(Romanos 1:1). La carta a los Romanos fue escrita por el Apóstol Pablo entre los años 56 y 58 d. C., desde la ciudad de Corinto mientras hacía su tercer viaje de predicación. La Biblia nos dice que después de que Pablo fue salvo, pasó 3 años en Arabia (cf. Gálatas 1:17-18). Durante este tiempo estudio los escritos del Antiguo Testamento y cómo hablan de Jesús. Cuando regresó a Jerusalén, vino con esta gran epístola ardiendo en su corazón. Acompañemos a Pablo esta mañana en estos primeros 7 versículos mientras habla de sus credenciales con los miembros de la Iglesia en Roma.
Mientras Pablo habla de sí mismo y de su ministerio, también arroja algo de luz sobre nuestra misión a medida que avanzamos en la vida. Esta es la introducción más larga a cualquiera de las epístolas del Nuevo Testamento. También es el más rico en contenido teológico. Pasemos unos minutos aquí mientras consideramos algunas lecciones de la vida de Pablo.
LOS HECHOS EN LA VIDA DE PABLO (v. 1)
Su condición. Cuando Pablo comienza sus comentarios a los cristianos romanos, no comienza a jactarse de su cargo. Comienza proclamándose a sí mismo como “siervo”. La palabra significa un “esclavo”. Esto nos recuerda la “ley del esclavo” del Antiguo Testamento. De acuerdo con esta ley, un esclavo podía negar su libertad y podía optar por quedarse con su amo para siempre (cf. Éxodo 21:1-6). En lugar de exaltarse ante los romanos, Pablo optó por humillarse. ¡Ese era el secreto de la grandeza de Pablo! Pablo sabía que, como esclavo, no tenía derechos personales. Su vida le fue dictada por el amo. Estaba totalmente entregado a la voluntad de Dios. ¡No hay duda de que por eso el Señor usó a Pablo tan grandemente!
Esta es una lección que el cristiano moderno necesita aprender. Tenemos tantos que sienten que tienen el control de sus vidas, y que tienen el derecho de hacer lo que les plazca, y tomar sus propias decisiones. Necesitamos recordar que cuando fuimos salvos por Jesucristo, ¡nos convertimos en sus siervos! Él nos compró, y ahora nos posee por completo (cf. 1 Corintios 6:19-20).
Esta imagen de la esclavitud era cosa común para los lectores de Pablo. Cada uno de ellos podía entender todo el significado de la palabra, cosa que nosotros no logramos entender por completo. Sí, sabemos lo que es un esclavo, pero no comprendemos todas y cada una de las implicaciones que el término contiene. Por lo tanto, tomemos un momento para meditar sobre ello. Permitamos que el Señor nos hable, y nos enseñe lo que esto significa para nosotros.
- El esclavo era propiedad total del Amo. En el sentido espiritual, Jesús vio la miserable condición en la que nos encontrábamos, y nos compró para sí mismo. Él nos hizo Su posesión (cf. Apocalipsis 5:9).
- El esclavo existía para su Amo. No tenía otra razón para su existencia. No tenía derechos propios. Los únicos derechos que existían para él, eran los que el amo tenía sobre su vida y sobre su cuerpo. Toda decisión, toda planeación, todo propósito era el propósito, la planeación y la decisión que el amo tenía.
- El esclavo existía para servir a su Amo. No tenía otro propósito en la vida que hacer lo que el Amo quería que hiciera. Debía estar a disposición del amo a cualquier hora del día o de la noche. Así se sentía Pablo. ¿Describe eso nuestro corazón? Nuestras vidas deben ser vividas para la gloria del Señor. ¡Debemos hacer su voluntad totalmente, y sin cuestionar! Pablo dijo que somos “siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios” (Efesios 6:6)
- La voluntad del esclavo pertenecía exclusivamente a su Amo. No se le permitía voluntad ni ambición fuera de lo que su Amo le permitía tener. En otras palabras, debía haber una entrega total de cada parte de los esclavos a la voluntad del Amo. Vean la soberanía de Dios sobre nosotros, cuando por su palabra son derribados todos los “argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (cf. 2 Corintios 10:5).
Nótese que cuando Pablo menciona a su Amo, este no es otro que el Señor Jesús. La vida de un esclavo, ya fuera buena o mala, dependía del carácter de su Amo. En el caso del creyente, ¡nuestro Amo es Jesús! Por lo tanto, en lugar de encogernos de miedo ante Aquel a quien llamamos Señor, somos siervos que han sido elevados al estado de sacerdotes y reyes. La nuestra es una posición de honor ante el Señor. Somos quizás los únicos esclavos en la historia, a quienes se les permite sentarse con su Amo en Su trono (cf. Efesios 2:6).
