El ganador de almas.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

El ganador de almas.

Romanos 15:14-17.

Estamos entrando en la sección final del libro de Romanos. A lo largo de este gran libro, Pablo ha estado tratando los grandes temas doctrinales de la fe. Ha tocado una nota tan clara y tan poderosa que no se puede discutir su lógica ni dudar de sus conclusiones. Ahora, a medida que se acerca el final de su carta, comienza a hablar de cosas que son de naturaleza personal. Antes de terminar, Pablo quiere compartir su corazón y sus motivos para el servicio con los creyentes en Roma.

Una de las grandes cosas que queda clara acerca de este hombre en este pasaje, es el hecho de que tiene un corazón para los perdidos. Pablo fue un gran predicador, de eso no hay duda. Pablo fue un escritor prolífico. Después de todo, su pluma nos dio 14 de los 27 libros del Nuevo Testamento. Pablo fue un evangelista pionero. Viajó de un lugar a otro iniciando iglesias y alimentando las ovejas del Señor. Sin embargo, a través de todo esto estaba el hecho de que Pablo tenía un deseo profundo y ardiente de ver a los hombres salvos. A dondequiera que este hombre viajó, habló a la gente acerca de Jesús. Cuando fue encadenado como prisionero de Roma, Pablo estaba hablando a los hombres acerca de Jesús. Cuando estuvo ante reyes y gobernantes del mundo, les habló de Jesús. Cuando se encontró con un grupo de mujeres orando junto a un río (cf. Hechos 16), les habló de Jesús. El corazón de Pablo estaba encendido con el mensaje del Evangelio. Quería que los hombres conocieran al mismo Jesús que él mismo conocía tan bien.

En los versículos que hemos leído, el corazón de Pablo se vuelve un ganador de almas y se vuelve muy claro. Mientras comparte sus pensamientos personales con nosotros, también pinta un retrato de lo que es un ganador de almas. Nos dice cómo reconocer a un ganador de almas. Ahora bien, puedo estar equivocado, pero creo que dentro del corazón de cada persona que es salva por gracia, ¡está el deseo de ver a los hombres salvos! ¡Sé que eso es lo que quiero! Creo que eso es lo que usted también quiere. Si ese es el caso, entonces miremos dentro del corazón del gran Apóstol y aprendamos cómo reconocer a un ganador de almas. Veamos si somos el tipo de personas que Dios puede usar para ser personas útiles en la obra de Dios.

EL GANADOR DE ALMAS TIENE CARACTERÍSTICAS ESPIRITUALES (V. 14).

Cuando Pablo comienza este pasaje, se dirige a los romanos no como un superior, sino como un hermano. Y, después de haber compartido algunas de las doctrinas más profundas de la fe, y después de amonestarlos para que obedezcan a Dios, Pablo se toma un minuto para animarlos en el Señor. Quiere que sepan que cree en ellos y en el sentir que hay en cada uno por la obra de Dios. Mientras enumera las siguientes características, debemos ver que lo que dice acerca de esas personas debe ser cierto acerca de toda persona que tenga el deseo de llevar hombres a Jesucristo.

Poseen vida celestial. La primera declaración que Pablo les dice, es que están “llenos de bondad” (v. 14a). Esto, por supuesto, simplemente significa que están llenos de una bondad que solo viene del Señor. Estos cristianos romanos eran como todos los demás que alguna vez vivieron. Nacieron en este mundo caído, y cuando llegaron a ser pecadores malvados, necesitaron un Salvador. Como hombres pecadores, no había ningún bien en ellos (cf. Romanos 3:10). La creación misma está bajo maldición por causa de su pecado. ¿Recuerdan lo que dijo aquel joven rico que habló con Jesús? El joven le dijo, Maestro bueno; pero, la respuesta de Jesús es significativa. Jesús dijo, Ninguno hay bueno sino uno (Mateo 19:16-17). Pero ahora, Pablo dice a estos hermanos en Roma, que están “llenos de bondad”. ¿Qué quiere decir eso? Bueno, simplemente está hablando de la bondad que recibieron cuando confiaron en Jesús para su salvación. Cuando nacieron de nuevo, fueron santificados, fueron justificados, y así, recibieron la bondad del Señor (cf. Gálatas 5:22; Efesios 5:9). Este nuevo nacimiento transformó sus vidas para que ahora pudieran hacer las cosas que eran buenas a los ojos de Dios, y eso mostró a los que estaban observando, que había un poder que cambia vidas en el Evangelio del Señor Jesucristo (cf. Mateo. 5:16).

