(Lucas 1:5-17). He estado leyendo el evangelio de Lucas, y mientras estaba leyendo estos versículos, me percaté que todos los hombres y mujeres de Dios enfrentan un problema común. ¿De qué se trata? De las oraciones que parecen no tener respuesta.
Como cristianos tenemos una gran variedad de necesidades. Tenemos una gran cantidad de necesidades que el Señor jamás recibirá, y tenemos una gran cantidad de peticiones que el Señor jamás atenderá. ¿Por qué? Porque no se está practicando la oración. Hay grandes cargas y muchas peticiones para Dios en nuestra cabeza, pero nunca son ofrecidas al Señor.
Una de las muchas culpas que muchos cristianos llevan sobre sí, es la falta de oración. Mis hermanos, la falta de oración es nada más el síntoma de una deplorable relación con Dios. En 2 Samuel 12:23, escuchamos al David alejado de la voluntad de Dios, diciendo, “Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí”. David estuvo ayunando, llorando y orando a Dios, pero su corazón estaba lejos de Dios. Estos actos que deberían ser el resultado de su piedad, en realidad fueron usados como si se tratase de conjuros mágicos. Fueron utilizados como son usados por cualquier persona supersticiosa. Eso no solamente no funciona, sino que exhibe una falta de comunión con Dios.
La Biblia también dice que la oración constante es un mandamiento de Dios. Dice la primera carta a los Tesalonicenses 5:17, “Orad sin cesar”. Aquí tenemos uno de los mandamientos más ignorados por cientos de cristianos alrededor del mundo. En Lucas 18:1, dice, “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”. En Marcos 14:38, Jesús dijo, “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. Como vemos, la oración es una de las más grandes necesidades que el cristiano tiene. Debemos entender que no hay ningún sustituto para la oración. Usted puede cantar muchos himnos, leer grandes cantidades de la Biblia, y aún hablar del evangelio a una gran cantidad de personas, pero siempre seguirá necesitando la oración constante.
Cuando oramos, estamos confesando nuestra incapacidad y estamos recociendo nuestra dependencia en la habilidad y el poder de Dios. Estamos permitiendo que Dios participe en las circunstancias de nuestras vidas, y estamos clamando ayuda por nuestros problemas que a diario padecemos. Cuando oramos estamos aferrándonos a un poder que no poseemos. Recuerden hermanos que, las grandes batallas no pueden ser ganadas si no contamos con la ayuda divina. El profeta Zacarías dijo, “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
Entonces, la falta de oración constante es una de las razones por las cuales las oraciones no son respondidas. Dios jamás responderá a una oración que no se hace, ¿verdad? En otras palabras, si no pedimos, no se nos da. Si no buscamos, jamás hallaremos. Si no llamamos, nunca se nos abrirá (cfr. Mateo 7:7).
En nuestro texto de Lucas 1:5-17, se relata la historia de Zacarías, Elisabet y el nacimiento de Juan el bautista. Y quise abordar este texto, porque pude encontrar algunas razones más por las cuales la oración no es respondida. Así que, vamos a considerar lo que nos enseña sobre la oración sin respuesta.
A VECES SE NIEGA LA RESPUESTA.
En los versículos 5-7, leemos, “Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada”. Lo que dice Lucas sobre ellos es muy interesante. Ellos no solamente “profesaban” ser justos, sino que en realidad eran “justos”. El texto sagrado dice que eran irreprensibles, que guardaban los mandamientos y ordenanzas del Señor. Mis hermanos, ellos no aparentaban cierta justicia, no aparentaban cierta piedad ante la sociedad, sino que eran justos “delante de Dios”. Por tanto, nadie puede negar que Zacarías como Elisabet eran personas de oración. Sin embargo, hubo una oración que no fue respondida. Dios dijo que “no” a una de sus oraciones, y así, quedó sin respuesta. Esta negativa divina la podemos ver representada en la palabra “Pero”. Ellos ya son de edad avanzada, y sin duda alguna, durante gran parte de sus vidas han estado orando por un hijo. No obstante, el hijo nunca llegó, y así su oración no fue respondida.
¿Por qué Dios dice que no a muchas oraciones? Hay varios motivos por los cuales Dios dice “no” a muchas oraciones.
Santiago 4:1-4, por ejemplo, aborda algunos de los problemas por los cuales las oraciones no sean respondidas.
- “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.” (v. 1-2). La razón por la cual muchos no oran, es a causa de los grandes conflictos que hay en sus almas. Y estos conflictos tienen que ver, precisamente, por querer hacer nuestra voluntad, lo que nos agrada, lo que nos satisface, en lugar de hacer la voluntad de Dios. Mientras están ocupados en esos conflictos, no se ocupan de buscar a Dios, porque no quieren hacerlo.
- “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” (v. 3). Aquí tenemos a otros que sí oran, pero, sus oraciones son todo menos olor fragante. Cuando Santiago dice que oran “mal”, usa la palabra “kakós” (κακως). Esto nos dice que el problema no es con la manera de orar, sino con los motivos por los cuales se ora. No es una oración piadosa y llena de fe, sino una oración sucia, baja, que no busca otra cosa que alcanzar lo necesario el deleite personal y carnal.
- “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (v. 4). Otra razón por la cual Dios dice no a las oraciones, es por causa del pecado en nuestras vidas. Dios jamás financiaría nuestro adulterio espiritual. No bendecirá nuestros esfuerzos por ir corriendo detrás del diablo.
