(1 Samuel 16:14-23). En un momento de su vida, el rey Saúl había sido usado por el Señor para lograr grandes cosas. Sin embargo, estos versículos encuentran al rey viviendo días desesperados. Debido a la rebelión de Saúl, Dios quitó Su Espíritu del rey y permitió que un espíritu maligno lo atormentara. Saúl fue presa de la depresión (v. 23), y de violentos cambios de humor (cf. 1 Samuel 18:8-12; 19:9-10). En un esfuerzo por ayudar a su amo, los sirvientes de Saúl le sugirieron que encontrara a alguien que supiera tocar el arpa. Se pensó que la música podría calmar el espíritu del rey Saúl (v. 16). Si es verdad lo que alguien ha dicho sobre la música, es decir, que “tiene encantos para calmar aún a una bestia salvaje“, no es extraño que haya funcionado con Saúl (v. 23). Es en este contexto de depresión, locura y tragedia espiritual que David vuelve a aparecer en el escenario.
Si bien David ya había sido ungido para ser el próximo rey de Israel; a Saúl se le permitió ocupar el trono hasta que su sucesor estuviera completamente capacitado. Dios incluso usó la locura del rey Saúl para ayudar a entrenar al joven pastor para su futuro papel como rey de Israel. De hecho, bien puedo decir que Dios usó cuatro herramientas muy especializadas para entrenar al joven David para su papel como rey de Israel. David probablemente nunca habría elegido estas cuatro herramientas para sí mismo, pero Dios las usó para prepararlo para el trabajo que tenía por delante. El uso de Dios de estas cuatro herramientas en la vida de David, nos revelan la manera en que Dios prepara a alguien para ser rey.
Estoy interesado en esto hoy, porque son estas mismas cuatro herramientas que Dios usa cuando busca entrenarnos. Dios no nos salvó para dejarnos como nos encontró. Él nos salvó para cambiarnos (cf. 2 Corintios 5:17). Específicamente, Él nos salvó para transformarnos a la imagen de Su Hijo, a la imagen del Señor Jesucristo (cf. Romanos 8:28; Efesios 4:11-13). Para lograr esto, Dios usa ciertas herramientas en nuestras vidas. Estas herramientas se adaptan perfectamente al trabajo de transformación. Tomemos tiempo esta mañana, para mirar estos versículos y observar las herramientas que Dios usa cuando busca preparar un rey.
DIOS USA LA HERRAMIENTA DE LA SOLEDAD (v. 19).
Fue en las colinas solitarias de Judea, con la compañía de un rebaño de ovejas, teniendo el cielo estrellado como catedral; y la vasta extensión de la naturaleza como su salón de clases, donde David aprendió algunas de las lecciones más valiosas y básicas de la vida. Aprendió a estar a solas con Dios y consigo mismo. Él estuvo lejos de las distracciones y el ruido de los demás, y así, David aprendió a escuchar la voz de Dios. David aprendió a tener comunión con Dios. David aprendió a adorar al Señor. David aprendió a estar en paz consigo mismo. No hay valor que se le pueda dar a ese tipo de lecciones. ¡No tienen precio!
Por supuesto, muchos en nuestros días no tienen idea de lo que es estar a solas con Dios. Parece que tienen problemas para estar solos. No pueden sobrevivir sin ruido, sin actividad y sin la compañía de los demás. Si usted es una de esas personas, entonces debe trabajar mucho en su persona, en su alma. Si no puede tolerar de ninguna manera la soledad, entonces debe considerar su vida interior para tratar con lo que sea que esté impidiendo el poder gozar de esa situación.
Jesucristo buscó tiempo para estar a solas con su Padre. La Biblia dice en Marcos 1:35 que, “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. En Lucas 4:42, dice, “Cuando ya era de día, salió y se fue a un lugar desierto; y la gente le buscaba, y llegando a donde estaba, le detenían para que no se fuera de ellos”. En el versículo 12, del capítulo 6, leemos: “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios”. En Juan 6:15, dice, “Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo”.