Ahora bien, la característica más importante de un ganador de almas es que sea salvo por la gracia de Dios. ¡Quizás una de las razones por las que el Señor no usa a muchos para traer hombres a Jesús, es por el hecho de que ellos mismos nunca han nacido de nuevo! No hay en su corazón carga por el pecador. No hay realidad en su testimonio. Su vida no dirige a los hombres hacia Jesús, porque no lo conoce. Por cierto, su vida es, o una publicidad del Señor Jesucristo, o es una declaración de que el Evangelio no funciona (cf. Filipenses 1:27).   Entonces, ¡la característica número uno de un ganador de almas es que está lleno de la bondad que proviene de Dios cuando se es salvo!

Poseen conocimiento celestial. Ahora Pablo les dice que tienen conocimiento de cosas espirituales. Les dice que están llenos de todo conocimiento (v. 14b)

Creo que el conocimiento al que se refiere tiene que ver con conocer la Palabra de Dios. Uno de los ingredientes necesarios en la vida de cualquier ganador de almas es el conocimiento de la Palabra de Dios. Al estudiar la Palabra de Dios, se crea en nosotros el deseo de ver a los hombres salvos. ¿Por qué? Porque es en las páginas de la Biblia donde aprendemos que los hombres son pecadores perdidos que necesitan un Salvador. Nos enteramos de que estos hombres perdidos se dirigen al infierno sin Dios. Aprendemos que, así como Dios nos amó y nos salvó, hará lo mismo por ellos si confían en que Él lo hará. Es allí donde también aprendemos a hablar a los hombres acerca de Jesús. Aprendemos que la herramienta más poderosa para testificar es su Palabra. Hablará a los corazones y llevará a los hombres a Jesús (cf. Romanos 10:7; Isaías 55:11).

Hermanos, nuestro estudio y conocimiento creciente de la Biblia deben generar en nuestros corazones el deseo de ver personas salvas. Si no es así, entonces deberíamos preguntarnos si realmente creemos en la Palabra de Dios o no. Quiero decir, ¿cómo es que podemos enterarnos de que los hombres van al infierno y no conmovernos? ¿Cómo es que podemos ver su condición perdida y no sentir un pesar en el corazón? ¡Hay algo fundamentalmente malo en que la gente se engorde con la Palabra de Dios y no comparta el mensaje con aquellos que no conocen a Jesús!

Poseen amor celestial. Pablo profundiza al decirles que su bondad y su conocimiento, deben usarse de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros (v. 14c). La palabra “amonestar”, es una palabra que significa “reprender”, “advertir”. En el Nuevo Testamento, a menudo se refiere al ministerio de los pastores, quienes son llamados a “amonestar” a la iglesia. Es decir, deben advertirles o reprenderles para ayudarles en su caminar con Dios. Hay ocasiones en que esta palabra se usa en relación con cada miembro de la iglesia, indicando la necesidad de exhortarse, reprenderse o exhortarse unos a otros (Colosenses 3:16). Por cierto, este es uno de los elementos que más falta en muchas iglesias. La mayoría de los creyentes no tienen el amor por sus hermanos, ni el valor para reprenderlos o amonestarlos cuando los ven que están yendo por un camino equivocado, o que han tropezado. Y, por otro lado, muchos creyentes que tropiezan, no tienen la mansedumbre, ni la humildad para acertar una reprensión. ¡No quieren ser amados!

