La fe de Abraham.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

La fe de Abraham.

Romanos 4:18-25.

Mientras observamos la progresión de la fe de Abraham, me ha sorprendido el amor de este hombre por Dios y su fe en el Señor. No es de extrañar que Pablo use a Abraham como el ejemplo supremo para probar que la salvación se logra por la fe y no por las obras de la ley.

Estos últimos versículos del capítulo cuatro nos enseñan la verdad de que no podemos depender de guardar la Ley para salvarnos. No podemos depender de nuestras buenas obras para salvarnos. No podemos depender de la circuncisión salvar nuestras almas. El punto de Pablo aquí, como lo ha sido a lo largo de este capítulo, es que la salvación es posible por la fe.

En un esfuerzo por enseñarnos cómo funciona la fe, Pablo recordará uno de los milagros más grandes de toda la Biblia. Me refiero al nacimiento de Isaac. ¿Qué hace que su nacimiento sea tan especial? Bueno, su padre tenía casi 100 años y su madre 90 cuando nació. El Libro de los Récords de Guinness, nos dice que la madre de mayor edad registrada es Ruth Alice Kistler, quien dio a luz una niña a la edad de 57 años. También existe un informe de una mujer llamada Ellen Ellis, de la que se dijo que, en 1776, ella tenía 72 años cuando nación su hijo. Sin embargo, en comparación con Sara, la esposa de Abraham, estas mujeres parecen adolescentes.

A lo largo de este capítulo, Pablo ha estado apelando a la fe de Abraham para probar su punto de que los hombres son salvos por la fe. Ahora, nos va a decir qué tipo de fe tenía Abraham. Era una fe en la promesa del nacimiento de Isaac. Era simplemente fe en lo que Dios decía. ¡Todo se redujo a la fe en Dios que trajo la salvación a Abraham!

Hay lecciones que podemos aprender de esta historia acerca de Abraham. Por lo tanto, mientras terminamos este cuarto capítulo de Romanos, dediquemos un tiempo a hablar la fe de Abraham.

LA FE DE ABRAHAM, FUE UNA FE BIEN UBICADA (v. 18-20).

Consideren la dirección de su fe. El versículo 20 nos dice claramente que Abraham no “dudó de la promesa de Dios.” ¡Esto simplemente significa que Abraham no vaciló! ¡Él creía, sin reservas, en la capacidad de Dios para guardar su Palabra!

¿Cuál fue la promesa? Para responder eso, solo tenemos que volver a leer Génesis 12:1-3; 13:14-18; 15:2-6; 17:15-22; 21:1-8. Cuando estos textos se toman en conjunto, enseñan la increíble verdad de que Dios, de manera sobrenatural, hizo que Abraham y Sara tuvieran un hijo llamado Isaac. Básicamente, Abraham tuvo fe en Dios, incluso cuando parecía que lo que se le había prometido era total y absolutamente imposible.

¡Esta es la cuestión! Todo se reduce a si queremos o no creer en Dios. Ya sea en la salvación o en cualquier área de la vida, los resultados siempre estarán determinados por la dirección de nuestra fe. ¡La fe que se pone en Dios es fe que siempre será recompensada!

Consideren la duración de su fe (v. 18). Cuando la promesa fue dada por primera vez a Abraham, él tenía 75 años. Ya en ese tiempo el cumplimiento de esa promesa parecía imposible. Sin embargo, la promesa fue confirmada por última vez en el capítulo 17, cuando Abraham ya tenía 99 años. Esto, desde el punto de vista humano, sería más bien una confirmación de que el cumplimiento de esa promesa es imposible. Sin embargo, durante todo ese tiempo, su fe no vaciló. Abraham no fue incrédulo, y por eso, no dudó. Abraham creyó a Dios. Esto nos dice que Abraham creyó a Dios al momento de recibir la promesa, y siguió creyendo hasta que la promesa se cumplió. ¡Ese tipo de fe es el que mueve montañas!  