El apóstol Juan, en su primera carta, capítulo 5, versículos 14-15 aborda otra razón por la cual nuestras oraciones no son respondidas. El texto dice, “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.”. Mis hermanos, la oración no trata de hacer nuestra voluntad en el cielo, sino que se haga la voluntad de Dios en la tierra. Por eso, muchas de nuestras oraciones no son respondidas.
A VECES LA RESPUESTA ES RETRASADA.
Dice Lucas 1:13, “Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan”.
Mis hermanos, cuando hacemos oración, habrá ocasiones en que Dios diga, “espera”. Tome nota de lo que dice el ángel acerca de la oración de Zacarías. Dice que “ha sido oída”. Luego de haber estado orando y orando por años para tener un hijo, la respuesta a su oración no llegó sino hasta que eran de edad avanzada. De hecho, el versículo 18, nos indica que Zacarías había ya perdido la esperanza de ser padre. Vean lo que dice el texto, “Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada”. Zacarías cree que para ellos ya es demasiado tarde. Se han resignado a que Dios no les dará un hijo.
Este pasaje confirma la verdad de que las oraciones de Zacarías y Elisabet habían sido escuchadas y respondidas en el pasado; pero, Dios simplemente había esperado el momento perfecto para hacer traer a la realidad su respuesta.
Mis hermanos, a veces pensamos que nuestras oraciones no han recibido respuesta, cuando en realidad ya han sido escuchadas y respondidas en el pasado. Dios simplemente ha dicho, “espera”, no es el momento. Personalmente, hermanos, les puedo decir que he llevado a Dios oraciones, que no las he visto cumplirse sino varios años después. Hace años que mi esposa y su servidor teníamos en nuestro corazón el tener una casa propia. Recuerdo que le dije a mi esposa que lo pusiera en las manos de Dios. Pasaron algunos años, y sin tener Infonavit, ni ser parte de un sistema de crédito bancario, Dios proveyó a las personas y los recursos necesarios para que finalmente tuviésemos casa propia. ¿Por qué nos hizo esperar? Porque, creo yo, era necesario. Era necesario que nuestra confianza en él siguiera firme a pesar de ver nada y a pesar de parecer algo imposible. No obstante, en Dios todo es posible. Otra razón por la que creo que Dios se tomó su tiempo en esto, es porque simple y sencillamente está esperando el momento en que él pueda obtener la mayor gloria por eso. Llegué a esa conclusión, por lo que leí en Isaías 30:18, que dice, “Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él”.
Entonces, ¿por qué Dios nos hace esperar?
Para mostrar su gloria: “Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada” (v. 18). Como vemos, al estar Dios dando un hijo a Zacarías y Elisabet ahora que biológicamente es imposible, esto definitivamente tendrá que ser reconocido como una obra de Dios. Dios obtendrá toda la gloria al hacerlo en este tiempo que son de edad avanzada. Lo mismo sucedió con Abraham y Sara, y lo mismo sucedió cuando el Señor permitió que Lázaro muriera y estuviera en la tumba hasta el punto de apestar: Dios fue glorificado. Jesús dijo, “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Juan 14:13)
Para otorgar su gracia. Al responder la oración de Zacarías en este tiempo que ya son de edad avanzada, Dios estaba dispensando su gracia sobre sus vidas. Ellos no entendían lo que el Señor estaba haciendo, ¡pero Dios sí! Dios usó su respuesta tardía para glorificarse a sí mismo, y conceder a Zacarías y Elisabet la bendita bendición de participar en su plan eterno. Recuerden, el hijo de ellos no fue un hombre cualquiera, sino siendo el precursor del Señor previamente anunciado por los profetas. ¡Grande bendición es esa!
A VECES LA RESPUESTA ES DIFERENTE.
Dice Lucas 1:15-17, “porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos”.
Cuando se lleva una oración a Dios, él a veces dice, “estate atento”. Como cuando decimos, de manera positiva. “ya verás lo que te daré”. Lo que quiero decir, es que Dios a veces tomará nuestras oraciones y las mejorará en gran manera.
Es normal y absolutamente comprensible que Zacarías y Elisabet querían un hijo en su juventud; y si Dios les hubiese dado ese hijo en su juventud, ellos simple y sencillamente habrían estado agradecidos. Su hijo hubiese crecido como cualquier otro hijo, con todas las posibilidades y dificultades ordinarias que todo hijo tiene. Sin embargo, Dios les concede un hijo, no en su juventud, sino en su vejez… ¿y? ¿Qué tiene eso de extraordinario? Que en su vejez, en el tiempo de Dios, ellos llegaron a ser padres nada más y nada menos que de Juan el bautista. En el verso 17, el ángel dijo sobre Juan: “E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. Y el mismo Jesucristo, dijo que “Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista” (Mateo 11:11).
Mis hermanos, un transformador eléctrico toma la energía de los cables y las transforma en energía que se puede utilizar en nuestros hogares. ¿Qué pasaría si los transformadores no existieran? ¡Adiós a todos nuestros aparatos eléctricos! De la misma manera, nuestras oraciones son tomadas por Dios para convertirlas en lo que realmente necesitamos. ¿Sabía usted que esa es una obra que el Espíritu Santo hoy en día desempeña? Dice Romanos 8:26-27, “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. Al orar, tenga por seguro que Dios nos dará lo mejor. Confiemos en su decisión.
CONCLUSIÓN.
Mis hermanos, sigamos orando. Y si no ha comenzado a hacerlo, es tiempo de que lo haga. Cuando la oración parece no tener respuesta:
- Confíe y espere en la bendita sabiduría de Dios.
- Asegúrese de que está pidiendo conforme a la voluntad del Señor.
- Asegúrese de que su corazón está bien con Dios: “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1-2).