(Rut 1:19-22). Según cuenta una historia, había un viejo granjero que un día concluyó que la avena con la que había alimentado a su mula durante años, simplemente le estaba constando demasiado. Así que, un día, pensó que era buena idea mezclar un poco de aserrín con el alimento. Luego se le ocurrió que podía agregar un poco más de aserrín y menos avena, y así lo hizo día a día, poniendo más aserrín que avena cada vez.
La mula no pareció notar el cambio gradual de la avena por el aserrín; por lo que, el granjero pensó que las cosas estaban bien, y siguió disminuyendo la proporción de avena. Pero, semanas después, llegó el día en que alimentó a la pobre bestia con nada más que aserrín, y cuando la mula terminó de comer, dio unos pasos y cayó muerta.
¿Les parece una historia tonta? Bueno, pues déjeme decirle que esa es la historia de todo creyente descarriado de la voluntad de Dios. Así es como algunos cristianos se alejan un poco de Dios un día, luego otro poco otro día, hasta que terminan total y absolutamente fuer de la voluntad de Dios. Comienzan con un poco de negligencia, luego viene el pecado y finalmente la indiferencia, hasta el punto en que, sin arrepentirse, se vuelven negligentes. Todo y cada uno de nosotros sabemos que nuestras almas no pueden vivir si las alimentamos con aserrín espiritual, pero, aunque lo sabemos, torpemente nos convencemos de que un poco no afectará mucho, y así, cada vez vamos añadiendo más y más a nuestra dieta espiritual, hasta que definitivamente ya no recibimos un alimento que sea realmente espiritual. Cuando menos pensamos, el cambio se completa y nuestra vida espiritual hambrienta pero llena de aserrín, termina muerta.
Seguramente así fue como Noemí se encontró en Moab con su esposo y dos hijos muertos. Ella nunca tuvo la intención de que así sucediera, pero un día se despertó y descubrió que estaba a millas de donde el Señor quería que estuviera. Este pasaje trata sobre el camino que tuvo que pasar Noemí para regresar a Belén, para regresar al lugar de bendición.
Sé que mientras les estoy predicando, hay algunos creyentes que han permitido un pequeño pecado aquí o un poco de holgura allá, y hoy, se encuentran en un lugar, espiritualmente hablando, que nunca creyeron posible. Cuando miran a su alrededor y miran todo lo que han perdido por causa del pecado, posiblemente se preguntan si hay esperanza para tu restauración espiritual. La respuesta a esa pregunta es, sí. Y este pasaje tiene algo que decir sobre cómo eso puede suceder en su vida. Veamos cómo Noemí regresa a Belén, mientras meditamos en el tema, “Regreso a casa por el camino difícil”.
LA LLEGADA A BELÉN (v. 19a)
El viaje de Moab a Belén habría tardado entre 7 y 10 días. Habría sido necesario cruzar el río Jordán y subir los 2000 pies de altura necesarios para llegar a Belén. Habría sido fácil detenerse un poco, pero continuaron hasta que estuvieron donde se suponía que debían estar. ¡El arrepentimiento es lo mismo! Uno no debe detenerse hasta haber regresado por completo al Señor. Es interesante que no hay registro de alguna conversación durante el viaje. Esto nos recuerda que el arrepentimiento de una persona es un asunto privado. ¡Es entre ellos y el Señor y no podemos juzgar su condición por lo que hacen o por lo que no hacen! Lo importante, después de todo, es que se arrepientan y regresen a Dios.
Noemí regresó a la ciudad de la alabanza a Dios. Belén era el lugar donde el Señor era honrado y exaltado. No hubo alabanza en el corazón de Noemí cuando estuvo en Moab. ¡Ese hijo de Dios que está lejos de la casa del Padre no puede tener un corazón de alabanza, ni su vida puede ser honrada por el Señor mientras está lejos de sus caminos!
Noemí regresó a la ciudad de la presencia de Dios (Rut 1:6). Dios había visitado a su pueblo en Belén, y mientras Noemí estaba en Moab, ¡estaba lejos de la presencia del Señor! Cuando un santo se aleja de la voluntad del Señor, ¡no puede disfrutar de la presencia de Dios! (cfr. Jonás 1:3). Cuando un creyente regresa, puede disfrutar una vez más de la presencia bendita del Señor (Salmo 16:11).
Noemí regresó a la ciudad de la provisión de Dios (Belén = “Casa de pan”). Fue en la ciudad de Belén donde Noemí encontraría lo mejor de las provisiones de Dios. ¡Era allí donde podía alimentarse! Así ocurre con el santo. ¡Las mejores bendiciones de Dios están reservadas para aquellos que permanecerán cerca de donde Él está trabajando!
Noemí regresó a la ciudad del pueblo de Dios. Regresó a un lugar de almas gemelas y personas de ideas afines. ¡En Moab ella era diferente! ¡Ella pertenecía a Belén! ¡Así es con el hijo descarriado de Dios! ¿Puedes pensar en aquellos que se han alejado del lugar donde Dios se encuentra con su pueblo? Gracias a Dios, ellos (o usted) pueden volver a casa si se han alejado de ella.
