(Hechos 2:1-8). La palabra “pentecostés” significa, “quincuagésimo”, la cual hace referencia a una de las varias fiestas judías. Esta se celebraba cincuenta días después de la Pascua, y de allí su nombre. También era conocida como “fiesta de las semanas” (cf. Éxodo 34:22; Deuteronomio 16:10), o “fiesta de las cosechas” (cf. Éxodo 23:16).
La fiesta de Pentecostés era un día de acción de gracias que marcaba el final de las cosechas. Era un día santo. Los judíos ofrecían dos hogazas de pan echas con trigo nuevo y dos corderos de un año de nacidos como ofrenda de acción de gracias. Era un día de fiesta en donde alababan a Dios por su bendición en la cosecha.
Antes de la llegada de Pentecostés, como lo narra Hechos 1:3, Jesús estuvo con sus discípulos durante cuarenta días, y luego ascendió al cielo. Diez días después de la ascensión, es decir, a los cincuenta días llegó el tiempo para el cumplimiento de la profecía de Joel (3:18), y de las palabras de Juan el bautista en Mateo 3:11.
En este día, reservado para alabar al Señor por darle a su pueblo una gran cosecha, el Señor comenzó a cosechar las almas perdidas de este mundo, por lo que no solamente hubo una gran fiesta en los cielos, sino también entre los santos aquí en la tierra.
Aquel día sucedieron cosas asombrosas. Amigos carismáticos se concentran en el milagro de las lenguas. Ellos creen que Dios espera que todo creyente hable en lenguas. Pero, las lenguas no fueron el milagro principal de ese día. Las lenguas nunca fueron dadas como una señal a la iglesia; lenguas vinieron para los judíos (cf. 1 Corintios 14:22; 1:22). Es interesante que las lenguas se mencionan en el libro de los Hechos, cuando se introduce un nuevo grupo de personas en la iglesia (Judíos – Hechos 2; Samaritanos – Hechos 8; Gentiles – Hechos 10, y los discípulos de Juan – Acto 19). Por otro lado, las lenguas fueron diseñadas para que los judíos supieran que iban a ser juzgados por su desobediencia a Dios (Isaías 28:11; Deuteronomio 28:49; 1 Corintios 14:21). Una vez cumplido su propósito, las lenguas cesaron.
El hecho es que no se pueden duplicar los eventos de Pentecostés. No podemos ir a Jerusalén, entrar al aposento alto y esperar hasta recibir poder desde lo alto. El Espíritu Santo ya vino sobre los apóstoles, y cumplió a cabalidad su obra en ellos y por ellos. No podemos duplicar los milagros de ese día. Los milagros son obra de Dios y estamos muy equivocados si dedicamos nuestro tiempo a buscar lo espectacular.
Ahora bien. Aunque no podemos duplicar los eventos de ese día, sí podemos duplicar las condiciones que existían entre el pueblo de Dios en ese día. Podemos ver al Señor moverse entre nosotros con poder y gloria en estos días, tal como se movió en esos días. Cuando creamos una atmósfera como la que existía en la iglesia en ese día, lo veremos moverse con poder entre nosotros como en esos días.
Una de las características sorprendentes de la iglesia primitiva en el día de Pentecostés, fue que estaban “unánimes juntos”. La palabra “unánimes” significa “tener una misma alma, un mismo sentir, una misma mente”. Estos primeros discípulos estaban unidos en su deseo de buscar el rostro del Señor. La unidad fue la tarjeta de presentación de la iglesia primitiva, y también debería marcarnos a nosotros. Si queremos la presencia y el poder del Señor en estos días, entonces la iglesia local tendrá que caminar en unidad. Necesitamos movernos para que Dios se mueva, porque cuando nos movemos, Dios se mueve, cuando obramos, Dios obra, cuando amamos, Dios ama, ¿lo ven? Pero, para que eso suceda, debe haber unidad entre el pueblo de Dios. Déjame mostrarte los caminos en el que se unió la iglesia primitiva. Debemos buscar la unidad en las mismas áreas.
