(Rut 3:9-4:12). Rut ha venido sola desde que dejó el país de Moab. Ha pasado de ser una mujer pecadora y perdida de un país condenado a encontrarse a los pies de un rico terrateniente llamado Booz. Como está a sus pies, está a punto de recibir la ayuda que necesita. Ella está buscando un redentor. Alguien que pueda devolverle todas las cosas que el pecado y la muerte le han quitado. Y ahora, ella se ha encontrado a los pies del Redentor. Ella está a punto experimentar su redención. Si Rut tuviera una canción favorita, podría haber contenido una línea que dijera algo así: “redimido soy por él, redimido por su amor”.
Ahora, este pasaje tiene mucho que decirnos acerca de la redención que disfrutamos quienes estamos en Cristo, y podrían llegar a disfrutar aquellos que aún están perdidos. En este pasaje, se nos da una imagen clara de cómo opera la redención y de lo que se requiere para recibirla. Echemos un vistazo al maravilloso mundo de la redención, mientras meditamos en el tema de hoy: “Redimidos por amor divino”. Si usted es salvo, espero que este mensaje le ayude a apreciar más lo que tiene en Jesús. Si no es salvo, espero que este masaje le haga querer ser redimido.
LA PROPUESTA DE REDENCIÓN (Rut 3:1-18).
La solicitud de redención (v. 6-9). Aquí vemos a Rut pidiendo justo lo que ella necesita, redención. Esto es interesante, pues, unos de los aspectos de la redención, es el hecho de que, aquel que la requiere, debe desearla, debe pedirla. Pablo dijo en Romanos 10:13, “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Este es uno de los frutos de la fe y, de hecho, es algo necesario en los primeros pasos hacia la redención. Una persona que no desea, que no quiere ser redimida, simple y sencillamente no lo será. Jesús dijo, “al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). ¿Lo ve? El hombre está “fuera”, está apartado del Señor por causa del pecado. Y si realmente quiere ser salvo, debe “venir” a Jesús. Debe rogar por su redención. Debe anhelar su salvación. Y si “viene”, dice Cristo, “no le echo fuera”. Si alguno de nosotros se pierde por la eternidad en el infierno, será porque así lo decidió. La redención del Señor está disponible, por lo que solamente falta que usted se humille ante el Señor, y ruegue por su redención.
La seguridad de la redención de Rut (v. 10-18). Después de que Rut hace su pedido, recibe preciosas garantías de parte de Booz. Quiere que ella sepa que puede contar con él. Quiere que ella se sienta segura. La redención que Booz ofrece es eficaz y segura. ¿Y no tiene esas mismas características la redención que el Señor ha hecho posible en la cruz del Calvario? Pablo dijo que en Cristo “tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7). Pablo dice que “tenemos redención” por virtud de su sacrificio. Esto nos dice que la redención es una bendición segura; la cual, está también respaldada o soportada por “las riquezas de su gracia”. ¿Qué más garantías queremos, para desear la redención?
La promesa de redención es fuente de paz (v. 10-13). Las promesas de Booz se pueden sintetizar en la verdad de que él hará todo lo que sea necesario para que Rut sea redimida. En el versículo 11, y voy a leer de la Biblia de las Américas, dice, “Ahora hija mía, no temas. Haré por ti todo lo que me pidas”. Como vemos, él promete hacer “todo” lo que ella necesita. Por tanto, no hay razón para temer. No hay razón para estar inquietos con respecto a nuestro destino. Mis hermanos, así mismo es con el Señor. Si venimos a él, no hay razón para temer con respecto a nuestro destino, pues él ha hecho todo lo necesario para que la redención sea una realidad. Él dijo en Juan 6:47, “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna”. Desde luego, esta redención tuvo un costo, como dice Hebreos 9:12, que Jesús, “por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”. Su preciosa sangre derramada es el pago, y al mismo tiempo, la garantía de nuestra redención. Así lo explicó el apóstol Pedro, cuando dijo, “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros” (1 Pedro 1:18-19). Por tanto, no hay razón para temer por nuestro destino eterno.
El redentor es sumamente generoso (v. 14-17). Cuando Rut deja la era en la mañana siguiente, se va con las promesas de Booz, pero también se va cargada con provisiones. Ella se llevó “seis medidas de cebada”. Imagínenla caminando de regreso por la ciudad. Cuando llega a casa, entabla un diálogo con Nohemí, en el que no solamente hablan de las provisiones que Booz les ha dado, sino de la esperanza en ellas de que pronto habrá una boda. Mis hermanos, el Señor, nuestro salvador, también nos bendice con muchas provisiones para decirnos que somos suyos. El salmista dijo, “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios. El Dios de nuestra salvación” (Salmo 68:19). Cuando somos hijos de Dios, su cuidado se hace evidente día con día.
El redentor es perseverante (v. 18). Nohemí le dice a Rut que esté tranquila y confiada, porque Booz no descansará hasta que él haya terminado todo para su redención. Y esto, solamente nos recuerda que nosotros también podemos estar confiados, teniendo la certeza de que nuestro salvador no descansará hasta que cada uno de sus hijos esté en casa, allá en la gloria. Él es nuestro “sacerdote inmutable” (Hebreos 7:24), quien “puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (v. 24). El apóstol Pedro también dijo que somos “guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Pedro 1:5). Nuestro Señor vino como hombre a este mundo, y lo hizo con una misión. Él mismo dijo, “he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero” (Juan 6:38-39).