Su llamado. Pablo no solo era un esclavo de un nuevo Amo, sino que también era un apóstol. Esta palabra significa un “embajador”. Esta palabra significa literalmente un “enviado”. Era una persona enviada a otro país como representante del Cielo. Los embajadores solían llevar consigo toda la autoridad del país y del rey que los enviaba. Pablo no fue la excepción. Él era un representante del Rey Jesús y operaba bajo su autoridad divina. Cuando Pablo habló, habló por el Señor. Cuando actuó, actuó como representante de la autoridad celestial. Su autoridad era la misma autoridad de Dios mismo. ¿Qué significa todo esto para nosotros?
- Es digno de notar que Pablo era lo que era por voluntad de Dios. Note que él había sido “llamado”. Pablo no solo decidió entrar en el ministerio, ni sus amigos y familiares lo persuadieron de que eso era lo que debía hacer; más bien, fue puesto en el ministerio por la voluntad soberana del Dios Todopoderoso (cf. 1 Timoteo 1:12-14). Pablo llegó a ser lo que fue, por la gracia de Dios que estaba operando en su vida (cf. 1 Corintios 15:10). Así como Dios escogió y colocó a Pablo, también hizo lo mismo por usted y por mí. Él nos coloca en la obra de Su reino cuando y donde le place. Esa es su prerrogativa (cf. 1 Corintios 12:11, 18). Desde luego, se requiere de nuestra fidelidad.
- Dios hace que lo inútil sea útil (cf. 1 Timoteo 1:15). Si Dios pudo tomar a un influyente enemigo de su obra, para convertirlo en un gran propagador de su gracia, entonces no cabe duda que puede transformarnos y convertirnos en personas útiles para su obra. ¿Qué se requiere? Que nos sometamos a su voluntad. Nunca debemos permitir que la carne o cualquier otra persona nos diga que Dios no puede usar nuestras vidas para su gloria. Él nos salvó por su gracia y quiere usarnos para su gloria. Él ha preparado de antemano una gran variedad de lugares de servicio para nosotros, y nos colocará en uno si solamente nos sometemos a su voluntad.
- No somos apóstoles, pero siempre representamos al cielo aquí en la tierra. Dios nos ha comisionado para que seamos sus portavoces ante un mundo perdido y moribundo. Nos ha dado la luz suficiente para guiar a un mundo extraviado y en tinieblas. De hecho, la Biblia nos dice claramente que somos las mismas palabras de Dios escritas para hablar a los pueblos del mundo (cf. 2 Corintios 3:2-3). Cuando el mundo nos vea, dejémosles ver a un pueblo entregado y comprometido con la voluntad de Dios en el mundo. Necesitan ver a personas que viven como representantes del cielo (cf. Filipenses 1:27). Como la sal en un mundo insípido, debemos dar sabor a nuestra vida con la gloria de Dios, y crear en otros una sed por las cosas de Dios (cf. Mateo 5:13-16). Si nada de esto es una realidad en su vida, es porque no está sometido a la voluntad de Dios, viviendo en la corriente y las filosofías de este mundo.
Su Comisión. La siguiente declaración de Pablo nos dice que él había sido “apartado para el evangelio de Dios”. Hay algunas grandes bendiciones contenidas en esta pequeña frase.
- Apartado. Pablo nos está diciendo que su vida ha sido apartada para la gloria de Dios y para el Señor Jesucristo. Esto literalmente significa, que nada más le importaba a Pablo sino las cosas que le importaban a Dios.
A muchos cristianos les preocupa el estar separados del mundo, creyendo que tienen que dejar de hacer esto o aquello para estar perfectamente separados. Toda su vida gira en torno a lo que pueden y no pueden hacer en este mundo. Creo que están equivocados en su forma de pensar. Creo que la idea de estar “apartados”, no es la de separarnos del mundo, o apartarnos del mundo, sino el estar “apartados para Cristo”. Miren, no puedo estar en un área determinada, si estoy viviendo en otra. ¿Me explico? No puedo estar afuera mientras estoy aquí adentro. ¿Lo ven? La idea no es apartarnos del mundo primero, sino apartarnos primero para Cristo. Cuando estamos apartados para Cristo, entonces no será nada difícil estar apartados del mundo. Por eso se fracasa cuando queremos estar apartados del mundo, sin estar apartados para Cristo primero. El que pretende apartarse del mundo, sin estar apartado para Cristo, se convierte en una persona religiosa, que siempre se conformará con tener un pie en el mundo y un pie en la iglesia. ¡Se engañará a sí misma! Le será fácil hacer algunas cosas que Dios le manda, pero jamás podrá hacer la voluntad de Dios realmente.
Entonces, si realmente quiero estar apartado del mundo, pues eso es lo que Dios quiere (cf. 2 Corintios 6:17), entonces el secreto está en dedicar totalmente mi vida al Señor Jesucristo. ¡Si vivo para agradarle, no tendré problemas dejar las cosas del mundo!
