1 Reyes 18:16-40. Hemos tenido el privilegio de observar a Dios mientras entrenaba a un hombre llamado Elías. Vimos traerlo de la nada, presentarlo ante un rey y usarlo para infundir miedo a una nación. Hemos visto a Dios enviarlo a través de una prueba tras otra para enseñarle a depender totalmente del poder y la provisión de Dios. Hemos visto el contraste entre Elías y otros que afirmaron conocer al Señor. Hemos aprendido mucho sobre este hombre. Sin embargo, todo lo que hemos visto pasar a Elías fue en preparación para los eventos sobre los que hemos leído esta mañana.
Todo el entrenamiento, todas las pruebas y toda la confianza han sido para llevar a Elías al lugar donde pudiera estar en el poder puro de Dios y mostrarle a una nación perdida que Jehová, y no Baal, era el Señor de todo. Mis hermanos, toda la nación de Israel, con excepción de unas 7.000 personas fieles (1 Reyes 19:18), se habían entregado a la adoración del falso dios Baal. Las cosas iban tan mal que incluso el rey y la reina de Israel fueron líderes en promover la adoración de los ídolos. Sin embargo, ¡Dios no se había olvidado de su inversión en su pueblo! No había olvidado cómo los había elegido entre todas las demás personas sobre la faz de la tierra. No había olvidado cómo los había sacado de Egipto y los había conducido por el desierto. Recordó haberles dado la tierra, la Ley y los pactos de la promesa. Nunca olvidó por un instante que eran su pueblo y que tenía planes para ellos.
Por lo tanto, Dios llamó, entrenó y preparó a Elías. Toda la preparación había sido solo para este momento. Un momento en el que Dios llamaría a la nación a regresar a Él. Un momento en el que Dios demostraría más allá de toda duda que Él es el Señor y el Dios todopoderoso.
Para Elías, este fue un evento que requirió fe y coraje, pero el Señor lo había preparado adecuadamente para una tarea como esta. De hecho, era hora de que Elías demostrara que él era quien se rumoreaba que era. Era hora de soportar o callar. En otras palabras, ¡era el tiempo de actuar!
Este pasaje también tiene mucho que decirle a la iglesia esta mañana. Lamentablemente, vivimos en un día de servicio a medias, cuando la gente sirve a diversos dioses como el ego, el materialismo, la recreación y el placer más que el servicio al Dios del Cielo. Y no me refiero solo al mundo. ¡La misma mentalidad que impulsa al mundo de hoy ha invadido a muchos cristianos! Dios quiere que sepamos hoy que Él todavía es el Señor. Él no ha olvidado la inversión que hizo en nosotros, y como llamó a Israel de regreso a Sí mismo en el Monte Carmelo, quiere llamar a Su pueblo de regreso a Él hoy.
Creo que hay verdades en este pasaje que hablan a nuestros corazones. Profundicemos en estos versículos esta mañana y veamos qué tienen que decirnos acerca de nuestra relación y servicio al Dios de nuestra salvación. Para Elías llegó el tiempo de actuar, y también para nosotros es tiempo de poner manos a la obra. Consideremos, pues, lo que esta escritura tiene para nosotros.
CONSIDERE EL DESAFÍO DECLARADO (v. 17-24)
Elías desafía a al potentado (v. 17-20). Aquí tenemos el encuentro entre Elías y Acab, el cual, es sumamente interesante. Acab es el rey de Israel. Ha elegido desviar al pueblo de Dios de la adoración a Dios y llevarlo a la adoración de un falso dios. ¡Elías, por otro lado, no sabe nada de compromisos con el mundo! Está totalmente vendido a la voluntad de Dios para sí mismo y para su nación. Por tanto, ¡Es seguro decir que estos dos hombres no son los mejores amigos! De hecho, algunos pueden preguntarse por qué Acab incluso permitiría que Elías viviera en este momento. Después de todo, Elías es quien pronunció la sequía que casi ha destruido a Israel y que se ha cobrado la vida de miles de personas. ¿Por qué no simplemente matarlo y terminar con eso? Creo que Acab ha llegado a creer que la sequía no terminará a menos que Elías ore por ello. Por lo tanto, y llevando a cabo una jugada política, está interesado en lo que Elías tiene qué decir, a pesar de sentir un gran desprecio por él.
