Este pasaje describe lo que posiblemente fueron los mejores días en la vida del rey David. Él era el Rey de Israel. Su nación estaba unida y en paz. David estaba disfrutando de un tiempo de descanso, después de todos los problemas que se había visto obligado a soportar. Para David, estos días fueron un tiempo para meditar y reflexionar sobre las bendiciones y la gracia de Dios. Mientras David meditaba en el Señor y la Ley, nació un sueño en su corazón. Quería construirle a Dios una morada permanente.
Desde el tiempo en que el Tabernáculo había sido construido durante los días de Moisés; la presencia de Dios había habitado en el Lugar Santísimo de ese edificio temporal. David quería darle al Señor un lugar apropiado y permanente donde se manifestara su gloriosa presencia. El único problema con este sueño es que Dios dijo, “¡No!”. La reacción de David al “No” de Dios es algo que todos deberíamos tomar muy en serio.
Todos en este lugar hemos escuchado decir al Señor decir “No“. Tal vez de joven, hubo el deseo de ser un predicador del Evangelio. Le dijo a Dios que lo haría, pero nunca funcionó. Tal vez hubo un sueño en el corazón de una joven de dar su vida en alguna forma de servicio al Señor, pero eso tampoco funcionó. Tal vez había un sueño en su corazón de ganar mucho dinero para poder dar a los demás y para la obra del Señor, pero ese sueño nunca se hizo realidad. Es como si Dios dijera: “Eso no es lo que tengo planeado para tu vida. Quiero que tomes un camino diferente”. Hay otros aquí que lo oirán decir “No” a sus sueños en el futuro, o a ciertas decisiones que están por tomar, y que el Señor simple y sencillamente no avala.
¿Qué hacemos cuando Dios dice “No”? Creo que David nos muestra lo que se supone que debemos hacer cuando Dios mira nuestro sueño y dice “No, ese no es Mi plan para tu vida”. Examinemos este capítulo juntos hoy y consideremos las lecciones que se enseñan aquí mientras estoy predicando el tema, “Cuando Dios dice No”.
LO DICE A PESAR DE NUESTROS DESEOS (v. 1-3).
David tuvo un buen deseo. Cuando David se sentó en su palacio, se sintió culpable de vivir en el regazo de tanto lujo, mientras la presencia de Dios vivía dentro de una tienda. David creía que un Dios de tal gloria debería tener una casa acorde con Su majestad. Y, ¿quién podría decir que ese era un mal pensamiento? El deseo que surgió en David con respecto a esto, fue un buen deseo. De hecho, Dios mismo reconoció ese buen deseo cuando le dijo, “bien has hecho en haber tenido esto en tu corazón” (cf. 2 Crónicas 6:7-9).
Ahora, antes de avanzar, quiero que reflexionemos sobre esto que David tuvo en su corazón. Es cierto que hoy en día sabemos que Dios no habita en templos hechos por manos humanas (cf. Hechos 17:24). Sin embargo, nuestro lugar de reunión, debe ser valorado y cuidado lo mejor posible, porque es donde venimos a encontrarnos en adoración y alabanza con nuestro Dios. Cuando las personas vienen a este lugar, por dentro y por fuera revela lo que creemos acerca de Dios. Es cierto que esta casa no debe estar necesariamente adornada con oro y plata, pero sí debería ser un testimonio del tipo de personas que servimos a Dios aquí. ¿Qué mensaje reciben las personas, cuando miran un lugar de reunión descuidado? Alguien ha dicho que lo exterior, es nada más un síntoma de lo interior. Por eso, como iglesia debemos valorar y cuidar lo mejor posible nuestro lugar de reunión. Porque este lugar revela la profundidad de nuestro compromiso con el Señor. Así que, el deseo de David era bueno, y es digno de ser tomado en cuenta hoy en día.
Fue un deseo por agradecimiento. David no está pidiendo nada en este momento, su deseo no es recibir, sino dar. Quiere devolver algo al Dios que le ha dado todo. Bueno, eso solamente puede brotar de un corazón que está consciente de todas las cosas buenas y maravillosas que Dios le ha dado. Ese sentir es el mismo que hoy debería tener cada corazón redimido por la sangre de Cristo.
Nunca podríamos pagarle al Señor por todo lo que ha hecho por nosotros. Es más, ¡Él no nos ha pedido que lo hagamos! Pero debería haber un deseo dentro de nosotros por hacerlo. Por honrarlo y glorificarlo, sin importar el costo. En Proverbios 3:9, dice, “Honra a Jehová con tus bienes”. En el Salmo 119:12, David preguntó, “¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?” Dios ha sido en gran manera generoso con nosotros, y debemos ser agradecidos:
- Por sus atributos y perfecciones: es eterno, inmutable, omnipotente, omnisciente, omnipresente, perfecto en amor, en justicia, en misericordia y en fidelidad.