COMO EN PENTECOSTÉS, ESTEMOS UNIDOS EN PROPÓSITO (1:4; 2:1)
Nótese que dice, “Y estando juntos”; y así continuaron (2:1, “estaban todos unánimes juntos”). Ellos estaban esperando al Señor “juntos”. Esto nos dice que ellos tenían un mismo propósito. Este es el distintivo que cada iglesia local debe tener. Pablo lo dijo así en Filipenses 1:27, “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio”. Pablo nos llama a luchar juntos, como aquellos que atletas que en pareja buscaban tener la victoria ante otros gladiadores. En palabras modernas, Pablo está diciendo que como iglesia debemos ser “un equipo”. Debemos tener el mismo sentir y trabajar juntos para la gloria de Dios. Esto significa que cada uno de nosotros debe estar dispuesto a cumplir con la voluntad de Dios; porque si hay algunos que no tienen ese propósito al estar aquí, entonces jamás podremos luchar juntos, ni tener un mismo sentir.
La Biblia dice que cada uno de los que somos miembros en una iglesia local, tenemos funciones diferentes (cf. 1 Corintios 12:7-26); pero, aunque tengamos tales diferencias, todos debemos tener la misma meta (cf. 1 Corintios 10:31). La indiferencia, la irresponsabilidad y la infidelidad que como miembros tenemos, hacen imposible la unidad que el Señor desea para nosotros como iglesia local. El pecado que toleramos en nuestras vidas, no afecta nuestras vidas solamente, sino que afecta todo el plan de Dios para su iglesia. Si usted fue comprado con la sangre de Cristo, usted no fue comprado para ser un parásito, o un virus mortal dentro del cuerpo del Señor. Satanás es un divisionista (1 Corintios 1:10); mientras que Jesús es unificador (cf. Efesios 2:14-15). Por tanto, cuando usted no está poniendo toda diligencia para que su propósito sea el mismo que el resto, entonces usted será juzgado por su división.
COMO EN PENTECOSTÉS, ESTEMOS UNIDOS EN ORACIÓN (1:14)
Oraron juntos. Oraron con y por los demás. Nada edifica más la unidad en una iglesia que llevar las cargas de los demás al Señor en oración. En Gálatas 6:2, se nos ordena, diciendo, “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. Una de las maneras de sobrellevar las cargas de nuestros hermanos, es a través de la oración. En Santiago 5:16, dice, “orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”. Hay un vínculo que se desarrolla entre las personas que oran juntas.
Cuando oramos por los demás, estamos menos enfocados en nosotros mismos y en nuestros propios problemas (Filipenses 2:1-4).
COMO EN PENTECOSTÉS, ESTEMOS UNIDOS EN PODER (2:3-4).
La Biblia dice que fueron “todos llenos del Espíritu Santo”. La unidad de la iglesia primitiva se produjo porque estaban bien con Dios y llenos del Espíritu de Dios. Esta unidad produjo resultados sorprendentes:
- Predicaban el mismo mensaje (2:11).
- Creían las mismas cosas (2:41-44).
- Llevaban las mismas cargas (2:44-45; 4:34-35).
- Amaban las mismas cosas (2:46-47).
Uno de los problemas de muchas iglesias locales es que los miembros se encuentran en diferentes etapas de desarrollo espiritual, o en distinta condición espiritual. Algunos son salvos pero inmaduros. Algunos son salvos y están creciendo. Algunos son salvos y llenos del Espíritu Santo. Algunos son salvos, pero son infieles, son rebeldes. Otros ni siquiera son salvos, aunque creen que lo son. Esta diversidad crea dificultades en la familia espiritual.
Cuando esto sucede, no hay forma de que en la iglesia local se predique el mismo mensaje, se crean las mismas cosas, se lleven las mismas cargas o se amen las mismas cosas. Algunos aman a Dios y otros al mundo, algunos son celosos y otros son indiferentes. Algunos son fieles y otros infieles, algunos tienen temor de Dios y otros son impíos. En estas condiciones es imposible que tengamos el mismo poder.