Esto debe animar mucho a quienes han estado esperando que Dios mueva sus vidas. Si hemos creído en la Palabra de Dios, y no ha pasado nada, jamás debemos pensar que Dios se ha olvidado de nosotros. Si él ha hecho una promesa, entonces podemos contar con que, a su tiempo, esa promesa se cumplirá. No debemos rendirnos, no debemos desesperarnos, sino seguir confiando en el Señor, y él hará que suceda.

Consideren la determinación de su fe (v. 18-20). Hay tres verdades reveladas sobre la fe de Abraham que sirven de aliento a quienes deben vivir su vida en total dependencia del Señor.

1. Rehusó escuchar a la razón (v. 18). Noten lo que el texto dice, El creyó en esperanza contra esperanza. La NVI dice, Contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó. Abraham tenía los ojos puestos en aquel que es más grande que él. Si sus ojos hubiesen estado puestos en sus circunstancias, entonces hubiese tenido todas las razones para dudar de que la promesa se cumpliera.

Y eso es lo que muchos dicen, “Soy demasiado viejo. Sara está tan vieja, tan arrugada como una ciruela pasa, es demasiado vieja para algo así. Hemos intentado tener un bebé desde que éramos jóvenes, ¿por qué debería de funcionar ahora? Físicamente, esto es imposible, y eso es la verdad”.

Abraham se negó a detenerse en todo lo que tenía en contra. Dios le había dado una promesa, ¡y eso fue suficiente para él! ¡Esa es una lección para nosotros!

2. Se negó a mirar la realidad (v. 19). Abraham se negó a mirar o considerar la situación de su propio cuerpo. Sus ojos estaban puestos en la promesa de Dios. ¿Pueden imaginarse a esta pareja de ancianos, alistando todo para el nacimiento de su hijo?

Ahora, ¿nunca tuvieron dudas? ¡Claro que sí, eran humanos! En Génesis 17:17-18, Abraham se rio cuando escuchó la noticia de que sería padre de un bebé. Seguramente él y Sara sintieron que la promesa era más como una broma cruel que se les hizo a dos ancianos para hacerlos parecer tontos. ¡Sí, dudó, pero actuó según su creencia! ¿Tiene sentido? ¡La fe no es 100% segura! ¡La fe es creencia mezclada con incredulidad, pero se actúa sobre la creencia! Cuando nos ganan las dudas, eso no es fe. Cuando confiamos en la Palabra de Dios, a pesar de nuestras dudas y actuamos de acuerdo con ella, ¡eso es fe! Abraham fue un hombre que creyó y dudó al mismo tiempo, ¡pero actuó con fe!

¿Cómo se reveló su fe? ¡Cambió su nombre! Su nombre en el principio era “Abram”, este nombre significa “Padre Exaltado.” Cuando recibió la promesa de Dios, cambió su nombre a “Abraham”, que significa “El Padre De Una Multitud.” Muchos probablemente pensaron que solo era un anciano tonto, ¡pero Dios lo vio como un acto de la fe más profunda! Abraham ciertamente tiene sus dudas, pero no dejó que lo desviaran. ¡Él siguió adelante para Dios y obtuvo la victoria!

¿Qué nos dice todo eso? La fe es una batalla. La fe es una lucha. Habrá dudas y habrá momentos en los que tendremos ganas de rendirnos ante esas dudas, pero la verdadera fe nunca se rinde. ¡Siempre descansa en el conocimiento de que Dios hará exactamente lo que ha prometido hacer!

3. Se negó a perder la recompensa (v. 20). Abraham vivió durante 25 años con el conocimiento de que un día Dios le daría a él y a Sara un hijo. Él lo sabía y se negaba a dejar ir esa verdad. ¡Obtuvo esa promesa porque respondió a la promesa de Dios con una actitud de fe!

No sé qué necesitamos del Señor esta mañana, pero haremos bien en tener en mente las promesas de Dios, y actuar en razón de esa fe. Debemos aprender lo que es la fe (cf. Hebreos 1:1), y aprender que eso es agradable al Señor (v. 6). Debemos aprender que cualquier cosa menos que eso es pecado (cf. Romanos 14:23). Después de aprender esas lecciones, simplemente debemos tomar las palabras de Dios y confiar en ellas. Aferrarse a ellas.