- Por su gracia hacia nosotros en proveernos un Salvador.
- Por el evangelio.
- Por toda bendición espiritual en Cristo.
- Por las Escrituras.
- Por darnos vida y aliento, y todas las cosas (cf. Hechos 17:25).
- Por toda buena dádiva y todo don perfecto.
- Por todas sus provisiones.
La ingratitud solamente puede existir en un corazón muerto (cf. Romanos 1:21; 2 Timoteo 3:2). David tuvo un buen deseo, el deseo de agradecimiento por todo lo que Dios le había dado.
Era un deseo piadoso. David no tenía motivos ocultos para querer construir una casa para el Señor. Su deseo era ver al Señor glorificado y honrado. Quería que Dios fuera exaltado y quería que el Señor recibiera la gloria y el honor que merecía. David poseía un deseo piadoso.
Mis hermanos, en todo esto vemos que ¡Es bueno tener un sueño! Pero debemos estar seguros de que nuestros sueños son del Señor. Si bien David tuvo un sueño bueno, lleno de gratitud y piadoso, su sueño no era del Señor. En el versículo 3, de 2 Samuel 7, dice: “Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está en tu corazón, porque Jehová está contigo”. El mismo profeta Natán le dice a David que siga ese deseo que tiene en el corazón, y como es un buen deseo, un deseo piadoso, le asegura que “Jehová está contigo”. Este es un error muy común. Si es algo bueno, si es algo piadoso, entonces debe ser un deseo que Dios aprueba, o que el mismo Dios ha puesto en el corazón de quien lo tiene. Pero eso no es así. Ese deseo que había en el corazón de David era suyo, no del Señor. Era bueno, piadoso y lleno de gratitud. Buscaba honrar a Dios; pero el hecho es que no era del Señor. Es interesante que el profeta ni se toma el tiempo para orar y buscar la dirección del Señor en el asunto, sino que asume que ese deseo debe ser aprobado por Dios. Tenía todas las señales que el profeta pudo considerar para suponer que era de Dios, pero no lo era. Estaba equivocado.
Mis hermanos, yo doy gracias a Dios por los sueños que hermanos tienen por servir y honrar al Señor. No hay nada de malo en tener buenos deseos para con el Señor y su obra. Pero, simplemente necesitamos estar seguros de que nuestros deseos son del Señor. Debemos estar seguros de que esos sueños son parte de su plan para nosotros. Lo que sentimos que es lo correcto, no significa que lo sea. Los buenos propósitos tampoco indican que tales deseos son de Dios. La aprobación de fieles siervos de Dios tampoco son una garantía de que nuestros deseos, sueños o decisiones son de Dios. ¿Cómo lo sabremos, entonces? Por su palabra, por lo que él diga. Esa es la única fuente segura para saber si tal o cual deseo, pensamiento, decisión u obra es del Señor o no. Nos puede parecer mala, o injusta, o inviable; pero si Dios lo dice, entonces que así sea. Si no, entonces no, aunque esté respaldada por buenos deseos, buenos motivos o buenas aprobaciones de hombres piadosos. Cuando Dios dice no, lo seguirá diciendo a pesar de nuestros buenos deseos.
LO DICE CON AMOR Y BENDICIÓN (v. 4-17).
Cuando Natán regresó a casa, durante la noche, Dios le habló y le dijo que volviera a David y le dijera que lo suyo no era su voluntad. En los versículos 5 al 7, se hace evidente que Dios quiere que David sepa que su deseo no es uno que sea suyo. Dios simple y sencillamente no tiene el deseo que David tiene. Ese deseo se había originado en el buen corazón de David, y gozaba de propósitos correctos; pero era un deseo del hombre y no de Dios.
Ahora, aquí quiero que noten lo siguiente. El amor de Dios es grande aquí. Su misericordia y bondad está entre líneas. Dios no se va a dedicar solamente a romper el corazón de David y a despreciar su deseo. No, sino que Dios modera su negativa con palabras muy preciosas que están destinadas a calmar el corazón de David. Echemos un vistazo a esas palabras y obtengamos ayuda para nuestras propias negativas divinas.
