1 Reyes 20:22-29.
En este contexto, estamos frente a tiempos traicioneros para el pueblo de Israel. Su malvado rey, Acab, había sido culpable de llevar al pueblo a adorar al dios cananeo Baal, en lugar de al Señor Dios Jehová. Como resultado, la maldad llenó la tierra de Israel y se encaminaban hacia un rumbo de colisión con el juicio de Dios. Sin embargo, en medio de sus pecados, Dios todavía amaba a su pueblo. ¡Gracias a Dios, porque su amor nunca falla! (cf. Jeremías 31:3).
Durante este tiempo, Israel fue atacado por el vecino del este, Siria. Cuando se libró esta batalla, Dios permitió que Acab y el pueblo de Israel derrotaran a los sirios y se adjudicaran la victoria. Sin embargo, se le notifica a Acab que los sirios no planean aceptar la derrota tan fácilmente (v. 22). Se le dice que volverán a luchar de nuevo. Es esta segunda batalla la que queremos examinar ahora. Aquí se enseñan verdades que nos ayudarán a cada uno de nosotros en nuestro peregrinar por el camino del Señor en estos días.
Solo quiero decir que en el ejército sirio veo una imagen de nuestros adversarios. Cuando el Señor nos permite obtener una victoria contra ellos, podemos contar con que volverán a pelear otro día. Su deseo es vernos derrotados de una manera u otra. Si no ganan en un área de nuestra vida, cambiarán la dirección de su ataque y vendrán por nosotros nuevamente (cf. 1 Pedro 5:8). Y esto es precisamente lo que el ejército sirio intentó hacer contra Israel. Sin embargo, así como los sirios fueron derrotados e Israel caminó en victoria, ¡usted y yo también podemos caminar en victoria! Observemos algunas verdades simples de este pasaje que nos permiten saber que Dios sigue siendo Dios, en cualquier valle de la vida.
AUNQUE SE SUPONGA QUE NO LO ES (v. 23).
El contexto. Los sirios parten de una peligrosa suposición sobre el Dios de los israelitas. Como fueron derrotados en la primera batalla en las colinas que rodean a Samaria, suponen que el Dios de Israel es un Dios de montaña únicamente. Su estrategia es hacer que los israelitas luchen en el valle, donde creen que los derrotarán fácilmente. Para los sirios, esta suposición sería costosa, pero es una apuesta que los enemigos de la fe hacen todo el tiempo.
La aplicación. Mis hermanos, cuando estamos en una montaña espiritual, somos difíciles de vencer por los enemigos de la fe. En ese momento tenemos fuego en el alma y glorificamos a Dios de todo corazón, por lo que somos una fuerza difícil de vencer. Es difícil para los enemigos de la fe derrotar a un cristiano lleno de entusiasmo por Dios, por su voluntad y por su obra. Como dijo Nehemías, “el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10).
Así fue como encontró Satanás a Job. El diablo presionó a Job esperando que Job se volviera contra Dios. Sin embargo, todo lo que el enemigo pudo extraer de la vida de Job, fue adoración y alabanza al nombre del Señor (cf. Job 1:6-22). De la misma manera, cuando el cristiano encuentra deleite en servir al Señor, los enemigos de la fe no podrán obtener nada de él, sino alabanza y adoración a Dios, por mucho que le aflijan y opriman con toda clase de argucias. Y así, es probable que dejen de atacar por algún tiempo.
Una fábula. Se anunció que el diablo iba a poner sus herramientas a la venta. En la fecha de la venta, las herramientas se pusieron a la inspección pública, cada una marcada con su precio de venta. Había un montón de herramientas traicioneras: odio, envidia, celos, duda, mentira, orgullo, etc. Aparte del resto de la pila había una herramienta de aspecto inofensivo, muy usada y con un precio muy alto. “¿Cómo se llama esa herramienta?” —preguntó uno de los compradores.
- “Oh”, dijo el adversario, “eso es el desánimo”.
- “Pero, ¿por qué le has puesto un precio tan alto?”
- “Porque me resulta más útil que las demás. Con ella puedo abrir y entrar en el corazón de una persona, sobre todo cuando no puedo acercarme a ella con otras herramientas. Ahora, una vez que entro, puedo obligarla a hacer lo que yo quiera. Es una herramienta muy usada, porque la uso con casi todo el mundo, ya que pocas personas saben que me pertenece”.
El precio que pagó el diablo por el desánimo fue tan alto que nunca lo vendió. Sigue siendo su herramienta principal y todavía la usa con el pueblo de Dios hoy en día.