La confrontación (v. 17). Cuando Acab ve a Elías, lo acusa de “turbar” a Israel. Esta palabra se refiere a alguien “que revuelve algo o causa una perturbación”. Lo interesante es que esta palabra también tiene qué ver con las serpientes. Es como si Acab estuviese diciendo que Elías es una “serpiente en la hierba”. Esto nos dice que Acab no tiene amor para Elías, sino solamente odio contra él. Pero, lo que Acab no entendió, es que en Elías tenía al mejor amigo que alguien puede tener. Y, de hecho, Elías era el mejor amigo que Israel podría merecer.
¡Así es con el hombre de Dios! La gente se enojará cuando se predique la verdad desde el púlpito o en las calles. No comprenden que cuando el hombre de Dios les dice la verdad, lo hace porque Dios los ama y él también. La verdad es lo que hace “libres” a los hombres (Juan 8:32). Por lo tanto, la gente haría bien en recibir el mensaje de Dios y tratarlo personalmente. El hombre que nos dice la verdad no es nuestro enemigo. El hombre que nos dice que todo está bien cuando andamos mal, no es nuestro amigo, sino nuestro enemigo.
Una condenación (v. 18). La respuesta de Elías a las acusaciones de Acab es mirarlo a los ojos y decirle la verdad. ¡Elías le dice a Acab que la sequía es realmente culpa de Acab! Debido a que él y sus padres alejaron a la gente de la adoración de Dios y la llevaron a la adoración de Baal, Dios envió la sequía para llamar su atención y hacer que sus corazones regresaran a Él (18:37). En realidad, Acab era el alborotador, mientras que Elías era solo el solucionador del problema.
¿Por qué el pueblo de Dios olvida que el pecado tiene un precio? Cuando tomamos decisiones incorrectas en nuestras vidas y nos alejamos de Dios, ¿por qué nos sorprende cuando Él nos castiga? No debe sorprendernos el castigo de Dios cuando pecamos, dado que él advirtió sobre ello (Hebreos 12:5-11). Mis hermanos, siempre ha habido, y siempre habrá un precio qué pagar por el pecado. El pecador nunca se sale con la suya. Tarde o temprano sufrirá las consecuencias de sus actos.
El desafío (v. 19-20). Elías ordena a Acab que envíe por el pueblo de Israel, los 450 profetas de Baal y los 400 profetas de Asera (que era la consorte femenina de Baal). Elías incluso señala el hecho de que el rey de Israel está usando sus propios recursos para alimentar a estos falsos profetas, pues ellos “comen de la mesa de Jezabel” (v. 19). Básicamente, Elías está desafiando a estos falsos profetas a un duelo. El pueblo decidirá de una vez por todas qué Dios será adorado en Israel. En el versículo 20, Acab acepta el desafío y va a reunir a los participantes. Aunque, por el verso 22, es probable que solamente hayan asistido los 450 profetas de Baal, pero no los 400 de Asera.
Es interesante también que, el profeta Elías habló en ocho ocasiones durante este evento, y cada vez que habló, emitió órdenes. ¿Por qué alguien no lo mató y lo hizo callar? Porque, en la voluntad de Dios, todo hombre goza de autoridad y es invencible hasta que Dios lo determine (cfr. Isaías 54:17).
Elías desafía al pueblo (v. 21). Ahora el pueblo y los profetas han escuchado el llamado de Elías y se han reunido en la cima del monte Carmelo. Esta gran montaña, cerca del mar Mediterráneo, tiene una gran cima plana que permitía reunirse a una multitud tan grande. Una vez que están allí, Elías ignora a los profetas de Baal y dirige su atención al pueblo de Israel. Note tres aspectos sobre su desafío a la gente.
- Los redarguye de pecado. Elías pregunta al pueblo, “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?” (v. 21). Estas personas eran culpables de tratar de tomarse de las manos de Dios y de Baal al mismo tiempo. Eran culpables de lo que mucha gente es culpable esta mañana. Querían lo mejor que Dios podía darles y querían lo que podían obtener de la adoración a Baal. ¡Querían lo mejor de ambos mundos! Las palabras “¿Hasta cuándo?”, indican que esto ha estado sucediendo y se ha estado tolerando por un buen tiempo. Lamentablemente, así es para muchos creyentes. La gente quiere tener la seguridad de que son salvos y miembros de la iglesia, pero también quieren aferrarse al mundo o a sus pecados. Quieren el cielo, pero también quieren una cerveza de vez en cuando. Quieren poder orar cuando tienen una necesidad, pero quieren vivir la vida según sus propias reglas y hacer como les plazca. Hermanos míos, ¡eso nunca funcionará!