Si el Hijo de Dios vio el valor y necesitó el beneficio de estar a solas con el Señor, ¿cuánto más necesitamos nosotros ese tipo de intimidad con el Padre? No debemos temer los tiempos de soledad, cuando Dios nos encierra en Sí mismo. Es en los momentos de soledad que aprendemos a escuchar su voz y a caminar con él. ¡Es en los tiempos de soledad que Dios nos prepara para cosas más grandes! Por lo tanto, tómese el tiempo para estar a solas con Dios, lejos del ajetreo y el bullicio de la vida. Encuentre un lugar donde pueda comunicarse con Dios en secreto; un lugar donde pueda escuchar su voz sin todas las distracciones de la vida que claman por su atención. Dios usa la herramienta de la soledad.
DIOS USA LA HERRAMIENTA DEL SECRETO (v. 18).
Antes de que David se sentara en el trono y gobernara la nación de Israel; primero pasaría incontables horas solo, sin ser reconocido ni apreciado. Día tras día, David pasaba su tiempo con las ovejas de su padre en las solitarias colinas de Judea. Allí, David aprendió a ser fiel a sus responsabilidades, aunque nadie más estaba mirando.
En esa situación, aprendió la obediencia, aprendió la humildad, aprendió a estar alerta. Aprendió lecciones que nunca podría haber aprendido, sino en los lugares secretos donde se encontraba. Fue entrenado en el aula de la oscuridad, fuera del ojo de la sociedad. Y cuando finalmente recibió la atención y al aplauso de los demás, no perdió la cabeza. No perdió el piso, porque había aprendido la lección de que su deber era agradar al Señor y a nadie más. Aprendió que todo lo que ahora tenía, se lo debía a Dios.
Dios siempre entrena a su pueblo en privado antes de usarlo en público. Antes de que Elías tomara el poder en el Carmelo, aprendió a andar fielmente con Dios en privado (cf. 1 Reyes 17-18). Antes de que Eliseo se pusiera de pie ante Israel como profeta de Dios, aprendió a servir en un segundo plano mientras seguía a Elías. Antes de que Moisés fuera apto para liderar a Israel, pasó cuarenta años a la sombra del monte Horeb, guiando las ovejas de Jetro. La misma verdad se puede ver incluso en la vida de Jesús. Antes de que se presentara a sí mismo como El Mesías y Salvador, resucitó en la oscuridad (cf. Lucas 2:51-52). Fue en ese lugar de secreto que Dios preparó al Cordero para Su mayor obra.
Por lo tanto, nunca debemos despreciar los días de oscuridad. Sé que todos tenemos sueños elevados. Todos queremos ser usados grandemente por el Señor. Queremos que Dios haga a través de nosotros lo que hemos oído de Él haciendo a través de otros. ¡Pero también debemos darnos cuenta de que puede que no sea la voluntad de Dios que hagamos lo que otros han hecho! Dios sabe dónde estamos, y en Su tiempo, Él nos usará cuando, donde y en la medida que Él elija.
Estoy convencido de que algunos de los que son grandes ante sus propios ojos y ante los ojos de los demás, tendrán que hacerse a un lado cuando algunos de los santos desconocidos de Dios, pasen al frente de la línea en el día del juicio. Estoy convencido de que algunas de las mayores recompensas de Dios están reservadas para aquellos preciosos santos que han trabajado en los aposentos secretos de la oración. Él ha reservado lo mejor para aquellos que han pasado desapercibidos, no reconocidos, y no apreciados. Él tiene algo especial esperando a aquellos que han llevado y soportado la carga por los demás. ¡Él no olvidará a aquellos que han pagado el precio en oración y lo han sacrificado todo por la causa de Cristo! Puede que los hombres nunca le vean en ese lugar secreto, ¡pero Dios no se olvidará, nunca!
Por lo tanto, ¡Sigamos adelante, amados hermanos! Hay un día de pago que pronto llegará. Dios puede usarnos de manera pública y puede que no, pero mientras nos entrena en secreto, ¡Él recibe gloria para Sí mismo y eso es todo lo que importa!
