice: “Pero cuando lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey?”

Así que, podemos estar seguros de que esta no fue la primera resistencia que los demás enfrentaron y, sin embargo, se levantaron frente a la oposición y comenzaron la obra. Decidieron no permitir que el miedo y la ansiedad les estorbaran en la obra de reconstrucción.

Podemos estar seguros de que nosotros también nos enfrentaremos a obstáculos y oposición. Los adversarios de nuestra fe, buscan sembrar miedo y duda en nuestros corazones para desanimarnos de la obra. Esto nos puede producir ansiedad, por temor al fracaso y a la burla que harán los demás.

Bueno, no debemos permitir que el miedo nos estorbe. Debemos armarnos de valor y estar a la altura de las circunstancias, asumiendo nuestras responsabilidades y comprometiéndonos en la obra del Señor.

LOS OBREROS DE LA OBRA ERAN COOPERATIVOS.

Esto se hace evidente por su cooperación. En el versículo 1, leemos: “con sus hermanos”, “edificaron” (2), “arreglaron y levantaron”, y así, por todo el capítulo, encontramos conceptos de unidad y cooperación. Los vemos haciendo el trabajo lado a lado, cada uno llenando el vacío y cumpliendo su trabajo. Ya hemos hablado de su unidad y compromiso, pero debemos darnos cuenta de que se trata de una tarea monumental. Nehemías tenía una gran carga para Jerusalén, pero nunca podría haber completado la reconstrucción del muro sin la ayuda devota de muchos otros. Cada uno encontró su lugar y trabajaron juntos para lograr un objetivo común.

Esa es una lección desafiante y alentadora para nosotros hoy. He dicho antes que no hay lugar para los “solitarios” en la obra del Señor. No podemos hacerlo solos, y nuestro camino no siempre es el mejor. Necesitamos que se nos recuerde la necesidad que tenemos los unos de los otros y que estemos dispuestos a trabajar juntos para lograr el objetivo común.

La tarea es mucho más grande de lo que el predicador puede llevar a cabo por sí mismo. Incluso con la ayuda de los demás, todavía hay más por hacer de lo que posiblemente puedan lograr. Pero, si usted es un hijo de Dios, hay una obra que debe hacer. Si es miembro de este cuerpo de salvos, necesita estar ocupado en su lugar, contribuyendo a la obra del Señor con los talentos con los que él le ha bendecido. Vemos esta armonía y cooperación en Efesios 4:11-12, 16, que dice: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo… de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.

Observen la conexión de los obreros del muro. A medida que leemos el tercer capítulo de Nehemías, descubrimos que los que participaron en los esfuerzos de reconstrucción no eran todos de Jerusalén. Estaban trabajando en la muralla de la ciudad, pero había obreros de toda Judá que participaban en la obra. Vinieron de Jericó (v. 2), de Tecoa (v. 5), de Gabaón (v. 7), de Zanoa (v. 13), de Bet-haquerem (v. 14), de Mizpa (v. 15, 19), de Bet-zur (v. 16) y de Keilah (v. 17-18), y vinieron a ayudar en la reconstrucción.

Estos no habían venido necesariamente para su propia protección y beneficio, pero sus hermanos en Jerusalén estaban necesitados y se unieron para ayudarlos a cumplir la tarea que tenían entre manos. Además, tenemos que considerar que aunque no moraban en Jerusalén, había un sentimiento de orgullo nacional por Jerusalén. Era el lugar donde se encontraba el templo. Se reunían allí durante todo el año para las fiestas y otras actividades religiosas. Aunque no vivían allí, tenían un interés personal en el bienestar y la construcción de Jerusalén.

Esto pinta un cuadro de los esfuerzos cooperativos que debe haber entre cristianos. Debemos apoyar la obra de Dios, incluso cuando nuestra obra sea en beneficio de otras ciudades o de otros santos. El hecho es que cuando participamos en la predicación del evangelio, debemos tener presente que será de grande bendición cuando lo hacemos en beneficio de otros hermanos (cf. Pablo en Corinto, los filipenses apoyando a Pablo para la predicación en otras regiones). Dios nos ha bendecido abundantemente y estamos obligados a usar esas bendiciones de una manera que agrade a Dios para el avance del reino.

