La prisión al final de nuestro camino.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

La prisión al final de nuestro camino.

(Jonás 1:1-17). Dios llama al profeta Jonás, a una tarea que no quería hacer, por lo que pretendió huir de la presencia de Dios. Sin embargo, Dios perseveró y envió a Jonás a una experiencia carcelaria para llamar su atención y obtener su cooperación.

Esta prisión, que estaremos considerando, no fue construida con ladrillos, mortero y barras de metal. Era una prisión construida con carne y sangre, con barrotes de marfil. Sin embargo, fue en esta extraña prisión donde Jonás se convenció de que el plan de Dios era el plan correcto.

Quiero que estemos con Jonás en su prisión y lidiar con las verdades que encontramos allí. Quiero mostrarles que, aunque podamos huir de Dios y de su presencia, nunca podremos escondernos realmente de su voluntad. Si es necesario, él nos enviará a una experiencia carcelaria para llamar nuestra atención y entonces, hacer lo que él quiere. Veamos juntos La prisión al final de nuestro camino.

EL CAMINO HACIA ESA PRISIÓN.

¿Qué camino es aquel que nos lleva a una prisión? Bueno, a esta prisión se llega desde varias direcciones. No se trata de un solo camino, sino de varios, porque varios somos quienes experimentamos el desafío de seguir la dirección de Dios o no.

El camino de la desobediencia (v. 1-3). Dios había llamado a Jonás para una tarea específica. Se le dijo que fuera y advirtiera a la ciudad de Nínive sobre el juicio que estaba a punto de caer sobre la ciudad. Ahora, cuando Dios advierte sobre este juicio, lo que quiere es extender su gracia y misericordia a un pueblo perdido. Pero Jonás, no quiere sabe nada al respecto. Dios quería salvar a esa ciudad (cfr. 4:1); pero Jonás quería que ninguno se salvase. Él sentía un gran odio hacia esas personas, al punto que estaba dispuesto a morirse e irse al infierno con tal que todos fueran destruidos.

¿Por qué Jonás tiene tanto odio en su corazón por las personas de Nínive? Hay varias razones. Permítanme indicarles algunas:

  1. Nínive fue la ciudad capital del imperio Asirio. Y como tal, eran un pueblo sumamente feroz y bélico.
  2. Nínive no es una ciudad judía.
  3. Nínive era una ciudad entregada a la idolatría.
  4. Nínive era una ciudad conocida por su crueldad con las personas a las que atacaban y derrotaban.
  5. Desollaban vivos y luego empalaban sus cuerpos en estacas afiladas y los dejaban allí para que murieran lentamente.
  6. A veces, antes de matar a las personas, primero los obligaban a ver cómo quemaban vivos a sus hijos.
  7. En otras ocasiones enterraban los cuerpos de las personas hasta el cuello, para dejarlos morir de hambre, sed o por animales salvajes.
  8. Muchas ciudades preferían suicidarse antes que caer en las manos de los ninivitas.

Entonces, cuando Jonás escucha el llamado de ir y predicar a la ciudad de Nínive, toma la decisión de tomar otro camino, y así, decide irse con dirección a Tarsis. Tarsis estaba situada en la costa occidental de España, a unos 3200 kilómetros en la dirección opuesta. Sin embargo, Jonás no pudo llegar más lejos en su esfuerzo por alejarse de Dios.

Jonás parecía pensar que podía escapar de los planes de Dios y de la mirada de Dios huyendo. No quería hacer lo que el Señor le decía que hiciera, así que huyó de Dios. Aparentemente, Jonás tenía una visión demasiado pequeña de Dios. Parece pensar que Dios es un Dios local y limitado. Parece creer que, si puede correr lo suficientemente lejos, Dios no podrá encontrarlo. Jonás se aferra a una teología defectuosa. Pero, el Salmo 139:7-9 nos permite saber lo que Dios puede ver y en dónde puede operar: ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitaré en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.

Aunque es cierto que Jonás tiene una visión acerca de Dios, todo parece indicar que tiene una gran visión de sí mismo. Jonás cree que es más inteligente que Dios. Cree que puede huir y esconderse de Dios. Él piensa que puede servir a Dios solamente cuando le convenga o le sea de su absoluto agrado. Por lo que, cuando llega el momento de hacer una tarea difícil o desagradable, piensa que lo que mejor que puede hacer es abandonar a Dios, alejándose lo suficiente del llamado para su vida.

Mis hermanos y amigos, no seamos demasiado duros con Jonás, pues nosotros, de vez en cuando, pensamos de la misma manera que él. No tenemos problema en servir a Dios cuando lo que hay que hacer es conveniente o agradable. Pero, cuando Dios nos dice que debemos mantener o ejercer cierto curso de acción que no nos agrada, entonces nos rebelamos y desobedecemos. Puede que no vayamos a Tarsis, aun así, tomamos nuestro propio camino. Al hacer esto creemos tener el control. Creemos ser más sabios que Dios. Creemos que podemos hacer lo que nos plazca.