Creo que la idea que se plantea aquí es la de amar a otra persona lo suficiente como para decirle la verdad. Cuando un predicador ama a la iglesia, siempre les dirá la verdad, ¡incluso cuando duela! Cuando los creyentes se aman unos a otros, se hablarán unos a otros con la verdad. Ahora, si pasamos al ámbito de ganar almas, que es nuestro enfoque en este momento, ¡Pablo nos está diciendo que amemos al pecador lo suficiente como para decirle la verdad! Esto fue lo que hizo Pablo (cf. Hechos 20:31). Esto es lo que tenemos que hacer nosotros también. Tal vez los hombres perdidos no quieran escuchar la verdad, ¡pero de todos modos hay que decírsela!

¿Qué crea dentro de nosotros este gran amor por los perdidos, al punto que vamos y les hablamos de Jesús? Bueno, eso debe ser algo que el amor por Cristo producirá. Creo que en lugar de pedir a Dios que nos conceda ese sentir por los perdidos, lo que hace falta es amar a Jesús nuevamente. Cuando lo hagamos, fluirá de nosotros su amor por los perdidos. Habitará en nuestros corazones su carga por los perdidos. Cuando amemos a Jesús más que nada, su amor se extenderá a través de nosotros para alcanzar a este mundo para su gloria.

Leí la historia de un niño que había nacido sordo. En ese tiempo él no tenía la oportunidad de usar la tecnología que hoy tienen las personas con esa condición. Y, entonces, siendo un adolescente, aunque visitaba una iglesia, no era cristiano. Desde luego, y sin tener intérpretes, o alguna tecnología que les ayudase, los miembros de la iglesia hicieron de todo para enseñarle el evangelio. Un día, mientras se celebraba una serie de predicaciones evangelísticas, todos fueron sorprendidos cuando este joven sordo pasó al frente mientras se cantaba el himno de invitación. Aunque no podía oír nada, aun así, el evangelio había llegado a su corazón. Cuando estaba al frente de todos, y con lágrimas en los ojos, comenzó a señalar su corazón, y luego dirigía su mano al cielo. Señalaba al cielo y luego su corazón. ¡Esa fue su confesión! Él fue salvo ese día, pero la historia no acaba allí, pues, durante el resto de la semana, este joven participó activamente en la obra de predicación. Pues cuando el predicador terminaba su sermón, y mientras hacia la invitación, este joven se dirigía a sus conocidos, les daba un fuerte abrazo, tocaba su corazón, levantaba su mano al cielo y luego apuntaba al corazón de ellos. Después de eso, y con una sonrisa, señalaba con su mano hacia el frente, como cuando concedemos el paso a alguien. Lo sorprendente es que esa semana varios fueron los que respondieron al mensaje de la Palabra de Dios.

Cuando leí esa historia, pensé, ¿qué hay de nosotros? Aquí estamos, con buena voz, con buen oído, con la capacidad de pensar y de movernos por nosotros mismos, ¿por qué no estamos participando activamente en el trabajo de Dios en favor de los perdidos? Bueno, nos falta lo que ese joven sordo tenía, amor por el Señor.

Mientras nos preparamos para dejar atrás este pensamiento, ¿cómo nos está yendo hasta ahora? ¿Poseemos vida Celestial? ¿Poseemos conocimiento celestial? ¿Amor por Cristo? Esas son las características de un ganador de almas.

EL GANADOR DE ALMAS TIENE UNA OCUPACIÓN ESPIRITUAL (v. 15-16). 

Como alguien que amaba a los perdidos, Pablo nos habla de sus actividades en ese ámbito. Aquí, él usa el lenguaje del sacerdocio y del Tabernáculo para recordarnos que todos somos sacerdotes en la obra del Señor (cf. 1 Pedro 2:5). Como sacerdotes, todos tenemos ciertas responsabilidades que debemos desempeñar. Pablo habla de las responsabilidades del sacerdote cristiano en estos versículos.

Están ocupados en una obra de proclamación. Pablo dice que él es un “ministro”. Esta palabra se refiere a alguien que “está ocupado en cosas santas”. Conlleva la idea de una persona comprometida en los ministerios públicos de Dios. Pablo simplemente está diciendo que se ha ocupado de difundir el evangelio de Jesucristo a un mundo perdido y moribundo. Esto es lo que quiere decir con la frase, ministro de Jesucristo a los gentiles. Pablo estaba ocupado proclamando el evangelio.

