Romanos 15:22-29.
Hoy en día escuchamos entre la hermandad de diversos viajes de predicación. Esa es una práctica bíblica, por medio de la cual los evangelistas llevamos la Palabra de Dios a otros lugares y a otras congregaciones. Cuando una congregación participa con un evangelista para esos viajes, goza de la oportunidad de llevar la Palabra de Dios más allá de su región. Sin embargo, ¿qué podemos aprender de la Palabra de Dios con respecto a esos viajes?
Bueno, para tratar con esta cuestión, vamos a considerar el ejemplo del apóstol Pablo. Y tomaremos su ejemplo, porque en el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo es uno de los predicadores que más viajó. De hecho, cuando habla de su ministerio, en 2 Corintios 11:26, dice, “en caminos muchas veces”. El Nuevo Testamento, Pablo Besson, dice, “en viajes muchas veces”. La Nueva Versión Internacional dice, “Mi vida ha sido un continuo ir y venir de un sitio a otro”.
Cuando este gran hombre de Dios se trasladaba de un lugar a otro, no lo hacía como turista. Aunque las ciudades por las que viajaba contenían algunas de las maravillas del mundo antiguo, Pablo no estaba buscando una camiseta, ni tampoco estaba tratando de llenar un álbum con fotografías del templo de Diana, el Coliseo de Roma o el Partenón de Atenas. No, los planes y propósitos de Pablo al viajar eran mucho mayores que esas cosas terrenales. Viajaba de un lugar a otro, no como turista, sino como un ganador de almas.
Al investigar estos versículos sobre los viajes de Pablo, hay buenas enseñanzas que podemos aprender y que nos ayudarán cuando pensamos en los viajes de predicación. Estos viajes tienen que contar para beneficio de la obra de Dios. Así que, veamos qué nos dice la Escritura acerca de eso.
DEBEN SER VIAJES “PLANEADOS” (v. 22-24).
Los planes de Pablo con respecto a sus viajes están detallados en el libro de los Hechos. Si usted se toma el tiempo para leer Hechos, verá rápidamente que, con respecto a sus viajes de predicación, Pablo hizo buenos planes y procuró llevarlos a cabo. Ahora veamos lo que estos versículos aquí en Romanos, nos enseñan acerca de esos planes.
Eran planes bien precisos (v. 23). Aquí me llama la atención lo que dice Pablo cuando escribe, “no teniendo más campo en estas regiones”. Pablo no está diciendo que lo han expulsado de esas regiones, ni tampoco quiere dar a entender que todo el trabajo allí está hecho, o que ya no hay más pecadores a quienes predicar allí. Todo lo que está diciendo, es que él ha terminado con su meta, con su plan. Debemos tener en cuenta que, en cuanto a la obra de Dios, el trabajo de Pablo consistía particularmente en poner el fundamento: “Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno” (v. 20). Sobre esto mismo, Pablo escribió en 1 Corintios 3:10, “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica”. Entonces, aquí se hace evidente que el trabajo primordial de Pablo es poner el fundamento. Así que, una vez puesto el fundamento en Grecia, sobre todo en los alrededores de Corinto, ahora es tiempo de seguir adelante. Según el versículo 23, él dice que tiene el deseo de estar en roma (“deseando desde hace muchos años ir a vosotros”). Esto nos dice que Pablo es un predicador con planes. ¡Pablo es un hombre que traza algunos planes y los sigue!
Él nos da un buen ejemplo esta mañana, sobre todo para aquellas personas que no tienen ningún plan para sus vidas. Simplemente, viven día a día sin sentido de dirección y sin planes para el futuro. Aquí podemos aprender de parte de Pablo una lección valiosa. Debemos diseñar un plan, dejando que Dios sea parte de él. ¿Ha hecho usted un plan para su vida o solamente se está dejando llevar por las corrientes del tiempo? Si ha hecho un plan, ¿ha considerado lo que Dios tiene que decir al respecto? ¿Ha ido a Dios para solicitar ayuda en esos planes, o para diseñar los que sean mejores?
De la misma manera, si usted es un evangelista, y piensa llevar a cabo un viaje de predicación, diseñe un plan, para que su obra sea mucho más fructífera y de provecho.
Los planes pueden ser desconcertantes (v. 22). Pablo les dice a los romanos que había estado tratando de ir a verlos, pero que había sido “impedido”. Esta palabra significa, literalmente, “ser cortado”. Pablo está diciendo que, por dondequiera que pudiese moverse a roma, su camino había sido cortado. Lo interesante, es que esto era algo común con Pablo. En Romanos 1:13, dice, “Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado)”. Algo parecido dijo a los Tesalonicenses: “por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo, ciertamente una y otra vez; pero Satanás nos estorbó” (1 Tesalonicenses 2:18). Pero los planes de Pablo no solamente fueron estorbados por Satanás, sino también por Dios mismo. En Hechos 16:6-8, dice que “les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas”. Se les prohibió llegar a Asia, a Misia, y a Bitinia. Pero, cuando finalmente llegó a Troas, se manifestó la guía de Dios, y entonces sus planes se encarrilaron dentro de los planes de Dios.
