Considerando nuestras acciones.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

Considerando nuestras acciones.

(Hageo 2:10-19). Hageo había recibido y transmitido dos mensajes del Señor para el remanente que había regresado del cautiverio en Babilonia. El primer mensaje fue un desafío para que la gente considerara sus caminos. El segundo mensaje vino aproximadamente un mes después. Este mensaje fue un desafío para que consideraran a Dios. Han pasado cerca de dos meses y Hageo recibió otro mensaje para compartir con la gente. Este mensaje tenía que ver a sus acciones, con su forma de vida, e involucraba, desde luego, su santidad personal ante el Señor. El punto fue que, para prosperar espiritualmente y disfrutar de la bondad del Señor, el pueblo tendría que adoptar un estilo de vida santo ante su Dios.

Han pasado más de 2500 años desde que Hageo transmitió este mensaje del Señor y las cosas no han cambiado en nuestro tiempo. Nuestro Dios es tan santo y justo hoy como lo fue entonces. Sus caminos no han cambiado y nunca lo harán. Por tanto, si vamos a prosperar espiritualmente y disfrutar de la mano de Dios sobre nuestras vidas, también debemos adoptar un estilo de vida santo ante nuestro Dios.

Aquí estamos hablando de una actitud y un comportamiento que requiere determinación y compromiso. Independientemente de nuestra perspectiva o ideas, Dios dice que debemos buscar la santidad a diario. Dios nos dice que no es imposible vivir de una manera que sea grata para él, aunque, desde luego, se requiere de esfuerzo. Y este estilo de vida que Dios quiere para nosotros, nunca se obtendrá a través de una actitud complaciente y apática. Debemos estar dispuestos a crucificar la carne y sus deseos pecaminosos continuamente.

  • 2 Corintios 4:10-11, llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
  • Gálatas 6:7-8, No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

Entonces, tomemos un tiempo para examinar las exhortaciones que transmite Hageo mientras pensamos en el desafío de estar considerando nuestras acciones.

I. PARA CONOCER NUESTRA CONDICIÓN ESPIRITUAL (v. 10-13).

Dios habló a través de Hageo para revelar dónde estaba el pueblo espiritualmente y para desafiarlos en su caminar con Él.

Como sacerdotes de Dios: A los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Pregunta ahora a los sacerdotes acerca de la ley (v. 10-11).

El Señor habló específicamente a los sacerdotes acerca de la ley de Dios, la Palabra escrita. Los discursos anteriores se habían dirigido a la gente en general, pero esto estaba reservado para los sacerdotes, aquellos en posiciones de autoridad e influencia. Si se esperaba que alguien conociera la Palabra de Dios y la siguiera, ciertamente eran los sacerdotes. Dios sabía que la gente nunca se elevaría por encima del nivel espiritual influenciado por los sacerdotes.

Ahora, aunque esto se dio específicamente a los sacerdotes en los días de Hageo, es aplicable a todos los creyentes, pues ahora, cada cristiano es parte funcional del real sacerdocio. Somos un sacerdocio de creyentes. En otras palabras, los que conocen la Palabra de Dios no tienen excusa. Dios ha definido claramente lo que Él espera de la iglesia dentro de Su Palabra. Debemos prestar atención a la Palabra y obedecer su dirección para nuestras vidas.

Como personas santas: Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No. Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será (v. 12-13).

Hageo ahora hace un par de preguntas que revelan una verdad significativa. La primera pregunta, es que si una persona u objeto que se consideraba santo podía hacer santo a otra persona u objeto simplemente por el mero contacto. ¿Podría el santo trozo de carne santificar un trozo de pan ordinario simplemente por tocarlo? La respuesta adecuada fue: No. Esta verdad no ha cambiado. La rectitud nunca se transfiere por contacto físico. No podemos compartir o transmitir nuestra justicia en Cristo a otro. Esto requiere una relación personal con Él. También trata de la inadecuación de los rituales y tradiciones para asegurar la rectitud. ¡Esto se obtiene por gracia a través de la fe en Cristo! El simple hecho de asistir a los servicios en el Templo no resultaba en santidad para ellos y la actividad religiosa tampoco lo será para nosotros.

La segunda pregunta indagaba si un objeto impuro podía profanar algo que antes estaba limpio. La respuesta adecuada aquí fue: Sí. Dios había declarado inmundos ciertos objetos, animales y personas con ciertas condiciones. Cualquier cosa que estuviera muerta dejaría a uno impuro si se tocaba. El principio revela que la impureza podría empañar y estorbar lo que antes se consideraba limpio. Se estaba advirtiendo a los sacerdotes que se guardaran de lo que se consideraba impuro, para que no se contaminaran.