- La palabra traducida como “apartado”, es del griego “aforízo”, que significa literalmente, “señalar mediante límites”. Esto nos dice que los horizontes de Pablo habían cambiado. Antes, se dirigía hacia un infierno religioso, viviendo una vida de legalismo y rebelión contra Cristo. Ahora, su vida ha cambiado de dirección, yendo hacia un nuevo horizonte. La suya es una vida radicalmente diferente. Hay un parte aguas en la historia de vida de Pablo.
Así es con cada hijo de Dios que está en el mundo hoy. ¡Hemos sido cambiados para siempre! Nos dirigimos hacia un nuevo horizonte. Antes, nuestro destino era una eternidad en el Infierno. Ahora, hemos sido salvados y nos dirigimos al cielo para estar con el Señor para siempre. Previamente, nuestras vidas estaban llenas de pecado y rebelión. Ahora, hemos sido llamados como embajadores del reino de los cielos. Representamos a Dios en el mundo de hoy. Hoy tenemos nuevos límites, nueva ley, nueva filosofía, nueva visión; una que es contraria a la de este mundo.
- Pablo ha sido apartado para el “Evangelio de Dios”. Su comisión es la de llevar las buenas nuevas de Jesús a un mundo atrapado en el pecado y la perdición. Este Evangelio es un mensaje especial. Note esto:
- Es el Evangelio de Dios. Este mensaje no se originó en la mente del hombre. Vino del corazón de Dios. El plan que culminaría con Jesús muriendo en la cruz y luego resucitando de entre los muertos era y es el plan de Dios. Fue ideado mucho antes de que el hombre pisara la tierra (cf. Apocalipsis 13:8). Si el hombre hubiera desarrollado el plan de salvación, seguramente habría incluido obras y rituales religiosos. A la gente le encanta ese tipo de cosas. El hombre lo habría arreglado para obtener un poco del crédito. Dios, por otro lado, lo dispuso para que los pecadores perdidos pudieran venir a Él libremente, en fe y recibir la salvación eterna por la gracia de Dios (cf. Efesios 2:8-9).
- Es un evangelio nacido en el corazón de Dios. ¿Por qué Dios querría ir tan lejos para salvar al mundo y llevar su mensaje al mundo? La respuesta es que Dios es amor (cf. 1 Juan 4:8) y Él no quiere ver morir a un solo pecador sin Él (cf. 2 Pedro 3:9). Su amor es tan grande que no se detendrá ante nada para transmitir el mensaje. Incluso usará a personas como usted y como yo para hacerlo. ¡Considere por un momento a esas personas que Dios llama al ministerio!
Él nos creó, nos ama y, sin embargo, el hombre se rebela contra Dios, y finalmente participa en la muerte del Señor en el Calvario. Incluso con todo esto en nuestra contra, Dios todavía ve nuestro dolor. Condición y se extiende para arreglar las cosas entre nosotros y Él. Cuando hemos hecho todo lo posible para mantener al Señor fuera de nuestras vidas, Él todavía nos recuerda su amor y nos llama a venir a Él. Su Evangelio ciertamente un mensaje de gracia.
- Es el único Evangelio que salvará a los perdidos. Dios solo conoce un plan que salvará al alma perdida. Cualquier otro mensaje o filosofía que pretenda restaurar el corazón de los hombres, siempre fracasará. No es lo mismo podar el árbol que arrancarlos de raíz. Cualquier otro mensaje o filosofía que no sea el evangelio, solamente representa un paliativo, pero no la cura.
- Somos los mensajeros de este Evangelio en este día presente. Así como Pablo fue separado en el siglo primero para llevar el Evangelio a los perdidos, nosotros estamos llamados a hacer lo mismo en este día. El mensaje es igual de precioso y la necesidad igual de grande. Nuestro deber es someternos a la voluntad del Señor para nuestras vidas y ser sus embajadores en el mundo. ¿Qué estamos haciendo para difundir el Evangelio? ¿Estamos dejando que el mundo nos guíe o estamos guiando al mundo para Cristo?
CONCLUSIÓN
Al cerrar este primer mensaje de Romanos, no hemos cubierto mucho territorio desde el punto de vista de los versículos cubiertos. Sin embargo, creo que estarán de acuerdo conmigo en que las cosas que se han dicho tienen un inmenso valor eterno y práctico. Pablo se consideraba a sí mismo esclavo de Jesús, embajador de Dios y pregonero de la buena noticia de la salvación por medio del Señor Jesucristo. ¿Sabe usted que Dios tiene la misma expectativa para usted y para mí? Su voluntad es que vayamos a este mundo con Su mensaje, como Sus representantes en Su Nombre y poder, y que comuniquemos Su Buena Nueva a los que están pereciendo. Cuando nos ponemos al lado del gran Apóstol, ¿cuánto medimos? ¿Hay más que podamos hacer? ¿Estamos rendidos al nivel que deberíamos estar? ¿Estamos consumidos con una carga por los perdidos y con la necesidad de llevar el Evangelio? Bueno, si usted ha permitido que el Señor trate con su corazón esta mañana, le invito a que vaya al Señor para que él repare cualquier cosa que tenga que reparar.