Cuando Pablo escribió a los Gálatas, habló de que ellos eran obstaculizados por otras personas (cf. Gálatas 5:7). Todo esto nos recuerda la verdad de que debemos hacer los mejores planes para la vida que podamos hacer, y luego, tener presente que esos planes pueden ser arruinados. El hecho de que hagamos planes para servir al Señor no garantiza que sucederán. Las circunstancias de la vida pueden cortarlos, la oposición del diablo en la persona de gente influyente o de autoridades pueden impedirlos, o simplemente no ser realmente respaldados por Dios. No hay garantía de que otras personas no se opondrán. Incluso las circunstancias de la vida a menudo serán contrarias a los planes que hemos hecho. Hay momentos en los que incluso puede parecer que el Señor está luchando contra los planes que tenemos.
Ante esto, permítame animarlo a seguir viviendo para el Señor sin importar los problemas o los obstáculos que encuentre en el camino. Así que, si está seguro que está siguiendo planes que Dios honra, entonces apéguese a ellos y observe cómo Él le bendice para que se lleven a cabo. Mire a Pablo. Se presentaron muchos obstáculos en su camino a Roma, pero, finalmente, hizo ese viaje. Esto mismo puede ser cierto para los viajes de predicación, y lo sé por experiencia.
Los planes deben ser acompañados con fe (v. 24). Pablo describe la confianza que tiene en sus planes. Sabe que, a pesar de los obstáculos, llegará un día en que esos planes se realizarán. Sin embargo, y a pesar de su confianza, él no se emociona, no se entusiasma por eso. Y ante la esperanza y la templanza de Pablo con sus planes, aprendemos una lección importante.
Esta es la lección: hay una gran diferencia entre nuestros planes inmediatos y nuestros planes al final. Nuestros planes inmediatos son aquellas cosas que planeamos, y como tal, están propensos al fracaso. Bueno, sea como sea el caso, debemos tener templanza con nuestros planes. Si yo dejo que los planes controlen mi temperamento, puedo terminar frustrado y sumamente desanimado si no se realizan.
Puede ser que el Señor haya intervenido en nuestras vidas por sus propias razones. Este era el problema de Pablo. En sus planes inmediatos, quería ir a Roma, pero ese plan había sido obstaculizado repetidamente. Sin embargo, ese hecho no cambió su plan final. El plan final de Pablo era hablarles a los hombres acerca de Jesús dondequiera que estuviera y en cualquier momento dado.
Así que, sus planes y los míos pueden verse entorpecidos por las circunstancias y las puertas cerradas. Pero, no debemos permitir que eso nos derrote. Descansemos en las manos de Dios, confiando en que él bendecirá nuestra obra dondequiera que le estemos sirviendo. Si hay obstáculos que Dios ha permitido, debemos tener presente que él no permite esas cosas para causarnos problemas, o para provocarnos miedo, o para menguar nuestra fe. Más bien, lo hace para mejorar nuestro viaje. Si no es hoy, entonces puede ser mañana, el caso es que confiemos en que cualquier cambio en nuestro itinerario, lo hará mucho mejor y más agradable.
DEBEN TENER PROPÓSITOS ESPIRITUALES (v. 25-27).
Pablo les dice a estos romanos que antes de poder ir a su encuentro, debe viajar a Jerusalén para entregar una ofrenda para los santos que se encuentran allí. Parte del contexto de esta ofrenda se revela en 1 Corintios 16 y 2 Corintios 8-9. Estos gentiles recién convertidos habían hecho una colecta para los santos pobres en Jerusalén y Pablo iba a llevársela. Así pues, todo viaje de predicación tiene propósitos espirituales.
El propósito de la gracia (v. 25). Pablo dice que viaja a Jerusalén para “ministrar” a los santos. Quiere ser una bendición para los creyentes en de esa región. Pero, ¿por qué? Pablo recuerda dónde comenzó su fe. Había sido salvo como resultado de la obra e influencia de la iglesia que estaba en Jerusalén. Aunque cuando fue salvo no lo aceptaron de inmediato, y aunque sus motivos habían sido cuestionados por ellos (cf. Hechos 9), Pablo sintió la obligación de ser una bendición para ellos.
¡Qué lección para usted y para mí! ¿Se ha tomado el tiempo de agradecer a quienes influyeron en tu llegada a Jesús? ¿Les ha agradecido por orar por usted? ¿Por compartir con usted la fe? ¿Por haberlo amado? ¿Por dar para que pudiera escuchar el Evangelio? ¿Les ha agradecido a quienes se preocuparon? Que Dios nos ayude a corresponder a quienes nos han servido.
El propósito de la generosidad (v. 26). Este versículo nos dice que los creyentes gentiles donde Pablo había estado sirviendo habían recibido una ofrenda para los santos que luchaban en Jerusalén. El hecho es que la gente de Jerusalén estaba sufriendo de una manera terrible. Los otros santos en todo el mundo se enteraron de su difícil situación y recibieron una ofrenda para aliviar su miseria.
