(Hageo 2:1-9). En nuestro texto de hoy encontramos una introducción similar a la del Capítulo Uno. Ha pasado alrededor de un mes desde que el Señor motivó a la gente, y comenzó el trabajo serio en el Templo. Ahora, el Señor habla de nuevo al pueblo durante la Fiesta anual de los Tabernáculos, una fiesta en la que el pueblo moraba en tabernáculos temporales, en conmemoración de la fidelidad de Dios durante la peregrinación por el desierto. También fue un tiempo de celebración y acción de gracias por la cosecha de otoño.
No tenemos forma de saber cuánto trabajo se realizó en el Templo en el lapso de un mes, pero es probable que se haya hecho el suficiente como para notarlo. Probablemente, se había hecho lo suficiente para dar a la gente una idea general de cómo se vería el Templo una vez que estuviera terminado. Sin embargo, fue durante este tiempo de compromiso y esfuerzo que algunas personas comenzaron a desanimarse. Su enfoque había sido desviado del Señor hacia la tarea abrumadora que les esperaba. Ofreciendo una palabra del Señor, Hageo los desafió a enfocarse en Dios en lugar de quedar atrapados en el desánimo y perder la fe.
No cabe duda hermanos, que nosotros también nos enfrentamos a una tarea de enormes proporciones. De hecho, somos responsables de lograr más de lo que podemos hacer solos. Si nos centramos únicamente en la tarea que tenemos por delante, pensando en el número de personas necesarias y los recursos necesarios, también nos desanimaremos. Es un hecho que nunca lograremos la obra del Señor con nuestras propias habilidades, pero a través de Él podemos. Examinemos, entonces, las lecciones que ofrece Hageo mientras mantenemos en mente nuestro tema, Considerando a nuestro Dios.
HAGEO HACE UN LLAMADO A LA RESILIENCIA (v. 1-4).
¿Qué es la “resiliencia”? Es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional. La resiliencia no es una característica que la gente tiene o no tiene. Incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona. Otros la definen como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o situación adversa.
Entonces, regresando al contexto de nuestro texto bíblico, vemos que, aunque el desánimo comenzaba a acumularse, la gente necesitaba encontrar una manera de superar y continuar el trabajo que Dios les había encomendado.
A. La fuente del desánimo: “Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo: ¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?” (v. 2-3)
Aparentemente, hubo quienes tenían la edad suficiente para recordar el Templo de Salomón. Fue un gran espectáculo, fue el orgullo de todo Israel. Los que lo recordaban, se habían desanimado ante los escasos medios del nuevo Templo y estaban sembrando semillas de discordia. En sus mentes era un esfuerzo inútil. Este nunca estaría a la altura de aquel templo, por lo que vieron de poco valor en seguir adelante. En esencia, eligieron vivir en el pasado y se negaron a aceptar el trabajo necesario para el futuro.
Nosotros también nos enfrentamos a la misma consideración. Muchos de nosotros recordamos los gloriosos días de antaño. Recordamos una época en que la asistencia las reuniones aumentaba, los visitantes eran comunes y las cosas funcionaban como un reloj. Ahora nuestros baptisterios están secos, la gente no se presenta como antes y muchos consideran que la iglesia es obsoleta e irrelevante. Así que, o podemos vivir en el pasado, frustrados en nuestro desánimo, o podemos aceptar los desafíos y seguir adelante en el trabajo del Señor.
Esos días se han ido, y no creo que vayan a volver. Nunca debemos cambiar nuestro mensaje, pero es posible que tengamos que buscar nuevos métodos. Las iglesias que continúan argumentando: “Nunca antes lo habíamos hecho de esa manera”, tendrán una muerte lenta. Debemos encontrar nuevas formas bíblicas de involucrar nuestra cultura, nuestra realidad y comunicar el mensaje del Evangelio al mundo. ¡No estamos construyendo un templo físico, pero estamos llamados a seguir construyendo y expandiendo el espiritual!
B. La Expectativa divina ante el desánimo: “Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad” (v. 4a).
Hageo revela la profunda expectativa que Dios tenía para su pueblo. Esperaba plenamente que se mantuvieran resilientes en el trabajo. Se les exhortaba a ser diligentes mientras se dirigían al trabajo. Dios simplemente quería que fueran diligentes en sus esfuerzos, permaneciendo fieles a la obra que les había encomendado.