Es cierto que no hay forma de evitar la diversidad, pero la voluntad de Dios para que cada santo es que sea lleno del Espíritu. Pablo así lo dijo en Efesios 5:18, “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Esto debe ser la constante en nuestras vidas. Es ser guiados o controlados por el Espíritu Santo a través de su espada, la Palabra de Dios (cf. Efesios 6:17).
¿Cómo vive una persona que es llena del Espíritu? ¿Brinca? ¿Llora? ¿Se ríe incontrolablemente? ¿Habla ininteligiblemente? ¿Se convulsiona? ¿Grita? ¿Sufre trances que lo apartan de la realidad? ¿Se desmaya? ¿Corre sin dirección? No, amigos. Una persona llena del Espíritu Santo, según la Biblia, simplemente vive como cristiano.
- Una persona llena del Espíritu Santo siempre tiene una relación admirable con Dios, alabándole en cada momento de su vida (v. 19): “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”.
- Una persona llena del Espíritu Santo, en su relación con circunstancias, siempre tiene una actitud agradecida (v. 20): “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre en el nombre del Señor Jesucristo”.
- Una persona llena del Espíritu Santo, en su relación con otras personas, tiene una actitud de servicio (v. 21): “Someteos unos a otros en el temor de Dios”.
Esto no es otra cosa que la vida en Cristo; es decir, que cuando vivimos llenos del Espíritu Santo, no hablamos en lenguas, ni profetizamos, ni gritamos u obramos milagros, sino que se produce una vida espiritual, una vida agradable a Dios, una vida conformada a su Palabra. He aquí los resultados:
- Las casadas viven sujetas a sus maridos (v. 22).
- Los maridos aman a su esposa como a sí mismos (v. 25, 28).
- Los hijos obedecen en el Señor a sus padres (6:1)
- Los padres no provocan a ira a sus hijos (v. 4).
- Los cristianos se desempeñan bien en sus empleos (v. 5-7).
- Los cristianos que tienen empleados los tratan bien (v. 9).
COMO EN PENTECOSTÉS, DEBEMOS TENER EL MISMO DESEMPEÑO (2:4)
La palabra de Dios dice, “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar”. ¿Leyeron con atención? “comenzaron a hablar”. ¡Cada uno estaba ocupado haciendo su parte!
Mis hermanos, Dios no salvó a nadie para sentarse. Dios salvó a cada uno para servir. Léalo usted mismo en Efesios 2:10, “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. ¿Cuánto tiempo lleva usted sin hacer la obra que debería estar haciendo? La Biblia dice claramente que una fe que no obra, es una fe “muerta” (Santiago 2:18). Sin duda que usted cree en Dios y hasta tiembla, pero, ¿sabe qué? Los demonios también creen y tiemblan. Lo que Dios espera es que usted no solamente crea y tiemble, sino que también OBRE.
Ninguna tarea es pequeña o sin importancia en la iglesia; cada una es vital para el éxito de la iglesia. Evangelismo, clases, reuniones de oración, reuniones de estudio bíblico, capacitación, todo es necesario y nada es “en vano” (1 Corintos 15:58).
¿Está usted haciendo lo que debería estar haciendo? ¿Estás haciendo todo lo que puede hacer? Recuerdo aquella mujer en Marcos 14:3-9, la cual provocó mucho enojo en algunos, por haber derramado sobre la cabeza de Jesús, “un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio”. Sobre esto, Jesús dijo en el versículo 8, “Esta ha hecho lo que podía”. Bueno, ¿está usted haciendo lo que puede, en la obra del Señor? Mis hermanos, nuestro desempeño en la iglesia es de suma importancia para el éxito de nuestra congregación.
Conclusión.
Los copos de nieve son cosas frágiles, pero cuando se pegan pueden detener el tráfico. Necesitamos, como miembros de esta congregación, tener aquello que tenían los santos en Pentecostés:
- Tener el mismo propósito.
- Perseverar unánimes en la oración.
- Tener el mismo poder.
- Tener el mismo desempeño.
¿Está usted haciendo su parte?