Ante eso, ¡bien podemos concluir que la lealtad dividida es una idolatría tan inicua como descarada! Esto se prueba por la condenación de Cristo de la iglesia en Laodicea (Apocalipsis 3:14-22). Quien así vive, está contra Cristo. No se puede ser “neutral”. No se puede estar en medio del camino, hay que tomar la vía correcta. Así lo dijo Jesús en Mateo 12:30, “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”. Entonces, ¿cuál es su posición con respecto al Señor, su voluntad y su obra? Nadie puede servir a dos señores.
- Elías les expone un dilema. Elías presenta un problema a la gente. Les dice que están siendo contradictorios. Si Jehová es Dios, entonces Baal no puede serlo. Y si Baal es Dios, entonces Jehová no puede serlo. En otras palabras, Elías les dice que Baal y Jehová no pueden existir al mismo tiempo. O es uno o es el otro, pero no ambos. Uno es real y el otro es falso. En el universo infinito hay lugar para un solo Señor, para un solo Dios. Por tanto, Elías les desafía a que sigan a uno, pues pretender seguir a ambos es un absurdo.
¡Este es el mismo desafío que enfrentamos esta mañana! Muchos que dicen amar al Señor también están tomados de la mano del mundo, la carne, las posesiones materiales o lo que sea. ¡Esto es una contradicción! O Dios es el Señor o no lo es. Si no lo es, entonces esas otras cosas a las que usted se aferra deben serlo. La conclusión es la siguiente: ¡tiene que tomar una decisión! ¿A quién va a servir? ¿Quién es realmente el Señor de su vida? Si usted dice que amas al Señor y al mismo tiempo lo niega con su vida, sus acciones, sus actividades y prioridades, ¡entonces realmente no lo ama en absoluto! Por tanto, usted debe decidir. ¿Quién será el Señor de su vida?
- Elías se topa con un silencio. Cuando Elías extiende este desafío a la gente, ¡ellos simplemente dicen nada! Esto es justo lo que se esperaría de personas como estas. Son cobardes y lo demuestran intentando quedarse en medio del camino. Hermanos y amigos, uno no puede quedarse callado ante la pregunta, ¿quién es el Señor de su vida? Si usted escucha esta pregunta, y piensa permanecer callado y en bajo perfil, el asunto no se resuelve de ninguna manera. El desafío no va a desaparecer por usted quedarse callado ante la pregunta. Si usted cree que logra algo con guardar silencio, sencillamente se está engañando a usted mismo. Entienda esto, cuando se trata de confesar con nuestros labios sobre quién es nuestro Señor, debemos asumir el costo de decir, “Jesucristo es mi Señor”. Los cristianos primitivos lo hicieron, aunque implicó ser expatriados, o perseguidos, o muertos. ¿Lo hará usted?
Elías desafía a los profetas (v. 22-24). Antes de que Elías termine, presenta un desafío a los profetas de Baal. Les pide que pongan en juego la fe en su dios. Él les dice: “¡Es tiempo de actuar!”.
Los equipos (v. 22). Elías es solo un hombre contra 450 hombres. Sin embargo, está dispuesto a permanecer con Dios. Ante esta situación que parece dispareja, Elías exhibe su fe al máximo. ¿Dónde están los Elías que se opondrán a todos si es necesario, para que puedan estar con Dios? A veces la verdad no será popular y, de hecho, ante los extraviados parecerá una locura, pero aún así tendremos que elegir, entre ser popular, o ser fiel a Dios. No temamos al hecho de que nos superan en número. ¡No renunciemos porque puede parecer que estamos solos! Si estamos con Dios, nunca estaremos solos, “pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos” (1 Samuel 14:6).