¿Por qué pensamos y actuamos de esa manera? ¿Acaso hemos olvidado que cuando el Señor nos salvó, tomó total posesión de nuestras vidas? Pablo dijo esto en 1 Corintios 6:19-20, ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. Ante esto, bien podemos decir que solo Dios tiene el derecho de decidir qué hacer, dónde y cómo dirigir nuestras vidas. Por eso, cuando él nos indica una tarea para cumplir, no espera otra respuesta que la que escuchó del profeta Isaías: Heme aquí, envíame a mí (Isaías 6:8). Cualquier otra respuesta es desobediencia y rebelión, y ese desafío no será jamás tolerado por el Señor. Él dijo, en Apocalipsis 3:19, Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.

¿Ha estado hablando Dios a su corazón acerca de algo que él quiere que haga? ¿Está obedeciendo su voz? O ¿Está haciendo lo que le place, siguiendo su camino y yendo en contra de la voluntad de Dios para su vida? Cuidado.

Es camino de decepciones (v. 3-12). Cuando Jonás sale del camino, las cosas van bien al principio. Encuentra un barco que se dirige al lugar que él quiere. Y aunque ese barco probablemente aparecía una vez cada seis meses o más, él lo encuentra. Pudo pagar el pasaje, abordar el barco y descansar. Excelente, ¿no creen? Jonás piensa que tendrá un crucero relajante y luego comenzará una nueva vida en una nueva ciudad. ¡Todo está saliendo a la perfección! Nueva vida, nuevos amigos, nuevo ambiente, nuevo camino. ¡Nada podría salir mejor! Todo sale exactamente como Jonás lo ha planeado. Sin embargo, una tras otra, las decepciones comenzaron a aparecer.

  1. ¿Ya notaron que Jonás está en un camino descendente? El versículo 3 dice que descendió a Jope, y el versículo 4 nos dice de una “tempestad tan grande” que amenazaba con hundir el barco. ¿Lo ven? Todo va hacia abajo. Si Jonás hubiera seguido el plan de Dios, entonces iría en un camino ascendente, hacia arriba, hacia una vida poderosa en Dios.
  2. ¿Ya notaron que Jonás tuvo que pagar sus propios gastos? En el versículo 3, dice que él subió a ese barco, pagando su pasaje. Si Jonás se hubiera quedado dentro de los caminos del Señor, sin duda alguna que Dios habría pagados todos sus gastos.
  3. ¿Ya notaron cómo la persona de Jonás quedó dañada ante el capitán y el resto de la tripulación? En los versículos 6 al 10, se le llamó “dormilón”, y lo identificaron como quien estaba huyendo de Dios. Si el corazón de Jonás hubiera estado bien con el Señor, entonces no habría dañado su testimonio ante esos hombres paganos.
  4. ¿Ya se dieron cuenta de que Jonás terminó en un lugar donde nunca imaginó estar? En los versículos 15-17 vemos a Jonás luchando sin sentido por su vida contra una tormenta, terminando en el mar y en el vientre de un gran pez.

Mis hermanos y amigos, ¡nada salió como fue planeado! Jonás jamás pensó en todos estos males que vinieron sobre sí. Pero, ¿sabe qué? Ese es el escenario que se desarrolla en la vida de todos aquellos que eligen su propio camino, pasando por encima del plan de Dios. Tarde o temprano sufrirán tribulaciones, dolores y muchas tribulaciones que pudieron haberse evitado. La Biblia nos recuerda en Proverbios 13:15, que “el camino de los transgresores es duro”. También el apóstol Pablo escribió sobre eso en Gálatas 6:7-8, diciendo: No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción. Si el Señor le ha estado llamando a seguir un cierto camino, y elige ir en otra dirección, ¡no se sorprenda cuando los problemas y las decepciones se presenten en su vida!

Es un camino lleno de desastres (v. 3-17). Jonás tomó su decisión y puso en marcha su plan. Abordó su barco y partió hacia Tarsis. ¿Cuál era su meta? huir de la presencia de Jehová (v. 3). Ahora, noten la primera palabra del versículo 4: “Pero”. Esta palabra indica un contraste. Introduce una crisis. Jonás tenía su plan; sin embargo, Dios tenía la última palabra.