Se ha dicho que “el desánimo es el mango que encaja en todas las herramientas del diablo“. La idea aquí es que Satanás sabe que cuando estamos en la montaña, es difícil llegar a nosotros. Por lo tanto, una buena estrategia es llevarnos al valle, donde aparentemente seremos derrotados. Por eso, cuando cometemos el error de enfocarnos en los aspectos negativos de cualquier situación, entonces será muy fácil desanimarnos. Y una vez que el desánimo entre en nuestro corazón, seremos un ejército fácil de vencer. Y si podemos ser derrotados, entonces jamás seremos más que vencedores en Cristo.
Tengamos esto en mente. ¡La vida se trata en un 10% de lo que nos sucede y en un 90% de cómo reaccionamos ante lo que nos sucede! Si desarrollamos una actitud de víctima ante los acontecimientos de la vida, entonces estamos a la merced de todo enemigo de la fe. Sin embargo, si podemos aprender a poner en práctica las lecciones que Pablo nos dejó en Filipenses 4:6-9, ¡difícilmente seremos derrotados!
¿Se ha usado el arma del desánimo en su contra? ¿Está siendo usted afectado por el desánimo? Ha habido momentos en la vida que me han dañado a mí también. Y sin querer darle tanto crédito, el desánimo funciona mejor en mí que cualquier otra herramienta diabólica. Por eso, para los enemigos de la fe, bajarnos de la montaña les da esperanza de vencernos y apartarnos de Dios con más facilidad. Sin embargo, ¿es siempre así?
PORQUE ÉL VENCE EN CUALQUIER TERRENO (v. 28)
Dice el verso 28, “Vino entonces el varón de Dios al rey de Israel, y le habló diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto los sirios han dicho: Jehová es Dios de los montes, y no Dios de los valles, yo entregaré toda esta gran multitud en tu mano, para que conozcáis que yo soy Jehová”.
Este texto nos muestra que había un problema con la suposición de los sirios acerca de Dios: ¡Dios era más grande de lo que pensaban que era! Él envía a su profeta para decirle a Acab que Dios va a demostrar que él es Dios aún en los valles.
Mis hermanos, Dios es más grande que nuestros valles. Sé que es más fácil servir al Señor cuando estamos en la cima de la montaña. Es más fácil cuando estamos entusiasmados con el Señor y con Su obra. Sin embargo, cuando entramos en una de las experiencias de la vida en la que estamos en un valle, debemos recordar que él sigue siendo Dios. Sea en el valle del dolor físico, ¡Él sigue siendo Dios! Sea en el valle del desánimo espiritual, ¡Él sigue siendo Dios! Sea que estemos en el valle del dolor, de la muerte, o de cualquier clase de valle, ¡Él sigue siendo Dios!
Mis hermanos, Dios quiere demostrarle a Su pueblo que Él es Dios en cada etapa de la vida. Quiere poder demostrar Su poder en su vida. Quiere demostrarle que Él sigue siendo Dios. Por eso es que la Biblia está literalmente llena de promesas que nos enseñan que Dios tiene el control. Versículos como Romanos 8:28; 1 Corintios 15:57; 2 Corintios 2:14; 2 Corintios 4:17 y otros nos hacen saber que nuestro Dios está decidido a probarnos que Él es Dios en cada circunstancia que enfrentemos.
Para nosotros, la victoria comienza a realizarse cuando llegamos a comprender que, aunque los enemigos de nuestra fe quieren derrotarnos, Dios ha prometido que podemos caminar en victoria sin importar las circunstancias. Y aunque las circunstancias parezcan mostrar que Dios nos ha dejado, la verdad es que Dios jamás abandona a su pueblo. Cuando todo lo que nos rodea sugiere que debemos estar desanimados y derrotados, Dios todavía nos dice que en él somos victoriosos. Recuerde, en Cristo somos más que vencedores. Más que vencedores.
Mis hermanos, la victoria espiritual genuina, nunca es una cuestión de lo que estoy enfrentando en la vida. La verdadera victoria espiritual es la simple fe en las promesas de Dios. Soy victorioso, no porque todo sea perfecto en mi vida, más bien, soy victorioso porque Dios tiene el control de mi vida y él dice que yo soy victorioso.
Por lo tanto, independientemente de la situación, puedo descansar en la promesa de Dios. Puede que la batalla se desate a mi alrededor, ¡pero no tiene por qué consumir mi relación con el Señor! Si bien puedo estar en la batalla, Dios ya ganó la guerra y yo salgo victorioso porque él así lo dijo.
Por favor, no me malinterpreten. No estoy promoviendo el “pensamiento positivo”, o el “pensamiento de la posibilidad”, o cualquier otra enseñanza herética. Estoy promoviendo la fe en Dios. En creer a su palabra, en creer a lo que él me dice, en lugar de lo que la carne y el mundo me hagan pensar.
Más que cualquier otra cosa, el camino para salir del valle comienza con la capacidad de entregarse a Dios en cada circunstancia.