Sé que esta es una verdad teológica profunda que es difícil de entender, pero Dios quiere que su pueblo esté ocupado. Hemos analizado la situación lo suficiente. Somos muy conscientes de los problemas que enfrentamos y las dificultades que implica cumplir con nuestro llamado, pero eso no nos libera de nuestras obligaciones. ¡Es hora de que la iglesia de Cristo se levante y se ocupe! Observe que esta expectativa no estaba reservada solo para el gobernador y el sumo sacerdote; incluía a toda la gente de la tierra. Ninguno estaba exento de esta expectativa. Las cosas no han cambiado; ¡todos somos responsables de trabajar!
C. La Confirmación divina frente al desánimo: “porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos” (v. 4b).
Hageo nunca dijo que la tarea sería simple o fácil. Nunca les dijo que no requeriría compromiso y un gran esfuerzo, pero, a pesar de todo eso, dejó bien en claro que Dios prometió estar con ellos. ¿Qué más podrían pedir o necesitar? Si Dios estuviera en medio de ellos, los equiparía para cumplir con la tarea que tenían por delante.
Podemos mirar a nuestro alrededor hoy y considerar a aquellos que una vez estuvieron con nosotros, pero que ya no están aquí. Algunos fueron llamados a casa por el Señor, otros encontraron otras iglesias y algunos simplemente abandonaron el camino del Señor. Muchos de estos tenían roles prominentes dentro de la iglesia. Es fácil pensar que nunca podremos continuar sin ellos. Sin embargo, Dios ha prometido nunca dejarnos ni abandonarnos. Él permanece en medio de Su iglesia. Si Dios está con nosotros, tenemos todo lo que necesitamos para ser productivos. ¡Eso no nos da un pase para el ministerio, pero me niego a creer en la mentira de que Dios no ha equipado a los creyentes que están aquí para realizar la obra que nos ha dado!
UN LLAMADO A LA CONFIANZA (V. 5-9).
Junto con el llamado a la resiliencia, y habiendo hecho también un llamado a perseverar en el trabajo del Señor, ahora Dios extiende ese llamado, para que confíen en él, como aquel quien puede satisfacer todas sus necesidades. Bueno, lo mismo es cierto para nosotros. Pero, ¿por qué razón podemos confiar en Dios? Por sus atributos y sus obras.
A. Consideren la Provisión de Dios: “Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis” (v. 5).
Dios había hecho un pacto con Israel cuando los sacó de Egipto. Él había suplido sus necesidades en el desierto. Él los había traído a la Tierra Prometida. Incluso había sostenido a este remanente en el cautiverio babilónico. Dios nunca les ha fallado, y quería que entendieran que no los iba a abandonar ahora. ¡No había razón alguna para temer!
Nosotros también podemos descansar en esa misma disposición. Nuestra relación con el Señor está en un nivel muy diferente al de Israel, pero podemos reclamar esa promesa. Jesús compró nuestra redención en la cruz. Resucitó de entre los muertos. Envió su Espíritu a morar en nuestras vidas. La iglesia ha enfrentado muchos valles oscuros. Ha habido temporadas de intensa persecución, pero todavía estamos aquí. Podemos descansar en la provisión de Cristo, incluso en estos días difíciles. ¡Estamos seguros en Él!
B. Consideren el Poder de Dios: “Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones” (v. 6-7a).
Dios les habla de eventos por venir, y al hacerlo, Él revela Su gran poder omnipotente. Estos eventos acontecieron con los la caída y los juicios de las potentes naciones como Babilonia, Medo Persia, Grecia y Roma, siendo los andamiajes derribados para la venida del Mesías y el establecimiento del reino de Dios sobre la tierra.
Hay mucho que podríamos discutir aquí, pero la premisa es: servimos a Aquel que posee autoridad y poder absolutos. ¡Ciertamente, quien tiene la capacidad de sacudir toda la creación tiene la capacidad de obrar en nuestras vidas y satisfacer nuestras necesidades! Puede mover montañas. Él puede permitir que meros niños maten gigantes. Puede calmar mares embravecidos y llamar a los muertos para que vivan de nuevo. Puede tomar un corazón de piedra y enternecerlo en la salvación. ¿Qué podríamos enfrentar que Él no pueda manejar?
C. Consideren la Promesa de Dios: “y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos” (v. 7b).
Aquí Dios hace referencia a la venida de Cristo. Estos judíos del Antiguo Testamento no vivirían para ver Su primera venida, pero Dios cumplió Su palabra. El Hijo de la promesa vino para llevar el pecado del mundo y ofrecerse a sí mismo como expiación por el pecado. Se levantó de la tumba y ascendió de regreso al Padre donde ahora intercede por la iglesia. Todavía está trabajando y activo en las vidas hoy. Un día en el futuro, según el tiempo de Dios, ¡Él vendrá de nuevo con gran poder y gloria!