Ahora bien, esto es exactamente lo que toda iglesia debe hacer en la mediada de sus posibilidades. Si tenemos la oportunidad, debemos estar dispuestos a usar la colecta para la causa del evangelio, no solamente en lo que a los santos falta, sino también en la predicación del evangelio.
Ahora bien, el punto central aquí es que estos nuevos cristianos querían ser parte de lo que Dios estaba haciendo. Querían ser una bendición para la gente de Jerusalén. Algunos de ellos no podían predicar. Algunos de ellos nunca enseñarían, ni cantarían. Muchos nunca viajarían lejos de la ciudad donde nacieron, pero había una cosa que todos podían hacer: ¡Dar! No sé si lo saben o no, pero se necesita dinero para benevolencia y para evangelizar. No me gusta predicar sobre recibir dinero para la obra del Señor, así que no lo hago, ¡pero, aun así, tienen que hacerlo! Si no lo hacen, se estarán perdiendo una gran bendición. Pablo dijo, “No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta” (Filipenses 4:17). ¿Ve el resultado? “Fruto que abunde en vuestra cuenta”. Además de participar en la predicación del evangelio, esa es la bendición que tiene una iglesia cuando contribuye para la obra de un predicador del evangelio.
El propósito de la gratitud (v. 27). Pablo dice que los gentiles dieron de sus riquezas materiales porque los santos en Jerusalén habían dado de sus riquezas espirituales. He aquí un principio espiritual que a muchas personas no les gusta: Si has recibido una bendición espiritual de un ministerio, ¡le debes a ese ministerio una bendición material! Esto es especialmente cierto en todas partes donde somos bendecidos espiritualmente. Si usted recibe la Palabra de Dios, tiene el deber de dar a ese ministerio paras las cosas que se requieren. Pablo dijo en 1 Tesalonicenses 5:17-18, “Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. La idea es que en el momento en que escuchamos el Evangelio, entonces estamos en deuda. Primero, estamos en deuda con Dios, quien lo hizo todo posible. En segundo lugar, estamos en deuda con aquellos que hicieron posible que escuchásemos el Evangelio. Lamentablemente, muchos no están agradecidos, sino que están obligando a unos pocos a llevar la carga de muchos. Eso es vergonzoso.
DEBEN ACOMPAÑARSE DE PODER (v. 28-29).
Pablo hacía gran parte de sus viajes a pie, y a veces en barco. Sin embargo, el verdadero poder que había detrás de sus viajes era de naturaleza espiritual. En estos dos versículos él menciona algo de ese poder.
Por causa de una gran obra (v. 28). En el versículo 28, Pablo parece obsesionado con llegar a España. ¿Por qué? Por dos razones. Una, era el centro intelectual del mundo en los días de Pablo. Dos, representaba la extensión más lejana del Imperio Romano en los días de Pablo. Para él, era “la parte más lejana de la tierra“. Pablo estaba simplemente obsesionado con la misión de Cristo. Quería predicar el Evangelio donde nunca se había predicado. Quería que todas esas mentes brillantes en España escucharan la Palabra, se convirtieran y fueran utilizadas por Dios para difundir el Evangelio para la gloria de Dios. El hecho es que ese fuego que había en el corazón de Pablo también debe arder en nosotros. Los hombres están pereciendo sin Cristo por miles, por lo que aún sigue siendo el evangelismo una obra urgente y grande. La obra es grande, y el poder que nos acompaña también lo debe ser.
Por un motivo poderoso (v. 29). Pablo dice que cuando viaja y predica, lo hace con bendición divina sobre su vida. Está diciendo que dondequiera que viaja, la presencia del Señor va con él para ayudarlo y darle poder. Por lo tanto, puede llevar a cabo la obra de Cristo con absoluta confianza en el poder y las promesas del Señor.
El Señor nos ha llamado a cada uno de nosotros a llevar Su mensaje a todo el mundo (cf. Mateo 28:18-20). ¿Qué mayor seguridad necesitamos al ir con el Evangelio? ¡Vayamos, pues, con absoluta confianza en que Él nos ayudará y nos bendecirá mientras trabajamos para Él!
Conclusión: ¿Qué dice nuestra peregrinación sobre nosotros, sobre nuestro amor por el Señor y sobre nuestra carga por los perdidos? Pablo era un hombre que viajaba, pero mientras viajaba, ¡trabajaba para el Maestro, buscando llevar a los hombres a Jesús!
Mientras esperamos el día en que Él vendrá por nosotros, dediquemos nuestro tiempo a trabajar por Jesús en lugar de quedarnos holgazaneando en la casa del Padre. Él tiene un plan para nosotros, ¡pongámonos a ello! Él tiene un camino para nosotros, ¡pongámonos a ello! Él tiene un lugar para nosotros, ¡pongámonos a ello!