Al pasar por este mundo, ¡no habrá mayor llamado que el de ser un ganador de almas!   Es mayor que el de presidente. Eclipsa el de predicador. No hay nada tan vital y maravilloso como el ministerio de compartir el Evangelio de la gracia con un mundo perdido y moribundo. Lo bueno de esto es que cada cristiano es llamado a ello. Solo unos pocos llegan a predicar, pero cada hijo de Dios llega a ser un ganador de almas (cf. Hechos 8:4). Dondequiera que vayamos en esta vida, el Señor nos ha colocado allí para hablarles a otros acerca de Él y de Su plan de salvación. Ese lugar donde trabaja, esa comunidad donde vive, esa pequeña clase en un hogar, dondequiera que esté, Dios le ha colocado allí como ministro del Evangelio. Somos sus sacerdotes en ese lugar y Él quiere que estemos ocupados con las cosas santas. Y, mis hermanos, ¡no hay nada tan santo y sagrado como participar en contarle a un mundo moribundo acerca de El Salvador!

Están ocupados en una obra sacerdotal. El versículo 16 muestra a Pablo como sacerdote, yendo sobre sus sagrados deberes.  Uno de los deberes principales del sacerdote era el de la intercesión. El sacerdote entraba al Tabernáculo y colocaba incienso en el altar del incienso, y cuando el humo se elevaba ante el Señor, colocaba los nombres del pueblo, que llevaba sobre su pecho, ante el Señor en oración. ¡Esto es para la iglesia! ¡Una de las razones por las que somos tan ineficaces a la hora de llevar hombres a Jesús, es que no los hemos recibido en nuestros corazones! No hemos trabajado por ellos delante del Señor, con carga sobre nuestras almas por su salvación. No nos hemos sentido destrozados por su necesidad, ni conmovidos por su condición perdida. ¡Nunca veremos almas salvas en abundancia hasta que aprendamos a llorar por ellas ante el Señor, hasta que aprendamos a llevarlas en nuestro corazón, hasta que seamos consumidos por la carga por su rescate! Noten Isaías 66:8, ¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos.Es muy probable que nuestros amigos, o nuestros familiares, o nuestra familia no se han acercado a Dios, porque tenemos los “ojos secos”. Somos fieles a Dios, leemos la Biblia y sabemos muchos del evangelio, pero tal vez nos falta derramar nuestro corazón ante Dios por los perdidos.

Están ocupados en una obra de presentación. Cada sacerdote debe tener un sacrificio que ofrecer al Señor.  Por supuesto, el primer sacrificio que debemos ofrecer somos nosotros mismos en el altar del servicio (cf. Romanos 12:1). Hay otros sacrificios que también debemos ofrecer al Señor (cf. Hebreos 13:15). Pablo dice que su sacrificio son los gentiles. ¿Pueden ver eso? Pablo dice, para que los gentiles le sean ofrenda agradable (Romanos 15:16). El Señor los había puesto como una carga en el corazón de Pablo, y Pablo dice que los ofrecerá a Dios como sacrificio para la gloria del Señor. Dios los puso en el corazón de Pablo, Pablo intercedió por ellos ante el Señor y luego fue y les habló de Jesús. A los que creyeron, él los podía poner sobre el altar como sacrificio redimido para la gloria de Dios.

Por más difícil que nos resulte escuchar, la verdad es esta: se puede saber cuánto ama una persona a Jesús por cuánto comparte el Evangelio. ¡Uno puede darse cuenta de cuán enamorada está una iglesia de Jesús al mirar las almas redimidas que ponen en el altar para la gloria del Señor! Algunos podrían protestar y decir: “Pero, ¿no es Dios quien salva las almas?” ¡Absolutamente! Eso no sería posible sin su gracia. Sin embargo, Él permite que su pueblo participe. Él carga nuestros corazones, nos llena con el mensaje y nos usa para contarle al mundo acerca de Su gracia. Que el Señor nos ayude a llegar al lugar donde estemos dispuestos a ser utilizados para llevar hombres a Jesús.