EL ANUNCIO A BELÉN (v. 19b-21)
“Se movieron sobre ellos“. Significa que la ciudad estaba perturbada y en alboroto. El regreso de Noemí a Belén fue bastante peculiar: sin su marido, ni sus hijos, y en compañía de una gentil, fue noticia en toda la ciudad.
Ella habló de la providencia de Dios (v. 21). En sus palabras, ella dijo, “Jehová me ha vuelto”. Ella contó cómo el Señor trabajó para traerla a casa. Me pregunto cuántas veces tuvo que contar la muerte de su esposo y sus hijos. Esto nos enseña que, aunque podemos alejarnos de Dios, no podemos escondernos de él.
Ella habló del castigo de Dios (v. 20-21). Noemí dijo, “Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido”. Aunque pareciera que Noemí pretende culpar a Dios por todo malo que le ha pasado, pero la verdad es que todo eso fue resultado de sus propias decisiones. En su testimonio vemos el terrible proceso de la caída el resultado de ello. Ella dice, “Salí”, y cuando se fue, era “Noemí”, que significa “agradable”. Así era su vida. Dice que “se fue llena”, pero regresó “vacía”. Mis hermanos, en Cristo podemos estar saciados. De hecho, la Biblia dice que Cristo se hizo pobre, para que, con su pobreza, nosotros fuésemos enriquecidos. Sin embargo, al alejarnos de su voluntad, lo único que vamos a obtener es “vacío”, “vanidad” y “amargura”.
Habló de la paciencia de Dios (v. 21) – ¡Ella provocó sus propios problemas, pero el Señor trabajó duro en su vida para traerla a casa! Pero, ¿Por qué ella y no Elimelec, Mahlón y Quelión? Quizás el corazón de ellos ya se había endurecido, pero en el de ella todavía se podía trabajar, ella no había permitido que su corazón se endureciera. Su conciencia aun no estaba cauterizada. Mis hermanos, lo más peligroso de alejarse de la voluntad de Dios, es que se “cauterice” la conciencia, y entonces se pierda toda sensibilidad a la voluntad del Señor. Terrible tragedia para el creyente que hace cayo en su conciencia. Gracias a Dios por su paciencia.
EL TIEMPO PROPICIO EN BELÉN (v. 22)
Fue un tiempo de sangre. El tiempo de la cosecha de la cebada también fue el tiempo de la Pascua. Un tiempo para derramar la sangre del cordero y conmemorar la liberación del pueblo de Dios de Egipto (Ex. 12). Es una imagen del regreso a casa a través de la sangre, 1 Juan 1:7-10. ¡Gracias a Dios, la sangre del Cordero sigue siendo suficiente para redimirnos al volver arrepentidos!
Fue un tiempo de generosidad. Este fue también el tiempo de la Fiesta de las Primicias (Lev. 23:1-14). Una época en la que se ofrecía la primera cosecha de cebada en una ofrenda mecida ante el Señor como agradecimiento por la cosecha que estaba a punto de ser levantada. Cuando el sacerdote hacía la ofrenda mecida, estaba diciendo: “¡Este es solo el principio, hay más en el camino!“. Es interesante que en 1 Corintios 15:20, dice, “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho”. En el verso 23, también dice, “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”. En la cosecha de Dios para llevar al granero celestial, Cristo fue el primero, y los creyentes, los que perseveren hasta el fin, también lo serán. ¿Es usted “trigo” o “paja”? Dice Lucas 3:17, “Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará”.
Fue un tiempo para comenzar de nuevo. Noemí quería que su nombre se cambiara por el de “Mara” (amargura, Rut 1:20). Pero, cuando el Espíritu Santo la menciona en el versículo 22, la llama “Noemí“. Ella pudo haber tenido “amargura“ en su corazón, pero el Señor tenía algunas bendiciones “placenteras“ por delante para esta mujer. En el verso 19, se dijo, “¿No es ésta Noemí?” La gente de Belén estaba asombrada por su apariencia y sus problemas, (¡El pecado trae consigo problemas!) ¡Pero el Señor estaba a punto de darle bendiciones y glorias que ella no podría haber imaginado! La gente puede lamentarse por las angustias del pecador, pero hay gozo en el cielo por el pecador arrepentido.
Conclusión: Hermanos y amigos, ¿dónde los ha encontrado este mensaje hoy? ¿El pecado y la vida mundana le han despojado de todo lo que el Señor ha hecho en su vida? ¿Necesita un nuevo comienzo hoy?
Hace unos dos mil años Jesucristo contó la historia de un joven que dejó la casa de su padre para encontrar diversión y aventuras en el mundo. Cuando perdió todo lo que tenía y terminó en un lugar en el que nunca pensó que estaría, decidió regresar a casa. Lo que encontró fue un padre dispuesto a perdonarlo, amarlo y restaurarlo a un lugar de perfecta comunión y bendición. ¿Es eso lo que usted necesita hoy? Si es así, lo que necesita está a solo unos pasos de distancia. Basta que usted decide seguir al Señor fielmente.
Otros necesitan acudir al Señor en busca de salvación. No tienen nada más que el dolor del pecado hoy y la perspectiva del infierno mañana. Jesucristo murió por ustedes. Si vienen a Él hoy, él les salvará por su gracia.