Lo refiere a sus provisiones (v. 8-11a). En lugar de permitir que David le diera; Dios cambió todo y es él quien le da todo a David. Le recuerda que, por su gracia, él dejó de apacentar a las ovejas para hacer un trabajo mucho más grande. En su gracia, Dios tomó a un don nadie y lo convirtió en alguien. Dice el versículo 9, “he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra”. ¡Dios le dice a David que lo ha hecho una celebridad! ¡Todo el mundo sabe quién es David! A David se le recuerda que ha sido hecho partícipe del descanso de Dios, de la paz de Dios, de la victoria de Dios y del poder de Dios.
Lo refiere a sus promesas (v. 11b-15). David tenía el deseo de construir una casa para el Señor; pero Dios le dice a David que Él (Dios) le va a construir una casa a David: “Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa” (v. 11b). En los versículos 12-15 se dan los términos del Pacto Davídico. Dios le promete a David que tendrá un hijo. Este hijo caminará con el Señor y será tratado como un hijo por Dios mismo. Se establecerá en su reino y será disciplinado cuando sea necesario. ¡Dios le dice a David que este hijo construirá una casa para Dios! Seguramente estas promesas trajeron paz al corazón del rey David.
Lo refiere a sus planes (v. 16-17). Dios está diciendo: “David, tú quieres edificarme una casa, pero yo te digo que voy a edificar tu casa. ¡Estableceré tu trono para siempre!” ¡Qué promesa!
David descubrió que los deseos o los sueños que tenemos para nuestras vidas no siempre son parte del plan de Dios para nuestras vidas. ¿Qué podemos aprender de estos versículos?
Aprendemos que cuando Dios dice no a nuestros sueños o planes, no lo hace para derrotarnos o desanimarnos. Lo hace porque tiene algo mucho mejor de lo que podríamos haber imaginado o planeado para nosotros.
David pensó que construiría un templo y ese sería el final. Pero, descubrió que no era la voluntad de Dios que él construyera un templo. También descubrió que Dios tenía algunas cosas planeadas para su futuro que él nunca podría haber soñado por sí mismo.
Mis hermanos, tal vez algunos, o muchos o todos y cada uno de nosotros hemos experimentado la muerte de nuestros sueños y deseos. Hemos visto cómo la vida ha alterado nuestros planes y deseos que tuvimos en la juventud. Bueno, si esto ha sido así, entonces nos toca mirar todo lo que el Señor ha hecho a lo largo de nuestras vidas. Cuando lo hagamos, veremos que él siempre tendrá algo mejor para nosotros. Tal vez no lo entendemos, tal vez nunca lo imaginamos, pero esa es una verdad innegable. Dios siempre tendrá algo mejor para nosotros. Dios siempre tiene el mejor plan.
La historia de la familia Clark.
Hace años en Escocia, la familia Clark tuvo un sueño. Clark y su esposa trabajaron y ahorraron, haciendo planes para que sus nueve hijos y ellos mismos viajaran a los Estados Unidos. Les había llevado años, pero finalmente habían ahorrado suficiente dinero y habían obtenido pasaportes y las reservaciones para toda la familia en un nuevo transatlántico que navegaba a los Estados Unidos.
Toda la familia estaba llena de entusiasmo por su nueva vida. Sin embargo, siete días antes de partir, el hijo menor fue mordido por un perro. El médico curó y cosió al niño; pero colgó una sábana amarilla en la puerta principal de la casa de la familia Clark. Debido a la posibilidad de rabia, estuvieron en cuarentena durante catorce días.
Los sueños de la familia se desvanecieron. No podrían hacer el viaje a América como lo habían planeado. El padre, lleno de desilusión e ira, se dirigió al muelle para ver partir el barco sin ellos. El padre derramó lágrimas de desilusión y maldijo tanto a su hijo como a Dios por su desgracia.
Cinco días después, la trágica noticia se extendió por toda Escocia: el poderoso barco, “El Titanic” se había hundido. El barco insumergible se había hundido, llevándose consigo cientos de vidas. La familia Clark debía haber estado en ese barco, pero debido a que un perro había mordido al hijo, se quedaron atrás en Escocia.
Cuando el Sr. Clark escuchó la noticia, abrazó a su hijo y le agradeció por salvar a la familia. Agradeció a Dios por salvar sus vidas y convertir lo que había sentido como una tragedia en una gran bendición (Fuente: https://www.cocobrooks.com/box-stories/clark-family/)
Mis hermanos, algunos de nosotros hemos visto, o tal vez veremos cómo nuestros deseos, o nuestros planes de vida se hacen añicos. Sufriremos por eso. Lloraremos por eso. Sin embargo, haremos bien en preguntarnos por qué Dios permite que nuestros deseos y sueños no sean cumplidos. Tal vez nos decepcionemos con la forma en que ha resultado todo en nuestra vida. Bueno, en medio de esa desgracia y miseria, tenga presente todo lo que Dios ha hecho por usted.