ES POSEEDOR DE UNA COMPENSACIÓN ESPIRITUAL (v. 17). 

Experimentan regocijo a nivel personal. Pablo dice que tiene una razón para gloriarse o regocijarse en lo que el Señor está haciendo a través de su vida. Sin duda, uno de los secretos de una vida feliz, es el de ser utilizado por el Señor para llevar a los hombres a la fe en Jesús. Esto se ve en el Salmo 126:6: Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas. Si queremos ser feliz en el Señor, ¡debemos empezar a hablarle a la gente sobre Jesús!

Por cierto, nada transformará más rápido una iglesia muerta y seca que las almas salvadas. Así como el nacimiento de un bebé cambia el hogar donde nace, así habrá una atmósfera de felicidad y emoción con el nacimiento de un nuevo cristiano. Hay iglesias de millones de dólares por todas partes que están tan muertas como cementerios, porque no llevan a los hombres a Jesús. Pero hay pequeñas iglesias que operan en edificios con fachadas de tiendas que rebosan del gozo del Señor porque están llevando el mensaje de salvación a un mundo que necesita desesperadamente escuchar esas buenas nuevas. ¡Están guiando a los hombres a Jesús y eso afecta profundamente su nivel de gozo en el Señor! ¡Eso es lo que necesitamos aquí! Dios nos ayude a enamorarnos de Jesús una vez más para que podamos amar al mundo como Él lo hace. ¡Para que podamos amarlo lo suficiente como para hablarles de Él!

Experimentan regocijo en un nivel profundo. Pablo dice que la gloria le pertenece a Dios. En realidad, Pablo nunca ganó un alma, sino que fue alcanzada por el Señor a través de él. Por lo tanto, ¡toda la gloria debe ser para el Señor Jesús y solo para Él! Cuando un alma es salva durante una visita, o en uno de estos servicios de adoración, debemos escabullirnos a algún lugar y agradecer al Señor por usarnos y por permitirnos verlo obrar de una manera tan poderosa. Más allá de eso, también debemos apresurarnos a darle gloria pública al Señor por la obra que ha realizado.

Lo que emociona mi alma, tanto como me aterroriza, es el pensamiento de que nada se hace en la iglesia, aparte de la obra del Señor Jesús entre nosotros. Por lo tanto, cuando vemos personas salvas, significa que Él se complace en trabajar entre nosotros. ¡Eso es bueno! Sin embargo, cuando no vemos personas salvas, ¿qué dice eso acerca de nuestra iglesia? ¿Significa que por alguna razón el Señor ha decidido no trabajar entre nosotros por el momento? ¡Supongo que sí! Por lo tanto, cuando el pozo se seca, y las almas no se salvan, debemos presentarnos ante Él y pedirle que nos muestre nuestros corazones. Puede ser que no lo amamos como deberíamos hacerlo. Puede significar que hemos permitido que nuestras prioridades nos desvíen. Puede significar que necesitamos un avivamiento. Tal vez si comenzamos a buscar la respuesta del Señor, nos conceda la sabiduría de saber por qué, aunque muy probablemente ya lo sabemos.

CONCLUSIÓN.

Mis hermanos, el llamado más grande que el Señor haya dado a Su iglesia fue el de llevar hombres a Jesús. Quiero que sepan, y no creo que se atrevan a negarlo, que nosotros, como individuos y como iglesia, no estamos haciendo un buen trabajo para difundir el Evangelio en el mundo. Que el Señor ayude a quienes realmente aman a Jesús a renovar su compromiso con Él esta mañana. Roguemos que nos conceda la oportunidad de ser una iglesia que salva almas, porque una iglesia que no les habla a hombres y mujeres acerca de Jesucristo es una iglesia que no merece existir. Dios nos ayude a usted y a mí a dedicarnos a la tarea de ser ganadores de almas. ¿Qué quiere Dios hacer en nuestra vida esta mañana? ¿Vamos a dejar que Él lo haga?

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