Hay un poema que dice, ¡Oh, qué alma feliz yo soy! Aunque no puedo ver. Estoy resuelto a que en este mundo contento estaré. ¡Cuántas bendiciones disfruto, que otras personas jamás! Llorar y suspirar porque estoy ciego, no puedo y nunca lo haré. ¿Lo ven? Dios es Dios también en los valles.
PORQUE ÉL VENCE A CUALQUIER EJÉRCITO (v. 29)
Dice el verso 29, “Siete días estuvieron acampados los unos frente a los otros, y al séptimo día se dio la batalla; y los hijos de Israel mataron de los sirios en un solo día cien mil hombres de a pie”.
El pueblo de Israel creyó en Dios y disfrutó de una tremenda victoria sobre el ejército sirio. Vieron a sus enemigos puestos en fuga por el poder de Dios, obrando a través de ellos.
Mis hermanos, este es el lugar al que Dios desea llevarnos. Él quiere que lleguemos a ese lugar donde nos demos cuenta de que Él es Dios sin importar lo que estemos enfrentando. Él quiere que quitemos los ojos de nuestra necesidad y los pongamos directamente en el rostro de Jesús. Como dice Hebreos 12:2, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. Recuerde lo que dice Pablo en Efesios 3:20, “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”. ¿Lo ve? Independientemente de lo que enfrentemos, Jehová es Dios. Qué pena cuando creemos que él es Dios solamente en la montaña, pero no en los valles. Pero, recuerde, Dios es Dios también en el valle.
Mis hermanos y amigos, disfrutemos de la victoria. Y noten, he dicho que se disfruta, más no que hemos ganado la victoria. La victoria no es nuestra, no es por nuestra fuerza, sino de Dios. Nosotros solo la disfrutamos. Si hoy en día vivimos derrotados y desanimados, es porque nos negamos a abrazar la victoria de la fe. Por eso, nunca debemos permitir que los diversos enemigos de la fe nos hagan revolcarnos en el valle. Nunca debemos permitir que el desánimo nos haga pensar que Dios no quiere ayudarnos. La verdad del asunto es que la victoria está disponible siempre, y está disponible siempre en cada situación para cada hijo de Dios. ¿Entonces por qué muchos cristianos no gozan de la victoria? Bueno, por la simple razón de que están esperando sentimientos de victoria, en lugar de sencillamente aceptarla por fe. Por ejemplo, cuando uno obedece el evangelio de Cristo, uno debe saber que ha recibido el perdón de sus pecados, aunque no haya ningún sentimiento que así lo corrobore. De hecho, la persona que ha sido redimida por el Señor, lo será porque él así lo ha prometido, aunque la persona no se sienta perdonada. Miren, esa persona no experimentará el gozo de la salvación que tiene, y no lo hará por no aceptar lo que Dios le ha dado, el perdón de sus pecados. Es así que, lo que tenemos que hacer, no es esperar a sentirnos victoriosos, sino a aceptar la victoria que Dios nos ha dado, aunque estemos en algún valle, porque Dios es Dios también en el valle.
Piense por un minuto en algunos grandes hombres de la Biblia que sabían que Dios les había dado la victoria a pesar de lo que decían sus circunstancias.
- Josué y Caleb (cf. Números 13:27-14:9). El pueblo estaba lleno de miedo ante los grandes hombres de guerra que había en la tierra prometida. Humanamente, era imposible ganar una batalla con esos hombres. Pero, en medio de la crisis, Josué y Caleb dijeron, “no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis”.
- David cuando enfrentó a Goliat (cf. 1 Samuel 17).
- Sadrac, Mesac y Abednego en el horno de fuego (cf. Daniel 3).
Hay muchos otros, pero estos son suficientes para que veamos que, independientemente de cómo parezcan las cosas en la superficie, ¡nunca debemos olvidar que Dios esté siempre en control de cada situación! Jehová es Dios también en el valle.
CONCLUSIÓN: No tengo forma de saber a qué se enfrenta usted esta mañana. Puede ser que esté padeciendo por el desánimo, y esto le ha llevado sumamente lejos de la montaña. Afortunadamente, Dios es Dios también en los valles. Él sigue siendo Dios. Él sigue siendo su Dios, sin importar la clase de valle en donde se encuentre.
El secreto para disfrutar de las montañas y los valles que en la vida encontraremos, es el de aprender que Dios tiene el control. Si podemos hacer eso, ya sea que estemos arriba o abajo, Dios estará a nuestro lado. Como dijo el salmista, “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23:4). El apóstol Pedro también dijo, “echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7).
¿Tiene una carga demasiado grande para soportar? ¿Por qué no tomarse unos momentos para contárselo a Jesús? Lleve su carga al Señor, luego déjala ahí por fe, echando todas sus preocupaciones sobre Él, porque Él se preocupa por nosotros. Después de todo, Él sigue siendo Dios, ¡incluso en el valle! Dios es Dios también en el valle.