DIOS USA LA HERRAMIENTA DE LA MONOTONÍA (v. 11, 19; 17:15)
No cabe duda de que ese día se convirtió en otro día, mientras David se ocupaba de la monotonía de cuidar las ovejas de su Padre. Incontables días, interminables rutinas, las mismas cosas día tras día. Esto es lo que marcó la vida de David. Pero fue en la rutina monótona de la vida que David aprendió a ser un hombre de Dios. Fue allí, solo, en esas montañas, haciendo las mismas cosas día tras día, que David aprendió las lecciones invaluables de la fidelidad. David se aplicó a la tarea de dar lo mejor de sí durante los momentos ordinarios de la vida. Entonces, cuando Dios lo promovió, no tuvo que aprender a ser fiel; él ya sabía cómo. No tuvo que aprender responsabilidad; ya había aprendido esa lección. Dios usó la monotonía interminable de la rutina y moldear a David para cosas más grandes.
Lo mismo es cierto para nosotros. A menudo, el día se mezcla con otro día y vemos nuestras vidas como nada más que una existencia aburrida y monótona. Lo que no vemos, es que Dios está obrando, incluso durante los momentos de rutina de nuestras vidas. A medida que transcurre la vida, día tras día, aprendemos a ser fieles en las cosas pequeñas; aprendemos a ser fieles a Dios. A medida que aprendemos la fidelidad en las áreas aparentemente insignificantes de la vida, Dios expandirá nuestro nivel de responsabilidad. En Mateo 25:21, “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” Cuando la vida parezca un trabajo pesado, simplemente hay que seguir caminando fielmente con Dios; Él nos está preparando para cosas más grandes.
Por lo tanto, les animo a permanecer fieles en las cosas pequeñas. Porque, en el análisis final, las pequeñas cosas son la base de nuestras vidas. Siga orando, incluso cuando parezca que Él no está escuchando. Continúe asistiendo a la iglesia, incluso cuando parezca que no sucede gran cosa. Siga ofrendando, incluso cuando las cosas se pongan difíciles financieramente. Siga viviendo para Jesús, día tras día, niéguese a dar marcha atrás o renunciar a seguirlo. En su tiempo, Él lo bendecirá y lo recompensará por ser fiel durante los momentos rutinarios de la vida.
DIOS USA LA HERRAMIENTA DE LA LUCHA (cf. 17:34-37; 40-51)
La vida de David no fue todo acerca de lo ordinario y la rutina. Lo escuchamos contar sobre los encuentros que tuvo con un león y un oso (cf. 1 Samuel 17:34-37). Lo vemos en medio de dos ejércitos rivales, mientras camina solo hacia un valle y mata a un gigante soldado llamado Goliat (cf. 1 Samuel 17:40-51). Lo vemos ignorado (cf. 1 Samuel 16:11), criticado (cf. 1 Samuel 17:28) y subestimado (cf. 1 Samuel 17:33; 43-44). Incluso podemos verlo cuando es odiado y perseguido por el rey Saúl (cf. 1 Samuel 18:8-12; 19:9-10). Dios usó el aula de la adversidad como una herramienta valiosa diseñada para enseñarle a David sobre el poder, la provisión y la providencia de Dios.
Hay momentos en que la monotonía de nuestra vida se ve quebrada por los duros golpes de la adversidad. El propósito de Dios en esos tiempos no es hacernos daño, sino hacernos crecer (cf. 2 Corintios 4:15-17). Él desea enseñarnos paciencia, fe y dependencia. Para hacer eso, Él permite pruebas y adversidades. Después de todo, nada nos enseña más sobre el amor, la fidelidad y el poder de Dios que dejar que Él nos guíe con seguridad a través de uno de los valles sombríos de la vida. Muchos de los grandes personajes de las páginas de las Escrituras, aprendieron más acerca del Señor en el horno de la aflicción de lo que podrían haberlo hecho de otra manera. Por ejemplo, los tres jóvenes hebreos, Elías, la viuda de Sarepta, Noé, la viuda de Naín, Marta, María y Lázaro, Jairo, el ladrón en la cruz, etc.
Dios permitió que David pasara por lugares difíciles para poder usarlo en el futuro de una manera más grande. Dios nos afila sobre la piedra áspera de la aflicción, para que seamos usados por Él en mayor manera (cf. 2 Corintios 1:4-6). Por supuesto, muchas personas no responden correctamente a sus luchas. Muchos se enojan y se revelan a la voluntad del Señor. ¡Esa no es la respuesta que conduce al crecimiento! Mis hermanos, la vida es un 10% de lo que sucede y un 90% de cómo respondemos a lo que nos sucede. Basta con mirar las pruebas y el testimonio de Job (cf. Job 1-2). Caminó por un valle áspero y duro, pero reveló un corazón rendido a Dios. Estaba dispuesto a enfrentar cualquier cosa que Dios pusiera frente a él, para la gloria del Señor. Que Dios nos ayude a no despreciar la herramienta de las luchas, ya que puede formar el carácter mucho más rápido que cualquiera de las otras herramientas en la caja de herramientas de Dios.