Los términos (v. 23-24). Elías presenta el desafío al pueblo y a los profetas. Ofrecerán un toro y clamarán. El Dios que responda enviando fuego del cielo será adorado como Dios. Por supuesto, Elías les dice que no deben poner “fuego debajo” de la leña (v. 23). La historia registra que a menudo los altares paganos tenían un orificio debajo donde un sacerdote podía esconderse y encender un fuego, haciendo que pareciera que un dios pagano estaba respondiendo. Pero en este caso, se tuvo cuidado de que no hubiera fraude alguno. A los profetas les pareció bien, pues, después de todo, ¡Baal era el dios de la vida! Era un dios de la fertilidad que se veía bajo la lluvia y el sol. Creían que él era responsable de la vida. Así que, aunque Baal no había podido enviar lluvia durante tres años y medio, seguramente podría enviar fuego. Mis hermanos, los adoradores de Baal creían que se le podía ver en los grandes truenos que traían lluvia a la tierra, y también pensaban que se le podía ver en el mismo sol. Cuando miraron al cielo y vieron el sol brillante y ardiente en lo alto, sintieron que estaban mirando directamente a Baal. ¡Este era un concurso en el que se sentían seguros de ganar!
Por supuesto, había algunos en la multitud que recordarían que Jehová también había hablado por fuego en el pasado. Podrían haber recordado la zarza ardiente, el fuego en el altar del templo, la columna de fuego en el desierto, el hecho de que Dios había consumido con fuego a una multitud que murmuraba, o el hecho de que el fuego de Dios había encendido la cima del monte Sinaí. De cualquier manera, parecía un desafío justo para la gente y los profetas de Baal.
La tragedia (v. 24b). Toda la tragedia radica en el hecho de que la gente incluso está dispuesta a considerar que Baal podría ser real. Después de todas las cosas que Dios había hecho por ellos, ¿cómo podrían rebajarse al lugar donde incluso considerarían un concurso de esta naturaleza? ¡Imagínelos esperando que Dios se pruebe a sí mismo ante ellos después de todo lo que ya había hecho por ellos y su nación!
Pero, antes de criticar con demasiada dureza a estas personas, tal vez deberíamos admitir que a menudo somos culpables de las mismas cosas. Cuando permitimos que la vida y todas sus distracciones desplacen a Dios, somos tan culpables como ellos. Esto sucede cuando llegamos al lugar donde nos preguntamos qué tiene Dios para ofrecer. Cuando olvidamos Sus bendiciones, Su poder, Su gracia y Su bondad, estamos en una condición espiritual terrible. Cuando vivimos vidas que son deficientes espiritualmente, ¡somos culpables de pedirle a Dios que nos pruebe! Cuando Dios tiene que competir con todo lo demás en su vida solo para obtener un minuto de su atención, y muy poco de su servicio, ¡está en una triste condición espiritual!
EL DESAFÍO SE REALIZÓ (v. 25-38).
El desafío se extendió y se aceptó. Ahora el concurso comienza. A medida que se desarrolla esta historia, observemos cómo funcionan las cosas para los involucrados.
Los falso profetas tienen problemas (v. 25-29). Cuando los profetas de Baal van primero en este concurso, se hacen evidentes muchos problemas.
Sus acciones (v. 25-26). Desde temprano en la mañana hasta el mediodía estos falsos sacerdotes oraron, gritaron e invocaron a Baal, pero no descendió fuego y no se les dio respuesta alguna. Parecían estar perdiendo el tiempo.
Sus acciones eran ridículas (v. 27). Cuando Elías vio la necedad y la futilidad de lo que estaban haciendo, dio un paso adelante y se burló de ellos y de su dios, diciendo, “Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle”. Así es con este mundo que nos rodea. Son tan torpes que desperdician toda su vida viviendo por cosas que morirán con ellos. Pasan toda su vida construyendo un sueño solo para ver que todo se desvanecerá y será reemplazado por el infierno cuando mueran. ¡Dios nos ayude a los que conocemos al Señor a amarlos, a alcanzarlos y a tratar de hacer una diferencia en sus vidas para la gloria de Dios!
Su miseria (v. 28-29). ¡La burla de Elías envió a estos hombres a la locura! Gritaron, saltaron e incluso se cortaron el cuerpo en un intento por obtener una respuesta de Baal. Sin embargo, la Biblia nos dice que no hubo voz, ni nadie que respondiera, ¡ni nadie que escuchase! ¡Solo trate de imaginar esta escena! 450 enloquecidos profetas de Baal, profetizando, gritando, bailando, saltando, cortándose todos en un esfuerzo por llamar la atención de un dios que no existe. Un paralelo a eso son aquellas personas que viven sus vidas en un frenesí por adquirir y hacer más que su vecino, solo para morir sin nada. Lo hacen por su dios: el ego. Pero, demasiado tarde, se dan cuenta de que su dios no puede salvar, ni puede darles felicidad o paz. ¡Qué forma tan terrible de vivir y morir!