Dios primero envío una gran tormenta para llamar la atención de Jonás. Esto nos dice que debió haber sido una tormenta muy pero muy fuerte, porque aún los marineros estaban aterrorizados por tan grande tempestad. Sin duda que ellos tenían mucha experiencia con tormentas, y sabían cómo lidiar con ellas; pero la que les golpea ahora, es algo fuera de lo normal. Jamás habían visto una tormenta tan feroz. Y Jonás, ¿qué hace? Él está durmiendo durante la tormenta (v. 5-6). Y aunque esto es extraño, los marineros enfocados en la tormenta, concluyen que detrás de ella debe estar un dios; y así, echan suertes para saber quién es el vil pecador que ha enfurecido a los dioses. La suerte cae sobre Jonás. Ante esto, Jonás les confiesa quién es y lo que ha hecho, y sugiere que lo echen por la tormenta, pues es él quien ha causado todo esto. Es lamentable que nuestra rebelión contra la voluntad de Dios no amenaza nuestro propio bienestar, sino también el de quienes están a nuestro alrededor. Es interesante que estos marineros paganos muestran más misericordia que Jonás, pues, aunque ellos ya saben quién es el causante de todo este mal; aun así, tratan de salvar a la nave y a Jonás con ella: Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra (v. 13). Pero, cuando fracasaron en el intento, no tuvieron más remedio que, en medio de ruegos a Dios, arrojar a Jonás fuera del barco. Cuando hicieron esto, la tormenta desapareció al instante (v. 15). Dios usó este evento para lograr la conversión de aquellos marineros (v. 16). Esto nos dice que, cuando sacamos el mal de en medio de nosotros, entonces el avivamiento es el efecto natural de esa conversión. Finalmente, Jonás fue tragado por un gran pez, el cual fue preparado por Dios para ese propósito. Jonás es encarcelado allí durante tres días.

Durante años, los incrédulos y los escépticos se han burlado de la Biblia por este relato de un hombre tragado por un pez gigante y que vive para contarlo.   Afirman que es una imposibilidad absoluta.

Sin embargo, y sin que la intervención de Dios haya obrado en el asunto, en el año 1981, frente a las costas de las islas Malvinas, James Bartlett, tripulante de un barco ballenero, fue tragado por una ballena mientras luchaban contra ella para cazarla. Se dice que estuvo 15 horas dentro de ella, y aunque la narración y las secuelas de esa experiencia son sumamente espeluznantes, el hombre vivió para contarlo. ¿Cómo salió de allí? Bueno, el barco ballenero encontró el cuerpo muerto de la ballena y mientras lo procesaban, se percataron que algo se movía dentro del estómago del animal. Lo abrieron, y encontraron allí el cuerpo del Sr. James, sin cabello, y con la piel totalmente blanca. Se dice que este hombre murió de muerte natural, pero que jamás pudo superar las consecuencias físicas y el traumático evento, al punto de que jamás vio el mar ni de lejos. Sin embargo, el caso de Jonás es uno donde estuvo tres días en el vientre del gran pez, no obstante con un propósito divino.

Sin embargo, el punto que quiero destacar aquí, es que, en la vida de Jonás, una cosa tras otra salió mal hasta que se encontró en un lugar de absoluta impotencia. Pensó que podía luchar contra Dios, pero descubrió que no tenía la fuerza para hacerlo. ¿Y sabe qué? Nosotros tampoco la tenemos. Si hemos decidido seguir nuestros propios caminos, ignorando la voluntad de Dios, tarde o temprano nos pondrá de rodillas. No importa cuántos “peros” pongamos para no hacer su voluntad. La única opción viable que tenemos es obedecer. ¿Recuerdan a Moisés? Él puso muchos “peros” cuando Dios lo envió a Egipto. Primero dijo que él no era “nadie” para llevar a cabo esa misión (cfr. Éxodo 3:10). Luego dijo que no podría explicar quién le había enviado (cfr. Éxodo 3:13). Después dijo que nadie le iba a creer (cfr. Éxodo 4:1). Y finalmente, dijo que no era hombre de fácil palabra (cfr. Éxodo 4:10). Sin embargo, Dios respondió a todas esas objeciones. Por lo que, si usted cree que tiene una muy buena razón para no hacer lo que Dios quiere, sepa que en realidad no es tan buena como usted cree.

CONCLUSIÓN.

La lección para nosotros es que, independientemente de lo que Dios quiera que hagamos, ¡hay que hacerlo! Si nos rebelamos, encontraremos que nuestro camino estará lleno de decepciones y desastres. Él nunca nos dejará huir, sino que nos perseguirá y hará lo que sea necesario para que terminemos rendidos a su voluntad, o en la gloria, o en el infierno.

Así que, ¿Dios está esperando que usted haga algo? Usted sabe qué texto bíblico está ignorando. Usted sabe lo que Dios espera que usted haga con ese texto bíblico, ¿verdad? ¿Lo hará? O ¿Cometerá el error de querer huir de su verdad? No huya de él. Más bien, corra hacia él y ceda ante su voluntad. Pues, aunque usted tenga muy buenas razones, él no cambiará de parecer (cfr. Romanos 11:29/NTV).

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