En cuanto al Señor, nuestro mundo no lo desea hoy, pero un día lo desearán. Él regresará y el mundo será juzgado con justicia. Esto trae gran gozo a mi corazón a pesar de que vivimos en una era donde la mayoría niega y rechaza al Señor. Él cumplió todas las profecías acerca de Su primera venida, y Su segunda venida no será diferente. Seguramente podemos confiar en Uno como Él. Este mundo puede seguir obrando en nuestra contra, trayendo persecución y obstáculos, pero estamos seguros en Cristo. ¡No tenemos nada que temer! Un día sonará la trompeta de Dios y seremos llamados de este mundo para encontrarnos con el Señor en el aire y estar para siempre con él. ¡Él permanece en control y es capaz de proveer para la iglesia!
D. Consideren la presencia de Dios: “y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos”. (v. 7c).
Esto debe haber sido particularmente alentador para ellos. Dios prometió que su trabajo no sería en vano. Él llenaría el Templo que estaban construyendo con Su presencia.
Las cosas son muy diferentes en nuestros días, pero nosotros también podemos experimentar la presencia de Dios entre nosotros. Él no mora dentro del Templo como antes. Él ahora reside en comunión con Su pueblo. Los creyentes son el templo en el que Él mora. Somos llenos del Espíritu Santo cuando somos guiados por su palabra, pero necesitamos ser llenos diariamente del Espíritu Santo para llevar a cabo la obra que Él nos ha llamado a realizar. No lograremos mucho, separados de Él, pero a través de Él podemos hacer todas las cosas. No puedo pensar en nada más necesario entre la iglesia que el ser llenos del Espíritu Santo. ¡Su presencia entre nosotros, de una manera real y poderosa, hará una gran diferencia!
E. Consideren la posesión de Dios: “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” (v. 8).
Tengan en cuenta que estos hombres acaban de regresar recientemente de la esclavitud en Babilonia. Sus recursos habrían sido muy limitados. La reconstrucción del templo habría sido una empresa costosa. Pero, Dios les recordó que no se preocuparan. Dios quería que fueran fieles a la obra y para eso él tenía todos los recursos necesarios y estaba dispuesto a proporcionar lo que necesitaban para terminar la tarea.
Mis hermanos, nos haría bien recordar esto también. Me doy cuenta de que se necesita dinero para operar. Para cumplir y para ampliar nuestras metas requiere financiación. Hemos experimentado tiempos económicos difíciles en los últimos años. Pero, aun así, necesitamos reconocer que Dios es dueño de todo. Si Él está involucrado en nuestra obra, Él proveerá. Si estamos seguros de que Dios nos ha guiado en una dirección particular, debemos dar un paso de fe, confiando en que Él proporcionará los recursos necesarios. Nuestro Dios no está en bancarrota. ¡Él proveerá para las necesidades que tenemos mientras nos rendimos a su voluntad para seguir Su dirección!
F. Consideren la paz que Dios provee: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos” (v. 9).
Dios quería dar ánimo a los desanimados y dar certeza a los que tuviesen dudas. Ellos tenían que entender que Dios no había abandonado a su pueblo. Aunque habían soportado una temporada de cautiverio, la paz volvería a sus corazones. Mis hermanos, donde está la presencia de Dios, allí también estará la paz que solamente él provee.
El ministerio de servir al Señor puede ser difícil. Nuestra sociedad ha experimentado cambios radicales en los últimos años, y al parecer, las cosas seguirán empeorando, pero no estamos sin esperanza. De hecho, podemos regocijarnos incluso en medio de las pruebas y la adversidad. Podemos disfrutar de la paz que viene de Dios. No tenemos forma de saber a qué nos veremos obligados a enfrentarnos en el futuro. Es probable que empeore mucho durante nuestra vida, pero en el Señor sigue habiendo paz. Independientemente de lo que suceda en esta vida, o de cómo cambie el mundo a nuestro alrededor, estamos seguros en Cristo. Él proveerá para cada necesidad de la iglesia. No hay razón para que vivamos en la desesperación y caigamos en el desánimo.
CONCLUSIÓN.
Estos versículos son oportunos para nuestra congregación. Hay mucho por hacer, pero podemos lograr lo que el Señor desea a través de Él. No hay duda de que lo necesitamos todos los días, y Él proveerá. Si se siente desanimado o abrumado en el servicio, busque al Señor para obtener fortaleza, sabiduría y paz. Considere a Dios en todo.