El poder de Dios (v. 30-38). Después de este lastimoso espectáculo, el fiel profeta Elías da un paso al frente. Lo que hace nos enseña sobre el ministerio de la fe en Dios y la fidelidad a Dios en el servicio.
Los preparativos (v. 30-35). Note lo que hizo Elías para prepararse para este evento. Varias cosas me llaman la atención.
Llamó a la gente para que se acercaran (v. 30). ¡La fe verdadera, a diferencia de la adoración falsa, no tiene absolutamente nada que ocultar! ¡Será mejor que tenga cuidado con grupos religiosos que hablan de cosas secretas y verdades ocultas! Amigo mío, no tenga miedo de poner la fe bajo el microscopio, ¡puede resistir la prueba!
Elías reconstruyó un antiguo altar que se había derrumbado (v. 30-32). Elías usó 12 piedras para hablar de las 12 tribus e hizo su trabajo en el nombre del Señor. El pueblo de Israel había construido altares a Baal, mientras que los altares a Jehová se habían deteriorado. ¡Así hay gente aquí hoy que necesita reconstruir sus altares! ¿Pasan el tiempo que necesitan en oración? Llevar la vida de fe sin oración es como viajar en un automóvil y soltar el volante. ¿Cuántos tendrían que ser honestos y decir que sus vidas de oración necesitan ser reconstruidas? ¿Cuánto serán honestos y aceptarán que su confianza en la Biblia necesita ser reconstruida?
Elías degolló y presentó una ofrenda por el pecado (v. 33). Se usó un toro para la ofrenda por el pecado. El pueblo había pecado y Elías está ofreciendo una ofrenda por el pecado del pueblo. ¡Elías sabía dónde estaba el verdadero problema! Mis hermanos, la razón por la que somos salvos, es porque la ofrenda por el pecado ya ha sido ofrecida, y así, ha sido posible que seamos limpiados por la sangre del Señor. Nos toca, por tanto, ofrecer a Dios un sacrificio vivo, santo y agradable a él, conformando nuestras vidas a su voluntad.
Elías diluyó toda duda (v. 33-35). Elías quería que no hubiera duda de que era obra del Señor. Estaba tan seguro de que Dios haría esto, que incluso puso obstáculos en el camino. Había 12 piedras para 12 tribus divididas por idolatría. ¡Usó 12 barriles de agua para indicar que estas 12 tribus eran 12 obstáculos para la gloria de Dios que se revelaba en ellos! ¡El objetivo principal de Elías era que Dios recibiera cada gramo de la gloria! Cuando esa sea nuestra meta, ¡veremos al Señor obrar maravillas entre nosotros también!
Elías oró (v. 36-37). Los profetas de Baal habían orado por lo menos 6 horas y no había sucedido nada. Elías se acercó a su altar y oró una oración de 63 palabras. Su oración fue construida para lograr tres cosas.
- Que Dios fuese glorificado.
- Que el profeta fuese vindicado.
- Que el pueblo reviva el fuego por Jehová.
Elías pudo haber orado pidiendo lluvia, pero no lo hizo. ¿Por qué? ¡Sabía que por mucho que se necesitara lluvia, la gente necesitaba más avivamiento! Podemos pensar que sabemos lo que necesitamos en nuestra vida, pero, en verdad, la mayor necesidad que tenemos es llegar exactamente a donde Dios nos quiere y servirle. ¡Ese fue el corazón de Elías y debería ser nuestro corazón también!
La prueba (v. 38). Cuando Elías terminó de orar, Dios respondió de manera espectacular. Tenga en cuenta el orden en que se consumieron los elementos. Si los artículos se hubieran quemado de abajo hacia arriba, podría haber parecido que lo hizo el hombre. Sin embargo, todo se quemó de arriba hacia abajo, ¡probando que era obra de Dios solamente!