Ya no vivimos bajo la ley, pero este principio permanece y necesita ser enseñado y practicado. En Cristo somos limpiados por Su sangre derramada y considerados justos ante Dios. Somos aceptados por el Señor gracias al sacrificio de Cristo. Sabemos que mientras vivamos en un cuerpo de carne somos propensos al pecado. Por eso, cuando nos involucramos en prácticas contrarias a la voluntad de Dios, nos involucramos en lo que es inmundo para Dios. El pecado contamina y obstaculiza nuestra comunión con Cristo. Por eso, el pecado debe ser confesado al Señor y ser abandonado inmediatamente.

II. POR MEDIO DE LA REPREHENSIÓN (14-17).

Los sacerdotes pueden haber pensado que sus obras estaban ocultas a los ojos de los demás y que todo estaba bien; pero el Señor conocía sus vidas y conocía su pecado. Él reprendió sus caminos pecaminosos.

Señalando la contaminación: Y respondió Hageo y dijo: Así es este pueblo y esta gente delante de mí, dice Jehová; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aquí ofrecen es inmundo (v. 14).

Aunque el trabajo había comenzado de nuevo en el Templo, y se estaba progresando físicamente, la gente todavía estaba contaminada espiritualmente. Estaban ocupados en actividades religiosas, pero no agradaban al Señor porque lo hacían con manos sucias. Dios quería que se restaurara el Templo, pero estaba más preocupado por la condición del pueblo que por la reconstrucción del Templo.

Este es un gran desafío para muchos cristianos que, se engañan a sí mismos al participar en las actividades de la iglesia, en el evangelismo, en los cantos, en la cena del Señor, las colectas y las oraciones, sin preocuparse en lo más mínimo de sus pecados. Creen, equivocadamente que los actos de culto, de algún modo, van a diluir el pecado del que no se han arrepentido. Mis hermanos, cuando un creyente pretende servir a Dios viviendo en pecado, sus actos de culto no son otra cosa sino mero ajetreo religioso que jamás se convertirá en santidad. El poder y la salvación de Dios jamás será disfrutado por aquellos que se acercan a él con manos y corazones sucios por el pecador.

Llamando a la reflexión: Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová (v. 15)

Hageo ofrece un recordatorio de su dilación en la reconstrucción del Templo. Sus corazones no estaban puestos en las cosas de Dios. No había ningún sentido de urgencia para reconstruir el Templo a fin de tener un lugar para adorar. Estaban tan consumidos con sus propias vidas y deseos que no le dieron prioridad a la adoración. Esta actitud estuvo presente mucho antes de que se pusiera la primera piedra sobre los cimientos del Templo y esa actitud permaneció. Ahora estaban trabajando, pero todo su deseo no estaba entregado al Señor. Estaban dispuestos a trabajar en el Templo, pero hasta el momento sus vidas no se estaban desarrollando de acuerdo con las demandas de Dios.

Esta es una plaga que está consumiendo a muchos cristianos. Ahora, sé que todos tenemos que trabajar para poder sobrevivir. Hay actividades y eventos que requieren nuestro tiempo y atención. Sin embargo, estoy convencido de que la mayoría de los miembros de la iglesia no están realmente interesados en servir al Señor o vivir para Él. La mayoría está satisfecha con las cosas como son. No hay una preocupación real por ver a los incrédulos venir a Cristo a la salvación. La asistencia a la iglesia está bien siempre que sea conveniente. Muchos se contentan con asistir a los servicios, deseando recibir algo del Señor, pero no están dispuestos a servirle o a dar de sí mismos por el bien de los demás. ¡Muchos cristianos son tan delincuentes como aquellos judíos en los días de Hageo!

Advirtiendo sobre su desesperación: Antes que sucediesen estas cosas, venían al montón de veinte efas, y había diez; venían al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte. Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos (v. 16-17a).

Las cosas se habían vuelto desesperadas para la gente. Sus cosechas no habían producido su abundancia habitual. Dios había enviado un sol y un viento abrasadores, lluvias que causaron inundaciones y granizo que dañó sus cosechas. Su desobediencia había resultado en el castigo del Señor. No estaban disfrutando de la bendición que podrían haber recibido.