Puede que no hayamos obtenido todo lo que queríamos de la vida; pero ¿no nos ha dado Dios mucho más de lo que imaginábamos? ¿No nos ha salvado por Su gracia? ¿No ha usado Él nuestra vida para cumplir su voluntad en el mundo? Algunas mujeres han sido bendecidas para criar predicadores del Evangelio. ¡No hay mayor honor que ese! Algunos de ustedes han tenido el privilegio de enseñar a niños que ahora son hombres y mujeres piadosos. Algunos hemos sido usados para transformar vidas que estaban totalmente desechas o a la deriva.
Cuando Dios dice “No” a nuestros sueños, deseos o planes, es porque tiene algo mucho mejor en mente para nosotros. Este fue el descubrimiento de David. Esta fue la experiencia de los discípulos. Pensaron que sus sueños se hicieron añicos cuando Jesús murió en la cruz. Pronto descubrieron que Dios tenía reservado algo mucho mejor. Eso mismo también aprendió el apóstol Pablo (2 Corintios 12:7-10). Muchos otros han tenido esta misma experiencia: los 3 jóvenes Hebreos; Daniel; Elías; la viuda; Naamán el leproso; etc. Y esa será también nuestra experiencia. ¡El Señor siempre tiene el mejor plan!
DEBEMOS MANTENER NUESTRA DEVOCIÓN (v. 18-29).
¿Cuál fue la respuesta de David al “No” de Dios? Estos versículos finales revelan que su respuesta fue de absoluta devoción al Señor. Creo que estas palabras revelan cuál debe ser nuestra respuesta cuando nuestros sueños también se hacen añicos.
Mantuvo una devoción humilde. Observen lo que hizo David. En el versículo 18, entró y “se puso delante de Jehová”. En el versículo 20, como un niño pequeño, se refirió a sí mismo en tercera persona. En el versículo 18, reconoció el hecho de que no era digno de tal bendición. En los versículos 19-22, David alabó al Señor por sus bendiciones, su gracia y su maravilloso amor por sus hijos. David, el rey poderoso, asumió el lugar de un niño humilde ante la presencia del Señor.
Mantuvo una devoción santa. Aunque David no se salió con la suya en el asunto, estaba dispuesto a aceptar el plan de Dios para su vida. Sus palabras están llenas de alabanza al Dios que ama. A diferencia de algunas personas que se enojan cuando no se salen con la suya, ¡David simplemente alabó al Señor porque confiaba en Dios para saber y hacer lo que es mejor en todo momento!
Mantuvo una devoción honorable. David acepta las promesas de Dios y reconoce la capacidad de Dios para hacerlas realidad. En su oración, David revela un corazón que está dispuesto a aceptar el plan de Dios, aunque no sea lo que originalmente quería hacer. La idea central de la oración de David en los versículos 27-29 es “venga tu reino, hágase tu voluntad”. Con razón David es llamado “un hombre conforme al corazón de Dios”.
¿Cuál debe ser nuestra respuesta cuando Dios dice “No”? Primero, debemos recordar que somos quienes somos y tenemos lo que tenemos debido a Su pura y perfecta gracia. Debemos recordar que Él es el Alfarero y nosotros somos el barro. Debemos asumir el lugar de un niño humilde ante su presencia y confiar en Él para hacer lo que es mejor (cf. Filipenses 1:21, “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”).
Nuestro objetivo en la vida no debe ser alcanzar nuestros sueños; sino ver su perfecta voluntad cumplida en nosotros. No hay mayor honor que ser usado por el Señor para glorificar su nombre, aunque no sea de la manera que esperábamos que sucediera (cf. 1 Corintios 10:31).
CONCLUSIÓN.
A David no se le permitió construir la casa del Señor. Pero, se le permitió hacer los preparativos para el cumplimiento de ese sueño. En 1 Crónicas 22:1-19; David preparó todos los materiales necesarios para la construcción del edificio. En 1 Crónicas 28:1-17, David le dio a Salomón los planes y las instrucciones necesarias para cumplir el sueño. Entonces, al final, David todavía tuvo parte en ver el sueño cumplido. No sucedió como lo planeó, pero, aun así, llegó a ser parte del plan de Dios; y eso es un sueño hecho realidad
Si hay algo que debemos recordar de este mensaje es esto: a veces no veremos cumplidos nuestros deseos o nuestros sueños, hasta que estemos dispuestos a dejarlos ir para siempre. Tenemos que estar dispuestos a adoptar el sueño de Dios como propio. Cuando eso suceda, ¡podremos ver todos los buenos sueños hechos realidad!