Conclusión.
A medida que David se perfeccionaba en la rueda de la vida, Dios estaba formando al niño en el hombre que se convertiría en rey. El versículo 18 da una idea del hombre en el que David se convertiría un día. Aquí podemos ver algunos de los atributos que marcaron la vida de David. Estos mismos atributos deberían ser verdad para nosotros también. ¿Por qué? Porque esas son las características que Dios desea desarrollar en cada una de nuestras vidas. Estos atributos fueron cultivados usando las cuatro herramientas que hemos discutido esta mañana.
Era un hombre hábil, pues “sabe tocar”. Esto nos habla de un artista, de uno que es fiel y digno de confianza en su arte. Esto evoca a personas que son sabios, capaces, ingeniosos en las diversas facetas de la conducta. David aprendió todas las habilidades que necesitaría como rey mientras cuidaba a sus ovejas. Dios usa las herramientas que hemos mencionado para enseñarnos las habilidades que necesitamos para ser usados por Él.
Era un hombre fuerte: cuando se llama a David “valiente y vigoroso y hombre de guerra”, se refiere al coraje que había desarrollado mientras guiaba a los rebaños en los lugares difíciles; mientras luchaba contra los leones y los osos, y cuando defendió al pueblo contra los filisteos; fue formado por la mano del Señor. David demostró el atributo de gran valor. Este rasgo fue otro elaborado en la vida de David por las herramientas que hemos discutido. Este coraje le serviría bien a David como rey.
Era un hombre astuto: la frase, “prudente en sus palabras”, nos hablan del cuidado que David tenía en sus declaraciones. Sabía cuándo hablar y sabía cuándo escuchar. Ese también era un rasgo que le serviría bien. Algunos de nosotros podríamos aprender esa lección. Después de todo, la Biblia dice: “La lengua de los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces” (Proverbios 15:2).
Él era un hombre llamativo: se dice que David es “hermoso”. Esto se refiere a su apariencia física; pero también a la forma general en que se presentaba. David tenía un aire que atraía a los hombres hacia él. Era una persona hermosa y resplandeciente que merecía reverencia y alabanza. Era el tipo de persona con la que cualquiera quería estar. ¿Dónde aprendió esto? Lo aprendió en el yunque de la vida y Dios aplicó sus diversas herramientas y formó a David para su gloria.
Era un hombre santificado: el mayor atributo de David fue el hecho de que “Jehová está con él”. David fue un hombre consagrado que anduvo por la vida con el soplo del Cielo sobre él. No solo era una persona especial por fuera, sino que también era una persona especial por dentro. Su corazón era tan refinado como su cuerpo. Esta es otra característica que se forjó en los hornos de la Soledad, del Secreto, de la monotonía y la lucha. Es esta característica la que permitió a David convertirse en “un hombre conforme al corazón de Dios”.
¿Estamos en el taller de Dios esta mañana? ¿Está Él desarrollando nuestras vidas en una vida de honor para Su gloria? Cualesquiera que sean las herramientas que el Señor pueda estar aplicando a nuestra vida esta mañana, permíteme animarles a rendirse a Él. Él no está tratando de hacernos daño; Él está tratando de desarrollarse dentro de nuestra vida. Él nos está tomando y moldeando a Su imagen para Su gloria.
Al mirar la vida que estamos viviendo; ¿Podemos reconocer las cualidades que marcaron la vida de David? ¿Podemos ver la evidencia de la obra de Dios en nosotros? Si puede ver espacio para mejorar en su propia vida, entonces el desafío es a que vengamos ante el Señor y le pidamos que obre en nosotros. Si ha estado luchando contra Su obra en su vida, entonces el desafío es a venir y someterse a Él ahora mismo. Dios está ocupado en la obra de construir reyes. ¿Qué está haciendo Él en su vida? ¿Le está permitiendo trabajar en usted?