¿No es este mismo escenario el que prevalece en nuestra sociedad actual? Las tormentas y sequías masivas que experimentamos ahora no son meras coincidencias. La falta de poder que experimentan nuestras iglesias y vidas individuales tampoco es coincidencia. Estoy convencido de que Dios está tratando de llamar nuestra atención. Él está tratando de revelar el error de nuestros caminos. Él está obrando para atraernos de nuevo hacia Él. Mis hermanos, cuando un hombre no puede oír, entonces tiene que sentir, ¿no es verdad? ¿Qué se necesita para que regresemos a Dios y lo busquemos? Si no vemos, entonces él nos hará sentir las consecuencias de andar lejos de sus caminos.

Recordando su desafío: mas no os convertisteis a mí, dice Jehová (v. 17b)

Estas lamentables palabras, nos dicen que, a pesar de todas sus aflicciones y desgracias, el pueblo se mantuvo desafiante. Dios había buscado su atención y, sin embargo, se negaron a buscarlo. Era como si nada pudiera disuadirlos en su búsqueda de placer y autocomplacencia.

¿Qué tan grave debe ser el azote, antes de que nos demos cuenta de nuestra necesidad y busquemos al Señor? Él nos está rogando tiernamente hoy que regresemos a Él con todo nuestro corazón. Estoy seguro de que la mayoría aquí hoy estaría de acuerdo en que Dios es soberano sobre nuestras vidas. La mayoría estaría de acuerdo en que Él es digno de nuestra devoción y adoración. También estaría de acuerdo en que las bendiciones que disfrutamos provienen de Su mano llena de gracia. Sabiendo eso, debo preguntar: ¿por qué no estamos dispuestos a volvernos hacia Dios y servirlo con todo nuestro ser? ¿Por qué Él no es la prioridad? ¿Por qué se le da un segundo plano a todo lo demás en la vida? ¡Él es nuestra única esperanza, y la obediencia arrepentida es nuestro único curso de acción!

III. PARA VALORAR LA GRACIA DE DIOS (18-19).

Una y otra vez leemos en la Biblia de la gracia de Dios sobre un pueblo rebelde, mostrando el gran amor que tuvo por ellos.

El precedente: Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón (v. 18)

Dios los desafió a marcar este tiempo como un recordatorio para el futuro. Él les había hablado acerca de sus vidas. Estaban haciendo progresos en el Templo y el trabajo necesitaba continuar. También deben asegurarse de que sus vidas sean vividas a la luz de Su santidad. Dios les había dado la oportunidad de avivamiento y renovación espiritual, pero dependía de ellos responder.

Su trabajo en el Templo serviría de la misma manera que el memorial que Israel erigió cuando cruzaron el río Jordán al entrar en Canaán. Y en nuestro caso, cada vez que somos convocados por Dios cada primer día de la semana, nos está llamando a regresar a Él. Necesitamos hacer un nuevo compromiso con el Señor hoy, y poner una piedra para recordarnos y desafiarnos con respecto a nuestro compromiso. Dios obrará en medio de nosotros y bendecirá nuestros esfuerzos, ¡pero debemos cumplir Sus condiciones y servirle fielmente!

La Promesa: ¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré (v. 19)

No cabía duda de que su desobediencia había tenido un costo muy alto. Sus cultivos eran escasos. Las uvas, los higos, las granadas y las aceitunas no se habían producido. El pueblo estaba sufriendo debido a su desobediencia. Pero, esto podría cambiar si buscaran al Señor. Él prometió bendiciones renovadas si vivían como sabían que Él esperaba. Dios no estaba pidiendo algo ridículo o difícil. Él simplemente quería que lo siguieran.

Sigo convencido de que estamos viviendo espiritualmente por debajo de nuestras posibilidades. Podríamos tener mucho más de lo que actualmente disfrutamos si solo buscáramos al Señor y lo sirviéramos. Él abriría voluntariamente las ventanas de los cielos y bendeciría nuestros esfuerzos si solo cumplíamos con sus condiciones. Él permanece sentado en el trono en el Cielo. ¡Todavía es capaz de salvar y cambiar vidas!

CONCLUSIÓN.

¿Dónde nos encontramos en nuestra relación con el Señor? ¿Le agrada nuestra vida? ¿Podemos decir honestamente que Jesús y su voluntad es nuestra prioridad? ¿Estamos buscando maneras de servirle? Si hay necesidades, y estoy seguro de que todos las tenemos, ¿por qué no responder a la dirección del Espíritu y venir a Cristo hoy? Sólo Él puede satisfacer nuestra necesidad. Tal vez usted diga, “pues no tengo necesidad”. Bueno, si está fuera de la voluntad de Dios, créame que tarde que temprano las tendrá. Si hemos considerado nuestras acciones, y las hemos hallado faltas, es tiempo de volver a Dios.

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