Permítame recordar aquí mismo que Dios honrará a esa persona que está entregada a Su voluntad. Si vive por fe, ¡nunca debe temer que el Señor lo defraude! Nunca debemos subestimar el poder de una vida totalmente dedicada a Dios.
Ahora, ¿Notaron que cuando cayó el fuego, cayó sobre el sacrificio y no sobre los pecadores? ¡Qué imagen de Jesús! Jesús fue sacrificado para hacer posible nuestra redención, y salvarnos de la ira de Dios.
LA CRISIS TERMINÓ (v. 39-40)
El arrepentimiento de los descarriados (v. 39). La gente tiene su prueba. Nunca debieron haber cuestionado al Señor, pero lo hicieron y Él respondió con una brillante demostración de poder y gloria.
- Esto produjo convicción– “se postraron”. ¡Finalmente el pueblo del Señor se inclina ante el Señor con humildad! Si usted sabe que el Señor es Dios, debería encontrarse en el mismo lugar en el que se encontraron estos hombres malvados. ¡Debemos ser humildes y postrarnos ante el Señor nuestro Dios! ¡Él es digno de nuestro amor, nuestra devoción y nuestra alabanza!
- Su confesión, “y dijeron”. Ellos expresan la verdad que han conocido en sus corazones todo el tiempo: “¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” Por sus acciones y su reconocimiento, ellos declaran Su gloria, Su lugar y su reverencia por Él. ¡Sus corazones ahora ardían con un nuevo celo por el Señor!
Hermanos y amigos, ustedes y yo deberíamos encontrarnos a menudo en el lugar donde estamos ante él en alabanza, honor y adoración. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nos encontramos en la presencia de Dios con el único propósito de amarlo y adorarlo? ¡Si ha pasado un tiempo, no deje pasar más tiempo! ¡Hay que honrarlo como Él merece ser honrado!
La expulsión de los profetas malvados (v. 40) – Después de que todo estuvo hecho y arreglado, Elías llevó a los profetas de Baal al arroyo de Cisón y los mató a todos. Algunas personas leen esto y se sienten ofendidas de que todos estos hombres hayan sido asesinados. Sin embargo, ¡Elías simplemente hizo lo que tenía que hacerse! ¿Por qué? Bueno, como un cáncer que destruirá a su anfitrión a menos que sea tratado, estos profetas de Baal estaban destruyendo a Israel y tenían que irse. Otra razón fue que Elías simplemente estaba haciendo lo que el Señor había ordenado en la Ley: “Tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó rebelión contra Jehová vuestro Dios que te sacó de tierra de Egipto y te rescató de casa de servidumbre, y trató de apartarte del camino por el cual Jehová tu Dios te mandó que anduvieses; y así quitarás el mal de en medio de ti” (Deuteronomio 13:5). Mis hermanos, no hay mayor crimen contra la humanidad, que dejar a los hombres ir a la tumba sin Cristo.
Mientras usted y yo examinamos nuestras vidas esta mañana, ¿hay áreas en las que hemos permitido que se ablanden espiritualmente? Tal vez sea su vida devocional, o su vida de testimonio, o su vida de iglesia, o su vida de alabanza, o cualquier número de cosas. Tal vez ha permitido que algún pecado se cuele en su vida y se vea obstaculizado en su caminar con Dios. Usted sabe dónde se encuentra hoy y lo que debe hacer es presentarse ante el Señor esta mañana y dar muerte a esas cosas. Pero, si está pensando en hacer eso, tenga en cuenta que requiere mucho coraje y resistencia.
Conclusión: ¿Realmente necesitamos desafiar al Señor para que demuestre que Él es Dios hoy? ¿Necesitamos establecer una prueba y pedirle a Dios que salte los obstáculos por nosotros? ¡Quizás si lo hiciera, entonces le serviríamos! Sin embargo, creo que sería mucho mejor para el pueblo de Dios, que dice amarlo de todos modos, simplemente venir ante Él y confesar nuestros pecados, agradecerle, ofrecerle nuestra alabanza y amarlo. ¿No es así?
Puede que alguien sea como los profetas de Baal. Puede que ni siquiera sea salvo hoy. Un día llegará el momento en que será conducido y enviado a la segunda muerte en el infierno. ¿Es eso lo que quiere? Si el Señor le está atrayendo para que venga a Él, por favor venga y reciba el perdón que él quiere darle.