LOS REQUERIMIENTOS DE LA REDENCIÓN (Rut 3:12; 4:1-10).
Antes de que se pueda resolver la redención de Rut, hay un par de requerimientos que deben resolverse primero.
Hay requisitos que se deben cumplir. Para que un hombre cumpliera el papel de “Pariente Redentor”, debía cumplir con dos condiciones:
- La redención requería una relación. Según Levítico 25:25 es el “pariente más próximo” que tenía la facultad de redención. Bueno, Booz cumplió con este requisito (Rut 2:1; 2:20).
- Recursos requeridos para la redención. Ese mismo pasaje enseña que el pariente redentor tenía que tener los fondos para comprar o recuperar la posesión vendida. Booz también cumplió con este requisito (Rut 2:1).
La redención requiere una resolución. Levítico 25:25 y Deuteronomio 25:5-10 enseñan que el pariente redentor tenía que estar dispuesto a volver a comprar la herencia de su pariente. Y bueno, Booz también cumplió con este requisito (Rut 3:11).
Para los santos de Dios, Booz es una imagen de nuestro Redentor, el Señor Jesucristo. Nuestro Salvador también cumple con todos los requisitos necesarios para calificar como nuestro redentor. Él tiene una relación con nosotros (Filipenses 2:5-8). Él tiene los recursos adecuados (Hebreos 7:25; Efesios 3:20). Y, además, estuvo dispuesto a pagar el precio por nuestra redención (Marcos 10:45; Juan 18:37). Por tanto, solo Jesús está calificado para ser el Redentor ¡de la humanidad!
El problema del pariente (Rut 3:12). Booz le dice a Rut que solo hay un problema con su plan para redimirla. Parece que hay un hombre en la ciudad que es pariente más cercano que Booz y que debe tener la primera oportunidad de redimirla. Él cumple con el requisito de relación, pero también debe cumplir con la calificación de recursos.
La pregunta que queda es si cumple con el requisito de resolución. ¿Está dispuesto a redimir a Rut? Por el contexto del encuentro entre Booz y el pariente cercano, se hace la propuesta y el pariente está dispuesto a redimir. Mis hermanos, ¡Esto debe haber herido el corazón de Booz!
Sin embargo, cuando el pariente más cercano se entera de que no solo debe comprar la tierra, sino que también debe casarse con Rut y criar hijos a nombre de su difunto esposo, se aleja del trato y se declara incapaz de redimir a Rut. Se quita el zapato y se lo da a Booz como una forma simbólica de decir: “No puedo redimirla, pero tú puedes. ¡Ella es tuya!”
Para nosotros, el pariente más cercano es la Ley. Aunque ella reclamó derechos sobre nosotros, ella no pudo redimirnos. Todo lo que pudo hacer fue condenarnos como indignos a sus ojos. Como este pariente de Rut, la Ley hizo un débil esfuerzo en nuestra redención, pero no pudo llevarse a cabo. Esto es lo que Pablo nos dice acerca de la Ley en Romanos 8:3. Pero, la ley no fue él único en reclamar una relación con nosotros para “pretender redimirnos”. La carne, la religión, las buenas obras, todas ellas hacen afirmaciones que no pueden cumplir. Así que, la redención nuestra, se encuentra en una sola persona, es decir, Jesucristo:
- “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12)
- “Jesús… dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6)
EL PROCEDIMIENTO DE LA REDENCIÓN (4:11-22).
Después de que se hizo el trato y se logró la redención, sucedieron un par de cosas muy importantes. Es necesario entenderlas, porque también nos afectan a nosotros.
Rut recibe una nueva posición (Rut 4:11). Cuando la gente reunida allí ve lo que ha sucedido, comienza a regocijarse y llaman a Rut, “la mujer”. Ya no es más “la moabita”, sino la mujer. Todos la bendicen, y le desean ser como “Lea y Raquel”, las esposas de “Jacob”, las cuales dieron a luz los doce hijos de Jacob y, de hecho, fueron las madres de todo Israel. Rut ahora es una mujer bendecida y puesta en un lugar de honor. Lo mismo ha sucedido en la vida de todo pecador que viene a Jesús para buscar redención. De ser miserables pecadores, con la redención de Jesucristo ahora somos “santos” delante de su presencia. Ya no somos enemigos de Dios, sino hijos de Dios. Este gran cambio es declarado enérgicamente por Pablo en 1 Corintios 6:9-11: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios”.
Booz es exaltado (Rut 4:11-12). Mientras que la gente honra a Rut, el foco principal de su regocijo es Booz. Lo alaban por lo que ha hecho en la vida de Rut. Ha hecho algo maravilloso y la gente lo elogia por ello. De la misma manera, nuestro Señor Jesucristo es digno de ser alabado, por ser el autor y consumador de la fe. Esto es lo que dice la alabanza de la multitud celestial en Apocalipsis 5:12: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”. Y esto mismo es lo que debemos ofrecer a nuestro redentor. ¿Está usted alabando al Booz celestial?
Conclusión: Las puertas de Belén fueron testigos del cambio de vida que experimentó Rut. Ella tenía ahora un redentor. Ella tenía un marido. Ella tenía una nueva vida. Ella podía decir que había sido redimida por amor.
Pero, ¿Y usted? ¿Conoce al Pariente Redentor, el Señor Jesucristo? ¿Ha experimentado usted esa misma bendición, de tener al redentor? Si no puede, le invito a que venga a Jesús, se ponga a sus pies y le ruegue que redima su alma. ¡Puedes ser redimido hoy, si viene a Él!