Incluso en una escala más pequeña, pienso en el hecho de que los miembros de la iglesia están dispersos por toda la ciudad y, aun así, nos unimos como uno por el bien común de la congregación. En este lugar es donde nos reunimos para adorar y alabar a nuestro Dios. Y por eso, nada más por eso, tenemos una obligación para con este lugar y para con la obra que aquí llevamos a cabo.

LOS OBREROS DEL MURO Y SUS HABILIDADES.

Al leer estos versículos, notará que el Señor había reunido a un grupo que también era variado en sus habilidades. Además, Dios había dotado a individuos con ciertas habilidades y ellos usaron esos dones en la obra de reconstrucción. Encontramos que había sacerdotes involucrados en el trabajo (v. 1, 22, 28), plateros (v. 8), un perfumero (v. 8), había varones de la llanura (v. 22), comerciantes (v. 31-32), y varios gobernantes (v. 12). Esta fue una tarea desafiante y cada uno de los involucrados fue de utilidad para el trabajo. Sus habilidades y capacidades individuales fueron de mucho beneficio. Muchos de los que fueron enumerados por su nombre deben haber tenido habilidad en la construcción. Dios había reunido a un grupo extraordinario para ayudar a Nehemías en esta noble tarea.

Y bueno, ¿qué hay de nosotros? No solo se requiere nuestra cooperación, sino también el uso de nuestras habilidades para el bien de la obra. Tendrá que estar de acuerdo en que hemos sido bendecidos con una amplia gama de habilidades. Tenemos a aquellos que hacen trabajos particulares y los hacen bien, pero si por alguna razón están ausentes, no estamos paralizados por eso. Dios nos ha bendecido tanto que tenemos varios que pueden hacer las mismas tareas.

Como iglesia, tenemos lo necesario para hacer la obra. Hay quien enseñe, hay quien tiene habilidad para tratar con el público; tenemos recursos, no muchos, pero tenemos. Con eso poco que Dios nos ha concedido, con eso poco podemos poner manos a la obra.

Podría seguir y seguir, pero creo que entienden lo que quiero decir. Todos tenemos habilidades, y a medida que trabajamos juntos y las usamos, creamos algo maravilloso en la adoración y el ministerio. ¡Cada uno de ustedes es especial y sus habilidades son necesarias y contribuyen mucho al éxito de nuestra congregación!

LOS OBREROS DE LA OBRA TENÍAN UN BUEN LÍDER.

No se menciona nada en este capítulo con respecto al liderazgo de Nehemías, pero es claramente evidente. Esta fue una tarea monumental, y Dios usó a Nehemías para reunir a este grupo talentoso para el esfuerzo de reconstrucción. Su liderazgo fue de tremendo valor. Probablemente, él lo organizó y fue el superintendente general.

No menciono eso para mi propia gloria, pero cada grupo debe tener un líder, no sobre ellos, sino entre ellos si quieren tener éxito. No tomo a la ligera el trabajo al que Dios me ha llamado. De hecho, a veces me siento falto e incluso intimidado por ello. Hay mucho que descansa sobre el liderazgo de esta iglesia. Si no estoy donde necesito estar con el Señor, guiando por el camino correcto, nos desviaremos del camino y perderemos la meta que Dios ha establecido para nosotros. Deseo sus oraciones todos los días. Quiero ser sensible al liderazgo del Señor y poseer el valor y la sabiduría para seguirlo.

Un líder a menudo se caracteriza por aquellos que lo siguen. Si nadie lo sigue, entonces el líder realmente no es un líder. Debemos trabajar juntos y seguir adelante hacia la meta, procurando lograr todo lo que el Señor tiene para nosotros. ¿Estarán conmigo y trabajarán juntos mientras nos esforzamos por agradar al Señor con nuestros esfuerzos? Si es así, seremos bendecidos y lograremos mucho para el Señor.

CONCLUSIÓN.

Al terminar esta mañana, recuerdo que, aunque algunos de los que trabajaron en el muro poseían un gran talento, eran simplemente personas como usted y como yo. Eran personas ordinarias a las que el Señor usó de una manera extraordinaria. La gente común llevó a cabo una gran obra para el Señor.

Estoy convencido de que podríamos hacer lo mismo si tuviéramos la intención de trabajar. Quiero desafiar a cada uno de nosotros a usar las habilidades que se nos han dado para la obra del Señor. Si él le ha dado una habilidad especial, úsala para su gloria.

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