II. LA FE DE ABRAHAM FUE COMPLACIDA (v. 21-22).

Fue complacida con la promesa de Dios (v. 21a). Su fe fue complacida con las promesas de Dios, porque sabía que eran tan seguras como el Dios que las había hecho. Lo que veo, es un hombre que no buscó motivos para dudar de Dios. Simplemente, tomó al Señor en su palabra y alabó a Dios por la respuesta; a pesar de que aún no era visible. Esa es la fe que agrada al Señor.

Ante esto, debemos confiar en el Señor. Su palabra es tan efectiva y poderosa como lo es él. Hubo un día en que la palabra de un hombre era su vínculo. Ese día todavía está aquí cuando se refiere al Señor nuestro Dios, ¡Él hará todo lo que ha prometido!

Fue complacida con el desempeño de Dios (v. 21b). Abraham sabía que lo que Dios había prometido hacer, eso mismo haría. No miró el problema con un ojo y redujo el tamaño de Dios con el otro. Simplemente, tomó la palabra del Señor y supo que, si Dios decía que así sería, ¡Dios se encargaría de ello! Por eso Abraham pudo llevar a su hijo adolescente Isaac al monte Moriah dispuesto a ofrecerlo en holocausto ante el Señor. Sabía que, aunque lo hiciera, Dios podía resucitarlo (cf. Hebreos 11:17-19).

¡Otra vez, les digo que pueden contar con Dios! Él todavía es tan capaz de moverse con poder como siempre lo ha sido. Él todavía es Dios (cf. Efesios 3:20). Aquí está el testimonio de Dios sobre sí mismo: ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo (Génesis 18:14)

Su fe fue complacida con el plan de Dios (v. 22). La fe de Abraham fue muy complacida con el Señor, porque el Señor tomó la fe de este anciano y acreditó su cuenta en el Cielo con justicia. Dicho de otra manera, ¡Dios salvó el alma de Abraham porque tomó a Dios en Su Palabra!

El plan de Dios para Abraham sigue siendo el plan de Dios para usted y para mí. Él solo quiere que lo tomemos en su palabra y actuemos de acuerdo con sus promesas como si fueran reales, ¡y lo son!

LA FE DE ABRAHAM ESTABA BIEN PRESERVADA (v. 23-25).

Estaba preservada como una promesa (v. 23-24). Se nos dice aquí que la promesa no solo era para que fuese contada a Abraham, sino también a todos lo que tienen fe. No cualquier fe, sino la fe en Jesucristo. La fe en su sacrificio y resurrección.

Estaba preservada como persona (v. 25). La promesa se reduce a un Hombre: Jesucristo. Él es el foco central de cada promesa que se ha hecho. Él es Aquel por quien serán benditas todas las naciones del mundo. Él es el que muere en la cruz y resucitó de entre los muertos. Él es Aquel que pagó nuestra deuda por el pecado y resucitó de entre los muertos para ser nuestro Salvador. Él es el centro de la fe. Si no lo es, ¡entonces esa fe está muerta! Nuestra fe se apoya en dos grandes pilares de la verdad. Ellos son:

1. Jesús murió por nuestros pecados.

2. Resucitó de entre los muertos (1 Corintios 15:1-4).

Si podemos creer esto y podemos poner la totalidad de nuestra fe en esas verdades, ¡entonces podemos ser salvo! De lo contrario, no hay nada más que el Infierno.

Conclusión: Con toda la honestidad que posee su corazón, ¿puede realmente decir que está confiando solo en el Señor Jesucristo para la salvación de su alma? La conclusión de Pablo a esta sección de las Escrituras deja en claro que nada más, o nadie más, funcionará. La salvación debe venir a través de la fe salvadora en Jesucristo. Abraham creyó y fue salvo. No fue por sus buenas obras. No fue por la Ley. No fue por la circuncisión. Era fe entonces y es fe ahora. Por tanto, ¿dónde está puesta su fe?

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